Fiesta. Exaltación de la Santa Cruz.

Autor: Padre Luis Rubio Remacha OCD  

 

 

La Exaltación de la Santa Cruz  es una Fiesta del Señor, que este año cae en domingo. Como se trata de un domingo del Tiempo Ordinario,   prevalece la Liturgia de la Exaltación a la Liturgia del domingo.    Por tanto  la eucología  y la liturgia de la Palabra no serán del domingo XXIV, sino de la Fiesta de la Exaltación.  

            Primeramente  vamos a estudiar el origen de esta Fiesta Litúrgica  y después veremos qué sentido, qué contenido tiene. Sucede que algunas veces el origen de algunas fiestas es de tipo histórico, devocional, como recuerdo  de un acontecimiento importante; pero el sentido teológico  se expresa en la Liturgia de la Palabra y en la Liturgia de la Eucología.

            Quizá la gente sencilla  celebre más el aspecto externo, sin ahondar en la dimensión interna. La Liturgia  trasciende el primer significado, presentando el verdadero y más profundo alcance.  

El origen  de esta Fiesta.

 El día  13 de septiembre  del 335, tuvo lugar  en Jerusalén la dedicación  de las dos   basílicas   constantinianas: la  del Martyrium, en el Gólgota, llamada también  al Crucem,  y la de  la Anástasis, es decir, de la Resurrección. El día  siguiente, o sea  el 14,  se expuso  la reliquia  de la Cruz, que fue  hallada, según se dice, también  un 14 de septiembre.

            En el  siglo VII encontramos  que se celebra  la fiesta en Occidente: aquí  traducen  el griego  hypsosis por   exaltación. Esta  exaltación  en Occidente  está  relacionada  con la recuperación  de la preciosa  reliquia que el rey  de Persia , Cosroes, se había  llevado consigo  en el año 614 cuando  conquistó  Jerusalén; el emperador  bizantino  Heraclio  la recuperó   el 3 de mayo  del año  628. Llevada a la batalla  de Hattin  ( Galilea) por el obispo  de Belén, en 1187  se perdió  definitivamente, no sin que antes  se desparramaran  algunas  partículas  por el mundo  cristiano.            

            Vemos que el significado de “exaltación” no hace referencia a su teología, sino a un hecho histórico.

            La Eucología nos ilumina  a la hora de comprender qué se debe entender por exaltación.

 Oración Colecta:

 La primera  parte (la declaración) es una afirmación de un gran calado  teológico: “Señor, Dios nuestro, que has querido   realizar la salvación  de todos los hombres  por medio  de tu Hijo, muerto en la cruz”.

            La Cruz de Cristo (no ya la madera), sino su muerte, tiene  un valor inmenso; de tal manera  que no es un fracaso, sino un triunfo, una exaltación.  Exaltación para el Hijo y exaltación en cuanto efecto salvífico, que atañe a todos los hombres.  

Oración sobre las Ofrendas:

 Tiene afirmaciones teológicas muy importantes. El sacrifico de la Eucaristía es el mismo  que el ofrecido en el ara de la Cruz. Este Sacrifico quitó el pecado del mundo: “Señor, que nos  limpie de toda  culpa  este sacrificio, el mismo  que, ofrecido  en el ara de la cruz, quitó  el pecado  del mundo 

 Prefacio:

El cuerpo del Prefacio, es decir, la parte central, es de una gran densidad teológica. La salvación del género humano ha sido puesta  en el árbol  de la cruz. En la Cruz ha sido vencida  la muerte, resurgiendo la vida. En un árbol  venció el maligno; pero también en un árbol ha sido vencido, por Cristo, Señor nuestro.

            El contenido, el significado de exaltación, no se reduce  a algo externo: encuentro, recuperación del  leño de la cruz, sino que adquiere una dimensión especial, salvífica, una glorificación inabarcable.  

