XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A

Autor: Padre Luis Rubio Remacha OCD  

 

 

Primera Lectura: Proverbios, 31, 10-13.19-20.30-31

 

 Quizá alguien se pregunte el por qué de la elección de esta lectura; a primera vista,  no resulta  fácil  dar una respuesta aclaratoria, ni creo, que la tenga de una forma evidente, sino que se puede traer algunos  razonamientos, que  indiquen el por qué de esta  elección.

             Quizá se pueda responder así: La  imagen  clásica   de la mujer  laboriosa ayuda  a comprender dónde  hay que desarrollar  los dones  de Dios: en el trabajo  cotidiano.

            Vamos a presentar  esta perícopa  y después analizaremos  los versículos, traídos por la Liturgia; y finalmente  nos pronunciaremos  acerca de la oportunidad  de la elección de esta lectura.

El final del Libro de los Proverbios  tiene este título: La mujer  de valía, 31, 10-31. La Liturgia de este domingo 33 no hace uso de todos   estos versículos, sino solamente de algunos, que iremos  presentando. Como curiosidad  podemos decir que  Fray Luis de León  se inspiró en estos  textos  para  componer  La perfecta   casa”

 Este texto es un canto  a la mujer   ideal, desde el punto  de vista  del hombre. ¿Por qué?

 No todos  comparten  la figura  de esta mujer  como  ideal.  Lo curioso  de esa figura  es la  devaluación  relativa  de la belleza y la ausencia  u  ocultamiento  del amor. La esposa ideal  será  una mujer que lleva  la casa y los negocios  con tacto  y eficiencia  y espíritu  de iniciativa. El criterio  económico, comercial rige  el poema. Muy poco poético  para nuestro  gusto  y para quien  ha gustado el Cantar  de los Cantares.

 

Este  noble  ideal  de feminidad  se ofrece  a la imitación  de la esposa  y la madre  israelita.

A lo largo  del poema  se va diseñando  un tipo  de mujer fría y pragmática, dedicada  a los negocios   familiares, que poco   tiene que   ver con  la novia/ esposa  del Cantar, que ofrece  al amado  su presencia  y su amor.

El autor   quiere   dar  una visión  completa  (aunque  no lo consigue) de la mujer.

 Situado  al final  del libro, el poema  tiene   probablemente  una triple  función. Por   una parte forma  inclusión  temática con los poemas  del comienzo  (primera colección) relativo  al adulterio y al papel  poco  digno de la mujer; la mujer  de valía sería un atractivo antitipo.

            Si el libro, o parte  de él, hubiese servido   en alguna época  de manual  de disciplina   para los jóvenes  que frecuentaban  las escuelas  de sabiduría, quedaría   clara   la segunda función. Antes  de abandonar  la escuela, y después  de haber  asimilado  una disciplina   educativa el alumno  era   instruido  en la  elección  de esposa.

            En tercer  lugar, esta figura  femenina nos recuerda  a Doña Sabiduría  de Prov 9, 1-6 y se   contrapone  a Doña  Necedad 9, 13-18. Aceptar  el tipo  de mujer propuesto  en Prov 31, 10-31 implica   aceptar  la invitación  de Doña  Sabiduría   y rechazar  el tipo  de mujer  diseñada  en Prov  9, 13-18.  

 

 

            Presentemos los versículos, que vamos a leer como Primera Lectura de la Eucaristía.

 

31, 10: Una mujer  hacendosa, ¿quién  la hallará?, vale mucho  más que  las perlas”

“¿quién    hallará   una mujer  de fortaleza?”. Esta  reflexión  no es pesimista, sino  una exclamación de alabanza. Autores  antiguos  la llamaron  mujer  fuerte”

 

Recordemos  Prov  3, 13ss  relativo  a la sabiduría: Feliz  el que  encuentra  sabiduría... es más   rentable  que la plata...,  más provechosa  que el oro. Es más preciada que las perlas.

Por otra  parte, ¿quién  la encontrará? Recuerda   la pregunta “¿de dónde se saca?

