XXIX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A

Autor: Padre Luis Rubio Remacha OCD  

 

 

Primera  lectura: Isaías  45, 1.4-6: Investidura  de Ciro

 

            Ya sabemos el motivo de la elección de la primera lectura; quizá a veces nos resulte un tanto extraño dicha elección; no obstante  siempre tiene en sí un significado, aunque no haga mucha relación con el Evangelio.

            Teniendo en cuenta de que trata el Evangelio, podemos concluir que ha sido en principio acertada  la lectura, propuesta por la Liturgia.

 

            Podemos decir lo siguiente: Dios  es Señor de la historia  porque  actúa  a través  de los acontecimientos  y de las personas. La elección  e investidura Ciro se inscribe  en esta línea  de mediación salvífica y literaria, aportando  una importante  novedad: el instrumento  de la nueva  liberación es un  rey  pagano y extranjero, cuya  actuación  será  actuación  divina  en favor  de su pueblo.

 

            Se describe  en este oráculo  la investidura  de Ciro  como instrumento  de la acción del Señor. Su  nombre    había sido  mencionado  al final  del texto  precedente: “Yo soy el que dice a Ciro: «Tú eres mi pastor  y darás cumplimiento a todos mis deseos,  cuando digas de Jerusalén: "Que sea reconstruida"  y del santuario: "¡Echa los cimientos!"»   

 

Su misión: someter  naciones  y destronar  reyes, y por todo  por causa  de Jacob  mi siervo, de Israel, mi elegido.

 

Ciro  mismo es  designado  con el título  de Ungid,  que el Antiguo  Testamento  aplica  a reyes  y  sacerdotes.

 

            1 “Así dice Yahveh a su Ungido Ciro,  a quien he tomado de la diestra          para someter ante él a las naciones   y desceñir las cinturas de los reyes,  para abrir ante él los batientes  de modo que no queden cerradas las puertas. “

 

Por primera   vez  en la historia  del pueblo escogido, un oráculo  de Dios  favorable  se dirige  a un rey  extranjero dándole  el título  de Ungido. Dios  lo hace  entrar  de alguna manera  en la serie  de la dinastía  davídica.

 

            Cuya  mano  derecha  yo he  escogido.

 El día de la coronación, los Reyes  de Babilonia   tomaban  la mano  de su  dios patrono. El Dt-Is   ve a Yahvé   tomando  por la mano  derecha  a Ciro y constituyéndole  así  rey  legítimo  del Israel  mesiánico. El profeta  habría  de sufrir  más tarde  una gran  decepción  viendo a Ciro  tomar la mano  de Bel-Marduk  y conceder a los judíos  que regresaran  a su país en el nombre  de este dios.

 

            4“causa de mi siervo Jacob  y de Israel, mi elegido,  te he llamado por tu nombre   y te he ennoblecido, sin que tú me conozcas.

 

Este versículo  cuarto tiene sorprendentes implicaciones teológicas. Sin torcer  la libre

Determinación de Ciro, Dios  iba dirigiendo  sus pasos “aunque  tú no me conocías”. Tenemos  aquí  un caso  concreto  de lo que  significaba  que “Dios es el primero.  Dios  estaba asegurando  que la historia  universal  viniera  a dar cumplimiento  a sus designios  con respecto a un pequeño  grupo  de cautivos, Israel.

 

            5          Yo soy Yahveh, no hay ningún otro;   fuera de mí ningún dios existe.      Yo te he ceñido, sin que tú me conozcas,”

 

Rito  de investidura: nombre, título, insignia. La elección  de Ciro, está referida  a Israel, como oráculo a Ciro se encuentra dentro de un oráculo  a Israel. El pueblo   escogido  es centro  de la historia  de salvación, pero no límite. Desde ese centro  Dios  escoge  y dirige  otros personajes que no lo conocían. El puesto exclusivo no lo ocupa  el pueblo, sino Dios.

