III Domingo de Adviento, Ciclo C
Autor: Padre Luis Rubio Remacha OCD  
 

 

 En este domingo III de Adviento, concluyendo la primera parte del mismo, podemos distinguir claramente dos enseñanzas, que se repiten en los  tres ciclos; pero que en cada uno adquieren matices especiales.

            Tradicionalmente es llamado el tercer domingo de Aviento, el domingo de la alegría, del gozo, domingo de “Gaudete”. También en el tercer domingo de este tiempo la figura de Juan el Bautista es relevante en el evangelio. 

            Al filo de las lecturas queremos ahondar en estos mensajes. Ya desde el principio, notamos que la primera lectura, salmo responsorial y perícopa  apostólica, nos exhortan a la alegría, al gozo; el evangelio, por su parte,  presenta la figura de Juan.

            La alegría  es una de las características  de la espiritualidad  cristiana y por lo tanto del adviento, porque  la cercanía  del Señor que celebramos no es preferentemente  espacial ni cronológica, sino personal y sacramental. La alegría no es una cuestión secundaria o intrascendente, sino que constituye  un reflejo de la nueva  realidad  de los tiempos  de la salvación  y como tal tiene un valor  teológico. Pablo habla en más de una ocasión de la alegría, es un tema, que está presente, no solo en la Carta a los Filipenses, sino también en otras de sus cartas.  

            Ya en la Oración Colecta de este Domingo le hablamos a Dios de gozo, de fiesta y le pedimos que sea esa la tónica de nuestra celebración navideña”: ...; concédenos  llegar a la Navidad – fiesta de gozo  y salvación- y poder celebrarla  con alegría  desbordante  

            Presentemos de una manera esponjada  la gran riqueza de la Liturgia de la Palabra. 

            Primera Lectura: Del libro  de Sofonías, 3, 14-18a: Salmo gozoso  de Sión 

            Los   vv.9-20 del capítulo 3 del Profeta Sofonías son un canto de restauración: los  vv. 9-10  presentan la conversión  de los gentiles; los vv. 11-13 el resto de Israel; los vv. 14-18a son los  que la Liturgia  proclama como Primera Lectura; por último los vv. 18b-20 el retorno de los desterrados.  

            Podemos decir que es una lectura apropiada para este tercer domingo de Adviento, el domingo de “gaudete”.  

Con  acentos de especial ternura, describe Sofonías al pueblo  pobre y humilde, el resto  de  Israel, signo de esperanza salvadora, símbolo  de la presencia  del Señor  en medio  de su pueblo. Alegría y júbilo  en Sión, porque  el Señor  le ofrece  la salvación, derribando   del trono a los poderosos y exaltando a los humildes.  

La fidelidad  de Dios  es más  grande   que la infidelidad de los hombres.

La promesa  es primero  universal, para concretarse  después   en Jerusalén. A todos  los pueblos  se prometen   labios  puros   para que  puedan  invocar  debidamente  al Señor sirviéndole   todos   juntos  en  una actitud  solidaria y  fraternal.  

Este canto gozoso  de Sión es muy semejante en forma y sentido a los salmos de entronización  de Yahvé como  rey o del rey  como ungido  de Yahveh. La descripción  es un  fresco retrato  de la edad de oro que tiene que llegar para Israel. Era la  cara inversa  de la medalla, de la realidad  histórica  sufrida  durante  siglos y en la cual se encuentra Israel. La fe del profeta  queda  de manifiesto en ese uso  del perfecto profético  sustitutivo del futuro. “El Señor  ha cancelado  tu condena, ha expulsado a tus enemigos. El Señor  será  el rey  de Israel, en medio  de ti, y ya  no temerás” (v. 15). Esta forma de hablar  es uno de los mejores  testimonios  vivenciales del profeta como verdadero “anawim” en medio de un pueblo  materializado.            

La actividad del profeta Sofonías  se sitúa  en la época del rey Josías (640-609 aC).

14. “Regocíjate, hija de Sión, grita de júbilo, Israel, alégrate y gózate  de todo corazón, Jerusalén

En este   verso  se ve  claramente  como la ciudad  representa  al pueblo, que lleva  el antiguo  nombre  de la elección. Es una invitación a regocijarse  porque  su salvación  está cerca.  

