XXVIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
Autor: Padre Luis Rubio Remacha OCD  
 

 

Hoy leemos en el Evangelio la cuarta catequesis, con las cuales Jesús instruye a sus discípulos. La primera  era acerca de la necesidad de ser el servidor de todos como lógica respuesta ante el mensaje de que el Hijo del hombre va a ser ejecutado, Mc.9, 33-37. El domingo XXVI  Jesús corregía a Juan, pues éste quería prohibir a uno, que no era del grupo; pero echaba demonios en el nombre del Maestro, Mc. 9,38-40. El domingo XXVII veíamos qué opinaba Jesús acerca del Matrimonio, si era lícito romperlo o no, Mc. 10, 1-12.  

            Hoy Jesús responde de una manera exigente a un joven, que le pregunta qué debe hacer para heredar la vida eterna. En este domingo el Maestro nos exhorta a no ser víctimas de las riquezas, pues ellas fácilmente dificultan el camino hacia la vida eterna.  

            Todos creemos que las riquezas nos hacen felices; sin ellas nos falta algo esencial. El corazón del hombre debe estar lleno de algo, pues no puede estar vacío. Es necesario que el hombre experimente que es posible otra alegría, que no procede de las riquezas. Solamente podemos liberarnos del poder esclavizante de ellas y dominarlas, cuando estemos llenos de otros valores. “Sácianos  de tu misericordia, Señor,  y toda  nuestra vida  será alegría  y júbilo” ( Estribillo del salmo responsorial).            

            La superioridad  de los bienes  de orden espiritual sobre los bienes materiales  es uno de los temas  más constantes de la  literatura  sapiencial. “ Fuera de Dios todo es estrecho”  dirá el pobre rico de San Juan de la Cruz.  

            La Primera lectura está tomada del libro de la Sabiduría, 7,7-11. No es verdaderamente sabio quien acumula riquezas sin orden ni concierto. Es cierto que el mundo judío consideraba los bienes como un signo de la bendición de Dios. Precisamente en este mes de octubre la Iglesia guardaba un día, generalmente el  día cinco, para dar gracias a Dios por el bien de las cosechas, porque se ha dignado bendecirnos con sus dones. Todo esto es verdadero y recto; pero hay unos bienes que no son las riquezas que son más estimables que otros. El autor del libro de la Sabiduría estima la sabiduría  por encima de todos los bienes. “Supliqué, y vino a mí  el espíritu  de sabiduría. La he preferido a los cetros  y a los tronos, y a su lado  en nada  he tenido la riqueza”. En la medida  que uno coloca el espíritu de la sabiduría  por encima de las cosas materiales es realmente  sabio, verdaderamente rico: “ Todos los bienes  me han  venido  con ella, tiene  en sus manos  riquezas  innumerables” ( Sap 7,ll)            

            “Enséñanos  a calcular  nuestros años, para  que adquiramos  un corazón sensato” ( Salmo 89, proclamado en la Eucaristía). 

            Jesús a la pregunta del joven responde de una forma, que ha sido narrada por los tres sinópticos. Marcos y Lucas coinciden  plenamente; Mateo muestra alguna peculiaridad especial, un tanto diferente. Marcos, el evangelista  del ciclo B, acentúa el camino del desprendimiento para seguir al Maestro y después poseer la vida eterna; Mateo se fija más en el camino de la moral como condición para ser perfecto. No debemos olvidar  que el evangelista Mateo se dirige a una comunidad cristiana, que procede del judaísmo; mientras Marcos habla a una comunidad cristiana, que viene de la gentilidad.  

            “Maestro bueno, ¿ qué debo hacer para heredar la vida eterna? Jesús le contesto... Ya conoces los mandamientos... El  replicó: Maestro, todo eso lo he cumplido desde joven... Una cosa  te  falta: vete ,vende todo lo que tienes... Luego ven  y sígueme” ( Mc 10,17,21)            

            “Maestro,¿ qué  he de hacer de bueno para obtener  la vida eterna?...Guarda los mandamientos... Todo eso  ya lo he cumplido.¿ Qué me falta aún?. Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, ve  a vender  todo...” ( Mt 19,16-21)

            Mateo, como se ve, introduce la distinción  entre lo que  es necesario  para la salvación y lo que es un consejo con miras a la perfección. Este pasaje ha sido fuente de los consejos evangélicos en la tradición católica. La vida de este hombre  se funda en la idea  judía de moral y “vida eterna” no  tiene referencia a la idea típicamente  cristiana de la vida desarrollada  en otros libros del NT.

            Guardar los mandamientos: Es la respuesta  de Jesús y se ciñe también a las ideas morales de los judíos. Podemos decir que el camino de la vida  eterna, según la respuesta, es la moral  judía; que no implicaría la fe en Jesús o una nueva moral. Esto es contrario a la proclamación que Jesús hace por doquier en los evangelios. Jesús no solo exige la moral, sino la vida teologal. Creo que aquí radica un problema que todavía no está solucionado.

            Ve a vender lo que tienes: Tanto en Mateo como en Marcos  es una llamada a renunciar a las riquezas  y suena con toda claridad  y sin ambigüedades.

            Perfecto designa  una cualidad propia del discípulo. No se invita al hombre a que practique los “consejos evangélicos”, sino, al igual  que en Marcos, a que se haga discípulo  de Jesús.  

