XXVII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A

Autor: Padre Luis Rubio Remacha OCD  

 

 

Lectura Primera: Isaías 5, 1-7 

            Podemos afirmar sin temor  a equivocarnos que la elección de esta Primera lectura ha sido acertada, pues se habla de ella en el Evangelio de este domingo.

            Vamos ahondar en su presentación y en su significado, pues deseamos que estas lecturas nos sirvan para conocer más la Palabra de Dios y recrearnos con este conocimiento, que verdaderamente nos debe llevar a Dios y a una coherencia moral. 

            El capítulo  5  está  constituido  por tres  secciones  claramente  diferentes: el cántico  de la viña  (  Is 5, 1-7), seis  maldiciones  (  Is 5, 8-24)  y el anuncio   de un castigo  por la  intervención  de un pueblo  guerrero ( Is 5, 26-30). La Liturgia  toma  los  siete primeros versículos: Canto a la viña.  

            El cántico   de la viña, a pesar  de su sentido  general  aparentemente  claro,  presenta  una  seria   dificultad  de interpretación: no es evidente  quienes   son los personajes implicados en él. Alguien  expresa   en primera persona  su intención  de componer  un poema-canción  relacionado  con la viña  de su amigo. Si el texto  se lee  a partir  de Is  5, 7, como se hace  habitualmente, parece   claro  que el cantor  es el profeta, el amigo  es el Señor, y la viña  Israel.  

            Compuesto  durante los primeros   años del ministerio  profético  de Isaías, este poema  adopta  la forma  de una balada  popular  que pudo  cantarse durante  una fiesta  de la vendimia.

            La imagen de Israel  como viña  del Señor  es bien conocida  en el Antiguo Testamento .Analizamos  el mensaje de los versículos  elegidos.                       

 1 “Voy  a  cantar  en nombre  de mi amigo  un canto  de amor  a su viña. Mi amigo  tenía  una viña   en fértil  collado”.

            Quien canta es el profeta en nombre de su amigo: que es Dios. Parece atrevido que el profeta llame a Dios amigo; pues cuando se habla de amistad  es Dios quien considera a los demás amigos suyos, no éstos a Dios.

            Un canto de amor  a su viña.  El amigo es amante respecto de su viña. Toda la fuerza del amor, de la ternura, de la pasión  se expresa  aquí; no es un canto cualquiera, sino un canto de amor. En hebreo amante se dice Dod. El término  Dod  aparece   frecuentemente   en el Cantar  de los Cantares, donde   también se utiliza   la metáfora   de la viña  aplicada a la  amada.  

            La “canción” es una  parábola  hábilmente  confeccionada que alude  a un amor  no correspondido, opone la máxima   atención  por parte  de Yahvé  con la respuesta  pecadora  de su pueblo.  

2 “La entrecavó, la descantó y planto  buenas  cepas; construyó  en medio  una atalaya  y cavó  un lagar. Y esperó  que diese   uvas, pero dio   agrazones”

            El canto relata  que el propietario  de una viña ha hecho  grandes esfuerzos  por ella. Hizo todo lo que estaba de su parte. Creo que está clara la narración y no merece explicación más detallada. 

3 “Pues ahora, habitantes  de Jerusalén, hombres  de Judá, por favor, sed jueces  entre mí  y mi viña

            A partir  de Is 5, 3 el propietario de la viña ya no es el  “amigo”, sino el propietario cantor. El texto  adquiere así el carácter  de una alegoría, un relato   donde se cuenta una pequeña, curiosa  historia, y donde  se quiere  decir  otra cosa, que solamente se  sugiere. Como en las parábolas  de Jesús  la pregunta   envuelve  a los oyentes. Por  esto se convoca  a los habitantes  de Jerusalén  y a los hombres de Judá  a plantearse  la cuestión  y a juzgar  entre la viña  y su  propietario. 

4 “¿Qué  más  cabía  hacer por mi viña  que yo  no lo haya   hecho? ¿Por qué, esperando  que diera  uvas, dio  agrazones?

            Surge  una  desilusión que el protagonista  de Is  5, 4  expresa  preguntándose  admirado: ¿ Cómo es posible  que yo  haya puesto  tal esperanza  en que la viña  diera  buenas uvas, cuando  estaba  en su naturaleza  que tenían   que ser agraces?  Cómo es posible” es la expresión  que en al Antiguo   Testamento expresa, no la búsqueda  de una causa concreta sino la admiración  porque un hecho  ilógico, increíble  o absurdo ha ocurrido.

