Solemnidad: La Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María
Autor: Padre Luis Rubio Remacha OCD  
 

 

 Esta fiesta de la Virgen es una de las tres más importantes de las Fiestas Marianas: La  Maternidad Divina de María; la Asunción de Nuestra Señora  y su Concepción Inmaculada.

            La Iglesia de una forma expresa se ha pronunciado en la Confesión de estos títulos o Realidades Marianas. El concilio de Efeso proclamó de manera clara y concisa  la Maternidad Divina de la Virgen; Pío IX, apoyándose en su  infalibilidad, en comunión con toda la Iglesia, decretó como dogma de fe la Concepción Inmaculada  de María; lo mismo haría más tarde Pío XII acerca de la Asunción de  la Virgen.           

            Una homilía  no es una conferencia, por lo tanto no vamos a pretender  exponer  en  todas sus dimensiones el Misterio de la Inmaculada Concepción, sería  imposible,   sino celebrar este Misterio, contemplando algunos rasgos del mismo.  

            Voy a moverme en tres niveles a la hora de decir algo de esta Solemnidad: la  Liturgia  eucológica  de la Misa; la Liturgia de la Palabra de la misma y por último la Fiesta  de la Inmaculada en el Adviento.           

            No debemos olvidar que la Liturgia  en algunas fiestas  respeta el orden cronológico  hasta cierto punto a veces un poco exagerado. Si celebramos el día 25 de Diciembre la Natividad del Señor, el día 25 de Marzo se debe celebrar su Anunciación; dando lugar a veces a algo que podíamos llamar como poco coherente y paradójico. 

            Si celebramos el día 8 de septiembre el Nacimiento de María; el día 8 de diciembre debemos conmemorar su Concepción; por lo tanto es un poco forzado el insistir  demasiado en la vinculación del Adviento con la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, pues el motivo  de la celebración de esta Fiesta  es el orden cronológico,   aunque  existen, como veremos, muchos puntos comunes.  

            Si la Eucología: los textos que la Iglesia expone para una Fiesta   es importante  a la hora de la celebración de la misma,  lo es mucho más, cuando esta Fiesta no está de una forma explícita  en la Sagrada Escritura; es decir, debemos apoyarnos mucho en los textos eucológicos  para ver y percibir  el significado de algunas celebraciones: como es el caso de la Inmaculada Concepción.

            Analizamos, aunque someramente los cuatro  textos  de la Misa: Oración Colecta; Oración sobre las Ofrendas; el Prefacio y la Oración después de la Comunión.

            Tres ideas emergen claramente de la Eucología: Preservar de toda mancha a la Virgen en su concepción; hacer una digna morada para el Señor; la Concepción de María Inmaculada está relacionada con el inicio de la Iglesia.  

            Para comprender esta Fiesta es necesario decir que el significado de Pecado Original  tiene connotaciones  diversas. No se trata sólo de algo puntual, sino que sus derivaciones también cuentan. María en su Concepción inmaculada queda orientada hacia Dios; no existe en ella desarreglo  moral. Quizá la doctrina de San Juan de la Cruz acerca de la Noche, acerca de la Purificación del alma,  por parte de Dios nos pueda ayudar. Podemos decir que existe una liberación moral que María  la adquiere desde su Concepción en previsión a los méritos de su Hijo; existe una madurez teologal, que María irá adquiriendo en su vida. No siempre resulta fácil unir ambas dimensiones: la plenitud  moral (Dogma de la Inmaculada Concepción)  y la plenitud teologal, que María va alcanzando  al paso de Dios sobre ella. 

            Todos los textos eucológicos  indican que María  queda libre de toda mancha  de pecado.

            Las Oraciones Colecta y sobre las Ofrendas hablan, no ya solamente de pecado original, sino también de toda repercusión de este pecado: “... que por la  concepción  inmaculada  de la Virgen María... la preservaste  de todo pecado”; “... y así  como  a ella  la preservaste limpia  de toda mancha.”.

 Una forma reduccionista a la hora de hablar del pecado original, como si se tratara de algo delimitado,  de una deuda, que se paga, no serviría  para su exacta comprensión. El pecado original  empezó  pues cuando la humanidad se hace  por sí sola la última fuente  de referencia ética y cree  que ella misma  puede  decir lo que está bien  y lo que está  mal sin tener  en cuenta  a Dios, que en definitiva  quiere   el bien  del hombre  y de la mujer.

            El Prefacio y la Oración después de la Comunión expresan con más claridad que se trata del pecado original, del primer pecado: “...Porque  preservaste  a la Virgen  María  de toda  mancha  de pecado original “. Mancha  aquí indicaría de toda secuela, de todo desarreglo, de todo lo que puede impedir el caminar según el querer de Dios. El pecado original que es el primer pecado: “...repare en nosotros  los efectos   de aquel  primer pecado del que  fue preservada... la Inmaculada  Virgen María”

            Toda la  Eucología  a la hora de hablar del Misterio de la Concepción inmaculada  tiene presente que se trata de una liberación de un pecado, primero u original, que tiene  sus secuelas negativas.