 15. Que el  Señor   ha expulsado   a los tiranos, ha echado  a tus  enemigos; el Señor  dentro de ti es el rey  de Israel y ya  no  temerás  nada malo.

            El Señor   en persona  marchará a la cabeza  del ejército de Israel. Con semejante  guía  la nación  no tiene  por qué  temer  a ningún  enemigo de dentro  o de fuera.            

“En medio de ella” nos recuerda el v. 3, 5: “En ella  está el Señor justo, que no comete injusticias; cada mañana  dicta sentencia, al alba  sin falta

 16. Aquel día  dirán  a Jerusalén: No temas, Sión, no te  acobardes; 

17 El Señor, tu Dios, es dentro  de ti  un soldado victorioso que goza y se alegra contigo, renovando  su amor,

Al  rey  toca  luchar por su pueblo y su ciudad, es el primer soldado; Dios se  presenta   con el título  que le da  Isaías: “Porque una criatura nos ha nacido, un hijo se nos ha dado.  Estará el señorío sobre su hombro,   y se llamará su nombre          «Maravilla de Consejero»,  «Dios Fuerte»,  «Siempre Padre»,  «Príncipe de Paz». (Is 9, 5).

 El más importante  ciudadano  de Jerusalén, por así decirlo, su salvador, se comportará  con la ciudad  igual que un novio  con su novia: “Porque como se casa joven con doncella,    se casará contigo tu edificador,   y con gozo de esposo por su novia   se gozará por ti tu Dios.” (Is 62, 5)                                   

18. Se llena  de júbilo por ti, como  en día  de fiesta.  

Resumiendo: La voz  profética  se dirige  con cariño  a la doncella  de Jerusalén, en unos versos   que hacen  pareja  con Os 2; Is 49; 54; 62.

Los sinónimos  se gozo  y alegría  se acumulan, algunos  se duplican. La alegría  no brota  de bienes materiales, sino de la relación personal del amor. Si el Señor se alegra  con ella, ella  no tiene  que temer, ha de estar  alegre. El Señor  elimina a unos rivales  para quedarse  él sólo  como rey, como soldado, como marido amante. Vuelve  el amor antiguo  y el gozo  de un matrimonio  renovado,  y se celebra  fiesta. Todo lo hará  el Señor: expulsará, echará, renovará; a ella  la invitan sólo (que es mucho) a alegrarse  y no temer.

             El salmo responsorial, cuyo estribillo suena así: “Gritad  jubilosos: Qué  grande es en medio de ti el Santo de Israel”  es un texto del profeta Isaías, capítulo 12, que insiste en la misma idea: el gozo desbordante. La experiencia del comportamiento de Dios  produce en el hombre una profunda paz, un grito de  júbilo. 

            Segunda Lectura: De la Carta a los Filipenses, 4, 4-7 

La antífona de entrada de la Misa en el misal anterior era un texto de San Pablo a los Filipenses, 4, 4-6. Esta misma antífona en el misal de Pablo VI repite el mismo texto: “Estad. Siempre alegres en el Señor; os lo repito: Estad. alegres”. 

 La segunda lectura, tomada de la carta a los Filipenses, añadirá algunos versículos más, invitándonos a estar siempre contentos, alegres en el Señor.  

            Casi al final de la carta se encuentra  una serie  de recomendaciones  diversas  relacionadas  con las actitudes  que han de  poner en práctica  los cristianos. En un tal contexto, destaca la invitación a la alegría. “Hermanos: Estad. siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres...”.Nada  os preocupe; sino  que, en toda ocasión, en la oración y súplica con acción de gracias, vuestras peticiones  sean presentadas a Dios” (v. 6). 

  Dejo hablar a los textos, casi  ni los comento; porque son diáfanos, claros  y nítidos 

4. “Estad.  Siempre  alegres en el Señor; os  lo repito, Estad. Alegres” 

            El gozo  es el tema  constante  de la Carta a los Filipenses  y debe  dar el tono a toda la vida  de los Filipenses. Ya en el c.3, les invitaba a la alegría: “Por lo demás, hermanos míos, alegraos en el Señor.”

            El gozo   echa sus raíces  en la salvación obtenida  con Cristo.  No se debe olvidar que esta recomendación  viene de la boca de un prisionero.

