IV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
Autor: Padre Luis Rubio Remacha OCD  
 
 
Hace tres años el domingo IV coincidió con la Fiesta de la Presentación del Señor, por esto mismo toda la Liturgia de la Palabra fue de dicha Fiesta. Este año la Liturgia de la Palabra es propia de este domingo.  

            La primera lectura está tomada del libro del Deuteronomio. 18, 15-20. Quizá a primera vista parezca que no tiene ilación con el Evangelio; pero realmente la tiene. Es importante tener en cuenta el origen del profetismo para poder comprender todo lo referente al profeta y después ver cómo el Profeta esperado se hace realidad en Jesús de Nazaret. Hay un texto en el libro del Exodo, 20, 19, que dice lo siguiente: “ Dijeron a Moisés: háblamos    y te entenderemos, pero  que no nos  hable  Dios, no sea  que muramos”. El hombre entiende mejor los mandamientos del Señor, transmitidos por otro hombre. La experiencia de Dios es algo positivo, siempre actual y conveniente; pero el hablar de Dios al hombre se realizará mediante la mediación humana. El capítulo 5, 27 del Deuteronomio ahondará en esta misma línea: “ Acércate tú a oír  todo lo que  diga  Yahvé  nuestro Dios, y luego  nos dirás  todo lo que Yahvé  nuestro Dios  te haya dicho”. Teniendo presente esto, vamos a analizar el texto de la primera lectura. 

 “ Habló Moisés  al pueblo diciendo: El Señor, tu Dios, te suscitará un profeta  como yo” El Señor  dirigió  la mayor  parte  de su palabra  a Moisés y le ordenó  enseñarla al pueblo las leyes  y los preceptos  que el Señor  le había dicho. No obstante  Moisés  morirá. La voluntad  del Señor  debe ser revelada  en su palabra  por medio de un profeta  como Moisés.  A él le escucharéis”.  El Señor  nunca  permite  escuchar  a hechiceros  y adivinos. La profecía  será la norma  propiamente  israelita de mediación.  

“ Pondré  mis palabras  en su boca  y les dirá lo que yo le mande”  Grande es la responsabilidad del profeta; debe hacerse eco de la Palabra de Dios, no solamente escuchándola, sino también comunicándola. El profeta  auténtico  es aquel  que es llamado por Yahvé, es de origen israelita y prosigue la misión de Moisés.  El pueblo de Dios no debe ser indiferente ante los oráculos proféticos, sino que está obligado a prestar atención: “ A quien  no escuche  las palabras  que pronuncie  en mi nombre, yo le pediré  cuentas”. Cuando uno no hace caso  de las palabras proféticas,  permanece  en la oscuridad, no sabe a dónde ir, su caminar es errante; pero además de esto, merece ser corregido y castigado por el Señor.

El profeta debe ser transmisor  de la voluntad del Señor. Puede ser incoherente  en su conducta, es decir, puede llevar una vida no digna de lo que predica, pero siempre debe ser correcto a la hora de pronunciarse: “ Y el  profeta  que tenga  la arrogancia  de decir  en mi nombre  lo que yo no le haya mandado, o hable  en nombre  de dioses  extranjeros, es reo de muerte”. La Palabra de Dios queda tamizada por el transmisor; pero nunca adulterada. 

La Primitiva  tradición  cristiana  vio que este profeta, del cual habla Dt 18, 15ss,

era Jesús de Nazaret, que ya ha venido por primera vez; pero que todavía tiene que venir  por segunda vez: “ El cielo  debe  retenerlo hasta que lleguen  los tiempos  en que todo  sea restaurado, como anunció  Dios por boca de Moisés, en efecto, dijo: el Señor Dios  vuestro  os suscitará  de entre vuestros hermanos un profeta...”  ( Hechos 3, 21-22)            

            La segunda lectura es de la primera carta de San Pablo a los Corintios, 7, 32-35.

En este texto se plantea, en términos poco acostumbrados, la  relatividad  de los valores  humanos, entre ellos el mismo matrimonio, frente al absoluto de la gracia. “...el célibe  se preocupa  de los asuntos  del Señor, buscando  contentar  al Señor; en cambio, el casado se preocupa  de los asuntos  del mundo, buscando  contentar  a su mujer...” Aquí no habla Pablo como teólogo; de hacerlo, tenemos que afirmar lo siguiente: lo  que Pablo  dice en esta unidad  acerca de la dedicación  completa de los solteros, así  como las preocupaciones  de los casados, difícilmente  será aceptado  hoy sin serias reservas. No es bueno un enfrentamiento entre la vida del célibe y del casado. Ambos estados son buenos. Creo que Pablo aquí está hablando como director espiritual, que se dirige a un grupo determinado, con ciertas peculiaridades. Y así es, estamos con él. Debemos no olvidar: como lo esencial  sigue siendo  el amor  y la adhesión a Cristo, Pablo  no puede  por menos  de valorar   muy positivamente   aquel estado  de vida  que, atendidas  todas las circunstancias, parece dejar  un espacio  mayor  para ese amor  y esa adhesión. Es necesario no absolutizar nada. Las preocupaciones de los casados son el medio para ir a Dios; lo que sucede que a veces esos medios pierden transparencia. El amor a la mujer y al hombre no deben monopolizar el corazón ni del hombre ni de la mujer. El soltero debe vivir una vida de coherencia hacia Dios y hacia los demás, no hacia sí mismo. El soltero a veces se hace narcisista, esclavo de sus pasiones y manías, olvidándose de dirigirse a Dios y a los hombres.  