La Oración después de la  Comunión:

 Repite una idea, ya indicada  en la Oración Colecta y en el Prefacio; pero añade  un deseo que completa el triunfo de la Cruz: el anhelo  de la gloria de la Resurrección.  

            La Eucología profundiza  e interioriza  el significado de Exaltación. Esta Fiesta adquiere  una nueva valoración, digna de ser tenida en consideración, pues no se trata, ya de recordar la dedicación de dos famosas iglesias, sino de exponer a nivel celebrativo la riqueza  de la  Exaltación  de Cristo Crucificado en lo referente a El mismo y en las consecuencias  para los demás.  

            Vamos ahora  a estudiar la Liturgia de la Palabra, que se mueve en esta misma línea.            

Lectura Primera: Números   21, 4-9: La serpiente de bronce  

            La elección de esta Lectura  aparece lógica, pues en ella  se habla de un “levantamiento”, que produce la salvación; además San Juan en el capítulo 3, 14 habla de la misma.

            Puede resultar extraña esta lectura, de aquí la necesidad de su explicación. Quiero una vez más destacar el valor tipológico del AT con relación al NT. Aquí no se trata solamente  de una conexión tipológica, sino que además es citada literalmente por el NT.

            Posiblemente, se trata  de una  historia  etiológica, creada  para explicar  el origen  de la serpiente  de bronce  que existía  y recibía  culto  poco ortodoxo  en el templo de Jerusalén hasta que Ezequías  la mando  destruir: “El fue quien quitó los altos, derribó las estelas, cortó los cipos y rompió la serpiente de bronce que había hecho  Moisés, porque los israelitas le habían quemado incienso hasta aquellos días; se la llamaba Nejustán” ( 2  Re 18, 4)

            La serpiente  de bronce  alzada  sobre un  asta: “Y dijo Yahveh a Moisés: «Hazte un Abrasador y ponlo sobre un mástil. Todo el que haya sido mordido y lo mire, vivirá.» ( Nm 21, 8) proporciona   al cuarto evangelio  un buen símbolo  para expresar  de una manera  plástica  la fuerza  salvífica  y el poder curativo  que brota  de la cruz  de Cristo: “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea  tenga por él vida eterna.” (Jn 3, 14-15)  

            Teniendo presente lo que hemos dicho, podemos analizar algunos de los  versículos  de esta Primera Lectura.

            Del versículo 4 tenemos en cuenta  lo siguiente: El pueblo se impacientó por el camino. El pueblo de Dios experimentó la dificultad, el cansancio, la dureza, la incomodidad  del camino.

            El versículo 5 expresa la queja  verbal del pueblo  contra  Dios y contra Moisés: « ¿Por qué nos habéis subido de Egipto para morir en el desierto? Pues no tenemos ni pan ni agua, y estamos cansados de ese manjar miserable.»           

            El versículo 6 narra  el castigo de Yahveh contra el pueblo: Envió entonces Yahveh contra el pueblo serpientes abrasadoras, que mordían al pueblo; y murió mucha gente de Israel

            Las  serpientes  eran venenosas; dado  que su  mordedura  producía  inflamación, se las llamaba  “de fuego”.

El adjetivo  “venenoso” o ardiente es en hebreo serapim, que en su origen   pudo referirse a animales  fantásticos, dragones de fuego. 

El versículo 7 cuenta la reacción del pueblo ante la experiencia del dolor y de la muerte: El pueblo fue a decirle a Moisés: «Hemos pecado por haber hablado contra Yahveh y contra ti. Intercede ante Yahveh  para que aparte de nosotros las serpientes,» Moisés intercedió por el pueblo 

El versículo 8 relata el mandato de Yahveh a Moisés, expresión de que su petición ha sido escuchada: Y dijo Yahveh a Moisés: «Hazte un Abrasador y ponlo sobre un mástil. Todo el que haya sido mordido y lo mire, vivirá.»

Quizá  Moisés  no comprendió lo que el Señor le  decía, probablemente no veía  en este imperativo  una cierta coherencia.

