XXII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
Autor: Padre Luis Rubio Remacha OCD  

 

 

Primera lectura: Del libro del  Deuteronomio, 4, 1-2.6-8: Exhortación de   Moisés

 

La Ley del Deuteronomio ( Dt  12-25) está precedido  de un prólogo ( Dt 5-11), que establece  sus fundamentos  históricos-teológicos y que  la condensa  toda  en el precepto  capital. A este   prólogo  se antepuso  un capítulo  ( Dt 4) que  lo une   con los tres  primeros  capítulos  del libro, comienzo de la historia  deuteronomista ( Dt  1-3. Ese capítulo  de enlace  es, pues,  un prólogo  al prólogo  de la ley. Tiene  forma de  discurso. Moisés  prepara  al pueblo  para la entrada  en la tierra  y para una  vida  dichosa  en ella.

 

El discurso  es una  predicación  de la ley  enfocada  en su totalidad, en todos  sus “mandamientos y decretos”.

El predicador  no la impone, sino  que intenta  suscitar  la obediencia ella razonando  e inculcándola como  camino  de vide dichosa. La vinculación  entre la obediencia  a la ley  y la posesión  de la  tierra  es insistente. La tierra  tiene   aquí  simultáneamente   dos valores, uno  real-histórico y otro teológico. La tierra  es promesa  cumplida  y lugar  de vida dichosa en cuanto  que Dios   está  en ella.

 

La Liturgia  de este capítulo solamente toma cinco versículos: 1-2; 6-8.  

 

1        Y ahora, Israel, escucha las leyes  y preceptos que yo os enseño para que las pongáis en práctica, a fin de que viváis y entréis a tomar posesión de la tierra que os da Yahveh, Dios de vuestros padres.”

 

 Y ahora, Israel: con  que se abre  Dt 4  tiene  la función  d enlazar  esta sección  con la precedente, de mostrar  que el compromiso   que ahora se le pide  a Israel  se apoya  en los  acontecimientos  históricos  anteriormente  expuestos

La fórmula   inicial  ( Dt 4, 1) encuentra   correspondencia  en la final  ( Dt  4, 40) En  ambas fórmulas, la posesión  de la tierra  se encuentra  estrechamente  ligada  a la observancia  de la ley.

Ambos   temas, el de la ley  y el de la tierra, son centrales  en la teología  del Deuteronomio

Escucha: clásica   obertura  de Deuteronomio  para un discurso  litúrgico. Las leyes: Un decreto  legal positivo. Precepto: decisión  judicial  tomada sobre la  jurisprudencia  establecida. En el Deuteronomio, Moisés  aparece  principalmente  como maestro. La observancia de la ley  es una condición  fundamental   para poseer  con seguridad  la tierra.

 

2        No añadiréis  nada a lo que yo os mando, ni quitaréis nada; para así guardar los mandamientos de Yahveh vuestro Dios que yo os prescribo”

 

La orden  de no alterar  las palabras  de un texto  público  es una  indicación  de su condición “canónica”.

                        La ley  hace sabios  y prudentes

            6 “Guardadlos y practicadlos, porque ellos son vuestra sabiduría y vuestra inteligencia a los ojos de los pueblos que, cuando tengan noticia de todos estos preceptos, dirán: «Cierto que esta gran nación es un pueblo sabio e inteligente.»

 

7        “Y, en efecto, ¿hay alguna nación tan grande que tenga los dioses tan cerca como lo está Yahveh nuestro Dios siempre que le invocamos?”

Sabiduría  o sensatez y prudencia  son cualidades  humanas, internacionales, cultivadas y estimadas  por otros pueblos. Israel   posee  una sensatez  propia, recibida  de Dios como orden  de vida: “Todo esto es el libro de la alianza del Dios Altísimo, la Ley que nos prescribió Moisés como herencia para las asambleas de Jacob;” (Eclo 24, 23). Una vida  según  los preceptos  será  testimonio  ante el resto de las naciones; por ella  Israel  será  reconocido  como “gran nación”- esto se dice  cuando los  judíos  forman  una pequeña  provincia  del gran imperio  persa- En el cumplimiento  de esa  ley, más que  en el templo, Israel  tendrá  a su Dios  cercano. Lo puede invocar, pronunciando su nombre, sin necesidad de imágenes, con una   relación  más personal  y exigente: “Buscad a Yahveh mientras se deja encontrar,   llamadle mientras está cercano”  (Is 55, 6)

           

8        “¿cuál es la gran nación cuyos preceptos y normas sean tan justos como toda esta Ley que yo os expongo hoy?”

Ni los famosos  códigos  de otros  pueblos  (p. ej.el de  Hammurabi) se pueden   comparar con el código  legal  de Israel, que es  un humanismo  revelado  y garantizado por Dios.

