XXVIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A

Autor: Padre Luis Rubio Remacha OCD  

 

 

Primera Lectura: Isaías 25, 6-10a 

El capítulo 25 contiene  un Cántico   al Dios  liberador: 1-5; y un  Festín  en el monte  Sión, 6-10a. Los versículos elegidos por la Liturgia  hablan de este Festín.           

            A partir de este  texto, la idea  de un banquete  mesiánico  se hizo  corriente  en el judaísmo  y vuelve  a encontrarse  en el NT: Mt   22, 2-10  ( Evangelio del domingo, que estamos celebrando.  

             Un  espléndido  festín, con   buenos   manjares y selectos  vinos  era entonces, y sigue  siendo  hoy, símbolo   de alegría  y de vida.

            Obsérvese cómo se compaginan  la universalidad  (a todos los pueblos)  y el centralismo  (en este monte).

            El banquete   es el resultado  de la escena  de la entronización  que se describe  en 24, 21-23; en él  se celebra  el reinado  divino. 

            Podemos distinguir en esta breve perícopa como dos partes: 6-8  (El banquete real) y un  breve himno dedicado al poder de Yhaveh, 9-10.  

            Poder  invitar  a muchos    es signo  de poderío  y de riqueza. El Señor  invita  a todos   los pueblos  a un banquete  espléndido, que se celebrará  en el Monte   sagrado. En  el banquete   hace regalos   a los comensales. El  primero   es su presencia  y manifestación: antes  los pueblos estaban  como ciegos, tapados; ahora, removida  la cubierta, pueden  reconocerlo. El segundo  es  extraordinario: aniquila  la muerte, la maldición  original  del hombre  ( Gn  3, 19), para que  los convidados  vivan  siempre  con él, una vida  sin dolor ni lágrimas. San Pablo  en 1 Cor  15, 54: “cuando este ser corruptible se revista de incorruptibilidad y este ser mortal se revista de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: = La muerte ha sido devorada en la

victoria” aplica el v. 8 a la victoria de Cristo  sobre la muerte. El Apocalipsis  21, 4: “= Y enjugará toda lágrima de sus ojos, = y no habrá ya muerte ni habrá llanto, ni gritos ni fatigas, porque el  mundo viejo ha pasado” aplica  también este v. 8 a la vida del cielo.

            Los vv. 9-10-a Nuevo  himno   de victoria. La batalla   ha sido  reñida, porque la ciudad  ha resistido con todos sus medios. Este breve  himno  dedicado  al poder  de Yahvé  pone fin  a la escena  de la entronización  de Yahvé  y del   banquete.   

            El salmo responsorial está muy bien elegido; este salmo presenta al Señor como pastor de Israel. Los versículos  5-6: el huésped  de Dios  hacen referencia muy clara a esta lectura y al evangelio: “ Prepara   una mesa  ante mí, enfrente  de mis enemigos; me unges   la cabeza   con perfume, y mi copa  rebosa” ; “ Tu bondad  y tu misericordia   me acompañan  todos los días  de mi vida, y habitaré  en la casa  del Señor, por años   sin término”

            Este versículo  6 hace  de estribillo  del salmo responsorial:

            Habitaré  en la casa  del Señor, por años  sin término”. El salmista quiere habitar en la casa del  Señor, no viene forzado por las circunstancias, sino que vive con gozo en el Monte Sión.

            El salmista no es de esos invitados, que encuentran mil motivos para no asistir al banquete de bodas, sino todo lo contrario: lo desea.

            Realmente este estribillo  es muy expresivo e indica cuál debe ser la actitud  del invitado al banquete.  

                        Segunda lectura:   Fl  4, 12-14. 19-20            

            Comenzábamos el domingo 25 a leer como segunda lectura de la Eucaristía, la Carta a los Filipenses; hoy, domingo 28, concluimos  dicha lectura.

            Este   capítulo  4 constituye  la tercera  parte  de esta Carta: Agradecimiento   por la ayuda   recibida.

 Esta tercera parte  consta  de unos versículos  10-14: alegría   por la ayuda; 15-20: significado  profundo  de la ayuda.

Esta sección  paradójicamente   colocada  al final   del escrito  actual, podría    constituir  la primera  misión enviada por Pablo  a Filipos  muy poco  tiempo después   de haber  sido  encarcelado  en Efeso. Son unas líneas   de entrañable  agradecimiento  por la ayuda   recibida. Sin  embargo, más allá   del simple   agradecimiento, Pablo   desarrolla  una catequesis   de valor permanente y universal   sobre el sentido   de la colaboración  material  entre   evangelizador  y evangelizados. Lo importante   es observar  con qué maestría  y finura  se eleva  el apóstol  desde  las realidades  económicas  al plano  del espíritu. El donativo  de los Filipenses  a Pablo  constituye  un verdadero acto de culto  a Dios.