Intentemos averiguar un poco la razón de este consejo-mandato. La arqueología  ha demostrado  que en Canaán  estaba  muy extendido  el culto  a las  serpientes. En  las   excavaciones   de Laxis  se encontró   una serpiente  de bronce, que data  del Bronce   Tardío, es decir, de la misma época  que el Exodo.

            En cuanto al remedio, responde  a creencias populares el representar  al causante  del daño  para conjurarlo: al tenerlo  en imagen, el hombre lo controla. En sí   es una  especie  de homeopatía mágica.

            Sabemos cómo la homeopatía  es una terapia que consiste en la curación de una enfermedad, tomando en pequeñas dosis los elementos, que causaron la enfermedad. La serpiente  mordió al pueblo; el pueblo dominando a la serpiente puesta en una asta, quedaba curado.

            El versículo 9 nos dice que Moisés  hizo lo que Yahveh le había sugerido: Hizo Moisés una serpiente de bronce y la puso en un mástil. Y si una serpiente mordía a un hombre y éste miraba la serpiente de bronce, quedaba con vida. El libro de la Sabiduría  16, 5-14 ofrece un comentario  al episodio, quitando  a la imagen toda virtud  mágica.

            Como hemos dicho  y después explicaremos  más detenidamente Juan ve en este hecho un tipo de Jesús en la cruz (Jn 3, 14).  

            El estribillo  del salmo responsorial  es una clave interpretativa luminosa para ver cómo no solamente debemos recordar parte del camino, sino todo el camino; no solamente  algunas acciones de Dios, sino todas.

             “No olvidéis  las acciones  del Señor”  

Segunda lectura: Filipenses  2, 6-11: Armonía y humildad.            

            Lectura muy bien traída para la Exaltación de la Santa Cruz. Como veremos, en ella  se expresan con gran claridad teológica  las dos dimensiones de la Exaltación.           

            Es un texto muy usado en la Liturgia. Todas las semanas lo proclamamos  en las Vísperas  Primeras del  Domingo.

            Este texto nos indica cómo interpretar la Exaltación de Cristo y por tanto qué significa la Fiesta de la Exaltación de la Cruz.  

            El capítulo 2  tiene dos apartado importantes: Armonía  y  humildad, 1-11; Invitación  a vivir   santamente, 12-18.

 Los versículos 1-11 constituyen   el pasaje  central   de la carta. Para  urgir  a los filipenses a que se  comporten de manera   humilde  y servicial. Pablo invoca  el ejemplo  de Jesús, citando   un precioso  himno  cristológico

 Estamos  quizá  en presencia  de un himno  que Pablo  aprendió  en alguna  de las comunidades  en las que  pasó largos  años, y hasta  es  posible  que su origen  se remonte  a la catequesis  primitiva  de san Pedro: “Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel que Dios ha constituido Señor y Cristo a este Jesús a quien vosotros habéis crucificado.» (Hch 2, 36); “«El ha enviado su Palabra a los hijos de Israel, = anunciándoles la Buena Nueva de la paz = por medio de Jesucristo que es el Señor de todos” (Hch 10, 36).

Pero Pablo  no se limita  a citarlo; lo hace suyo, lo inserta en el contexto  y lo completa  con adiciones   y reflexiones  personales. En este  himno, aun  sin ser  mencionada  explícitamente, se percibe  la antítesis  Adán-Cristo. Adán,  el prototipo  del hombre  viejo, en su intento  de autodivinizarse, encontró   el fracaso  y la muerte. Cristo  recorre  el camino  inverso, no  como  un destino  fatal, sino con absoluta  libertad. Su destino, y el nuestro,   si seguimos   sus huellas, es la glorificación.  

            El himno tiene una estructura básica con dos   partes: los vv. 6-8 describen   la humillación  de Cristo;  los vv. 9-11, su  exaltación. Estos versículos  los toma precisamente la Liturgia de la Exaltación de la Cruz.  

            2, 6-8: Humillación de Cristo. 

