XVII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
Autor: Padre Luis Rubio Remacha OCD  

 

 

         Durante cinco domingos interrumpimos la lectura del evangelista San Marcos, en su lugar, leeremos el capítulo sexto del cuarto evangelio.

                        Es conveniente que hagamos una presentación de este capítulo, su importancia, su estructura, para que podamos comprender mejor su mensaje. Lo  que acostumbramos  a llamar “la multiplicación de los panes” es uno de los episodios  ( a parte del de la Pasión) en el que  hay mayor  proximidad entre Juan y los otros evangelios. No obstante, las diferencias  en los detalles  son considerables, y los acentos teológicos de Juan también son distintos: para él este relato es sobre todo un medio de revelación de Jesús. Como suele pasar en el cuarto evangelio, la narración de un milagro  va seguida de diálogos  o discursos  de Jesús  que sirven para mostrar  el verdadero  sentido del episodio.

            El capítulo  parece ser muy repetitivo. Es probable  que Juan  no escribiera  este capítulo  de una tirada. Las repeticiones  también  pueden ser el resultado de la transmisión oral; puesto que la gente  no tenía  un acceso  fácil a la palabra escrita. No da  ningún relato de la institución de la eucaristía, sino  más bien  una teología  plenamente  desarrollada  de su significado. Puede ser  que Jesús no pronunciara  el discurso  en su forma  actual, o en una sola ocasión.

            La tesis  central es que Jesús  es el “pan de vida”  (“ pan del cielo” o “ pan vivo”), por lo tanto  es esencial  comer  de este pan  con el fin de tener  vida duradera. Juan  es el teólogo  que más  profundamente  reflexiona  sobre lo que es la Eucaristía  en la vida de la comunidad.

            Literalmente no leeremos todo el capítulo; pero sí los temas centrales: “ el milagro de los panes” ( domingo 17), el diálogo sobre el maná  ( domingo 18), qué significa  “creer” en Jesús  (domingo 19)  y luego “comer” a Jesús ( domingo 20), con las  reacciones de sus oyentes  y de sus discípulos  ( domingo  2l).

            Lo primero  que se propone  Juan es explotar el potencial simbólico  que encierra el relato de la multiplicación de los panes. El relato de  Juan es como una parábola  en acción que pretende  destacar, no solo su poder, sino la finalidad  por la que Jesús vino a este mundo. Realmente Juan es un gran teólogo, no un simple apologista. El apologista  queda ensimismado, admirado; el teólogo enseña mediante la admiración  y el asombro. En el relato de Juan  desaparecen los rasgos  humanos, como la compasión por una  gente que lleva  mucho tiempo sin comer y se halla desfallecida. Son los  sinópticos  los que han  recogido la dimensión  más “humanitaria” de la escena. Juan acentúa  su preocupación ( no la inmediata)  por el hombre para responder a sus necesidades  más profundas; es evidente  que el interés del narrador  no está centrado en el hecho en sí, sino en su significado.

            Vamos a analizar con cierta minuciosidad  los versículos  1-15 ( correspondientes al evangelio de hoy, domingo XVII del tiempo Ordinario).

            A Jesús le sigue la gente, su persona tiene un poder de atracción:” Lo seguía mucha gente, porque  habían  visto los signos  que hacía con los enfermos”. Quizá al principio es un acompañamiento un tanto egoísta. Amar a Dios por El mismo es fruto de madurez. Los místicos  mejor que nadie han hablado de este amor.

            Jesús se mueve entre multitudes:” Jesús  entonces levantó los ojos, y al ver  que acudía  mucha gente”. Las primeras necesidades son expresión de la gran necesidad del hombre como ser indigente, abierto a la trascendencia. No es suficiente que el hombre no pase hambre, sino que se pueda realizar como ser humano. La compasión inmediata no puede tranquilizar  nuestra conciencia, sino despertarla para realizar algo más que la simple conmiseración.