 

            6          para que se sepa desde el sol levante hasta el poniente,          que todo es nada fuera de mí.      Yo soy Yahveh, no ningún otro;

           

            El Señor  fundamenta  su acción  con la triple  repetición: Yo soy  el Señor, acompañada  por una  explicitación  ( que  llama, hace, crea, Is 44, 3.78), a la cual  se agrega  la doble repetición  de la fórmula  solemne  Yo soy  el Señor  y no hay  otro  ( Is 45, 5.6)

 

            El estribillo del Salmo: “Aclamad  la gloria   y el poder  del Señor”. El salmo responsorial, salmo 95 está bien elegido, es un Himno a la realeza  de Dios. Este salmo nos invita  a la alabanza; exhortación  al pueblo, invitación a las naciones.

 

 

Segunda lectura: 1 Tesalonicenses, 1, 1-5b

 

            Vamos a leer esta carta durante cinco domingos. Esta carta  es con toda probabilidad  el primer escrito  del Nuevo Testamento. Se remonta  al año  50.

            Esta carta  tiene  como dos partes:

I  Bajo  el signo de la acción de gracias

 

II Exhortación  con la parusía  al fondo

 

            La Liturgia  de la Palabra  de este Domingo XXIX solamente toma los cinco primeros versículos, que vamos a exponer para ver qué  nos quiere decir San Pablo.

 

            1 “Pablo, Silvano y Timoteo a la Iglesia de los Tesalonicenses, en Dios Padre y en el Señor Jesucristo. A vosotros gracia y paz.”

           

Un saludo  conciso; pero cargado  de contenido  teológico. Es  interesante  constatar  que la palabra  Iglesia  aparece  ya  en la  primera página  del Nuevo Testamento.

            El concepto   de  Dios como padre  no es algo  original  de la religión revelada, pero la verdadera  naturaleza   de la paternidad de Dios  se revela  en Cristo.

El Señor  Jesucristo: Este  título  contiene  la auténtica  profesión  de fe cristiana; Jesús de  Nazaret  es el rey  divino  y mesiánico.

Cuando  Pablo   habla  de Cristo  y de Dios  de forma  paralela, da  por supuesto  la divinidad  de Cristo. Gracia  y Paz es el saludo  y bendición   habituales  en Pablo

 

            2-10: Acción  de gracias  por el  comportamiento  de los tesalonicenses.

De estos  versículos están tomados los de la Liturgia de Hoy, como hemos dicho. En esta emotiva  acción de gracias   deben   resaltarse: la temprana  memoria   de la fe, el amor y la esperanza  como realidades constitutivas de lo específico   cristiano; la inevitable  presencia  de dificultades a la hora  de vivir  comprometidamente  el evangelio;  y la primera  alusión  de Pablo (  y de todo  el Nuevo Testamento) a que  la venida  gloriosa  del Señor es algo  inminente. Estamos  tal vez  ante la más antigua  cristología de la Iglesia; una cristología  en clave  escatológica

 

            2 “En todo momento damos gracia a Dios por todos vosotros, recordándoos sin cesar en nuestras oraciones”

 

El motivo  del agradecimiento  impregna  de manera singular   los tres primeros   capítulos  de la carta.

La comunidad  cristiana   de Tesalónica  ha nacido  y se ha  consolidado  de forma  tan prodigiosa   y en  tan poco tiempo, que sólo a la intervención  divina  puede deberse.

El corazón de Pablo   se siente  traspasado  de gozo  y de agradecimiento.

 

Desde el punto  de vista  literario   llama  la atención  la alternancia  entre nosotros   y el vosotros. Es como si Pablo  estuviese   contando  una historia  a dos vertientes; pero dos vertientes  que al fin  confluyen  en el mismo cauce: la alegría  y el agradecimiento  tanto de los evangelizadores  como de los evangelizados.

 

Oración” en el sentido de invocación.