            Los versículos  12-14 expresan la alegría  por la ayuda recibida; los 19-20  presentan el significado  de esta ayuda.  

            Pablo  en 11b-13  aprecia  profundamente  la ayuda  que le han  enviado  los filipenses por medio  de Epafrodito. Pero  se alegra  sobre todo  por los sentimientos que esta ayuda  revela. Los  vv.  11b-13 son un  breve   paréntesis  que pone  de manifiesto  cómo Pablo   no dependía  de aquella ayuda  material. Acepta  lo que le han  enviado  como una   expresión  del cuidado  de los filipenses hacia él, pero él  no la buscó. Soy  capaz   de todo en aquel  que me da fuerza: El término  panta  (todas las cosas) se refiere   a las experiencias  personales que Pablo  acaba  de mencionar.  Cristo  da a su  Apóstol  el poder  para soportar  todo por la propagación  del evangelio. 

14: “En todo  caso  hicisteis  bien  en compartir  mi tribulación” Al emplear  Pablo el término “mi tribulación”, relaciona  su encarcelamiento  con las luchas  apostólicas del tiempo que precede  a la parusía.  

            .  En los vv. 15-20  (la Liturgia sólo toma  dos: 19-20) insiste   Pablo  en subrayar  que la generosa  ayuda   recibida  de los filipenses  es a ellos, sobre todo, a quienes   beneficia. Ayudando  a Pablo  están  contribuyendo  a la extensión  del evangelio  y de rebote  están  haciendo  un magnífico   negocio  porque Dios, a quien  nadie   gana  en generosidad, cubrirá   con largueza  todas  sus necesidades ( Flp  4, 19) “Y mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades con magnificencia, conforme a su riqueza, en Cristo Jesús”

 El donativo  de los filipenses, generoso  sin duda, constituye  un verdadero  acto  de culto.  Más que una ayuda  a  Pablo, es una ofrenda  a Dios  de quien   Pablo  es servidor. Este  es el sentido  profundo  de cualquier  ayuda  material  prestada a la comunidad  cristiana  o a uno  de sus miembros. Y ahí  radica   su verdadero  valor. Por eso   será Dios  quien  recompense a los filipenses  por su buena acción. Y por eso  Pablo, en la doxología  final, dirige  sobre todo  su reconocimiento  no a la comunidad   de Filipos sino a Dios  Padre de quien  en última  instancia  procede   todo bien.

El versículo 20: “Y a Dios, nuestro Padre, la gloria por los siglos de los siglos. Amén.” Solemne  doxología  que brota  del gozo  de  toda  la carta. Va dirigida  únicamente  a Dios, nuestro Padre” 

            Evangelio: Mt 22, 1-14: Parábola   de las bodas. 

El domingo 26 leíamos  la Parábola  de los dos hijos; el domingo 27 la Parábola   de los  labradores  homicidas.

            No podemos  entender  ninguna de las tres, separada  de las demás. Vamos a ahondar  en esta última Parábola.  

La tercera comparación, la  del banquete de bodas, repite la misma  idea  que las dos   anteriores: el rechazo  de Israel  a la oferta  de la salvación hecha por Dios.

Mateo  ha fundido  aquí  dos  parábolas, la de los invitados  al banquete de bodas y la del  comensal   sin  vestido apropiado, y  ha hecho  del conjunto  una alegoría  en la que  el  rey presenta  a Dios, el banquete es imagen  del encuentro final   entre Dios  y su pueblo; los enviados  son los profetas y apóstoles; los primeros destinatarios  son los judíos. Aquellos  que los enviados   encuentran  por los caminos  representan  a los paganos. Israel ha rechazado   su misión, pero eso no impide  que las puertas  del  banquete se abran  para todos los pueblos. Sin embargo, la entrada en él  requiere  una actitud de conversión que en Mt 22, 11-13 se compara simbólicamente a un vestido de bodas           

            Debemos tener en cuenta que el lector  inmediato de la parábola, no es a quien va dirigida, sino al lector del Evangelio. Creo  que esto es muy importante tenerlo en cuenta, pues a veces  nos extrañan algunas afirmaciones de las mismas; debemos retener esto: en estas tres parábolas La comunidad aprende   a entender, mediante  las parábolas, la verdad sobre  los adversarios  judíos  de Jesús  y sobre sí misma.  