Creemos ha sido acertada la elección de este texto del libro del Dt  como introducción  a la lectura  del Evangelio.

La elección  del salmo responsorial, salmo 14, con su estribillo: “Señor, ¿quién  puede  hospedarse  en tu tienda?” está también muy oportuna  y nos ayuda  a comprender toda la liturgia de la Palabra: Evangelio, Lectura Primera, pues la santidad del hombre  está en relación directa con la volunta de Dios.

 

Lectura Segunda: De la Carta de Santiago, 1, 17-18.21b-22.27.

 

            Hoy  damos  comienzo  a la carta de Santiago, que nos acompañará  durante cinco domingos. Es una carta  de un conocedor   y amante  de la espiritualidad   judía, basada  en citas  del AT y dirigida  a los cristianos  convertidos  del judaísmo y que ahora  están esparcidos. Más  que una carta  es una exhortación  homilética  sobre  el estilo  de vida  que deberían  llevar  los seguidores  de Jesús.

 

            Los versículos, que la Liturgia de la Palabra usa, pertenecen  al apartado: Respuesta  en la prueba.

 

El concepto  clave de este pasaje  es la  palabra. Una  “palabra” que envuelve al creyente  y le exige colocarse  en una tensa  actitud  de escucha. Esta  palabra, al ser  principio interior de vida  y de conducta, mueve a la acción. Por eso el creyente  no puede  contentarse  con ser un mero  oyente, entre admirado  y complacido, de la palabra. Debe  poner  en práctica  esa palabra. Si no lo hace, se engaña a sí mismo, pierde  su identidad, se autodestruye. Y  poner  en práctica la palabra  supone  hablar, como los antiguos profetas, en nombre  del Señor; supone  evitar  la palabrería  de una fe que no se   corresponde  con las obras; supone  finalmente  evitar  todo tipo  de maledicencia.

 

Sería conveniente  leer los versículos  12-16 para comprender  los versículos, que la Liturgia nos presenta. Dios no incita a pecar, pues el pecado es algo malo y no es algo perfecto, por lo tanto su origen no está en Dios. Teniendo presente esto, podemos comprender  los versículos, que vamos a proclamar en la Eucaristía.

 

17 “Toda dádiva buena y todo don perfecto viene de lo alto,”

 

 Es posible que se trate  de una cita  de un conocido  proverbio poético, parece mejor tomar  estas palabras  como una sentencia  completa: “Todo don es bueno  y todo regalo  es perfecto” Su significado  sería  de que  en un  regalo  no ha de mirarse  el precio, sino la intención  del donante. Se añade  un sentido  más profundo  que explica  la fuente  de toda la bondad  creada: todo don  viene de arriba.

 

Desciende del Padre de las luces, en quien no hay cambio  ni sombra de rotación.

 

            Padre   de las luces: la expresión  parece  querer referirse  a Dios  como creador  de las lumbreras  celestes, el primero  de sus  dones buenos.

 

Sombra  debida  a cambio [a giro]:  A diferencia   de los cuerpos   celestes  cuyos movimientos  según los tiempos  y las estaciones  dan como  resultado  las correspondientes  variaciones en la luz  que emiten, su creador   es inmutable ; en consecuencia, su bondad  nunca  disminuye.

 

 

 

 

 

18    Nos engendró por su propia voluntad, con Palabra de verdad, para que fuésemos como las primicias de sus criaturas

 

Por su propia  voluntad: La libertad  de la iniciativa  divina por la que  Dios  da el ser  a sus hijos contrasta con la fuerza ciega del deseo que da  el ser  al pecado: “Sino que cada uno es probado por su propia concupiscencia que le arrastra y le seduce.

            Después la concupiscencia, cuando ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, una vez consumado, engendra la  muerte.” (14-15).

 

El nos engendró: de por sí  esta expresión  puede entenderse en el contexto  veterotestamentario  de Dt: “(¡Desdeñas a la Roca que te dio el ser, olvidas al Dios que te engendró!) (32, 18). Sin  embargo, comparando  el v. 18 con 1 Pe 1, 23: “Pues  habéis sido reengendrados de un germen no corruptible, sino incorruptible, por medio de la Palabra de Dios viva y permanente” , cuyo sentido  es obviamente cristiano, se ve que en  este caso  ha de tomarse  también  en sentido  específicamente  cristiano.

 

Por la  palabra  de la verdad: Se refiere   probablemente a la aceptación  del mensaje  evangélico.