6 “El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios” 

La primera   frase  expresa  el punto  de partida  de la humillación  de Cristo: Siendo de condición   divina  (literalmente “estando  en forma   de Dios”). Estando  en esa  condición, no se  aprovechó  de su  igualdad  con Dios. Ser  igual a Dios significa  sustancialmente  lo mismo que ser  de condición  divina, y hace  referencia  no sólo  al ser divino  del Hijo  de Dios sino a su condición  de gloria  propia   de Dios.  

7 “Sino que se despojó de sí mismo  tomando condición de siervo  haciéndose semejante a los hombres  y apareciendo en su porte como hombre”           

            En el  v. 7 se expone  el verbo  principal: se  anonadó  a sí mismo  (lit. “se vació  a sí mismo”). Usado  aquí  en un sentido absoluto, equivale   se humilló  totalmente.  También  puede entenderse   se despojó  de algo  que tenía”.

 

Tomando  la condición  de esclavo. Con la palabra   esclavo  el himno quiere expresar  una forma  concreta  de hacerse  hombre : en la total  renuncia  a los honores, al poder, a la riqueza , en la humillación  que lo lleva   hasta la muerte más ignominiosa. La condición  de esclavo  aparece  en contraste  con la proclamación  de Jesús  como Señor, de la segunda  parte del himno. 

Haciéndose semejante a los hombres  y apareciendo en su porte como hombre; Pablo  quiere  expresar con  estas frases   que Cristo  se hizo  igual  a los demás   hombres. La humanidad de Cristo es como la nuestra, excepto en el pecado. Todas las limitaciones físicas  de la humanidad las sufre también Cristo. Algunas veces su humanidad tan marcada, nos hace olvidar que esa humanidad es reflejo de la divinidad.  

8 “Y se humilló a sí mismo,   obedeciendo hasta la muerte  y muerte de cruz.” 

            La humillación  llegó   hasta el extremo: se hizo  obediente  hasta la muerte  y una muerte  de cruz. El texto  resalta  el carácter  libre  de esa  acción: se  humilló  a sí mismo  haciéndose  obediente.  La muerte  en la cruz  es la expresión  suprema   de la humillación, especialmente   para los ciudadanos  romanos: muerte  propia  de esclavos  y de extranjeros.            

Segunda   estrofa: Exaltación  (2, 9-11). 

9 “Por lo cual Dios le exaltó  y le otorgó el Nombre,  que está sobre todo nombre.”  

10” Para que al nombre de Jesús   = toda rodilla se doble = en los cielos, en la tierra y en los abismos,” 

11” Y  toda lengua confiese =   que Cristo Jesús es SENOR  para gloria de Dios Padre.”

            La  exaltación  de Cristo   aparece   como la respuesta de Dios   a la humillación   libremente  escogida  por Cristo.

La acción  de Dios  se describe  con dos   verbos: en primer lugar  sobresaltó. El segundo  aspecto  de la exaltación  es  y le  concedió  el nombre que sobrepasa  todo nombre. La  exaltación  se simboliza  ahora  con la concesión  de un nombre, no  de un nombre personal ( Jesús) que ya tenía  en su humillación, sino de  un “título”que expresa  el nuevo  estado  en que se encuentra  Cristo. Ese “título”  expresa  la nueva  realidad  de Cristo  glorificado, que le coloca  por encima  de todos los  demás seres.

            La concesión   de ese título  no se realiza  en la intimidad   de Dios sino en público: de modo  que  al oír  ese nombre  concedido  a Jesús, toda  rodilla  se doble  en el cielo, en la tierra  y debajo  de la tierra, y toda  boca  reconozca, para gloria   de Dios  Padre, que  Jesucristo  es el Señor. Este  ademán  de adoración  lo hacen  todas las criaturas  racionales, ángeles, hombres y seres del sheol. Sin duda  se usa  un lenguaje  que recuerda  a Is  45, 23, donde  Yahveh  se proclama  como único  Dios, como único que puede   salvar: “ Ante mí  se  doblará  toda rodilla, por mí  jurará  toda  lengua”.

