Solemnidad: Jesucristo, Rey del Universo
Autor: Padre Luis Rubio Remacha OCD  
 

 

El Domingo XXXIV del Tiempo Ordinario es el último domingo del Año Litúrgico; ya el próximo domingo es tiempo de Adviento. En este domingo último celebramos la Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo. Anteriormente  esta solemnidad  se celebraba  en el último  domingo de octubre, inmediatamente  anterior  a la solemnidad  de Todos los  Santos.              

             A la  hora  de  establecer  el nuevo calendario  de las celebraciones  litúrgicas, se creyó  oportuno  hacer  el  traslado al domingo último  del Año Litúrgico. Probablemente, con  gran acierto.  

            El poner   esta solemnidad  en el   último   domingo del año litúrgico, la coloca   en el sentido  escatológico  que le es propio a este domingo 

            No pocos cuestionan dicha celebración, pues la consideran no necesaria, puesto que su significado ya está expresado en otras celebraciones.  

            No insistiremos lo suficiente al recordar que una cosa es la idea, el concepto, la imagen de Cristo como Rey  y otra cosa  distinta    es  celebrar esta idea mediante una Fiesta concreta y determinada.  

             La temática  de la Solemnidad   de Cristo Rey  del Universo   se encuentra  en otras   celebraciones   del año litúrgico en un contexto anamnético, es más todo domingo, “día del Señor”  proclama   la  realeza  de Cristo. Desde esta prospectiva,  se puede decir  que el domingo último  del año litúrgico    quiere  celebrar  de un modo   más orgánico lo que constituye   el  quid  de toda  celebración  dominical.                                                  

            Es la fiesta más reciente de todas las “de idea”, en honor de Cristo, el Señor. También  son fiestas “de idea” las Solemnidades de la Santísima Trinidad, del Cuerpo y Sangre del Señor   y el Sagrado Corazón de Jesús. 

            Al   contemplar  el misterio del Señor desde el mismo Señor, desde la Pascua, no se ve  la necesidad de multiplicar las celebraciones, máxime ésta  por su  finalidad  moral y pastoral.  

               Fue el día 11 de diciembre de 1925, en los últimos momentos del Año Santo, cuando por su Encíclica Quas primas el Romano Pontífice Pío XI promulgó la institución de la nueva festividad litúrgica de Cristo Rey. 

            Por tanto, con nuestra autoridad apostólica, instituimos la fiesta de nuestro Señor Jesucristo Rey, y decretamos que se celebre en todas las partes de la tierra el último domingo de octubre, esto es, el domingo que inmediatamente antecede a la festividad de Todos los Santos. Asimismo ordenamos que en ese día se renueve todos los años la consagración de todo el género humano al Sacratísimo Corazón de Jesús, con la misma fórmula que nuestro predecesor, de santa memoria, Pío X, mandó recitar anualmente”  

            ¿Por  qué   el papa  Pío XI  estableció    esta nueva  fiesta? 

            Para el papa  los grandes  y varios  males, que afectan  al mundo, tienen   su raíz en que  porque la mayoría de los hombres se habían alejado de Jesucristo y de su ley santísima, así en su vida y costumbres como en la familia y en la gobernación del Estado, sino también” ( Introducción  a la Encíclica)  

            Afirmación correcta y lúcida, propia  de un buen Pastor. Lo que cabe  es: cómo hacer que el hombre  acepte  las directrices del Señor. Es un problema de fe; es necesaria  una catequesis, una nueva evangelización; ¿una nueva Fiesta? 

            Por eso  el papa  cree que “no hay  medio   más eficaz para   restablecer  y  vigorizar  la paz  que procurar  la restauración  del reinado  de Jesucristo  

            El reino de Jesucristo puede significar su doctrina, su mensaje, sus mandatos.  De aquí no se puede deducir la necesidad  de una  Nueva Fiesta, sino la urgencia de que el mensaje salvífico llegue a todos los hombres.  