            Quizá nos hemos entretenido  un poco en aclarar la peculiaridad de Mateo. Una lectura superficial de este evangelista da la impresión de que se dan dos exigencias: una para un cierto grupo de perfectos; otra, la más moralista, para la inmensa mayoría. Soy consciente de que no queda suficientemente aclarado todo esto, cuando aquí se quiere ver el origen de la vida religiosa. Debe ser la teología  quien haga las aclaraciones pertinentes.  

            Marcos presenta un camino de desprendimiento radical ( no material propiamente dicho) para seguir al Maestro. El evangelista  quiere aducirnos cómo ante Jesucristo  hay que dar  un paso más exigente que la fiel observancia  de la honradez natural. Más que una invitación material a la pobreza, en esta escena se encuentra el tema  de la opción fundamental. Se trata  de pasar de una relación  con Dios  basada en el cumplimiento de los preceptos  a la adhesión  personal. En realidad, Jesús  propone  un cambio radical: pasar  de la religiosidad de los mandamientos, de las obras  y de los méritos, a la gratuidad de la relación  amorosa  y confiada con Dios. 

             Quizá cabría afirmar que tanto en Matero, como en Marcos, no se trata de una enseñanza general,   válida para todos, sino de un caso concreto, de este joven  u hombre mayor, que pregunta a Jesús sobre lo que tiene que hacer. No es cuestión de una sustitución o complementación, sino de una manifestación de la voluntad de Dios para este hombre. La verdadera  importancia está en el seguimiento de Jesús, al que está subordinado  o preordenado el desprendimiento  de las riquezas.  

            Quizá sea conveniente recordar lo siguiente: parece que le judaísmo  helenístico conoció  una concepción  de conversión  que estaba ligada al desprendimiento  de la fortuna. El maestro no pide a todos el desprendimiento real de los bienes; pero sí  la liberación de los mismos.

            Qué difícilmente entrarán  en el reino de Dios los que tienen riquezas. No es justo criticar las riquezas por las riquezas, sino el apego, la esclavitud a ellas. Es cierto que cierta carencia favorece el sentirse uno libre, pues no encuentra tropiezos; pero no se trata de esto. 

            La santidad es regalo, don de Dios; pero debemos también merecerla, por esto mismo los apóstoles preguntarán:” ¿ Quién  puede salvarse?” . Jesús  se les quedó  mirando y les dijo: “ Es imposible  para los hombres, no para Dios. Dios lo puede  todo”. Si para ser santo, si para heredar la vida eterna, se necesita venderlo todo; realmente la santidad resultará siempre muy difícil. Debemos seguir afirmando: se trata de, pues, de un caso particular: el hombre rico habría demostrado su seriedad en esta búsqueda de la vida eterna, y la única  manera  de demostrarla era vender los propios  bienes  y hacerse discípulo.

            Este texto de Marcos no es el fundamento  de la teología de la vida religiosa; hay que buscar su raíz en otro sitio; pero sí que es signo de una gran seriedad. Para algunos será necesario demostrar que siguen a Jesús, vendiendo todo lo que poseen; Otros quizá no tengan esta necesidad; pero sí se le exige una radicalidad  espiritual, teologal.  

            En Marcos l0, l7-30 se pueden distinguir  tres pequeños  apartado complementarios: el relato de la llamada al rico  ( l7, 22); la enseñanza a los discípulos  sobre los peligros  de las riquezas ( 23-27) y el diálogo con los discípulos sobre la recompensa a los que han renunciado a las riquezas ( 28-3l). El desprenderse  de las posesiones  terrenas  proporciona un tesoro  celestial. “Pedro se puso  a decirle  ( al Maestro): “ Ya ves  que nosotros lo hemos dejado  todo  y te hemos seguido”. Jesús dijo: “ Os aseguro, que quien  deje casa, o hermanos o hermanas... por mí  y por el evangelio, recibirá  ahora, en este tiempo,  cien  veces más... con persecución, y en la vida futura  vida eterna”.

            “ Cien veces más”. La promesa  de una recompensa  “ ahora, en  este tiempo” es cosa desacostumbrada; la distinción  entre la época  presente  y la vida eterna parece reflejar  el pensamiento de la Iglesia Primitiva más que el de Jesús.  

            Al Maestro se le sigue, no por la recompensa, sino por él mismo. Jesús sigue teniendo paciencia con sus discípulos, pues piensan demasiado humanamente, cuando en realidad había que pensar de otra manera. 

Si tenemos presente la segunda lectura de este domingo, que es de la Carta a los  Hebreos, debemos recordar lo siguiente: “ La palabra de Dios  es viva  y eficaz, más tajante  que espada de doble filo”.  

             Para aceptar el mensaje del Maestro, que muchas veces resulta difícil  y hasta paradójico, es conveniente  saber qué nos ofrece en cambio y saber que lo que dice, lo hace.

            Esta cuarta enseñanza  o catequesis, lo mismo que las anteriores, exige otra mentalidad, otra luz para poderla comprender y aceptar. Cuando uno está lleno de Dios, se siente dueño de  toda la creación, señor de todas las cosas; pero éstas no le esclavizan, sino que son como trampolín de lanzamiento hacia un seguimiento serio, gozo, radical  del Señor.