            El objeto  de ese  reconocimiento  es que Jesucristo   es el Señor. Señor (Kyrios)  es el título  concedido  a Jesús  en su glorificación, que   expresa  la soberanía  de Jesús. Este  título  es más que un título  honorífico, pues   recuerda el título  característico    de Dios en la  Biblia.

            Ese reconocimiento  se hace  para gloria de Dios  Padre, que es el autor   de la exaltación  de Cristo

            El himno  presenta   esta exaltación  de Cristo  como algo  ya ocurrido. Para  Pablo  el acontecimiento  decisivo  que se  contrapone  a la muerte  de Cristo  es su resurrección .Aunque  Pablo  de ordinario  no se refiere  a la resurrección  con el verbo  “exaltar”, se puede sin embargo, suponer  que en la mente de Pablo  la exaltación  coincide  con la resurrección de Cristo.  

Evangelio: Juan  3, 13-17: Jesús y Nicodemo. 

También han sido muy bien elegidos estos versículos del capítulo 3 de San Juan para iluminar la celebración de la Exaltación de la Santa Cruz.                          

            Los versículos  1-21 del capítulo 3 hablan del encuentro  de Jesús y Nicodemo. El sentido de la Liturgia de hoy no pide que hagamos un estudio o presentación de este diálogo, sino que nos paremos un poco  a reflexionar  el significado de algunos versículos, que hace relación con la Fiesta de hoy: La Exaltación de la Santa Cruz. Quizá  sea conveniente a hacer una somera presentación de todo este diálogo para comprender mejor los versículos elegidos.  

 Nicodemo, seriamente   interesado  por Jesús, aparece  en escena  como representante  del judaísmo   docto, pero no  quiere  que sea  conocida  su simpatía  por Jesús. Por eso  acude  a él  de  noche. Existen  en el diálogo-monólogo  tres  fases. En la primera  Nicodemo  reconoce  la autoridad  de Jesús, basada en los signos, que hace, pero  Jesús   reacciona  diciendo  que eso no es suficiente (Jn 3, 1-3). La segunda  fase (Jn 3, 4-8)  pone   de relieve  que lo esencial  es aceptar  a Jesús  como enviado, el revelador del Padre, procedente  del mundo  de arriba. Para ello es necesario nacer   de arriba, de lo alto, de Dios. Lo contrario  es considerar  a Jesús  desde  las simples  categorías   o posibilidades  humanas. El nuevo  nacimiento  es obra  del Espíritu  y se realiza  en el bautismo. Sin ellos   no hay salvación, ni vida, ni posibilidades  de entrar  en el reino. La tercera  fase  ( Jn 3, 9-21), que también  comienza  con el recurso  a la incomprensión- recurso  muy utilizado  por el evangelista-, se centra  en describir  cómo ha  acontecido  la salvación: la iniciativa  procede  de Dios ( Jn  3, 16),  se  realiza   por medio  del Hijo, que ha venido  de su parte y que vuelve  a él, a  través  de la cruz-exaltación  ( Jn 3, 14), y el  hombre   la hace  propia, o  la  rechaza, mediante  la fe  o la incredulidad  en el enviado. Estudiaremos el versículo 14, muy apropiado para esta Fiesta y que ya ha sido como señalado e indicado en la Primera Lectura. 

La “elevación  de Jesús  (Jn  3, 14) es la que constituye  el reino, reinado  o señorío  de la vida. En la elevación  a la cruz  va incluida  la exaltación  a la gloria. En dicha   elevación, el evangelista  Juan  acentúa  las ideas siguientes: la  victoria   sobre el príncipe  de este mundo; la participación  del hombre  en ella  mediante la fe; la muerte  en cuanto paso  necesario  y un aspecto  parcial  de la elevación; la cruz  no es el lugar  de la máxima  humillación, sino  un aspecto  de la elevación . En este  evangelio  el fundamento  de la teología  o de la reflexión  teológica  no es la cruz, sino el estar  sentado  a la derecha   del Padre; Jesús aparece  como el vencedor   de la muerte y el dador de la vida  para todos los que  creen en él

Vamos a detenernos  en los versículos 14-17. En los versículos   siguientes  desaparece   Nicodemo, y el diálogo  se convierte en  monólogo  de Cristo, de Juan o de ambos.  

