XVIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
Autor: Padre Luis Rubio Remacha OCD  

 

 

     Los Domingos XVII-XXI del Tiempo Ordinario del Ciclo B toman el texto evangélico, del capítulo 6º de San Juan. De hecho, como es  frecuente en el cuarto evangelio, se trata de un texto  en el que la exposición  de ideas avanza “en espiral”,lo cual  produce  una impresión de repetición  y hace  difícil  descubrir  en él una estructura precisa. Las explicaciones  de Jesús  se producen  en forma  de diálogo, como respuesta  a los comentarios  o a las críticas  de los diversos  colectivos  que intervienen  en la narración.

            Este capítulo que tiene 71 versículos, lo podemos dividir en cinco apartados: vv. 1-15, la multiplicación de los panes ( Domingo XVII); vv. 16-21, la marcha de Jesús sobre las aguas ( estos vv.los  omite el Domingo  XVIII)Los vv. 22-50 tratan del Discurso sobre el pan de vida; los vv. 51-59 son el Discurso Eucarístico y los vv. 60-71 son las Palabras de vida eterna.

            Los vv. 25-34  vienen a ser un prefacio o introducción  al discurso del pan de vida; son el texto evangélico  de este domingo XVIII.

 Maestro,¿ cuándo has venido aquí?” ( Jn.6, 25) Nos parece una pregunta inofensiva, quizá un poco fruto de la admiración  y del interés. Nos sorprende la respuesta del Maestro:” Os lo aseguro: me buscáis  no porque  habéis  visto signos, sino porque comisteis  pan hasta saciaros” ( v.26)Jesús  quiere decir  que no han comprendido  el verdadero  significado de los signos. La gente  sólo ha tenido  en cuenta  el aspecto  material del milagro y no ha llegado a reflexionar  sobre su significado. El Signo no es lo mismo que el Milagro. El milagro es el significado inmediato: alimentar a los que tienen hambre; el signo está abierto a un significado más amplio, que trasciende lo próximo.

A san Juan le interesa encontrar una ocasión para habla del pan de vida; quizá forzando un poco la situación, pues su respuesta es un tanto extraña, aprovecha esta oportunidad para tratar sobre el pan de vida. “ Trabajad  no por el alimento  que perece, sino  por el alimento  que perdura, dando  vida eterna” ( v. 27) La idea  no es que  el alimento  dure para siempre  sino que es incorruptible, porque  da la vida  eterna. “ el que  os dará  el Hijo  del hombre; pues a éste  lo ha sellado  el  Padre, Dios.”. Es Jesús, el Hijo  del Hombre, el que  acreditado por el Padre con el sello de su autoridad, el único  que puede  proporcionar  al hombre el alimento mencionado. Todavía estamos escuchando el eco de la conversación  de Jesús con la samaritana:” Todo  el que  bebe de esta agua, volverá a tener sed, en cambio, el que  beba del agua que yo quiero darle, nunca  más volverá a tener  sed.” ( Jn. 4, 13-14)

            “¿ Cómo podremos  ocuparnos  en los trabajos  que Dios quiere?” ( v.28). Los seguidores del Maestro han quedado impactados por  ese trabajad. Respondió  Jesús: “ Este es el trabajo que Dios  quiere: que creáis  en el que El  ha enviado.”  ( v.29). El trabajo de la fe es el mejor de los trabajos; la fe es una actitud, que expresa la aceptación de  esa persona, con la cual estamos hablando, dialogando. El agua, el nuevo nacimiento, el pan de vida,  en el cuarto evangelio se fundamentan en la aceptación del Hijo del Hombre. “ ¿ Y qué signo  vemos  que haces  tú, para que creamos en ti?”. Pronto han olvidado la admiración que sintieron ante la multiplicación de los panes: Este hombre tiene  que ser el profeta  que debía  venir al mundo” ( v.14)Juan no nos quiere contar lo que sucedió, sino que desea presentar su pensamiento acerca del pan de vida. Le viene bien al caso el hacer una interpretación espiritual del maná en el desierto, por esto mismo pone en boca de los seguidores  de Jesús.” Nuestros   padres comieron el maná  en el desierto, como  está  escrito: Les dio a comer  pan del cielo”. Verdaderamente Moisés, según ellos, se ganó la estima, la confianza de los israelitas, pues hizo tal milagro. La liberación de Egipto, la marcha hacia la tierra prometida y la conquista de ésta, son los ejes sobre los cuales se fundamenta la fe del pueblo de Dios del AT.