 

            3. “Tenemos presente ante nuestro Dios y Padre la obra de vuestra fe, los trabajos de vuestra caridad, y la tenacidad de vuestra esperanza en Jesucristo nuestro Señor.”

 

Lo que  motiva   la acción  de gracias  es la fe, la esperanza y la caridad de los tesalonicenses en el servicio  de Dios. Estas  tres virtudes  expresan  la esencia  de la respuesta  del hombre  a la predicación del evangelio.

La obra  de vuestra fe  significa   el asentimiento  total   y personal   que el creyente  presta a Dios  y a su  plan de salvación revelado  en el evangelio.

En 1, 9-10  se perfila  el contenido   de esta  fe. Estos versículos  no los toma la Liturgia.

 

Vuestra caridad  activa: “trabajo  de amor”. Kopos denota  un trabajo  arduo; la fe cristiana  se manifiesta   en la obra   de la caridad fraterna; esta caridad  o amor  ( agape)  consiste   en la imitación   por el hombre   del amor  que Dios  reveló  en Jesús.

La constancia  de vuestra  esperanza : Hypomoné  en sentido bíblico  significa  la tolerancia  paciente  de todos los sufrimientos  en espera  de la obra  salvífica  de Dios;  en el NT  está   íntimamente  asociada   con la “esperanza” en la parusía  del Señor, objeto  fundamental   de la expectación  cristiana.

 

            4 “Conocemos, hermanos queridos de Dios, vuestra elección;”

 

 5 “Ya  que os fue predicado nuestro Evangelio no sólo con palabras sino también con poder y con el Espíritu Santo,  con plena persuasión. Sabéis cómo nos portamos entre vosotros en atención a vosotros”

 

La aceptación  de la fe  es el resultado  de la elección  de Dios;  el motivo  de esta elección  divina  fue el amor, como  lo fue también   de la elección   de Israel ( Dt  7, 6-8).

      La elección  divina   se puso  de manifiesto en la forma  en que se llevó  a cabo  la predicación    del evangelio ( 4-5)  y en la forma  como los hombres  lo recibieron  ( 6-10); este texto lo leeremos  el domingo siguiente, XXX del tiempo Ordinario.

Evangelio  es la buena nueva   de la salvación; su contenido es el misterio de Cristo.

 

No  obstante,  esta buena  nueva   no consiste  simplemente  en un mensaje  o doctrina, sino  que es una actividad divina. Pablo  subraya  este aspecto  contraponiendo  la “palabra” de su predicación  con el “poder” , el  Espíritu Santo” y la “ gran abundancia  que la acompañaban  y la hacían   eficaz  entre los tesalonicenses ( 2 5-12); estos tres  vocablos   son casi   sinónimos  en el contexto.

      El Evangelio es gratuidad, es noticia bella; pero que exige la aceptación; en esta aceptación intervienen  la Obra del Espíritu  y la obra del hombre.

 

Evangelio: Mateo 22, 15-21: El tributo  al césar

 

            Vamos a recordar los evangelios de los tres domingos últimos para poder contextuar correctamente el Evangelio de hoy.

 

 Los fariseos  que han  escuchado  las parábolas  de Jesús, saben  que se refieren  a ellos: “Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír sus parábolas, comprendieron que estaba refiriéndose a ellos.”  Mt 21, 45).

            Se han  visto identificados   en el hijo que dijo  sí a su padre, pero luego  no fue  a trabajar  en su campo; en los  viñadores malvados, que tuvieron  la osadía   de matar  al hijo; y en los invitados  al banquete  de bodas que rechazaron  la invitación. Por eso  buscan  un pretexto para acusar  a Jesús. Lo  hacen  a través  de tres controversias.

La primera    pregunta   se refiere  a la obligación  de pagar  tributos  al emperador. Esta pregunta ocupa el Evangelio del domingo XXIX de este ciclo A.

 

            Vamos a comentarlo, pues muchas veces su interpretación no ha sido correcta.