Referente   asimismo  a la sabiduría  en Job  28, 12: “Mas la Sabiduría, ¿de dónde viene? ¿Cuál es la sede de la Inteligencia?”

 

31, 11-12: “Su marido  se fía   de ella  y no  le faltan  riquezas.

 Le trae  ganancias  y no pérdidas todos los días  de su vida”

Adquirir  tal mujer ha sido  buena  inversión, que ella  paga con bienes materiales.   Primera   mención   del marido; podemos adelantar  31, 23: “Su marido es considerado en las puertas, cuando se sienta con los ancianos del país.”  Ganancias  y beneficios  proporcionan  suficiente confianza  al esposo.

 

31, 13: “Adquiere  lana  y lino, los  trabaja con la  destreza de sus manos.”

 

Comienza  la descripción   de las actividades   de la mujer, aunque  no siguen  un orden  lógico  a lo largo  del poema.

La mención  de la lana  y el lino  aquí  nos acerca  a Prov. 31, 19. 24  que hablan  respectivamente  de la  rueca y el huso, y del arte  de tejer. La mano  solícita  de nuestro versículo  nos   recuerda  Prov  3, 16 ( hablando   de la sabiduría): su mano  derecha  procura  larga vida, y la izquierda riqueza  y honor.

 

            31, 19-20: Extiende  la mano  hacia el huso  y sostiene  con la palma  la rueca. Abre  sus  manos   al necesitado  y extiende   el  brazo  al pobre.

 

De nuevo   los  trabajos  domésticos y la mención  de la mano. La diligencia   del ama de casa se ocupa  de la  beneficencia. Dt  15, 11 “Pues no faltarán pobres en esta tierra; por eso te doy yo este mandamiento: debes abrir tu mano a tu hermano, a aquel de los tuyos que es indigente y pobre en tu tierra”

            En efecto, en nuestro poema  el lector   es invitado  a observar  la buena   marcha  de una hacienda  rural  gracias  a su  buena   administradora. Pero  no hay  pasión  ni emoción. Incluso  se minusvalora  la gracia  y la hermosura  (Prov  31, 30).

            Aunque  la sensibilidad  moderna  tienda  a rechazar una valoración  de la mujer  en los términos  ofrecidos  en este poema, no  podemos   pasar  por  alto  el dato  de que  algunas   de las tareas de esta mujer  de valía  eran   competencia  masculina  en aquel  momento  de la historia  de Israel. Es decir,  que el tipo  diseñado  en el poema  es el  de una mujer  relativamente  liberada y conscientemente  responsable   de la marcha  de su hogar  y de la  administración  de sus bienes

            Abre  sus  manos   al necesitado  y extiende   el  brazo  al pobre. Aquí aparece  la mujer religiosa (aspecto que no debe faltar  en la visión  de la misma en el libro de los Proverbios)

            Este   vocabulario  nos invita a leer  este versículo  junto  con el anterior, (19).  Allí   la mujer  “alargaba las manos” para sujetar  la rueca, aquí   las alarga  hacia el  indigente ( con quien  reparte   sus ganancias); allí  sus dedos  sostienen  el huso, aquí su brazo  sujeta  al desvalido. La mujer  sabe sin duda  que quien  no se apiada  del pobre  ultraja  a su Hacedor: “Quien oprime al débil, ultraja a su Hacedor;  mas el que se apiada del pobre, le da gloria  ( Prov  14, 31)  y que quien   es generoso  será  bendecido: “El de buena intención será bendito,  porque da de su pan al débil”  ( Prov  22,9)

31, 30-31: “Engañosa  es la  gracia, fugaz la hermosura; la que   teme  al Señor merece  alabanza. Cantadle  por el éxito  de su trabajo, que sus  obras  la alaben  en la plaza.”