            El cantor-propietario  de la viña  finalmente   no acusa a ésta  de haber producido  agraces, sino  que se reprocha  a sí mismo  el  haber  hecho tanto  esfuerzo  y haber  puesto  tanta  esperanza. 

6 “La dejaré   arrasada: no  la podarán ni la  escardarán, crecerán   zarzas y cardos, prohibiré  a las nubes  que  lluevan  sobre ella”           

            Después  de la condenación, merecida  a todas luces, de la viña en los vv. 3-5, el tono  se vuelve  claramente  divino (“mandaré  a las nubes”). La prohibición  supone  un poder cósmico  que  compete  al Señor.

            Ya apuntábamos al principio que era difícil  saber quién era el que hablaba en ciertos momentos  determinados. Examinando esta canción  con cierto detenimiento, podemos darnos cuenta de quién canta: ¿el profeta, el propietario, Yahvé?   

7 “La viña  del Señor  de los Ejércitos  es la casa  de Israel; son los hombres  de Judá  su plantel   preferido. Esperó de ellos   derecho, y  ahí tenéis: asesinatos; esperó  justicia,  y ahí  tenéis: lamentos”

            La parábola  antropológica, abierta  a numerosas  posibles  interpretaciones, ha sido  “cerrada” por la interpretación  teológica  y alegórica  de Is 5, 7. La viña  es identificada  ahora  con la “casa de Israel”,  y el propietario  con el Señor. Este es un verso lapidario,   remacha  la lección. La imagen  de la viña  se recoge   y explota  en el NT  (Mt  21, 33-45 par; Jn  15, 1-6).

            En este versículo séptimo hay un juego  de palabras  que se pierde  en la mayoría  de nuestras traducciones. Dios esperaba “juicio” ( mispat)  y todo lo que encontró   fue “derramamiento de  sangre” ( mispab); esperaba “justicia”  ( sedaqa), pero sólo  halló  un “clamor”( seaqa) 

            Salmo  responsorial:  

El salmo 79  es un salmo  comunitario de  lamentación  y súplica.

            El salmo responsorial  nos ayuda  a comprender  este canto a “la viña” y expresa la actitud  del pueblo de Israel (viña del Señor)  ante su Dios.

            Podemos decir que es un salmo muy bien traído. El estribillo:

            “La viña  del  Señor  es la  casa de Israel”.  

Sintetiza  con perfección el sentir del pueblo: queremos continuar  siendo la “viña del Señor”. Estamos orgullosos de ello y deseamos ser desde ahora coherentes con esta elección por parte del Señor.

            Los vv. 9-10 son bellos: “Sacaste, Señor,  una vid de Egipto/, expulsaste  a los gentiles,  y la  trasplantaste./ Extendió  sus sarmientos  hasta el mar/  y sus  brotes hasta  el Gran río.”. El salmista hace como una historia de salvación, recuerda las maravillas de Dios hacia su pueblo; éste debe aceptar el plan de Dios.

            . Los vv. 15-16 “Dios  de los Ejércitos, vuélvete/ mira desde el cielo, fíjate/ ven a visitar  tu viña/ la cepa que ti diestra plantó, /  y que   tú hiciste  vigorosa.”  Son una súplica a Yahvé  para que siga mirando a su pueblo, a su viña; que no continúe enfadado.

            Los versículos 19-20: “ No nos alejaremos  de ti; / danos  vida, para que invoquemos   tu nombre./  Señor  Dios de los  Ejércitos, restáuranos,/  que  brille   tu rostro  y nos salve” Son como un propósito, un  reafirmar  que el pueblo de Dios quiere seguir  siendo fiel al Señor. Si la “viña” de Isaías  5, 1-7, fue rebelde, no hizo caso a su dueño; la “viña” del salmo 79 tiene un comportamiento distinto y más afín a la voluntad de su Señor, Dios  de los Ejércitos.   

 Segunda lectura: Filipenses 4, 6-9 

Comenzábamos  a leer esta Carta el domingo 25, todavía  la seguiremos proclamando el próximo domingo, 28. 

La segunda lectura no hace relación, como hemos dicho con cierta frecuencia, al  Evangelio, sino que es un tanto “independiente”.