            Hay otra idea patente: La Concepción inmaculada es la  preparación de una digna morada de su Hijo. No se trata de hermosear  la Casa, sino  de hacer que ésta nunca se afee, que sea “merecedora” del Hijo de Dios: “¡ Oh Dios ¡, que  por la concepción  inmaculada  de la Virgen María preparaste  a tu Hijo  una digna  morada...” (Oración Colecta). El Prefacio, con la concisión propia de la liturgia romana; pero con el entusiasmo del hombre que acepta los planes de Dios, cantará: “ ...Purísima  había de ser, Señor, la Virgen  que nos   diera  el Cordero  inocente...Purísima  la que, entre  todos  los hombres , es abogada  de gracia y ejemplo  de santidad” Desde aquí podemos unir  la Solemnidad de la Inmaculada Concepción con el tiempo de Adviento.

 

            Todos los privilegios de María dejan en nosotros una resonancia salvífica, nos atañen a nosotros, marcan  en nosotros  una huella positiva. La relación María e Iglesia está expresada  de una forma clara en la Eucología.

            En las Oraciones Colecta y sobre las Ofrendas la Iglesia pide al Señor que María, por su intercesión, nos merezca esa limpieza, que el Señor le concedió: “ ...Concédenos  por su  intercesión  llegar  a ti limpios  de todas nuestras  culpas”; “ ... guárdanos   también  a nosotros, por su poderosa  intercesión , limpios  de todo pecado” En el Prefacio se indica cómo en la Concepción inmaculada de María tiene comienzo la Iglesia y un comienzo  feliz: “...y comienzo  e imagen  de la Iglesia , Esposa  de  Cristo, llena  de juventud  y de limpia  hermosura  La carta a los Efesios nos ayudará a comprender esta relación. El Concilio Vaticano II dedicará  el capítulo 8 de la Lumen Gentium en hablar  sobre la relación Iglesia-María.

           

            Examinemos ahora rápidamente la Liturgia de la Palabra de esta Solemnidad. Diremos de entrada que toda la Liturgia de la Palabra nos ayuda a entender el contenido dogmático de este Misterio, expresado ya en la Eucologia.

            Algo sucedió a nuestros primeros padres; lo que aconteció tiene una influencia, una repercusión en nosotros. La primera lectura es del Libro del Génesis, 3, 9-15.20. El primer libro de la Biblia nos cuenta  la creación del hombre por parte de Dios; después nos narra que el hombre pecó  y que culpó a la mujer como defendiéndose delante de Dios; por último el hombre merece  un castigo; pero ya en este castigo  se vislumbra  la salvación del mismo hombre. “La mujer  que me diste  por compañera  me ofreció  el fruto  del árbol, y comí”. La mujer se defiende y hace culpable a la serpiente: “La serpiente  me engañó, y comí”  El hombre ha dejado de mirar a Dios, le ha dado las espaldas, no quiere obedecer sus mandatos, desea ser como El, no en santidad, sino en poder, ser el centro. Aquí la mujer es punto referencial en lo que atañe al pecado, ella será siempre considerada como la” fuente” del mal; pero ya desde entonces se comienza  a hablar de otra mujer, de la cual nos  llegará la salvación y ella será la primera salvada. “Pondré enemistad   entre  ti  y la mujer, entre tu linaje  (le dice a la serpiente) y el suyo”. Todos los Padres de la Iglesia han visto en esta mujer a la Virgen María.

            Este texto bíblico no nos dice nada acerca de cómo será la concepción de esta mujer; pero poco a poco la Iglesia, apoyada en la Tradición, irá descubriendo  que la primera  liberada de este pecado es esta mujer, de la cual nacerá la estirpe que aplaste, venza el poder de la estirpe del pecado, de la serpiente. María, siempre obediente   a la palabra  de Dios, ha recuperado el orden roto, destruido. Primeramente  en ella  se ha realizado esta recuperación  y después en los demás.

 

            La segunda lectura está tomada de la Carta a los Efesios 1, 3-5; 11-12. Después del saludo dirigido a los de Efeso, San Pablo comienza  a hablar  del Misterio  de Cristo  y de la Iglesia  (de María), comenzando por la exposición del plan salvador de Dios. San Pablo no habla aquí directamente de la Virgen María, sino de la Iglesia; pero nosotros después del Vaticano II vemos con más claridad  y más conveniencia el unir en una misma suerte a la Iglesia y a María, pues ésta es la expresión más prístina,  más clara de la Iglesia. Dios ha querido que sin María no se dé la realidad de la Iglesia.

            Comentamos  algunos versículos de este texto bíblico: “ El nos eligió  en la persona de Cristo – antes de la creación  del mundo- para que  fuésemos   santos  e irreprochables  ante él  por el amor”

            Todos  hemos sido elegidos  por Dios  en el amor, hemos sido  pensados   desde la creación  del mundo   para  convertirnos  en santos. En María esta elección ha alcanzado  una expresividad muy notoria  tanto en el significado como en su indicación: en su Concepción esta elección  por parte de Dios no es una afirmación normal, sino especial, paradigmática, pues ha actuado de una forma especial.