             En la   institución    de la fiesta   influyó  el  1600  aniversario  del Concilio  I de  Nicea, en el cual  se proclamó  la igualdad   de naturaleza   entre  Cristo  y el Padre, base   del reconocimiento  de su realeza. “Asimismo, al cumplirse en el Año Jubilar el XVI Centenario del concilio de Nicea, con tanto mayor gusto mandamos celebrar esta fiesta, y la celebramos Nos mismo en la Basílica Vaticana, cuanto que aquel sagrado concilio definió y proclamó como dogma de fe católica la consustancialidad del Hijo Unigénito con el Padre, además de que, al incluir las palabras cuyo reino no tendrá fin en su Símbolo o fórmula de fe, promulgaba la real dignidad de Jesucristo” (Ibid. 5)            

            Las motivaciones no ha sido ahondar en el Misterio, sino hacer que este Misterio tenga una repercusión soteriológica   y efectiva en el  Pueblo de Dios.  

            ¿Qué pretende  el Papa con esta Solemnidad? 

            El pontífice  declara  que esta festividad  quiere afirmar  la soberana  autoridad   de Cristo   sobre los hombres e instituciones  delante   del progreso  del laicismo   en la sociedad moderna. La oración colecta se expresaba en estos términos: “ Omnipotente  y sempiterno  Dios, que has querido  reunirlo  todo  en tu amado  Hijo, Rey  del universo; concédenos  propicio  que todos  los pueblos , disgregados  por la herida  del pecado, se  sometan  a su  suavísimo  imperio.”  (Colecta, formulario  1925)

             La Encíclica  después de haber expuesto el significado  de la Realeza  de Cristo  y del carácter  de la misma, afirma algo muy importante, que indica  una de las finalidades  de esta Nueva Fiesta: “Ahora bien: para que estos inapreciables provechos se recojan más abundantes y vivan estables en la sociedad cristiana, necesario es que se propague lo más posible el conocimiento de la regia dignidad de nuestro Salvador, para lo cual nada será más eficaz que instituir la festividad propia y peculiar de Cristo Rey                         

            El Papa defiende  la necesidad y oportunidad  de esta Nueva Fiesta de Cristo Rey: “Y si ahora mandamos que Cristo Rey sea honrado por todos los católicos del mundo, con ello proveeremos también a las necesidades de los tiempos presentes, y pondremos un remedio eficacísimo a la peste que hoy inficiona a la humana sociedad”  

            Realmente  es necesario tener presente la situación sociológica, en la cual se mueve Pío XI  para comprender los tonos de esta Encíclica; a nosotros, libres de aquella situación, nos puede resultar un tanto extraño  el énfasis de la misma.

             Hemos visto que la finalidad de esta Nueva Fiesta no es netamente litúrgica, sino moral, soteriológica, cómo hacer que llegue esta Realeza al pueblo de Dios. De esta finalidad  tan clara  y diáfana  ha surgido un cierto  recelo de los liturgistas, pues no ven la necesidad  de esta Fiesta.

            También se ha corregido la fecha  de la Celebración; no será el último domingo de octubre, sino el último domingo del año litúrgico.

            Acerca de la Eucología  podemos señalar lo siguiente: El Prefacio es el mismo. En estas Fiestas de “idea”  el Prefacio desempeña  un papel muy importante, especial el corazón del Prefacio, pues en él se resume todo el significado de la Fiesta  celebrada.

            Invitamos  a aquellos que deseen conocer el significado de la Realeza de Cristo,  expresada en esta Fiesta, que mediten despacio todo el Prefacio de este día.

            En la   Eucología   menor  del Misal del año 1970, la novedad  más importante  es el retoque   de la Colecta. “Dios  todopoderoso y eterno, que quisiste   fundar  todas  las cosas  en tu Hijo  amado, Rey del  Universo...”

 

            La Oración del año 1925 decía reunir  (quizá algo externo, exterior, no tan profundo); aquí, en la Oración del año  1979 se habla de fundar (algo más profundo, con más densidad  y perennidad).

“... haz que toda la creación, liberada  de la esclavitud  del pecado, sirva  a tu  Majestad  y te  glorifique sin fin”           

            La Oración del año 1925  habla de todos los pueblos;  en la actual se amplía la visión  y el concepto: toda la creación  (aspecto muy luminoso  y  de consecuencias más amplias).

            En la Oración del año 1925 se habla  de un pueblo  disgregado, desintegrado  (debe  volver a la unidad); en la Oración actual  se detecta  algo más profundo, más radical: liberada (la creación) de la esclavitud  del pecado. Al liturgista  le complace más  esta afirmación que la anterior (aunque también sea  verdadera).  