            El Evangelio es de Marcos 1, 21-28. Alargando la cita hasta el versículo 45, tenemos  una jornada tipo de Jesús: en la Sinagoga; en Casa de Pedro y en Descampado. Se dan la mano: lucha y contemplación; estar con amigos y con la gente; atención  a la miseria  humana  y la atención a Dios. “ Llegó  Jesús a Cafarnaúm, y  cuando  el sábado  siguiente  fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron  asombrados  de su enseñanza, porque   no enseñaba  como los letrados sino con autoridad”. El culto sinagogal consistía: oraciones, lecturas  de la Escritura  y la homilía. En tiempo de  Jesús  no era necesario  estar  “ordenado”  de rabino  para intervenir. El escriba o letrado era intérprete de la ley del AT.  

            Se menciona  la doctrina  poderosa de Jesús... pero nada se nos dice  del contenido. En la primera  parte del evangelio de san Marcos, Jesús enseña  únicamente  el secreto del reino de Dios”, y esto de una manera  velada, por medio de parábolas. De aquí resulta que la sección, en la cual estamos, es como una revelación  velada del  carácter mesiánico de Jesús. Marcos  consigna  menos  enseñanzas  de Jesús  que Mateo o Lucas; sin embargo, relaciona  más  estrechamente  que ellos  la actividad docente  de Jesús  con su autorrevelación. Su enseñanza  va conectada  con su poder de hacer milagros y, al igual que éste, causa  asombro. Frecuentemente  se especifica a quiénes  va dirigida  la enseñanza de Jesús ( el pueblo, los discípulos); pero la materia  de sus enseñanzas  sólo  se detalla  en la segunda mitad del evangelio: a partir del capítulo 8, 31.

            La primera  acción de esta “jornada” es la curación  de un hombre  que tenía  un espíritu  impuro. “Estaba precisamente  en la sinagoga  un hombre  que tenía  un espíritu  inmundo, y se  puso a gritar: ¿ Qué  quieres  de nosotros, Jesús  Nazareno? ¿ Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios. Jesús  lo increpó: Cállate  y sal de él... ¿ Qué es esto? Este enseñar  con autoridad  es nuevo. Hasta a los espíritus  inmundos   les manda  y le obedecen...”  En aquella época  se creía   que el comportamiento  de aquel hombre  se debía  al poder de una fuerza  exterior comunicada por Satanás.  Expulsar  los espíritu  inmundos, agentes  de Satán, pone de  manifiesto  que despoja a éste de su poder  regio.

            ¿ Qué  tienes  que ver con nosotros? El hombre y el demonio  se oponen a la intromisión  de Jesús  en el dominio  del mal.  

            Sé quién eres: conocer el nombre de un adversario otorgaba un poder  mágico  sobre él. El demonio  nombra a Jesús  dos veces: “ Jesús de Nazaret” y “el santo de Dios”, es decir, un profeta carismático  como Eliseo, Moisés etc.

            Ahora vemos la oportunidad de la elección de la primera lectura.

La enseñanza  de Jesús  y los Milagros  provocan la admiración. ¿ Quién es este Jesús de Nazaret?. Esta  pregunta  recorre toda la primera parte del evangelio. Será en el capítulo 8, 29, cuando Pedro nos diga quién es Jesús. “ El siguió  preguntándoles: Y vosotros, ¿ quién  decís  que soy  yo? Pedro  le respondió: Tú eres el Mesías. Entonces  Jesús  les prohibió  terminantemente  que hablaran  a nadie acerca de él”. Aquí comienza la II parte. Mesías  sufriente  e Hijo de Dios.            

            Al domingo siguiente: V del Tiempo Ordinario, contemplaremos a Jesús en la Casa de Pedro en Descampado.            

            Resumiendo: En el domingo III  veíamos a Jesús que llamaba a los primeros discípulos; en este IV Domingo, en presencia de estos discípulos  comienza a ejercer su vocación, oída en el día de su Bautismo: “ En cuanto salió del agua  vio rasgarse los cielos  y al Espíritu  descender sobre él  como una paloma. Se oyó  entonces  una voz  desde el cielo: Tú eres  mi Hijo  amado, en ti  me complazco” ( Mc.1, 10-11). Son palabras del Primer  poema del Siervo del Señor, ( Isaías 42, 1-4) “ Este  es mi siervo a quien  sostengo... He puesto  sobre él mi  espíritu , para que   traiga la salvación  a las naciones... Proclamará fielmente  la salvación... No  desfallecerá  ni desmayará  hasta  implantarla  en la tierra. Los pueblos  lejanos  anhelan  su enseñanza           

            Importante el haber acentuado la misión del profeta. Esta misión Jesús la lleva a plenitud mediante la Palabra y los Hechos, comenzado en la Sinagoga de Cafarnaúm ( al Noroeste de Galilea), muriendo en Jerusalén en presencia de algunas mujeres, que le seguían desde Galilea. 

Una vez muere; un centurión hará la siguiente confesión: VERDADERAMENTE   ESTE HOMBRE  ERA HIJO DE DIOS.