 El capítulo 4, que es el último de la Carta, contiene primeramente  unas Exhortaciones concretas, que son  una apremiante  llamada  a la  concordia  y la alegría, temas   muy presentes  en la carta: vv. 2-9           

            Presentamos estos versículos, de los cuales la Liturgia  ha tomado  los siguientes: 6-9. 

            En los  vv. 2-3 Pablo  se dirige  a dos mujeres  de la comunidad que sólo  conocemos  por sus nombres, Evodia  y  Síntique. Ellas, junto  con Clemente y otros colaboradores, le habían  prestado  ayuda cuando estuvo  predicando  el evangelio. Pablo  las considera  como sus  compañeras  de lucha en el trabajo  de difusión del evangelio. Por algún  motivo  la concordia   entre ellas  se vio alterada. Pablo  las exhorta  a vivir  en armonía.

Luego  se dirige  a algún personaje  no identificado  ( la palabra  griega syzygos
puede
  tomarse  como nombre común  [= compañero]  o como  nombre  propio [= Sizigo]  para que ayude  a  Evodia  y a Síntique  a rehacer la concordia  perdida. 

            Luego  (vv. 4-7) viene   una exhortación  centrada  en los temas  de la alegría y la paz. El tema   de la alegría  es recurrente en Flp. El Señor   es el motivo  y el garante   de nuestra alegría. Esta  alegría   debe mostrarse  a todo el mundo  bajo el aspecto   de la amabilidad y la ecuanimidad.

            Pablo  no pierde  de vista el tema  de la Parusía. Ella no es motivo  de angustia para el creyente. Es probable  que en el momento  de escribir  y recibir   la carta, tanto  Pablo  como los  filipenses  pensasen  en una proximidad  cronológica. A nosotros  nos basta  pensar  en una proximidad  teológica, es decir,  en que el Señor  está con nosotros  todos los días  hasta el final  del mundo ( Mt 28, 20), para   de este  modo sentir   nuestra existencia  repleta  de esperanza  y de alegría.                        

            Sigue  (vv. 8-9) Una exhortación  más general  y amplia  con una enumeración  de valores  que los cristianos   deben apreciar. Tenemos  uno  de los  frecuentes catálogos  que se encuentran  en el NT. Pablo  utiliza  aquí términos  y conceptos  frecuentes  de en la filosofía  estoica: son   conductas  humanas que aun  los filósofos  griegos  reconocían   como recomendables.

            Finalmente  Pablo  les recomienda  mantener  las enseñanzas  que él  les había  dado  de palabra  y con el ejemplo. Concluye   la exhortación  asegurándoles  que el Dios de la paz  estará con ellos. (cfr. Rom  15, 33; 2 Cor  13, 11)  

            Acentuemos  un poco los versículos  de esta segunda Lectura: 

6 “Hermanos: Nada  os preocupe; sino  que en toda  ocasión, en la oración  y súplica con acción de gracias, vuestras peticiones  sean  presentadas a Dios”

            Creo que el mejor comentario a este versículo  se encuentra  en el evangelista San Mateo 6, 25: “Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?”.

            También en  1Pe 5, 7: “Confiadle todas vuestras preocupaciones,  pues él cuida de vosotros.”  El cristino no se altera por nada, pues solo Dios merece toda atención. La vida del cristiano es una inmensa  armonía, nunca rota por nada, aunque su vida está marcada por la indigencia, por la necesidad  de una orientación cada vez más plena  hacia el Señor: “Sed perseverantes en la oración, velando en ella con acción de gracias”  (Col 4, 2).  

7 “Y la paz  de Dios, que sobrepasa  todo juicio, custodiará  vuestros corazones  y vuestros pensamientos   en Cristo Jesús”

            La paz que Dios  concede está personificada; a la manera  de un centinela, montará  la guardia sobre los corazones  y las mentes  de los cristianos. Esta paz  supera  toda comprensión: Porque la inteligencia  normal  del hombre  no puede  abarcarla  o porque  tal estado  de serenidad  sobrepuja  todos los  esfuerzos  humanos   para alcanzarla. 

8 “Finalmente, hermanos, todo  lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable; todo lo que es virtud  o mérito   tenedlo  en cuenta”   

            Este versículo ha sido llamado  la Carta Magna   del humanismo cristiano. Pablo, como indicábamos arriba,   recomienda como objetivo  a su amada  comunidad  de Filipos  todo  un conjunto  de virtudes típicamente  griegas. El cristiano  debe tener un corazón grande para valorar y apreciar todo lo bueno existente en el mundo. Quizá ha sido un tanto raquítico el cristiano en su valoración  de los bienes humanos, del verdadero humanismo.  

