III Domingo de Adviento, Ciclo B

Autor: Padre Luis Rubio Remacha OCD  

 

 

Al tercer  domingo de Adviento se le suele llamar  domingo de “Gaudete”, domingo del gozo. Los textos eucológicos señalan tal matiz y también algunas lecturas. Vamos a desarrollar  este aspecto de este domingo y después expondremos lo característico de las lecturas.

            Leemos en la oración Colecta: “...Concédenos  llegar a la Navidad- fiesta de gozo  y salvación- y poder celebrarla con alegría  desbordante.” El adviento es esperanza, solamente se desea lo bueno, lo grato. La antífona  de entrada, que es  un texto  de la carta de San Pablo a los Filipenses ( 4, 4.5), nos anuncia: “ El Señor está cerca” Aquí  está la raíz, el fundamento de nuestra alegría. La experiencia   de la cercanía  del Señor  engendra en nosotros una actitud  especial; en nosotros   brota  la esperanza, el anhelo, el deseo.

            El famosos  teólogo  K. Barth  ha afirmado  lúcidamente: “La Esperanza  se actúa  dando el paso  siguiente”

            La condición  de todo hombre es caminar, vivir; no se puede  parar. El cristiano  es invitado a caminar: “Mirad  a nuestro Dios, que viene   y nos salvará” ( Oración después de la Comunión). Este paso  hacia  delante  lo realizamos  llenos de ilusión, de alegría: “ Estad siempre  alegres en el Señor” ( Antífona  de entrada). No cabe  en el cristiano  la tristeza, la falta  de esperanza. El gozo  no consiste  en tener, en poseer, en almacenar, sino en ser,  en la  vivencia  de su interioridad, de relación con Dios. El hombre   piensa  en las cosas  que necesita  para ser  feliz. El cristiano, como  el famoso Sócrates,  exclama.¡ cuántas  cosas  no necesito  para ser feliz!

            Este paso  hacia  delante  lo damos  con valentía, sin cobardías: “ Sed fuertes, no temáis” ( Oración  después de la Comunión )

            La liturgia de la Palabra también nos habla de la alegría, del gozo; pero no solamente de esto.

            La lectura primera está tomada del libro del Profeta Isaías, 61,1-2.10-11. Los versículos  1-2 son como la presentación de un siervo, su misión. “ El Espíritu   del Señor está sobre   mí, porque   el Señor  me ha ungido. Me ha  enviado   para dar  la buena   noticia  a los que  sufren,  para vendar  los corazones  desgarrados, para  proclamar   la amnistía  a los cautivos  y a los   prisioneros  la libertad, para  proclamar   el año  de gracia  del Señor”. Este  pasaje  ocupa   un lugar  central  dentro de Isaías  56-66 ( El tercer Isaías). El profeta  subraya  la presencia del Espíritu que lo consagra  y lo envía. Esta  misión  tiene como dos direcciones: el misterio de la palabra  y la acción curativa. Algunos exégetas dicen que estos versículos  1-3  serían como el quinto cántico del Siervo. Ungido designaría  como una iluminación  interior  para conocer   la palabra de Dios  y un fortalecimiento para seguirla. No es  propio   de la función  profética  la unción; pero entendida  en este sentido, que hemos indicado cabe. La unción hace referencia más a los reyes  y sacerdotes.  El año de gracia. En la Biblia  se habla  de los años jubilares  ( cada cincuenta )  y de los años sabáticos ( cada siete) 

            Los versículos  10-11 son de una gran belleza  y hacen referencia a la alegría, al gozo. “ Desbordo  de gozo con el Señor, y me  alegro  con mi Dios ...” ¿ Quién dice estos versículos?. El  Targum interpreta   correctamente  el sentido de estos versículos  al introducir:  Así habla  Jerusalén”  

            La segunda lectura está tomada de la 1ª Carta a los Tesalonicenses 5, 16-24. Los versículos  16-18 son una invitación a  la alegría, al gozo: “ Hermanos: Estad  siempre alegres”. El cristiano es un ser para la alegría. Se puede estar siempre alegres, cuando realmente conectamos con Dios. “ Sed constantes  en orar. En toda  ocasión  tened la Acción de Gracias  ( ¿La Eucaristía?).” Sin  oración  no podemos  permanecer  mucho  tiempo  en pie  y por lo tanto  no podemos adelantar, estar contentos. Sin oración  toda esperanza  pierde vigor, convirtiéndose  en temor, en miedo, en desesperanza.