Ya hemos hablado  de la enorme  diferencia   que existe  entre esta mujer  y la del  Cantar. En esta última Obra  nunca   habría  dicho   el poeta  que la hermosura  es vana, pues   constituye  un elemento  esencial  en el ser humano  para cultivar  las relaciones, el afecto  y el amor. Seguro  que el de este  poema    de la mujer  de valía  estaba de acuerdo  con el propósito  y el contenido  del Cantar. Pero,  como creador  de este remate  al libro de los Proverbios, le interesaba  más  destacar uno  de los temas  predilectos  de cierta  corriente  sapiencial: el valor insuperable del temor/ respeto al Señor. El lector  percibe  ahora   el poema  desde  una nueva  dimensión: la prudencia de esta mujer, su éxito en el trabajo (Prov  31,31), su generosidad  (Prov 31,29)

            Desde   esta perspectiva, gracia y hermosura  empalidecen, no es que no valgan. Dice   el refranero: “Harto es hermosa la que  es virtuosa”; “Bondad y dulzura más que donaire y hermosura”

            Terminemos  nuestro  aplauso a la mujer  de valía con una  ojeada  a nuestro refranero: “Más   vale  mujer   que hacienda”; “A tu mujer  por lo que  valga, y no por  lo que  traiga” “ Casa sin mujer y barca  sin timón, lo mismo  son”; “ Ni casa sin toca; ni  arca sin llave, ni villa  sin quien  la guarde”

 

            Seguro   que algún  lector  se ha podido  preguntar: ¿por qué “mujer  de valía” y no “hombre de valía”? Ya hemos dicho  en más de una ocasión  que el propio libro  de los Proverbios  ( o parte  de él)  pudo servir  de manual  de disciplina  en alguna escuela  de formación  de jóvenes   varones.

 

            Ahora ya comprendemos mejor  o nos damos cuenta  del por qué de la elección de esta bella lectura.

            No es suficiente  tener una actitud de vigilancia; no basta el decir que queremos emplear  bien nuestros talentos; debemos comenzar a caminar, a actuar. Un paso fundamental  en este caminar  es tener las ideas claras. La feminidad  es un concepto rico; no fácilmente  expresable. Para un cristiano  el concepto de feminidad  queda iluminado por la razón, por la revelación. La mujer  es un ser para la belleza, para el amor, para la ternura, para la poesía; pero también para  saber administrar bien su casa.

            Este canto a la mujer  del capítulo 31, 10-31  del libro de los Proverbios, hace más hincapié  en esta segunda dimensión de la mujer, quizá la más olvidada y por esto mismo  se debe recordar con cierta frecuencia.

            No es completa la presentación de la mujer  de este canto; pero  no es  algo que desdiga  de ella, sino todo lo contrario.

 

            El estribillo  del salmo responsorial: “¡Dichoso   el que teme al Señor!” acentúa esta segunda dimensión de la mujer; la presentada por la Primera Lectura.

            El salmo 127   es un salmo de peregrinación  (aquí tomamos  el concepto de peregrinación en un sentido existencial). El hombre que camina bajo la presencia de Dios será  feliz  y Dios le bendecirá. La bendición de los hijos, de la casa, del trabajo. Para el hombre es una bendición de Dios tener una mujer como la describe  el canto último del libro de los Proverbios, aunque esta mujer  no exprese  el ideal masculino  de la feminidad.  

 

            Segunda Lectura:   1 Tesalonicenses 5, 1-6

 

 Comenzábamos  a leer esta Carta  el domingo 29; hoy, día 33 la terminamos.

            También ella nos ayuda a comprender mejor el mensaje de este penúltimo domingo del año litúrgico, pues el contenido de la misma  está en sintonía con el evangelio del día.

            En un segundo momento  de su  respuesta  a las preocupaciones   de los   tesalonicenses, Pablo    se refiere  a la fecha  concreta en que tendrá lugar  la venida   gloriosa   de Cristo.

            Una fecha   que él prevé próxima, pero al mismo tiempo   desconocida  e imprevista. En consecuencia   la vida cristiana  ha de estar  marcada  por una actitud  de preparación  y vigilancia.