 5. Que todo  el mundo  os conozca  por vuestra bondad. El Señor  está cerca. 

El gozo  no es un fin en sí mismo, debe abrirse  a los otros. La bondad  debe ser el signo distintivo de la comunidad; es decir que la relación bondadosa entre los miembros de la comunidad es como un reclamo  y una  señal para los demás.

La comunidad   anticipa y representa  en esto el “día” del Señor. El  Apóstol  desea  una vez  más contemplar  la parusía  del Señor. Sus palabras   son un eco  de la plegaria  de la Iglesia  primitiva (marana tha): “Dice el que da testimonio de todo esto: «Sí, vengo pronto.» ¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús!” (Ap  22, 20)

Esta seguridad  debe ser  el fundamento de la paciencia  de los cristianos de Filipos                       

6. Que nada  os angustie; al contrario, en cualquier situación  presentad  vuestros deseos  a Dios  orando, suplicando y dando gracias.           

            Toda preocupación  se opone al gozo. Las preocupaciones se refieren  a las dificultades de la vida ordinaria. El contenido de esta perícopa  está en relación con Mt 6, 25: “Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?” 

            El presentarse  ante Dios en un doble sentido: dar gracias  por los bienes ya recibidos y ayuda para poder realizar su plan en medio de las contrariedades de la vida.      

7.  Y la paz  de Dios, que supera  cualquier   razonamiento, guardará  vuestros corazones  y vuestros  pensamientos  por medio  de Cristo  Jesús.  

Una promesa de paz cierra  las recomendaciones. “Paz” debe interpretarse desde  la dimensión bíblica: “salvación”. Promesas de paz  se encuentran  en otras cartas de San Pablo: “Que El, el Dios de la paz, os santifique plenamente, y que todo vuestro ser, el espíritu, el alma y el cuerpo,  se conserve sin mancha hasta la Venida de nuestro Señor Jesucristo” (1 Tes. 5, 23).

Si  la invocación  está formulada  de una forma impersonal: “La paz de Dios”; el aspecto  personal  está especificado  en la conclusión: “en Cristo Jesús”; nos quiere recordar  que la salvación es la salvación  realizada  en Cristo Jesús.  

            La paz  que Dios  concede  está  personificada; a la manera  de un centinela, montará   la guardia sobre  los corazones  y las mentes  de los cristianos. Supera toda comprensión: Porque  la inteligencia  normal  del hombre  no puede   abarcarla  o porque  tal estado  de serenidad sobrepuja  todos los esfuerzos  humanos  para alcanzarla.

            La promesa  de paz  podría   ser la conclusión  de toda la Carta, no obstante San Pablo añade algunos  versículos  de acción de gracias  por los dones  que la comunidad le ha enviado.      

            Evangelio: Lucas  3, 10-18  

Recordemos, como ya hemos indicado arriba,  que el Evangelio  no hace relación con la peculiaridad del tercer domingo de adviento: El domingo de Gaudete, sino  que continúa la presentación de Juan, el Precursor.  

Después  de haber   descrito  la misión  de Juan  ( 3, 3-6; evangelio del domingo II de este ciclo C), Lucas  refiere  algunas   tradiciones  que se refieren  al contenido  de su predicación. Los cinco  versículos  (10-14), son propios  de Lucas. Los   últimos   versículos   de la sección  (15-18)  hablan  del Mesías  que viene  y del juicio  escatológico 

Estos  versículos: 10-14   manifiestan  claramente  la teología  de Lucas. Los que buscan   el arrepentimiento  no son  los dirigentes  religiosos, sino  los judíos  sencillos  y, sobre  todo,  aquellos  que se encontraban   en los márgenes   de la sociedad: publicanos   y soldados. Se trata  del mismo   tipo   de gente  que responde   positivamente  a la predicación  de Jesús 