            En los vv. 22-24  exhorta San Pablo a los Tesalonicenses  a una actitud escatológica ( dimensión propia del Adviento) “Guardaos  de toda  forma  de maldad. Que el mismo  Dios  de la paz os consagre  totalmente, y         que  todo  vuestro  ser, alma  y cuerpo, sea  custodiado  sin reproche   hasta la Parusía de nuestro Señor Jesucristo”  Es la única  vez que Pablo  usa los tres términos   juntos.  

            El Evangelio de este tercer domingo de Adviento no es de San Marcos, sino de San Juan. En este texto evangélico  no se habla de la alegría, sino de un personaje, llamado Juan, testigo del Señor  para que todos crean. Está tomado del capítulo  primero, que incluye el Prólogo. Los versículos  6-8  nos hablan de un personaje  importante: “ Vino  un hombre, enviado  por Dios, que se  llamaba  Juan. Este  vino como testigo, para  dar  testimonio  de la luz,  a fin de que todos   creyeran  por él. No  era él  la luz, sino  testigo de la luz”. Juan tiene conciencia  de que ha sido enviado por  Dios: “...que me envióa a bautizar” ( Jn 1, 33). El cuarto Evangelio  insiste en la función de Juan  Bautista como testio, como  Precursor, más que en su actividad  de bautizar.
            Jesús es Luz, es Palabra, es Camino, es la Verdad. Juan  no era la luz, sino testigo de la luz. Jesús  en el capítulo  5, 35  dirá que Juan  fue una lámpara. Estos versículos  son del Prólogo. Algunos dicen que al principio estaban unidos a los vv. 19-34, que son el comienzo propiamente  dicho del cuarto evangelio.

            Son densos  los vv. 19-28, pues hablan de quién es Juan. “... Yo  no soy  el Mesías ...¿  Eres  tú Elías? El dijo: No  lo soy . ¿ Eres tú el profeta? Respondió: No”. Cuando se escribió el cuarto Evangelio la figura de Juan el Bautista goza de mucha simpatía, incluso tenía muchos discípulos, hasta incluso pensaron que él era el Mesías, de aquí la presentación en su sitio de la figura de Juan: su vocación es ser testigo, voz. “ Yo soy  la voz  del que clama  en el Desierto: allanad el camino del Señor”  ( Is. 40, 3). Este texto tiene otra traducción: “ Preparad el camino  del Señor  en el  Desierto; enderezad  una calzada  para nuestro Dios en la soledad”. Creo que ambas traducciones se complementan. Jamás renunciará  Juan a ser testigo, Precursor del Señor. Es curiosa la explicación   que se puede dar a la siguiente frase: “ Al que  no soy  digno  de desatar  la correa  de la sandalia”. Desatad  las correas  de las sandalias  era el cometido de un esclavo. Un discípulo ( Juan lo era de Jesús ) debe ejecutar  todas las tareas  de un esclavo, excepto  ésta.

            Conclusión: El III domingo de Adviento de todos los tres ciclos es llamado el domingo del gozo, de  la alegría. El  domingo III del Ciclo B tiene unas características especiales. En la lectura primera se nos habla de un siervo ungido por el Señor; Jesús se aplicará estas palabras al comenzar su vida pública; la segunda lectura nos habla de una comunidad alegre,  orante, que toma actitudes vigilantes. El Evangelio es la presentación de Juan el Bautista según san Juan: Testigo de la Luz.

            Al filo  de la Liturgia podemos vivir muy bien el tiempo de Adviento de la primera parte.