14 “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto,          así tiene que ser levantado el Hijo del hombre

Repitamos algo de lo ya dicho: En lo referente a la serpiente, se alude   al episodio   consignado  en Nm  21, 4-9; en Sap  16, 6s se llama  a la serpiente  de bronce  symbolon  soterias, “ símbolo   de salvación” La  base  de la comparación  está   en que la salvación  se ha producido  en ambos   casos  mediante   una “elevación”. Así  ha de ser elevado   también  el  Hijo  de hombre.

En Jn  el verbo  hypsothenai, “ ser exaltado”, tiene  un deliberado  sentido doble  al aplicarse  a Cristo, aludiendo  tanto a su  elevación  en la cruz  como a su glorificación  al resucitar  y ascender  al Padre. Está  íntimamente  relacionada  con doxasthenai, “ ser  glorificado”;  ambos términos   aparecen  en Is  52, 13: “He aquí que prosperará mi Siervo,  será enaltecido, levantado y ensalzado sobremanera  para describir   al Siervo de Yhavé 

15 “Para  que todo el que crea  tenga por él vida eterna” La  consecuencia  de la exaltación  de Cristo  es la vida  en él para todos  los que creen. El mordido por la serpiente, quedaba curado al contemplar la serpiente en un asta. La elevación de Cristo a la Cruz es manifestación de su condición de Hijo, que hace la Voluntad del Padre y al mismo tiempo es para nosotros fuente de curación, de salvación.  

16 “Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único,  para que todo el que crea en él no perezca,  sino que tenga vida eterna.”

            La única  explicación  que podríamos  dar de que el don  de la vida  eterna  se nos haya  hecho  posible  en la redención  realizada  en Cristo   es el amor  increíble  de Dios  al mundo. Aunque   alejado  de Dios, el mundo  no es malo  en sí mismo  y sigue  siendo objeto  de la compasión  de Dios. Dio su  Hijo único: Jn  subraya  la gratuidad  del amor  divino, que llega  incluso  hasta este extremo. No perezca: el Problema  de Cristo  sólo podría  resolverse  en fe  y vida eterna  o en repulsa  y destrucción.  

17 “Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo          para juzgar al mundo,          sino para que el mundo se salve por él”           

 Cristo  ha sido  enviado  al mundo  para traer  la vida eterna; la incredulidad  deliberada  hace  que se  convierta  en motivo  de condenación. De este modo, la incredulidad  es su  propia  condenación, y  el incrédulo  se juzga  a sí mismo. Esta  escatología  realizada  de Jn  no niega  la enseñanza   común del NT acerca   de la escatología   futurista; pero lo mismo que la vida eterna se inicia   ya en este  mundo para  el que  se decidió  a favor   de Cristo, también  el incrédulo  queda  ya  condenado.  

A manera de conclusión:

Creo que ahora podemos decir que entendemos mejor el significado de esta Fiesta; no se trata de un recuerdo  alegre, gozoso,  del encuentro de la cruz  (madero  de la cruz de Cristo), sino del significado profundo, teológico, hondo de la Exaltación de la Cruz de Cristo.     Tanto la Eucología: las tres oraciones  menores y el   Prefacio como las tres lecturas de la Liturgia de la Palabra nos muestran, nos indican, exponen de una forma clara y  precisa el significado de Exaltación. Cristo es el exaltado  en la cruz, pues va a resucitar  y su exaltación revierte en nosotros, pues nos sentimos curados de las mordeduras del pecado, mejor   dicho, nos sentimos salvados.