Los vv. 10-14  reflejan  la voluntad de  este evangelista  por transformar  la enseñanza  de Juan  en indicaciones  orientativas capaces  de conducir el comportamiento  en la vida  cotidiana. La predicación de Juan se dirige  a todas  las clases  de la sociedad, sin excluir  a los cobradores  de impuestos, a quienes  los hebreos   observantes  consideraban  pecadores. Juan  no les pide  cambiar  de ocupación, sino, en caso  necesario, reformar  su vida.  A todos    les recomienda   la práctica   de la caridad (11), como había   hecho  mucho antes   que él, el Deutero-Isaías: compartir  el pan  con los hambrientos, ofrecer hospitalidad a los desposeídos de vivienda, dar  vestido  a quien no tiene: “¿No será partir al hambriento tu pan, y a los pobres sin hogar recibir en casa?  ¿Que cuando veas a un desnudo le cubras,  y de tu semejante no te apartes?” (Is  58, 7)

            Los grupos  particulares   deben guardarse  de la violencia a la que  están  expuestos  en sus  respectivas  profesiones. Los cobradores de  impuestos deben  ser  justos y no  pedir  más  de lo que estipulado. Los soldados  deben  contentarse   con su soldada y no abusar  de su autoridad  para  conseguir  dinero  con violencia. Estos  “soldados”  quizá   eran hebreos  reclutados  para ayudar  con mano  dura  a los cobradores  en el cumplimiento  de su  trabajo.

            Este  muestrario  de exhortaciones  de Juan  era la indicación  de cómo  el creía  que la gente común   podía  dar “frutos dignos  de conversión” 

10. La gente  le preguntaba: “Pues ¿qué  debemos hacer?” 

            Esta  pregunta   vuelve  a repetirse   en los vv. 12 y 14. La encontramos    dos veces    más  en el evangelio: 10, 25  y 18, 18, cuando  un maestro   de la ley   y un  gobernante, respectivamente, piden   a Jesús   una respuesta   seria sobre  lo que deben  hacer    para heredar   la vida eterna, y reciben  respuestas diferentes.  

11. Y él   les respondió: “El que tenga  dos túnicas, que las  reparta con el que no tiene; el que tenga  para comer; que haga  lo mismo” 

            Juan no exige  sacrificios  ni la realización  de prácticas  ascéticas como el ayuno. Sus  exigencias  son mucho  más radicales: la solicitud  desinteresada  por los propios  hermanos  y hermanas  que sufren  cualquier  perjuicio. De nuevo, Lucas vuelve   a pulsar   la cuerda  del justo  uso   de las posesiones  materiales, anticipando  en la predicación  de Juan  lo que Jesús  posteriormente  también predicará. Quienes    comparten   la mitad  de su ropa  son como Zaqueo, que da  la mitad  de sus bienes   a los pobres.  

12. Vinieron    también  publicanos  a bautizarse, y le dijeron: “Maestro, ¿qué debemos hacer?” 

            Los publicanos: Resulta   sorprendente  que los publicanos  se acerquen  al bautismo  de Juan, especialmente por la   poca seriedad  ética  que suscitaban; eran  despreciados  tanto  por los judíos  como por los gentiles. Una vez  más, en Lucas, las   expectativas  normales  y los  prejuicios   hondamente establecidos  sufren  un serio  revés. También  los publicanos   responderán  con ilusión  a la predicación  de Jesús (la parábola  del  fariseo y el publicano)  

13. El les dijo: “No exijáis  más  de lo que  os está  fijado 

No  exijáis más: El sistema   de impuestos   romano se aplicaba  con grandes abusos, que Augusto intentó eliminar. Los  altos  ideales   de la  época   de Augusto  se reflejan  en el consejo  que da Juan  a estos judíos  que se dedicaban  al cobro de los impuestos  indirectos.  

14. Pregúntaronle   también  unos soldados: “Y nosotros ¿qué  debemos  hacer?” El les dijo: “no  hagáis  extorsión  a nadie, no hagáis  denuncias   falsas, y  contentaos  con vuestra  soldada”. 

Soldados: Es probable  que estos soldados  fuesen judíos  al servicio   de Herodes  Antipas. Dado que ayudaban  a imponer la voluntad  de Roma en un país  sometido, también eran despreciados. El hecho  de presentarse  al bautismo  hace de ellos  una encarnación  de los temas  lucanos  de la inversión  de expectativas y del amor  de Dios hacia los despreciados. En el desarrollo  de su relato  evangélico, Lucas   presentará  otros dos soldados, centuriones   por cierto, que responden  de forma  favorable a Jesús

Los consejos que  da Juan a los soldados  reflejan  el ideal imperial  de Augusto  sobre cómo  tenían   que comportarse  los militares. 