            2 «El Reino de los Cielos es semejante a un rey que celebró el banquete de bodas de su hijo

            Trata  de un rey  al que los lectores  judeocristianos  de Mateo, por sus raíces  judías  identificarán  inmediatamente   con Dios. “Su hijo” es Jesús. Para   comprender   su fiesta   nupcial, los lectores   no pueden  recurrir a ninguna tradición  judía. La esperanza  escatológica  judía  conoce  el futuro  banquete  del nuevo  eón, pero no  es un  festín  nupcial. La idea   de Israel  como novia  de Dios  rara vez  tiene  acento escatológico  en la mentalidad judía, y apenas   se relaciona  nunca   con el Mesías. Los lectores  conocen  a Jesús  como novio: “Jesús les dijo: « ¿Pueden acaso los invitados a la boda ponerse tristes mientras el novio está con ellos?  Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces ayunarán” (Mt 9, 15)  y presumiblemente, conocen  también  las esperanzas  cristianas   sobre Jesús, que vendrá  como novio  celestial.

Ya el título  de la parábola  aparece, pues, impregnado  de tradiciones cristianas; aviva en los lectores   su propia  esperanza en Cristo 

            Presentamos los vv. 3-5: El rey  envía  a sus  esclavos   para llamar  a la fiesta, como se hace  con las personas  importantes, a unos    huéspedes  previamente    invitados. Pero  éstos   se niegan  a acudir, lo que   no deja  de ser  una desvergüenza  en personas que ya han  prometido  en principio  la asistencia; pero cuando el anfitrión  es un rey  y los invitados  súbditos suyos, es a la vez  un escarnio. El monarca  reacciona  de modo   realmente  enternecedor: envía  de nuevo sus esclavos, y a  través  de ellos  describe  con viveza a los invitados,  para   atraerlos, las delicias  del próximo  banquete. La respuesta   de los invitados  a esta  solicitud  del rey  la da  a conocer  el narrador  confirmando  su anterior “ ellos  no quisieron”; dejan plantados  a los esclavos sin pedir   disculpas.

 6 “Y  los demás agarraron a los siervos, los escarnecieron y los mataron.”

            La transición  al v. 6  parece  abrupta. La  transición  del v. 5 al v. 6  no les pareció  quizá  a aquellos lectores tan incoherente   como a los  lectores   modernos. El público de las parábolas  es diverso en mentalidad  al público-lector de las mismas. No se trata  sólo  de hipérbole ni de falta de coherencia o de lógica, sino que la mentalidad es distinta. Debemos tener presente el fin y no quizá la forma, pues ésta nos puede  despistar.  

7 “Se airó el rey y, enviando sus tropas, dio muerte a aquellos homicidas y prendió fuego a su ciudad.”  

            Parece  esfumarse la idea  del banquete preparado  y de los  terneros  y  corderos  sacrificados. El rey  emprende  una  expedición militar que  no puede  finalizar  en una tarde. El  texto  generaliza: presenta  ahora  a los malos  invitados  como “asesinos”, y su castigo  consiste  en la destrucción  de toda la ciudad, como si la población urbana  estuviera  compuesta   de asesinos 

8 “Entonces dice a sus siervos: "La boda está preparada, pero los invitados no eran dignos.”           

            También  es muy forzada  la transición  al v. 8: aparte  de que  los terneros  asados  no están  ya “listos” tras esa  expedición militar de castigo, uno se preguntará  dónde  se celebrará  ahora  la fiesta  nupcial del hijo del rey. El sorprendente  v.7  sólo   se es comprensible  como texto  inspirado  en la destrucción  de Jerusalén  el año  70.  

9 “Id, pues, a los cruces de los caminos y, a cuantos encontréis, invitadlos a la boda." 

10 “Los siervos salieron a los caminos, reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala de bodas se llenó de comensales.” 

            Ahora  envía   el rey  sus  esclavos  a otras  personas que hasta ahora  no formaban  parte de los invitados. Los esclavos, pues,  deben  “salir” de la ciudad y alcanzar  las fronteras  del reino. Deben  invitar  a todos los que se  encuentren  allí. A diferencia  de Lc 14, 21, Mt  no dice   que se   trate  de mendigos  y lisiados.