            El discurso de Pablo  sigue siendo  exhortativo  y sigue  moviéndose  en un clima  apocalíptico. Literalmente  llama   la atención  el amontonamiento  de  antítesis: día-noche, paz-dolor, seguridad-ruina, ellos-vosotros, luz-tinieblas, dormir –vigilar, estar  sobrio-emborracharse, muerte-vida, despiertos-dormidos.

 

Debe destacarse  el fuerte  contraste entre  los no creyentes y los creyentes. Los primeros  viven   anclados   en el presente, absolutamente  despreocupados  del futuro. Los segundos  esperan  tensos  y vigilantes  la salvación  que ya han  recibido , como anticipo, en la muerte  de Cristo , pero  que tiene  que consumarse  en el día  del Señor. Están, pues, abiertos  al futuro  a esperar  como don  al que  Dios  nos ha destinado. Un futuro  que en  1 Tes 4, 17 se describía  como estar  con el Señor y aquí  como vivir  con el Señor.

           

            Analizamos  cada versículo  para poder entender mejor lo que nos quiere comunicar el apóstol  de los Gentiles.

           

            1 En lo que se refiere al tiempo y al momento, hermanos, no tenéis necesidad que os escriba.

 

El conocimiento  de estos  tiempos constituye  una temática  tradicional  en los escritos   apocalípticos: “Estando luego sentado en el monte de los Olivos, se acercaron a él en privado sus discípulos, y le dijeron: «Dinos  cuándo sucederá eso, y cuál será la señal de tu venida y del fin del mundo.» (Mt  24, 3)

 

            2 “Vosotros mismos sabéis perfectamente que el Día del Señor ha de venir como un ladrón en la noche.”

 

“Día  del Señor” La parusía  de Jesús   reemplaza  ahora  al “día de  Yahvé” del AT: “¡Ay de los que ansían el Día de Yahveh! ¿Qué creéis que es ese Día de Yahveh?  ¡Es tinieblas, que no luz!” (Amós 5, 18)

Ladrón  en la noche”: La imagen  alude   únicamente   a lo  repentino  de su  venida, no al tiempo del día: “Acuérdate, por tanto, de cómo recibiste y oíste mi Palabra: guárdala y arrepiéntete. Porque, si no estás en vela, vendré como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti”  (Apocalipsis  3, 3)

 

            3 Cuando digan: «Paz y seguridad», entonces mismo, de repente, vendrá sobre ellos la ruina, como los dolores de parto a la que está encinta; y no escaparán.

 

El deber  de vigilar  está  amenazado  por la complacencia y por los  falsos  profetas, que anuncian  una prosperidad  permanente: “Han curado el quebranto de mi pueblo          a la ligera, diciendo: «¡Paz, paz!»,  cuando no había paz.” (Jeremías   6, 14)

            Algunos ven en este v. 3 una alusión  a la paz  romana. “De repente, vendrá  sobre ellos la ruina”

            Como  los dolores de parto”: Imagen   profética  para indicar  el carácter repentino  del dolor  y de la angustia  escatológica: “Como cuando la mujer encinta está próxima al parto sufre,  y se queja en su trance,  así éramos nosotros delante de ti, Yahveh.”  (Is 26, 17)

            No escaparán: Impersonal   e impreciso; imposibilidad   de evitar la justicia divina: “Delante de él devora el fuego,  detrás de él la llama abrasa.  Como un jardín de Edén era delante de él la tierra,  detrás de él, un desierto desolado. ¡No hay escape ante él!”  (Joel 2, 3).

 

            4 “Pero vosotros, hermanos, no vivís en la oscuridad, para que ese Día os sorprenda como ladrón

            5 pues todos vosotros sois hijos de la luz e hijos del día. Nosotros no somos de la noche ni de las tinieblas

 

Los   cristianos  están unidos   a Cristo, luz  del mundo y,  por consiguiente, ya no  están sometidos  a los asaltos   de las tinieblas. En el AT,  la luz  y las tinieblas  están  asociadas  al bien  y al mal, así  como al día  del Señor : “Ay, los que llaman al mal bien,  y al bien mal; que dan oscuridad por luz,  y luz por oscuridad;  que dan amargo por dulce,   y dulce por amargo!” (Is  5, 20). En el judaísmo, especialmente  en Qumrán, la luz  y las tinieblas  constituyen   dos reinos   opuestos.