            Jesús está preocupado, le importa la gente que le rodea: “ Dijo a Felipe:’¿ Con qué compraremos  panes para que  coman  éstos’?. En el libro de los Números 11,13  leemos la pregunta que se hace Moisés: “ ¿ Dónde  puedo  yo encontrar carne  para  todo este pueblo  que viene a mí llorando”?. El trasfondo del Antiguo Testamento  es notorio.

            Jesús recibe una respuesta a su pregunta:” Felipe  le contestó:’ Doscientos  denarios  de pan  no bastan  para que a cada uno le toque  un pedazo “. Respondió Moisés: Este pueblo tiene  seiscientos  mil hombres, ¿ y tú dices  que les  darás carne  para comer  un mes entero?.¿ Bastaría  todo el ganado mayor  y menor? ¿ Bastarían  todos los peces del mar?”. Lo que parece imposible a los ojos de los hombres, a sus fuerzas; es posible a los ojos de  Dios. El hombre puede indicar tenues soluciones; pero nunca la raíz del problema:” Uno de sus  discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: “ Aquí  hay  un muchacho  que tiene  cinco panes de cebada y un par de peces...”. Según Lc ll,5 parece que tres panes  eran considerados  la ración  diaria  normal para una persona; lo mismo podemos decir siguiendo a Mt 20,2, un denario  era el jornal diario.

            Jesús ya no puede esperar más, empieza a actuar: “Jesús dijo:’Decid  a la gente  que se siente  en el suelo’ Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron: solo  los hombres  eran unos cinco  mil”. En San Juan,  siempre o casi siempre los números tienen un significado simbólico, no simplemente cuantitativo. Estos cinco mil hombres indican la universalidad. El Pan del cielo es para todos.

            Jesús no solamente ordena, sino que pone manos a la obra.”Tomó  los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban  sentados...”. Realiza tres acciones fundamentales, que después serán nucleares en la Acción Eucarística. La multiplicación de los panes siempre será un milagro en sí mismo ( Solamente Dios puede hacer esto); pero aquí no nos quedamos  en la grandiosidad del mismo, sino en lo que está sugiriendo, indicando: La Eucaristía. Pronunciar  la acción de gracias ( Eucharistein); bendecir ( euologein). Cuando sucede todo esto, “Estaba  próxima  la fiesta  judía de la pascua”. Vale recordar: aunque San Juan en  la Ultima Cena no habla de una forma explícita de la Eucaristía, no obstante es el evangelista de la Misma.

            Ante lo sucedido, la gente reacciona, no de una forma fría, sino con ahínco.” La gente  entonces, al ver  el signo  que había  hecho, decía: Este si que  es el Profeta  que tenía  que venir al mundo”. La gente  tiene razón  al ver  en este milagro una señal  de que Jesús  es el profeta semejante a Moisés. Le emoción inmediata  es muchas veces ciega, no sabe valorar en profundidad los hechos; no se debe hacer mucho caso de estos primeros sentimientos.” Jesús  entonces, sabiendo  que iban a llevárselo  para proclamarlo  rey, se retiró  otra vez a la montaña, él solo.” .

            Como siempre, la  1ª lectura “ prepara “ la comprensión del evangelio. El profeta  Eliseo  le regalan unos panes  y él, en seguida, piensa  en darlos a la gente  para que coman. Si en el Nuevo Testamento se recurre frecuentemente al A.T. como fuente tipológica; esto sucede de una forma muy acentuada en el capítulo 6 de  San Juan. Creo que no hace falta que nos detengamos mucho aquí.

            No queremos terminar sin hacer una referencia, aunque muy breve a la segunda lectura: Efesios 4,1-6. Como es habitual  en los escritos  paulinos, las exhortaciones  prácticas se fundamentan  en motivos  profundos. En concreto, la unidad  que debemos  mantener  no se basa  en la uniformidad  ideológica  o en una  estructura  bien organizada, sino  que tiene  su raíz  en el mismo  Dios: “Esforzaos  en mantener  la unidad del Espíritu, con el vínculo de la paz.”. La carta a los Efesios  es la epístola de la unidad cristiana.