15. Como el pueblo  estaba  a la espera, andaban todos  pensando  en sus corazones  acerca de  Juan, si no sería  él el Cristo. 

            Lucas   y el evangelista  Juan  han acentuado  las declaraciones  en las que  el Bautista  sostiene  que no es el Cristo: “Vosotros mismos me sois testigos de que dije: Yo no soy el Cristo, sino que he sido enviado delante de él.” (Jn 3, 28).  

16. Respondió  Juan  a todos, diciendo: “ Yo os  bautizo  con agua; pero  viene el que  es más fuerte  que yo, y no merezco  desatarle  la correa  de sus sandalias. El os bautizará  en el  Espíritu  Santo  y en el fuego. 

            Más fuerte: Jesús  es “más fuerte”  que el Bautista, no en el sentido de que le haya  vencido, “sino  en el sentido  de que está  mejor armado que él para vencer a Satanás, puesto  que posee   en plenitud   el Espíritu  Santo,  fuente  de poder  y de fuerza”

            Juan  utiliza  el agua   como agente  purificador; Jesús   utilizará  medios superiores para la purificación  y la catarsis: El Espíritu y el fuego. En Hch  2 Lucas  mostrará cómo el fuego  del Espíritu  Santo  realiza su obra  en los seres humanos.  

            Bautizar  con fuego: En la   Escritura, el fuego  indica  muy frecuentemente  la presencia   del Dios salvador. El fuego   ocupa  un puesto  destacado  en los actos litúrgicos  en que el hombre  entra  en contacto  con su salvador. En las grandes   teofanías, Dios aparece  rodeado  de fuego.           

            Creo que con estas breves indicaciones podemos intuir un poco el significado  del bautismo de Juan y el  bautismo de Jesús.            

17. En su mano  tiene el  bieldo para limpiar  su era  y recoger  el trigo  en su granero; pero  la paja   la  quemará  con fuego  que no se apaga” 

            La imagen  de aventar  la paja  en frecuente  en la Biblia aludiendo  a la separación   (purificación)  y al juicio  severo. El labrador   de Palestina   aventaba  con una pala   de madera  la mies  después de trillarla. El grano, más pesado, caía  rápidamente  al suelo, mientras  que la paja, más ligera, era  arrastrada  por el viento  hasta el  borde de la era, donde era recogida  y quemada después.

            El aventar  podía, por tanto, utilizarse  como símbolo  del juicio  de Dios, juicio  que separa   lo que es bueno  de lo que es malo: “Los aventarás, y el viento se los llevará,          y una ráfaga los dispersará. Y tú te regocijarás en Yahveh,   en el Santo de Israel te gloriarás” (Is  41, 16)            

            Fuego que no se apaga: que  abrasa  implacablemente. Aparece en el último  versículo de Isaías (66, 24) en un contexto de  juicio    y en Mc 9, 48  para definir  el  castigo eterno.

            La imagen  del bieldo  que separa   el trigo  de la paja  es del mismo  tipo que  la de   3, 7: “Decía, pues, a la gente que acudía para ser bautizada por él: Raza de víboras, ¿quién os ha enseñado a huir de  la ira inminente?” (La ira)  y  la de 3, 9: “Y ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles; y todo árbol que no dé buen fruto será cortado y arrojado al  fuego”  (El  hacha)

            Estas   tres imágenes  reflejan la visión  del Juan histórico, y explican            

18. Y, con  otras  muchas exhortaciones, anunciaba  al pueblo  la Buena   Nueva.  

            En la perspectiva  de Lucas  hay  tantas semejanzas  entre Juan  y Jesús  que para él Juan  anunciaba  también  la buena   nueva , inaugurando  así,  el nuevo tiempo de la salvación 

            Conclusión del Evangelio: El dedicar la Liturgia de la Palabra evangélica  dos domingos a la presentación de Juan, el Bautista, se debe entender en su recta perspectiva: Ciertamente es importante la figura de Juan, el Precursor; pero sobre todo lo que Lucas le hace decir a Juan, pues es como un anticipo de lo que Jesús dirá. Estos relatos más que biográficos en si, son parabólicos, portadores de una enseñanza.