 

            6 Así pues, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios.

 

Este versículo  resume  muy bien la actitud  del hombre vigilante: no dormir: tomando  este verbo   en  sus múltiples  acepciones; velar: como opuesto a dormir. La vigilancia  es una característica del  hombre, que espera. Llevar una vida sobria: que nada  nos distraiga en nuestro caminar.

            La Primera Carta  de San Pedro  se hace eco en algunos de sus  textos  de esta consigna  de este último  versículo  6:

            Sed sobrios y velad. Vuestro adversario, el Diablo, ronda como = león rugiente, = buscando a quién devorar  (1 Pe 5, 8)

 

            Lectura del Evangelio: Mt   25, 14-30

 

 Estamos  en  el domingo 33 del tiempo ordinario, penúltimo  del año litúrgico. Los  tres  últimos  domingos  del año litúrgico  tienen  un carácter  marcadamente  escatológico. El domingo 32, que coincidió  con la Fiesta de la Conmemoración de la Basílica  de San Juan de Letrán, de aquí que este  talante escatológico  quedase como difuminado, la Liturgia  nos proponía como texto evangélico: la parábola  de las  diez  vírgenes, ( Mt  25, 1-13). Hoy  leemos  otra parábola  muy semejante: la de los talentos.

 

            Las  tres  comparaciones  que Mateo  ha colocado  después  del discurso   apocalíptico  ( Mt 24, 45-25, 30)  desarrollan   la invitación  con que  termina  dicho  discurso: ¡ Estad. preparados! El criado   fiel (Mt  24, 45-51);  Las jóvenes   previsoras   y las   descuidadas (Mt  25, 1- 13) y la parábola de los   talentos (Mt  25, 14-30).

 

            Hubiera sido lógico ( desde esta perspectiva)  el haber leído  en el domingo 31 ( que también este año la Liturgia de la Palabra  en la Misa ha dejado lugar a la liturgia de la Conmemoración de todos los fieles difuntos) la parábola  del  criado fiel ( Mt  24, 45-51); pero no; la liturgia   nos presenta  para el domingo 31 del ciclo A la perícopa  evangélica  de Mt  23, 1-12

 

            Vamos a enmarcar  más  el texto  de Mt  25, 14-30. 

 

 En el ejemplo  del mayordomo   puede encontrarse  una alusión  a los dirigentes  de la comunidad. Son  los que el Señor ha puesto  al frente de su casa, y por tanto  son ellos   los primeros  que deben  cultivar  esta actitud  vigilante. La expresión   mi amo  tarda   refleja  una situación  de la Iglesia en la que no se espera la vuelta inmediata  de Jesús, y en la que la relajación  de las costumbres comienza  a hacer mella.

            La  parábola  de las diez  jóvenes   insiste  en la necesidad   de la vigilancia  para todos. La tercera comparación, la de los  talentos, añade   un dato  a lo  anterior: la espera, además   de ser  vigilante, ha  de ser  productiva. El acento   recae  en el criado  temeroso. Su actitud  pasiva  y perezosa  contrasta  con la laboriosidad  de sus compañeros,  La alabanza  que el amo  dirige  a sus compañeros  se toma  en un duro  reproche  para el criado  inactivo:   es indigno  de  compartir  la alegría   de su señor.  Los discípulos  de Jesús  tienen  que hacer  producir  la hacienda   del reino  que él  ha dejado   entre sus manos.

 

            En conjunto,  estas  tres  comparaciones    son una exhortación  que Mateo  dirige   a su iglesia, para   que  viva  con seriedad  este tiempo   que media  entre la partida  de Jesús  y su  segunda   venida. Los invita  a la vigilancia  activa, a mantener la tensión,  y a  no dejarse  vencer  por la rutina, la pereza o la comodidad. Una invitación   que  vale   para los cristianos   de todos los tiempos.