 

            Mt  describe, pues,  a los adversarios de Jesús casi exclusivamente  como unas figuras  decorativas  perversas Los   adversarios  son, sobre todo, los fariseos.

 

            15-16a: “Entonces los fariseos se fueron y celebraron consejo sobre la forma de sorprenderle en alguna palabra.

Y le envían sus discípulos, junto con los herodianos, a decirle”

Los fariseos, que  asistieron   a la predicación   de Jesús  en parábolas, se van ahora. Toman   una determinación  contra Jesús, como  hicieran  ya en  12,14: Pero los fariseos, en cuanto salieron, se confabularon contra él para ver cómo eliminarle con  intención  de sorprenderlo   en alguna palabra    que se convierta en trampa. Al comienzo  de toda  la sección  de Mt 22, 15-46 aparecen, pues, “los fariseos  como los enemigos  principales   de Jesús, que planean  su aniquilación.  Son los primeros  en enviar a Jesús “discípulos” suyos  con los heredianos, que el evangelista  conoce   por la tradición.

            Es difícil  saber  si para  él  y su comunidad  de Siria  era  importante  el problema  del  tributo, ya que  apenas  elaboró  el texto.

            Su interés  se refleja  sobre todo  en el  macrotexto: consiste  en poner  de manifiesto cómo los   fariseos  adversarios, en su maldad, tienden    una trampa  a Jesús y cómo  fracasan en el empeño.

            Quizá  los lectores actuales    de la perícopa querrán  saber,  en cambio,  qué  significado  tiene el texto  para la  cuestión  de las   relaciones   de la comunidad  cristiana  con el Estado.

 

            16b: «Maestro, sabemos que eres veraz y que enseñas  el camino de Dios con franqueza y que no te importa por nadie, porque no miras la condición de las personas.”

            Los discípulos  de los fariseos   comienzan   con una larga  captatio benevolentiae.  Los lectores   saben  que esos   discípulos   tienen   razón: Jesús  enseña   el camino   de Dios  con verdad”. Pero  en boca  de los enviados  de los fariseos   hostiles, su exordio  suena   hueco   y engañoso

 

 

 

            17 “Dinos, pues, qué te parece, ¿es lícito pagar tributo al César o no?”

Después   de haber elogiado, en su  hipocresía, la  independencia   de Jesús   frente  a consideraciones   humanas, su pregunta    parece  una invitación  solapada  a expresarse  en contra  del pago   de impuestos.

           

Si Jesús  lo hace, podrán   acusarlo  ante el gobernador, pues  desde la revuelta  de Judas Galileo  el año  6 d. C., la resistencia  fiscal   era una señal de  sedición. Si  contesta  afirmativamente, se hará   impopular ante la gente.

            Jesús   se enfrenta  a los adversarios    con gran superioridad. “Conoce” sus  intrigas  y contesta  en consecuencia: denuncia   desde el principio  la “malicia”  de sus adversarios.

 

            18 “Mas Jesús, conociendo su malicia, dijo: «Hipócritas, ¿por qué me tentáis?”

 

Su pregunta  no es   verdadera pregunta, va encaminada  a comprometerle. Entonces  se dispone   Jesús  a hacer una “demostración”. Pide a los  discípulos  de los fariseos  que le enseñen  un denario  romano. Aunque    no se  empleaba    sólo para el pago  de impuestos,  Mateo lo llama “moneda del tributo”. Al poseer  ellos esa “moneda del tributo”, están demostrando  que pagan  impuestos   y tienen  contestada  para sí, hace tiempo,  la pregunta  que formulan  a Jesús

 

            19 “Mostradme la moneda del tributo.» Ellos le presentaron un denario.”

Después  les pregunta  por la efigie y la leyenda   de la moneda. El denario  de Tiberio, conocido   entonces  también en Palestina, representaba delante  la cabeza  del emperador  y detrás  a su madre  Lidia como diosa de la paz; la leyenda  decía:” Tiberios Caesar  Diva  Augusta Filius   Augustas, y al reverso “ Póntifex    Máximus”.  Los adversarios   confirman  esto ante la pregunta de Jesús.