            9 “Y lo que  aprendisteis, recibisteis, oísteis  y visteis  en mí,  ponedlo  por obra. Y el  Dios  de la paz  estará con vosotros”  

            En este v. 9  Pablo  presenta  a los filipenses   una nueva  orientación: habla   como si  todas  estas cosas  fueran  lo que los filipenses han visto  y oído  en él. Si se esfuerzan   por conseguir  esto, el Dios  de la paz  estará con ellos.

            Pablo se presenta  como maestro y más todavía como modelo.   

Evangelio: San Mateo 21, 33-43 

            Vamos a situar esta perícopa  para poderla  entender mejor.  

            Con la entrada  de Jesús  en Jerusalén (21, 12ss) comienza   una nueva  etapa. Jesús  deja  por el momento  de instruir  a  sus discípulos y se dedica  a clarificar   la actitud  de Israel  frente a él  y a sus mensaje. Con  tres   gestos  simbólicos  muy parecidos  a los que solían   hacer  los profetas del AT, Jesús   expresa  su condición  mesiánica  y la purificación  que necesita   Israel. El primero de ellos es la entrada   en Jerusalén. El segundo  gesto  es la purificación  del templo. La higuera  seca. La higuera  que no da fruto  simboliza al pueblo de Israel. Los sacerdotes  y jefes  del pueblo  han entendido  perfectamente  el alcance  de los gestos  de Jesús. A través  de ellos  se ha manifestado  como Mesías y como juez  de  Israel. Por eso, desde ahora  inician   contra él   un proceso  en toda  regla, interrogándolo  acerca  de su autoridad.            

            La actitud  de Israel, simbolizada por la esterilidad  de la higuera (Mt 21, 18-22), se explica ahora con más detalle en tres comparaciones que revelan  el alcance  y las consecuencias  de su negativa  a Jesús:

            Primera comparación; los dos  hijos. El pueblo  judío  dijo “sí”  al aceptar la ley de Moisés, pero  se ha negado  a aceptar la invitación  definitiva. Sin embargo, los paganos  y los pecadores, que primero  dijeron “no”, han escuchado  esta invitación  y son admitidos  en el reino de Dios. El domingo pasado leíamos  esta parábola; hoy  leemos la segunda comparación: los labradores  homicidas. El domingo 28  la tercera  comparación, la  del banquete  de bodas, repite  la misma idea  que las dos  anteriores: el rechazo   de Israel  a la oferta  de salvación  hecha  por Dios.  

            Mateo  dirige  esta parábola   a los jefes  del pueblo, a  los que interpela  Jesús  en imperativo.

La imagen   de la viña, familiar  a los judíos, designaba  las más  de las veces al pueblo  elegido ( Oseas, 10,1; Jr 2, 21; Ez 15,  1ss; 19, 10ss), o la  Sabiduría  ( Eclo 24, 17) o la esposa ( Sal  128, 3).  

 En su forma  más antigua  esta parábola  estaba centrada  en la muerte del hijo. Con ella  Jesús  expresó  la certeza  de su íntima  relación  con el Padre y el   presentimiento  de su  trágico  final. Mateo, sin embargo, ha hecho  de la parábola  una alegoría, en la que la   viña  es Israel y los viñadores  son los jefes  del pueblo.  

            Esta alegoría tiene  una gran  importancia en el conjunto  del evangelio. Al principio, la buena  noticia   se dirige   sólo  a Israel (Mt 10, 5-6). Pero como el pueblo elegido   rechaza   esta invitación, Jesús   congregará  en tono  a sus doce  discípulos   un “nuevo” Israel  que dé  sus frutos  y anuncie  a todos los pueblos  la salvación ( Mt  28, 16-20). 

            Como es conocida  de todos esta parábola, no es necesario una explicación exhaustiva, sino ciertas indicaciones, ahondando en algunos versículos, que tienen  un significado especial                       

            En el versículo 33 se nos cuenta cómo el propietario fortalece la viña: La dota  de una cerca que ofrece  protección  contra  animales; un lagar “cavado” en la roca;  y una torre  para   vigilar   pájaros  y ladrones.