            El meollo  de la petición  en ambas oraciones  es muy diverso  y aquí se fundamenta la nueva aportación de la  Eucología Menor  del misal del año 1970: Aquí  se habla de servicio  y de glorificación, de alabanza ( Una nota  desarrollada  en toda celebración litúrgica); en la anterior Oración se habla  de sometimiento  a su suavísimo imperio. Esta petición  sintetiza  muy bien los motivos  y la finalidad  de la Fiesta de Cristo  Rey, deseada y establecida por el Papa Pío XI.  

            Creo que es suficiente con este análisis   de la Oración Colecta   para darnos cuenta  de cómo la Eucología Actual, sin ser  totalmente  extraña a la Anterior, la completa.  

            En estas Fiestas de “Idea” tiene mucha importancia la Liturgia de la Palabra  (siempre en toda celebración la tiene); de dos lecturas bíblicas  del leccionario del año 1925 hemos pasado a 9, tres para cada Ciclo.

            Como estamos en el Ciclo  B,  presento  y examino las correspondientes al mismo.  Cada Ciclo señala  diversos aspectos de esta Fiesta.  La liturgia   del año B  desarrolla  el titulo  mesiánico   de  Rey.  

            Del libro de Daniel, 7, 13-14 

Podemos decir  que ha sido una lectura acertada para iluminar la Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo. Quizá sean pocos los versículos elegidos.  

13 “Mientras  miraba, en la visión  nocturna vi venir  en las nubes  del cielo  como un hijo de hombre, que se acercó al anciano  y se presentó ante él.” 14 “Le dieron  poder real  y dominio; todos los pueblos, naciones  y lenguas lo respetarán. Su dominio  es eterno y no pasa, su reino  no tendrá  fin” 

El capítulo 7 es el centro  o quicio  del libro. En él se narra  la  primera visión del libro de Daniel  expresada  en un lenguaje  estrictamente apocalíptico:  las cuatro  fieras ( vv.1-8);  el anciano  y el  hijo del hombre ( 9-14)  finalmente  la interpretación  de la primera  visión ( vv. 15-28).

Nos interesa  la segunda parte de la visión: un anciano  de blanca  túnica y cabellera  blanca, símbolo de la pureza  y rectitud,  se sienta  en un trono  de fuego  justiciero  y purificatorio. Comienza el juicio  y cuando todo parece concluido, nos  encontramos  con la más  sorprendente  novedad, hacia la cual  tendía  toda  esta visión  apocalíptica. Entre  las nubes  del cielo  aparece  algo  así como un hombre (v. 13)  a quien se le da  poder, honor y reino” (v. 14). 

Analizamos  estos versículos, teniendo presente su función esclarecedora  de la Solemnidad  celebrada.                

13 “Uno semejante a un hijo  de hombre”:  En la visión  aparece  una imagen  que representa  un ser  humano, de la misma  forma que las cuatro  primeras  imágenes  representaban  distintos animales. Estos procedían  del gran abismo  inferior; el hijo del hombre  viene de arriba, “sobre las nubes del cielo”,  es decir, de Dios. El hijo   de hombre es figura  del reino  del reino  de “los santos  del Altísimo”

            En este  contexto, por consiguiente, el hijo  de hombre  no es un  individuo  real, sino  un símbolo. Ahora  bien, dado  que en  Daniel  la idea  de “reino”  desemboca a veces  imperceptiblemente  en la  de “rey”, la figura  del “hijo  de hombre”, que aquí  es una  designación  del reino  teocrático, llegaría a ser  una designación  del rey mesiánico.  Es el  rey  mesiánico  anunciado  por los profetas, pues   a él  se le da  el “poder real y el dominio sobre  todos los reyes  bajo el cielo 

            En el desarrollo  de las acciones  del anciano  se destaca  la ejecución  de su designio  sobre las bestias y la entrega  del poder  y el reino a este  hijo de hombre. Este “hijo de  hombre”  recibe  el poder  antes concedido a Nabucodonosor: “Majestad, el Dios  Altísimo  concedió a tu padre Nabucodonosor reino   y grandeza, gloria  y poderío” (5, 18). El poder  dado a Nabucodonosor  es limitado en su duración: “ Todo se hizo  pedazos: hierro mezclado  con arcilla, bronce, plata y oro; todo  quedó  pulverizado como la paja  de la era  en verano  que el viento  arrebata y se lleva   sin dejar  rastro”  ( 2, 35).