 

            Dios  tenía   un proyecto   para toda la humanidad que ahora  se nos ha  revelado  en Cristo   y tiene  un proyecto  benévolo  para cada uno de nosotros.

            El nos   ha destinado  en la persona de  Cristo... a ser  sus hijos, para que la gloria  de su gracia , que   tan generosamente  nos ha concedido  en su querido Hijo,( María  será Inmaculada en su concepción en previsión de los méritos de su Hijo) redunde  en alabanza  suya” Dios nos ha  creado   teniendo  a Cristo  como modelo, y haciendo  surgir   en nosotros  sus características  conseguimos  parecernos   cada  ve más  a su  proyecto   original.

            La Liturgia  aplica  a María  la  realización anticipada  de este proyecto: “Se preparó  así  una Iglesia  ( María ) esplendorosa, sin mancha ni arruga  ni cosa  parecida; una   Iglesia  ( Madre) santa e  inmaculada”  ( Efesios 5, 27). El Prefacio cantó: “... Comienzo   e imagen  de la Iglesia... llena de juventud  y de limpia   hermosura”

            El Evangelio está tomado del evangelista San Lucas, 1,26-38 (Anuncio de la Encarnación de Jesús). El Evangelio no nos narra la Concepción de la Virgen Inmaculada; Dios no le pedió parecer a María  en su concepción; pero sí le pide su sí en la Concepción de su Hijo.

            El versículo 15 del capítulo tercero  del Génesis, conocido como el “Protoevangelio” ya comienza a realizarse. María como la   nueva hija de Sión, el resto de Israel, en los   que se  cumplen  las promesas.

            El ángel  Gabriel   comunica  a María  el plan  de salvación  que Dios tiene  sobre ella; ya había puesto en marcha parte de este plan, haciendo que su concepción fuera sin mancha; ahora le comunica algo más: “ Concebirás  ( tú, la que fuiste concebida  sin pecado original) en tu vientre  y darás  a luz  un hijo  y le pondrás  por nombre Jesús. Será   grande, se  llamará   Hijo  del Altísimo”. María en su concepción inmaculada  no puso objeciones al Señor; todo fue  pura gracia; ahora en la concepción de su Hijo en su vientre tampoco  pone dificultades, sino que pide aclaraciones, explicaciones: “ El Espíritu  Santo  vendrá  sobre ti, y la fuerza  del Altísimo  te cubrirá  con su sombra”

            Dios Padre actúa en la Concepción inmaculada de María, teniendo presente los méritos de su Hijo; ahora actúa en la Concepción  de su Hijo en el vientre de María  mediante  la colaboración del Espíritu Santo.

            Quizá  la  actitud  más bella, más coherente ante todos los Misterios de Dios sea el  Amén  por parte de las  criaturas; pero juntamente con el Amén, una explicitación del mismo:

            “Cantad (Yo la primera) al Señor  un cántico  nuevo, porque  ha hecho  maravillas”. Estribillo  del salmo responsorial, que ponemos en boca de la Virgen, pues su  vocación es la alegría en el Señor: “Alégrate, hija de  Sión... El Señor, tu Dios, está  en medio  de ti, y ya no temerás”.

            El anuncio de la concepción  de un niño siempre es una grata noticia, máxime cuando se dan circunstancias especiales.  La Concepción inmaculada de María y la Concepción del Hijo de Dios en el vientre de María son dos realidades, que jamás comprenderemos  mirándolas con los ojos humanos, pues son un Misterio, en el cual Dios se recrea y recrea. “ Purísima  había  de ser, Señor (  Padre Todopoderoso ) la Virgen que nos diera  el Cordero  inocente  ( inmaculado ) que quita  el pecado  del mundo”.            

“Este tiempo (el Adviento), como han observado los especialistas en liturgia, puede ser considerado como un tiempo particularmente  apto para rendir culto a la Madre del Señor” (Marialis cultus, n.4).

            En la octava que precede a la Navidad (días l7-24) la presencia de María se acentúa de una manera muy sensible y especial.

            En la primera parte del Adviento celebramos siempre la Solemnidad de la  Inmaculada. María es una Maestra  y un Modelo para el Adviento.

            Si, como dijimos al principio, no celebramos la Solemnidad de la Inmaculada  por ser el Tiempo de Adviento, sino por su sentido cronológico, no obstante esta Fiesta con su significado teológico, expresado en la Eucología  y su explicación en la Liturgia de la Palabra, nos puede y de hecho nos ayuda en gran manera en la preparación  para la Venida del Señor. Vivir el Misterio de la Inmaculada en una invitación  a hacernos de nosotros una Digna Morada para el Señor  y darle la bienvenida  al Señor, que viene a nosotros. Madre Inmaculada, enséñanos  a vivir el tiempo del Adviento.