III Domingo de Adviento, Ciclo B

Autor: Padre Luis Rubio Remacha OCD  

 

 

El domingo IV  de Adviento siempre  se celebra  en la segunda parte de este Tiempo Litúrgico, llamado  por algunos   liturgistas  la Semana  Santa  de la Navidad

            Durante  esta  segunda parte, que va  desde  el día 17  hasta el día  24, nos  preparamos  para  la celebración del Nacimiento  de Jesús. La Eucología es la misma para los tres ciclos, por lo tanto la peculiaridad de cada uno de ellos es la liturgia de la Palabra.

            La primera lectura está tomada del segundo libro de Samuel, 7,1-5.8b-12.14ª.16. Los versículos a tener en cuenta son los siguientes: “¿ Eres tú  quien va a construir  una casa  para que habite  en ella?”. “ Te  haré   grande  y te daré  una dinastía...”  Tu casa  y tu reino  durarán  por siempre  en mi presencia   y tu trono  durará  por siempre” . La  Profecía  de Natán   elabora  lo que podríamos  llamar  la carta  magna  de la monarquía y dinastía  davídica. Esta profecía  está construida   sobre el doble significado   que tiene  la palabra “casa”. En la  boca  de David  tiene  un sentido material, por esto mismo le quiere construir al Señor un templo, pues él está viviendo en un palacio. Posiblemente  la oposición  al templo  no se refiere  al templo  como tal, sino a una falsa  concepción del templo, heredada  del paganismo, según  la cual, la presencia  de Dios se circunscribe  a un espacio  limitado  y concreto, poniendo  en peligro  la trascendencia  divina que desborda  todos los espacios. Aun admitiendo esto, lo cual es muy importante, la profecía de Natán  toma otra dirección: Será Dios quien le construya  a David una casa: “ una dinastía”

            En el salmo responsorial leemos: “ Sellé  una alianza  con mi elegido, jurando  a David  mi siervo:  te fundaré  un linaje  perpetuo, edificaré  un trono  para  todas las edades”

            Ahora nos damos cuenta de la importancia de esta lectura en este IV domingo de Adviento. El que va a nacer pertenece a la estirpe de David. María  es el templo  de la Nueva  Alianza  inmensamente  más precioso  que el que  David  deseaba construir  al Señor; templo  vivo  en que  encierra  en sí no el arca  santa, sino al Hijo  de Dios.  

            Quizá nos extraña un poco la segunda lectura, tomada de la carta a los Romanos, 16, 25-27. Es el final de esta Gran Carta, es como una gran doxología, que San Pablo tomó de la tradición. Esta aclamación  fue compuesta  por un cristiano  de finales del siglo primero  o principios del segundo.  El proyecto   salvífico  de Dios, oculto   desde la eternidad, ha sido  ahora  revelado  en Cristo. Vamos a celebrar la manifestación del Gran Misterio; ahora nos damos cuenta del por qué de este texto. Además es una alabanza a Dios, respuesta digna y coherente del hombre ante el Misterio: “ Al Dios, único  sabio, por Jesucristo la gloria  por los siglos de los siglos. Amén”

            La Oración Colecta  nos ayudará a unir esta doxología con el Evangelio: “ Derrama, Señor, tu gracia sobre  nosotros, que por el anuncio del ángel  hemos  conocido  la encarnación  de tu Hijo...”  Por el Angel  hemos conocido la Encarnación y por la Encarnación el Misterio Pleno.  

            El Evangelio está tomado de San Lucas 1, 26-38. Quizá para poderlo comprender mejor sería conveniente tener presentes  los siguientes puntos: primero,   la entrada  en escena del mensajero  ( 1, 28); segundo, la   perplejidad de  María  ( 1, 29); tercero, el mensaje  celeste  ( 1, 30-33); cuarto ciertas  objeciones  de María  (  1, 34) y por último, la respuesta  ( 1, 35-37).