Ellos al utilizar  una moneda   con símbolos   políticos  y religiosos  del poder romano, han   reconocido  plenamente  su soberanía.

 

21b: “Entonces les dice: «Pues lo del César devolvédselo al César,”

 

 No tiene   nada de extraño   que Jesús   los invite  ahora en  consecuencia   a pagar  los impuestos; los invita  a hacer lo que ya  hacen.

            No hay  un razonamiento  especial  a favor  de esta invitación. La fórmula    sugiere, eso,  que  el dinero  procedente  de Lyon, lugar de acuñación de moneda imperial, y provisto  de los símbolos  de poder  del emperador, es de éste.  Falta   cualquier   afirmación  de que el poder  imperial  sea instituido  por Dios, como  hace Rom 13,  1. Falta  asimismo  cualquier  argumento bíblico  sobre el deber  fiscal. La primera   parte del dicho   final  de Jesús no tiene, pues, un peso decisivo, porque  se limita  a confirmar  lo que sus adversarios   hacen  de tiempo  atrás.

            Esto   no significa  que la invitación  de Jesús a pagar  impuestos  al César   no fuese   hecha   en serio. Esta respuesta no es contestación a la pregunta.

 Jesús   no habría  calado   la maldad   de la pregunta  capciosa  de sus adversarios  si la hubiera  contestado  con una simple   respuesta positiva. El texto  significa  simplemente: pagad los impuestos  y no  me hagáis  preguntas capciosas; ¡tenéis  ya encima   la moneda   fiscal!

 Como  Jesús   no era  un celota, habría   convenido  con sus adversarios  en la necesidad  de pagar  las monedas  fiscales adeudadas  al emperador;  pero eso no es aquí  lo decisivo. Por eso  Jesús  no respalda   teológicamente   el deber  de pagar  impuestos, sino que señala   sin más  la “moneda de tributo”.

Su verdadera   respuesta   a la pregunta   de los adversarios   se produce en v. 21c “y lo de Dios a Dios.»

 

La invitación   a dar a Dios  lo que le pertenece, la añade   Jesús  sin haber  sido preguntado. En ella   residía, pues, la verdadera  sorpresa  del texto  para los oyentes primeros  y lectores. Está al final  y es su diana. Este texto  no es, por tanto, una   normativa  de las relaciones    de Jesús   o sus seguidores con el Estado.

            . En  este sentido, el interés  central  que dedica  la historia  de la interpretación  a este texto  choca  con la intención  del mismo. Apenas   se ha tomado  en consideración  la invitación  de dar a Dios  lo suyo;   es,  por decirlo    así,  un “espacio  en blanco”. Los lectores  tienen    que  llenarlo  con la tradición  bíblica  y judía.

            Jesús   no trata   de agregar al mandato   del pago fiscal  un precepto   suplementario. La obediencia  a Dios  es el precepto  de todos los preceptos.

           

            Podemos decir con gozo  que actualmente  los comentarios más cualificados sí que acentúan y  caminan por esta dirección.

            Dice el Comentario de  La Casa de la Biblia: “La respuesta  de Jesús  es desconcertante, porque  sitúa  la cuestión  a un nivel  más profundo. Para El lo importante  es que el hombre  reconozca  a Dios como único  señor, pues  es en el  hombre  donde Dios  ha dejado  inscrita  su imagen: “Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya,  a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó” ( Gen. 1, 27). Al emperador  le pertenecen   las monedas del impuesto, que llevan  su imagen, pero sólo a Dios  debe someterse  el hombre como a Señor  absoluto.

            La respuesta   de Jesús   no propugnaba  una especie  de reparto  equitativo entre el poder  político  y el religioso. Lo que   Jesús hace   es situar  al hombre ante Dios  como su único  Señor. Todo lo  demás debe  ser relativizado, también  la sumisión  al poder  político”