 

Primicia   de sus criaturas: Esta imagen  veterotestamentaria: “Le darás las primicias de tu trigo, de tu mosto y de tu aceite, así como las primicias del esquileo de tu ganado menor” (Dt 18, 4) fue aplicada  por Pablo  a Cristo: “¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos como primicias de los que durmieron”  (1 Cor 15, 20),  a los primeros   conversos: “Saludad también a la Iglesia que se reúne en su casa. Saludad a mi querido Epéneto, primicias del Asia para Cristo  (Rom 16,5)  y al  don del Espíritu: “Y no sólo ella; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, nosotros mismos gemimos en nuestro interior anhelando el rescate de nuestro cuerpo”  (Rom 8, 23).

 

            Aquí  parece   referirse   al autor  y a los  destinatarios  de la carta  en cuanto  que ya  han conocido  la experiencia  de ser  engendrados  por Dios, que en última  instancia  está destinada  a toda  la humanidad.

 

Los vv. 19-21a indican   los obstáculos  que sería   preciso  remover  para asegurar  la eficacia   de la palabra. Estos versículos  no los trae la Liturgia.

 

            21b “Y  recibid con docilidad la Palabra sembrada en vosotros, que es capaz de salvar vuestras almas” Esta  implantación  de la palabra  se refiere  a la aceptación  de la fe  cristiana en el bautismo, incluyendo   las exigencias  éticas  que implica

            Vuestras  almas: Esta expresión   semítica, la parte  (el principio vital interior) se toma  por el todo (el hombre)

 

            22 Poned por obra la Palabra y no os contentéis sólo con oírla, engañándoos a vosotros mismos.

 

            Poned  por obra  la palabra: Un  adecuado  resumen  de toda la  epístola.  No os  limitéis  a escucharla: Sorprendentemente  similar a  Rom 2,13: “que no son justos delante de Dios los que oyen la ley, sino los que la cumplen: ésos serán justificados”

            El tema   general  de una “religión de obras”, tan  característico  de Sant, destaca  también  en otros    escritos de NT (Mt 7, 24-27 pares.)

 

            Engañándoos a vosotros mismos: Con una   idea   errónea   de la verdadera religión: “Si alguno se cree religioso, pero no pone freno a su lengua, sino que engaña a su propio corazón, su religión es vana” (26)

 

             

            Los vv. 26-27 son una aplicación  práctica  a la exhortación  del v. 22. La liturgia  sólo nos presenta el n. 27.

           

            27 “La religión pura e intachable ante Dios Padre es ésta: visitar a los huérfanos y a las viudas en su tribulación  y conservarse incontaminado del mundo”

 

            Pura  y sin mancha: Esta cualidades, que normalmente  pertenecen  al ámbito de lo ritual  y cultual, encuentran  una adecuada  aplicación  a la práctica   de las obras  exteriores  de caridad  y a la integridad  interior. No  se intenta  aquí  dar  una definición  completa  de religión, sino que se  insiste  únicamente   en algunos aspectos  sin los cuales  la práctica  de la religión  carece  de sentido. Ante  Dios Padre: Se elige   este título  a la vista   del cuidado   paternal  de Dios  para con  las viudas  y los huérfanos.

            Del mundo: Con sentido peyorativo  de oposición a Dios  aparece  también  en Pablo, 2 Pe, Jn, 1 Jn.

 

            Creo que con estas explicaciones podemos ahora entender algo mejor lo que Santiago nos quiere decir en esta bella perícopa.

 

            Evangelio: Lectura de San Marcos, 7, 1-8.14-15. 21-23

                                   

Después  del paréntesis  que hemos  hecho  los últimos  cinco  domingos, leyendo  el capítulo   6 de San Juan  sobre el Pan de la Vida, volvemos a partir  de hoy a leer al evangelista  del año, San Marcos.  El domingo XVI  nos quedábamos en el capítulo  6, 34, regreso   de los doces. Este capítulo 6 continúa  con la  primera multiplicación  de los panes; Jesús  camina  sobre las aguas  ante sus discípulos  y algunas curaciones  en Genesaret.

Hoy, domingo 22, comenzamos a leer el capítulo 7, que tiene como cuatro apartados: Rechazo  de la piedad externa  y legalista; Instrucción  privada  a los discípulos; la mujer  pagana  y curación de un sordomudo, que leeremos el domingo próximo, domingo 23.

 

La gente  se reúne  de nuevo en torno a Jesús. Sus adversarios, sin coraje para enfrentarse  directamente  con él   o con la gente, escogen  a los discípulos  como blanco  de sus críticas. Pero   Jesús  sale  decididamente  en su defensa. Argumentando  desde  la Escritura  ( 7, 6-8)  y desde el modo  de actuar  de los fariseos  ( 7,  9-13), pone  de manifiesto  la hipocresía  de su  observancia  legalista y concluye  con una   instrucción  a la muchedumbre, estableciendo  el principio  de la auténtica  moralidad: una moralidad  anclada, no  en una piedad  externa  y ritualista , sino en el corazón  y en la decisión  consciente  del hombre.