            Jesús hace una lectura propia,  interpreta el milagro del maná:” Os aseguro  que no fue Moisés  quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre quien os da el verdadero pan del cielo.”  Moisés fue un instrumento de Dios y además el maná era figura, anticipo, tipo de otro pan ” Porque  el pan de Dios es el que  baja del cielo  y da la vida  al mundo”. ( v. 33). Lo mismo que la samaritana le pidió a Jesús el agua verdadera, que quita la seda para siempre; lo mismo sucede aquí:” Entonces le dijeron. Señor, danos siempre de ese  pan” ( v. 34) Aquí termina la introducción al  Discurso del pan de vida, que comienza en el versículo siguiente hasta el v. 50, que leeremos en el domingo XIX. Ante esta pregunta, Jesús no puede quedarse  mudo; debe responder y así lo hace:” Yo soy el pan de vida. El que  viene a mí  no pasará  hambre, y el que  cree en mí  no pasará nunca sed” ( v. 35)

 

            El texto evangélico  hace referencia al libro del Exodo. Vamos a analizar la primera lectura, Exodo 16,2-4.12-15,  para poder entender mejor todo lo que hemos dicho acerca de los vv. 24-35 del capítulo 6 de san Juan.

            La primera gran parte del libro del Exodo ha explicado la situación de esclavitud en que se encuentran los israelitas en Egipto y su liberación, que se produce por la intervención de Dios bajo el caudillaje de Moisés. A continuación  a partir del capítulo 15,22 empieza la narración de la larga peregrinación de Israel a través del desierto, hasta alcanzar la tierra prometida.

            La murmuración, la queja  del pueblo de Israel, durante la travesía del desierto, es denominador común. “ En aquellos días, la comunidad de los israelitas protestó  contra Moisés  y Aarón en el desierto diciendo... Nos habéis  sacado a este  desierto  para matar  de hambre a toda la comunidad” ( Ex 16,2-3) El hombre siente mucho su corporeidad, incluso cuando quiere seguir al Señor. Si ésta no queda satisfecha, surge la crítica. “ He oído  las murmuraciones  de los  israelitas. Diles  de mi parte: al atardecer  comeréis  carne, por la mañana os hartaréis  de pan; para que  sepáis  que yo soy el Señor Dios  vuestro” ( v.12)Dios se preocupa  del hombre total: de su corporeidad  y de su espíritu. No es fácil olvidar la parte espiritual del hombre, máxime cuando se escuchan  murmuraciones. Tanto en la primera lectura, como en el evangelio, se nos exhorta a hacer dos lecturas  de la realidad: la que viene de Dios  y la que viene de los hombres. “ ¿ Qué es esto? Pues no sabían  lo que era. Moisés  les dijo: Es el pan  que el Señor  os da de comer.” ( v.15).

 

            La segunda lectura es de la carta a los Efesios, 4,17.20-24. En líneas  generales podemos decir al querer comentar este texto apostólico: Pablo contrapone  la vida  de pecado de aquellas  sociedades  paganas, a la vida  virtuosa  que deben llevar  los cristianos. Es la  diferencia  entre el hombre  viejo, y el hombre  nuevo. El hombre  nuevo  es el hombre  interior, creado a imagen de Dios, regenerado  por Cristo, que bajo la acción del Espíritu  Santo  adopta una nueva  manera de pensar  y de actuar  que se manifiesta en obras de bondad y misericordia, de humildad  y mansedumbre.

 

            Concluyendo: Los signos  exigen una verdadera interpretación, esa que el Maestro desea. Los Israelitas deben fiarse de Dios, aunque sus cuerpos sientan el hambre y la sed. Existe otro ángulo de visión, el proporcionado por el Espíritu:” Dejad  que el Espíritu  renueve  vuestra  mentalidad  y vestíos   de la nueva condición  humana, creada a imagen de Dios”  ( Ef. 4, 24)