            ¿En quién  piensan   los lectores? Las señales  del texto  apuntan  a que estos   nuevos  invitados   tienen   otra procedencia  que los anteriores. Ya  en Mt 21, 43  se había sugerido esto  cuando hablaba  de otro  pueblo  que produzca   los frutos del reino. Los lectores  han sido   preparados  una y otra vez  por su lectura  anterior   del evangelio  para la misión  pagana  del futuro, y pensarán   obviamente  en ella.  

11 «Entró el rey a ver a los comensales, y al notar que había allí uno que no tenía traje de boda,

12 “Le  dice: "Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de boda?" El se quedó callado.

13 “Entonces el rey dijo a los sirvientes: "Atadle de pies y manos, y echadle a las “tinieblas de fuera; allí será el  llanto y el rechinar de dientes."           

            El propio rey  se presenta  a los  convidados. Como  hace todo  anfitrión distinguido, aparece  cuando todos   los invitados   están presentes. Pero  no  viene  para participar  en el banquete, sino  para “inspeccionar”  a los  invitados  que están en la mesa. Ya  esto es extraño. Ve  a un invitado  sin traje  de fiesta. Esto  es más extraño   aún: fueron  invitados  en caminos  rurales al banquete ya listo; aunque   no sean  mendigos, no   cabe  esperar   de ellos  que vengan en traje  especial. Además, en las bodas  antiguas  no era obligatorio  presentarse  con traje  especial; bastaba  un vestido  normal, limpio y festivo. El sorprendente  vestido  de boda  mueve, pues,  a los lectores a hacer una interpretación  metafórica.

            El rey, entre amistoso  y despectivo, da  al invitado  el tratamiento de “amigo”; pero se muestra   en realidad  duro e  inflexible: hay  evidentemente   en este banquete  de bodas  especial  unas condiciones  extraordinarias   de entrada que el invitado   no cumple. Por eso  tampoco  se defiende, sino  que “no despega  los labios”.  El rey  hace llamar  a los  camareros y les da  orden de  atar  de pies   y manos a ese invitado, como un  criminal,  y arrojarlo  “afuera”. Lo que significa  “afuera”, lo aclara  el narrador  con expresiones  formales que gusta  de aplicar   también   en otros textos: “tinieblas” ( cf. Mt 8, 12; 25, 30), “ llanto  y rechinar  de dientes” ( Mt 8, 12; 13, 42.50; 24, 51; 25, 30). Los lectores   saben ya aquí, sin lugar a dudas, lo que siempre   sospecharon: que  la parábola  está construida  desde la “cosa” misma que quiere  describir, y habla  en realidad  del juicio  final  y del infierno.

            A  la luz  del final intentarán  los lectores  descifrar  asimismo  otras  metáforas   de la parábola. 

            Los vv. 11-13 deben leerse   en el marco  del evangelio  de Mateo  como principios  fundamentales: ser llamado  a la comunidad  no significa, ni de lejos, estar salvado. También   la comunidad recibirá el “Reino”  sólo  en tanto  que produzca  frutos. También   ella   tendrá  que pasar   por el último  juicio. El fin  de la historia  particular  de la salvación  de Israel no  significa  en modo alguno  que la comunidad  no pueda  perder  ya la salvación. También a ella  le  amenaza  la suerte  de Israel  como posibilidad  propia. 

14 “Porque muchos son llamados, mas pocos escogidos.»

                        Debido  a la importancia  capital  de los principios  que aborda  la parábola , y que  son aplicables  tanto a Israel  en  toda   su historia   anterior  como a la comunidad, el evangelista  agrega  como  sentencia  final  interpretativa  el logion  v. 14, procedente   de la   tradición apocalíptica. Esta  sentencia  recapitula  toda la parábola: el principio  de que todos  son invitados, pero sólo  unos pocos  se salvan, rige  para la Iglesia de los paganos  lo mismo  que para Israel. El contraste  entre “muchos” y “pocos” quiere  dar más  gravedad  a la advertencia. No se trata, pues, de un principio  teórico  sobre la salvación  divina, sino de una realidad, debido a la libertad del hombre.  

            Quizá este texto ( v. 14)  ha sido interpretado mal; en primer lugar porque se ha referido casi exclusivamente a la vida religiosa. “Muchos” “Pocos”  indica la seriedad  en la coherencia. Lo que se exige es mucho y por lo tanto se supone un esfuerzo. Repitamos: no se trata de un  principio teórico (como si esto fuera así  por principio), sino que inculcar la seriedad en la llamada y respuesta. Dios es gratuidad; pero no es  rebaja de  fin de temporada.