            Este evangelio es muy rico en contenido y en matices. Algunos exégetas  señalan  como cinco  protagonistas  en el mismo: Dios, María, el Espíritu Santo, Jesús  y la Salvación ( no como personaje ni mensajero,sino como mensaje).

            ... el ángel  Gabriel  fue enviado  por Dios ..., a una  virgen  desposada con un hombre  llamado  José , de la  estirpe  de David; la virgen   se llamaba María. El  ángel, entrando  a su presencia, dijo: “ Alégrate, llena de gracia, el Señor  está contigo; bendita  tú entre  las mujeres”

Dios  es quien actúa  desde el fondo  con su  fuerza  liberadora y exigente que dirige  los caminos  de la historia de Israel y que  ahora   actúa  de una forma  decisiva  por María. Habla  a través  del ángel, que es  la expresión  de su cercanía. Actúa   creadoramente   por medio  de su Espíritu  y se actualiza  en el Hijo que nace de María. “ El Señor  está contigo  viniendo  de Dios  implica  un oficio  particular.

            “... Ella  se turbó   ante estas palabras,  y se preguntaba  qué saludo  era aquél. El ángel  le dijo: “ No temas, María, porque   has encontrado  gracia  ante Dios...”

María  es la expresión  de la humanidad  que se mantiene   abierta  ante el misterio  de Dios y concretiza   la  esperanza  de Israel y el caminar  de aquellos   pueblos   que buscan su verdad y su futuro. El  II Prefacio  nos presenta de una forma entrañable a la Virgen expectante y esperanzadora: “ La Virgen  esperó con inefable  amor de Madre”. No podemos olvidar la doble maternidad de María: la biológica  ( ser madre de un niño) y la espiritual  ( madre del Hijo del Altísimo).

            “... Concebirás en tu vientre y darás a luz  un hijo y le pondrás por nombre Jesús...” Es curioso  que Lucas, en contraste  con Mateo, no  haga  la más  mínima  alusión a la etimología del nombre.

“ Será   grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios  le dará   el trono de David su padre, reinará   sobre la casa  de Jacob   para siempre , y su reino   no tendrá   fin”  Al Hijo,   que va a nacer de María, se le atribuyen  unos rasgos  que ordinariamente  sirven   para describir  la presencia  redentora  de Dios  en medio de su pueblo. Jesús  por ser  un hombre entre los hombres  les ayuda  ( es rey  que les ofrece el reino). Por ser  presencia  de Dios  puede ofrecerles  la salvación  definitiva.

            “ Y María   dijo al ángel: ¿Cómo será   eso, pues no  conozco  varón?” Mucho se ha escrito acerca de esta objeción de María. Personalmente   me satisface la aclaración del exégeta  Muñoz Iglesias, que dice: La dificultad  y la  pregunta  de María  son un recurso  literari, inspirado en modelos  del AT  ( cfr. Génesis  17, 17-19), que permite   al redactor  extenderse  sobre  una implicación  doctrinal.

            “El ángel  le contestó: El Espíritu  Santo  vendrá  sobre ti, y la fuerza   del Altísimo   te cubrirá  con su sombra”.

            Una de las primeras  epifanías del Espíritu Santo es: la fuerza divina  que conduce  a los hombres  hacia Cristo. El relato  de la anunciación  refiere el momento   culminante  de esta epifanía: la fuerza  de Dios  que conduce  a los hombres  hacia el Cristo  que se   adueña  de María  y la convierte  en madre (  origen  humano ) de ese Cristo.

            Todo el relato de la Anunciación (  con la palabra del ángel, la respuesta   de María y la presencia  creadora del Espíritu )   se ordena   hacia  una meta  muy precisa: la salvación de los hombres. En  términos  tomados  de la esperanza del  antiguo  testamento, la salvación  se identifica   con la instauración  del reino  davídico. Esa  plenitud  está  significada  ya en  la misma  figura de  María, que calladamente   espera, escucha  la palabra  de Dios  y colabora. El “ Hágase  en mí  según  tu palabra”, convertido   en lema de nuestra actividad, puede  y debe  cambiar  toda nuestra  historia.