            El poder que recibe  este “hijo de hombre  es más consistente, más sólido  y consistente: eterno. “En tiempo de estos  reyes, el Dios  del cielo hará surgir  un reino  que jamás  será destruido  y cuya   soberanía  no pasará a otro  pueblo. Pulverizará  y aniquilará  a  todos los otros  y él mismo  subsistirá  por siempre  (2, 44).  

            En el  cuarto  evangelio  ( El evangelio  elegido para esta Solemnidad), el nombre “hijo de hombre” evoca  evidentemente, al  hombre   celestial  de Dn  7, 13 y al siervo  de Yahvéh, el cual  realiza  por su muerte  la salud  de los  pecadores. En este cuarto evangelio  la relación  del “hijo del hombre” con el reino  de Dios se concibe  de modo  que El  comunica  la vida  eterna  ( que es lo mismo que reino de Dios).            

Apocalipsis  1, 5-8           

            Desde la litúrgica bíblica  se desprende un pensamiento teológico, que indica quién es Jesús; no solamente si los hombres le aceptan o no.

            La celebración  no es solamente para la coherencia moral (importante este aspecto), sino para  la Proclamación, la alabanza, la doxa  al Salvador.

            Analizamos  algunos versículos de esta perícopa, siempre teniendo presente el Ser del Salvador. Dejamos el versículo 7, pues está incluido en la   primera lectura del profeta Daniel.

5a “A Jesucristo, el Testigo fiel, el Primogénito de entre  los muertos, el Príncipe  de los reyes  de la tierra”

            Esta   fórmula  kerigmática  expresa  el contenido  esencial  de la fe; los  tres títulos  evocan  la pasión, resurrección  y exaltación  de Cristo. “Príncipe de los  reyes  de la tierra” (Sal 89, 28). La glorificación  de Cristo, consecuencia  de su resurrección, le confiere  poder  sobre toda  la creación. Su dominio  sobre los reyes  que amenazan  a  la Iglesia, debe  fortalecer la confianza   de los cristianos.

 5b-6 “ Aquel  que nos  amó, nos ha  liberado  de nuestros pecados por su sangre, nos ha convertido  en un reino   y hecho  sacerdotes  de Dios, su Padre, a El, la gloria  y el poder  por los siglos  de los siglos. Amén

            Esta doxología  contiene  tres partes: el amor de Cristo hacia nosotros, el efecto  negativo y positivo de ese amor y una alabanza.

            Al que nos ama: El tiempo  presente indica  que el amor  de Cristo  es perpetuo y va  más allá  del acontecimiento  histórico de la  redención.

            Nos ha liberado  de nuestros pecados  por su sangre: Esta liberación, afirmada  como un hecho esencial  en el credo  cristiano, se expresa  a menudo  mediante  la metáfora  de una compra, efectuada  por la sangre  de Cristo.

            Nos  ha convertido  en un reino y hecho sacerdotes  de Dios, su Padre: Esta promesa  mesiánica  se ha venido  desarrollando a partir  de Exodo 19, 6: “ Seréis  para mí  un reino  de sacerdotes, una nación  santa. Esto es  lo que  dirás  a los  hijos  de Israel”. Los cristianos   perseguidos  participan  ahora  de la humillación  de Cristo, pero  se les asegura  que reinarán  pronto  con él. En virtud  de su unión  con Cristo  sacerdote pueden cumplir, por el bautismo, el ministerio  sacerdotal.

            A El, la gloria  y el poder  por los siglos de los siglos. Amén. Esta doxología  refleja  en parte una liturgia  de la Iglesia primitiva. No olvidar el aspecto doxológico de toda la Liturgia.  

            8 “ Yo soy  el Alfa y la Omega, el que  es, el que  era  y el que  viene, el Todopoderoso” : Expresiones  equivalentes  “el primero y el último”, “el principio y el fin” se aplican  a Dios  y a Cristo. Ya  Isaías  había afirmado  que Dios  es  “el primero y el último”, el creador  y el fin  de todas las cosas.

            Dios es considerado  como El que  es, el que era  y el que  está a punto  de llegar:  a saber, como  quien tiene perfecto  dominio  sobre el  presente, sobre el pasado  y sobre el futuro. Es el dueño  y señor  de la historia; en sus manos  están   los insondables  destinos  y el barro  del tiempo, que El  moldea providencialmente.