 

            Con esto ya casi  tenemos explicado todo el mensaje  de esta parábola, que debe ser leída conjuntamente  con las dos anteriores, antes mencionadas.

           

            Vamos a explicar algunos matices de cierta importancia.

 

Observamos  un dato  importante:  estas   dos parábolas  de la fidelidad  ( la del criado fiel  y la de los talentos)  desarrollan   principalmente   el caso  de la infidelidad  ( 24, 48-51; 25, 24-30). Hablan más  de la responsabilidad  del hombre perezoso  que del  trabajo  de los  siervos  honrados;   esto hace  pensar  que todo  el pasaje   es polémico: el  Cristo  mateano  pone en  guardia  a sus  “discípulos”  contra una  infidelidad  cuya  posibilidad no afrontan   seriamente. El rasgo  común  a todas   estas infidelidades  es que todas  ellas consisten en una insuficiencia  de actividad concreta. Ello  confirma  que la vigilancia  de Mateo  jamás   es un fervor, una alegría, ni incluso  una  fe; es una   espera activa  y responsable.

 

            14 «Es también como un hombre que, al ausentarse, llamó a sus siervos y les encomendó su hacienda:

            15 a uno dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad; y se ausentó.”

 

            Es  significativo  que, para   describir  lo que se podría  llamar hoy la responsabilidad  del hombre  frente a Dios, la parábola  usa  instintivamente,  siguiendo  el tono del AT y,  por demás, de todo  el Próximo   Oriente antiguo, la imagen   del amo poderoso  y rico  que confía  los bienes propios  a sus criados. No se trata  de una responsabilidad-contrato, ni de  una responsabilidad  mutua, sino  de una responsabilidad  libre.

 

            16 Enseguida, el que había recibido cinco talentos se puso a negociar con ellos y ganó otros cinco.

17 Igualmente el que había recibido dos ganó otros dos.

18 En cambio el que había recibido uno se fue, cavó un hoyo en tierra y escondió el dinero de su señor.

 

Los dos  primeros  siervos  comienzan  inmediatamente  a “trabajar” con sus talentos. De ese   modo  se expresa su obediencia: siempre, desde el principio, deben   estar dispuestos  para el señor. El tercer  esclavo  esconde  su talento  bajo tierra  porque  lo considera   un depósito cerrado

 

            19 Al cabo de mucho tiempo, vuelve el señor de aquellos siervos y ajusta cuentas con ellos.

 

“Al cabo   de mucho tiempo”  regresa  el señor. Cuando   Mateo   escribe  el evangelio, los miembros  de la comunidad llevan  ya mucho  tiempo  esperando  la parusía; pero  saben  que el Señor  vendrá  pronto y que la  inminencia  o el retraso   en nada debe  alterar   su obediencia    y su  disposición.

 

            Esta parábola  tiene como dos lecturas: una inmediata, la que hace Mateo para la comunidad, a la cual se dirige; en esta lectura  se da  un tinte  alegorizante, que los  lectores  entienden  muy bien, pues viven una experiencia, que es iluminada  y aclarada  por la parábola.

            Otra lectura,  menos inmediata, pero más común, más existencial, pues señala  la actitud de  todo hombre frente a Dios.

            Creo que ambas lecturas se ayudan  y se complementan.

 

            20 Llegándose el que había recibido cinco talentos, presentó otros cinco, diciendo: "Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes otros cinco que he ganado

            21 Su señor le dijo: "¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor

 

22 Llegándose también el de los dos talentos dijo: "Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes otros dos que he  ganado

            23        Su señor le dijo: "¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra  en el gozo de tu señor.

 

La “rendición  de cuentas” Le muestran  los frutos   de su trabajo: sus buenas obras. Han sido fieles  en lo poco y son recompensados. La promesa   es la misma   para ambos   siervos; no depende  de la suma   de dinero que han  negociado.