Esto sería como la síntesis  de la primera parte del capítulo. Ahora puntualizamos  algunos detalles de algunos versículos

 

            1 Se reúnen junto a él los fariseos, así como algunos escribas venidos de Jerusalén. La alusión  a Jerusalén  muestra  que los escribas  representan  la postura  oficial  de los  más importantes dirigentes judíos  con respecto a Jesús.

 

            2 Y al ver que algunos de sus discípulos comían con manos impuras, es decir no lavadas. Se discute  si el lavatorio  de las manos  antes de comer  obligaba  a todos los judíos  o sólo a los sacerdotes; posiblemente  era una  práctica   piadosa  observada  por algunos  judíos , fariseos o no. En cualquier caso, se esperaba  que la observaran  los discípulos  de Jesús, “algunos”  de los cuales   no la observaron  de hecho. 

 

            3   Es  que los fariseos y todos los judíos no comen sin haberse lavado las manos hasta el codo, aferrados a la tradición de los antiguos. A diferencia de Mt 15, 1ss, escrito  para lectores  procedentes  del judaísmo, Marcos  añade  una larga  explicación  sobre la costumbre  en beneficio  de los cristianos  procedentes  de la gentilidad

            La tradición  de los antiguos: Término  rabínico  para designar  el conjunto  de leyes  no escritas  que los fariseos  consideraban  tan obligatorias como la  Torah escrita.

 

             Los vv. 4-5 están incluidos  en los tres primeros; ahora acentuamos el v. 6.

 

            6 “El les dijo: «Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, según está escrito: Este pueblo me honra con los labios,  pero su corazón está lejos de mí.”

 

            Jesús  no responde  directamente a esta   acusación, sino que cita  a Is 29,13: “Dice el Señor: Este pueblo  me alaba  con la boca, y me honra  con los labios, pero  su corazón  está lejos  de mí  y el culto  que me  rinden  es puro  precepto  humano, simple  rutina”.

 

8        Dejando el precepto de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres.»

 

Aun cuando  Jesús  no hubiera  citado  Is 29, 13, este versículo  representa  plenamente su estilo y actitud, y puede  ser muy bien  la respuesta  de Jesús  a una pregunta  semejante  a la de 7, 5

 

La liturgia   no se hace eco  del corbán (7,9-13), es decir, de lo que se ofrece al santuario; pero sí usa los vv. 14-15 de esta primera sección del capítulo 7.

 

14      “Llamó otra vez a la gente y les dijo: «Oídme todos y entended” 

Marcos   ha amplificado  el “escuchad” de 4, 2 mediante el complemento  “ a mí”: Jesús  quiere  que la atención  vaya dirigida  más explícitamente  a su persona, mediante el vocativo “ todos   vosotros”, indicando  así  la universalidad  de su doctrina, y  también   mediante  el imperativo  entended, dando a entender   que cuanto  sigue  constituye   una revelación  misteriosa.

 

15      Nada hay fuera del hombre que, entrando en él, pueda contaminarle; sino lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre.”

 

El paralelismo  antitético  de estas  palabras  es un rasgo semítico  que aboga por la  autenticidad  de la sentencia. La verdad  que en él  se expresa  debió  de resultar  chocante  a los judíos, a juzgar  por el hecho  de que en la literatura  rabínica  no aparece  nada  paralelo.

Los vv. 21-23 pertenecen  a la instrucción  privada  a los discípulos. La  enseñanza  de Jesús  sorprende  y desconcierta  a los discípulos  hasta el punto  de tener  que pedirle  una explicación . Jesús  se la brinda  y, a través  de ellos, invita a reflexionar  a la comunidad  cristiana  de todos los tiempos  sobre la  verdadera  fuente  de la pureza  o la impureza: el corazón  humano. 

 

20 “Y decía: «Lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre.”

Mientras  que en la primera parte  de la explicación (7, 18b-19) se centraba  en “lo que entra”, la segunda  parte atribuye la impureza   real  a las cosas que  salen del hombre. La idea  es que  los  hechos  perversos  y los vicios  proceden de personas que  son malas.

 

            21  Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen las intenciones malas: fornicaciones, robos, asesinatos,

            22  adulterios, avaricias, maldades, fraude, libertinaje, envidia, injuria, insolencia, insensatez.”

            El catálogo  de pecados  presenta  tanto las acciones  perversas como los vicios. Este tipo de  listas se encuentra  también en Gálatas; Romanos; 1 Pe 4, 3; muchos  de los términos  que aparecen  aquí se encuentran  también   en las cartas  paulinas.

 

23    Todas estas perversidades salen de dentro y contaminan al hombre.»

 

Verdadero resumen  del mensaje  de la segunda parte de la explicación de Jesús a sus  discípulos. Queda clara la voluntad del Maestro, su verdadera enseñanza.