            El Todopoderoso: Dentro del  NT, con excepción  de 2 Cor 6, 18, esta expresión  es exclusiva  del Ap. La  expresión  completa “el Señor  Dios  Todopoderoso”  está tomada  de los  LXX y corresponde  a Yahveh, Dios Sebaot es su nombre de  ( Amós . 4, 13). Este  tercer título  resume  los dos anteriores: el alfa  y la omega. Los enemigos  de Dios  pueden  rebelarse y perseguir  a su pueblo, pero todo  poder  reside  permanentemente  en él; Dios  comenzó  la historia  y Dios  la terminará.  

            Creemos que es una lectura adecuada para comprender la Solemnidad de Jesucristo, Rey del  Universo.            

Jn 18, 33b-37

            Debemos observar antes de nada que el evangelio  no está tomado del evangelista san Marcos, evangelista del Ciclo B, sino del evangelista san Juan, capítulo 18, que contiene  el Proceso  ante Pilato. Este proceso   es verdaderamente  importante   para  san Juan. Pilato no se encuentra  ante un  hombre cualquiera, sino  ante un rey  misterioso, que no es  enemigo  de los reinos  terrenos; pero los “trasciende”.

            Vamos a presentar  solamente  los  versículos 36-37: “Jesús  le contestó: Mi reino  no es  de este mundo. Si mi reino  fuera de este mundo, mi guardia  habría  luchado  para que  no cayera en manos  de los judíos. Pero  mi reino  no es de aquí.”  

Pilato  le dijo: Con que, ¿tú  eres  rey? Jesús   le contestó: Tú lo  dices: Soy  Rey. Yo  para esto  he nacido  y para  esto he venido al mundo; para ser  testigo  de la verdad. Todo  el que  es de la verdad, escucha  mi voz 

36Respondió Jesús: «Mi Reino no es de este mundo: la   conversación  permite  a Jesús precisar  el carácter de la realeza  que ciertamente  le corresponde. Aunque  el evangelio  de Juan  no ha insistido  apenas  en la idea  de Jesús como rey, se trata  de una concepción  corriente  en la tradición  sinóptica   y en la primitiva  predicación  cristiana , que refleja  la autopresentación  de Jesús como plenitud   del ideal  veterotestamentario   de un Mesías  rey. Con mucha  mayor claridad  que los paralelos   sinópticos  ( cfr. Lc  23, 3; Mc  15, 2; Mt 27, 11), esta afirmación  de Jn  define  el carácter  absolutamente no político  y no nacionalista  de la realeza  de Jesús.

Si mi Reino fuese de este mundo,: Jesús  ofrece  la mejor  prueba  de la naturaleza  espiritual  de su  reino en términos  que Pilato  puede apreciar    

37Entonces Pilato le dijo: « ¿Luego tú eres Rey?» Respondió Jesús: «Sí, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido  y para esto  he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad.  Todo el que es de la verdad, escucha mi voz.» 

Como Pilato  insiste  buscando  una respuesta  directa, Jesús  hace  la misma afirmación  que aparece  en Mc 15, 2: “Pilato le preguntaba: « ¿Eres tú el Rey de los judíos?» El le respondió: «Sí, tú lo dices.”. En el  sentido  que la  palabra   tiene para  Pilato, Jesús   no es rey ; de  este modo, la aplicación  del título  a Jesús  por Pilato representa  un caso  más de ironía  joánica.

            Como Jesús  ya ha dado a entender  al hablar  de su reino, él es rey. No un rey  de este mundo, sino  un rey  que “ha venido al mundo” y la   esencia  de su reino  es “dar  testimonio  de la verdad” Todo el que es de la verdad, escucha mi voz.» De nuevo  invita  implícitamente  Jesús  a Pilato  a adoptar   una postura, a ponerse   del lado  de la verdad  y la vida.  

            Creo que esto es suficiente  para darnos cuenta  de que esta perícopa evangélica ilumina  el verdadero sentido que debemos darle a la Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo.  

            Ahora que comprendemos  más el significado  de esta Nueva Fiesta, vamos a dejarnos  guiar por este Rey del Universo: aceptando su mensaje y alabándolo.