 

La palabra “gozo”  les trae  a la memoria  quizá una comida de fiesta. Mateo   es lacónico  en este punto: no  describe  gozos   celestiales o poder   celestial para los justos  como compensación  de los sufrimientos   terrenos. La cosa  cambia   al tratar   del destino  de los condenados

 

            24 Llegándose también el que había recibido un talento dijo: "Señor, sé que eres un hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste.

            25 Por eso me dio miedo, y fui y escondí en tierra tu talento. Mira, aquí tienes lo que es tuyo."

 

26 Mas su señor le respondió: "Siervo malo y perezoso, sabías que yo cosecho donde no sembré y recojo donde no esparcí;

            27 debías, pues, haber entregado mi dinero a los banqueros, y así, al volver yo, habría cobrado lo mío con los intereses”

 

Mientras   la fidelidad   y la recompensa   de los dos  criados   buenos   se evocan   con   brevedad, la actitud   y la  condenación  del criado  malo  se describen   ampliamente  y de manera  muy plástica.

Aparece   ahora  el tercer siervo  y pone  a los pies  del señor  el talento  intacto. Su explicación  al señor  suena  insolente  e injusta.  Ellos (los lectores de Mateo)  saben  por la propia   experiencia   de fe que su  Señor  no es ningún  “amo severo”, sino  que es “amistoso”, y  su “yugo, suave

 

Estos cuatro versículos  debemos  leerlos como los entendieron  los lectores  de Mateo, es decir, desde una óptica alegorizante; ya no se trata de un señor rico, ni incluso del mismo Dios, sino de Jesucristo, del cual tienen experiencia  los cristianos de la comunidad de Mateo.

 

28 Quitadle, por tanto, su talento y dádselo al que tiene los diez talentos.

29 Porque a todo el que tiene, se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.

 

Esta  paradójica    sentencia  indica  que los poderes   otorgados  a los discípulos  crecen   con el uso  y disminuyen  con el desuso. No se trata de una sentencia económica, sino teológica.

 Leemos  ya en el libro de los Proverbios  11, 24-25: “Hay quien gasta y todavía va a más;  y hay quien ahorra en demasía sólo para venir a menos.

 El alma generosa será colmada,  y el que sacia a otro la sed, también será saciado.”  Aquí  tenemos la clave interpretativa  de este texto un tanto equívoco según la lectura que se quiera hacer de él.

            30 Y a ese siervo inútil, echadle a las tinieblas de fuera. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.

 

El   castigo  por este  tipo de infidelidad es tan severo  como el que corresponde  a  pecados  de más densidad; es la  expulsión   a las tinieblas  exteriores.

            Leemos ya  en Mt  8, 12: “mientras que los hijos del Reino serán echados a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes.»

 

            Las lecturas con el salmo responsorial  nos ayudan a comprender  bien el significado litúrgico y teológico  de la Liturgia de la Palabra del este 33 domingo del tiempo ordinario.

            No debemos olvidar  que este domingo es prácticamente el último del año litúrgico, pues la Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, aunque ocupa  el lugar del último domingo, no obstante  tiene lecturas propias, que  a veces rompen  el hilo conductor  de la  Liturgia de la Palabra, que hemos seguido domingo tras domingo, aunque en el ciclo A el evangelio de esta Solemnidad es continuación del evangelio del domingo 33.

 

            Quizá hemos visto cosas bonitas en la Primera lectura, que a primera vista  no se contemplan. Paisaje  que nos ayuda  a ver la vida de otro modo.

            Quizá podemos no comprender algunos matices  de la parábola de los talentos; tampoco es necesario  que las entendamos. Sí que es útil tener presente  las dos lecturas  de esta parábola, que decíamos en su lugar: una lectura inmediata, alegorizada, para que la comprenda la comunidad de Mateo y otra lectura menos inmediata y más abierta al futuro, a la existencia: vivir  en plenitud  la vida  cada Dios, esperando con anhelo y sin miedo  su Venida.