            En los vv. 34-36 se describe: en  el tiempo de la vendimia, el propietario ausente,   envía  a sus esclavos  para recibir  la parte  de los frutos  que le corresponden por el convenio.  Los malos  tratos que reciben, el asesinato  y la lapidación, les hacen recordar  el destino  de los profetas de Israel.

            En los vv. 37-39 se nos cuenta la suerte  del hijo del propietario.

Los lectores  cristianos  del evangelio  de Mateo, que confiesan   a Jesús como  Hijo de Dios, lo saben muy bien: los perversos enemigos  dieron  muerte  a Jesús.  

40 “Cuando venga, pues, el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?»

41 “Dícenle: «A esos miserables les dará una muerte miserable arrendará la viña a otros labradores, que le paguen los  frutos a su tiempo.»           

            El autor  crea un diálogo en el que, irónicamente, la dura  respuesta  la dan  precisamente   los jefes   de los sacerdotes  que han sido  incriminados  por el relato.  

42 “Y Jesús les dice: « ¿No habéis leído nunca en las Escrituras: = La piedra que los constructores desecharon,  en piedra angular se ha convertido;  fue el Señor quien hizo esto   y es maravilloso a nuestros ojos?  

            “¿ Nunca  habéis  leído?” tiene un carácter  polémico: ¡ Los adversarios  tendrían  que saber a qué  atenerse  por la Escritura!.  La Biblia  da testimonio  a favor de Jesús.

            Jesús cita los vv.22-23 del salmo 117: “La piedra que los constructores desecharon  en piedra angular se ha convertido; esta ha sido la obra de Yahveh,  una maravilla a nuestros ojos”

            El versículo  del salmo  se refería  quizá  en su origen a un orante que estaba enfermo y ya  había  sido abandonado por los hombres; en la interpretación  judía  fue referido  a Abrahán  o a David; después  por el  cristianismo, también  al Mesías. Para los primeros  cristianos  era obvia  su aplicación  a Cristo: se le aplica, por una parte, en el anuncio de la pasión ( Mc  8,  31) “Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar a los tres días”. El    cristianismo primitivo  asoció, por otra parte, el texto  del  Salmo 117,  22  con los otros  textos  “ piedra” Is 28, 16: “Por eso, así dice el Señor Yahveh: «He aquí que yo pongo por fundamento en Sión  una piedra elegida, angular, preciosa y fundamental: quien tuviere fe en ella no vacilará”; “Será un santuario  y piedra de tropiezo y peña de escándalo  para entrambas Casas de Israel;  lazo y trampa  para los moradores de Jerusalén  ( 8, 14); “Acercándoos a él, piedra viva, desechada por los hombres, pero elegida, preciosa ante Dios” ( 1 Pe 2, 4) interpretados  igualmente   en sentido  cristológico. 

43    Por  eso os digo: Se os quitará el Reino de Dios para dárselo a un pueblo que rinda sus frutos” 

            Asume  Jesús, de nuevo, la respuesta  dada  por los dirigentes en el v. 41. El versículo  redaccional    43  es un dicho  de Jesús  solemne.

                        Reino de Dios: El “reino”  no es aquí  algo  futuro o algo  que sólo  es presente   desde Juan  Bautista  y Jesús, sino algo  que los dirigentes  de Israel  han poseído  y les  es denegado  ahora. En la parte  figurada  de la parábola, la viña  representa  el reino. Desde   el contexto inmediato  hay que  pensar  en la futura salvación  prometida.

            Este pueblo es la Iglesia; pero con la condición de que dé frutos a tu tiempo. Ningún pueblo  puede decir que tiene garantizado  su futuro. Israel no dio fruto a su debido tiempo y por esto mismo se le quitó la “viña”; el nuevo Israel (que es la Iglesia)  también debe dar el fruto a su debido tiempo, pues de otro modo no se hace acreedora de una suerte feliz. Siempre el concepto de Iglesia  supera todas  las estructuras  para quedarse en una dimensión de coherencia. Quizá los Protestantes  acentúan más: el  pueblo que dé su fruto que la realidad de la Iglesia; pueden caer en  iluso deseo; nosotros, los católicos afirmamos más la identidad  de este pueblo, que dé fruto a su tiempo con la realidad de la Iglesia; podemos caer en un exceso de objetividad, que nos libere de este vuelo necesario de dar fruto. 

            Al domingo, que viene  hablaremos  del tercer grupo, simbolizado   en la parábola   de las bodas.