Solemnidad: Natividad del Señor, Misa del día
Autor: Padre Luis Rubio Remacha OCD  
 

 

 Podríamos calificar la Liturgia de la Misa del día,  de la Natividad del Señor, como densa, teológica, que invita a la contemplación y admiración. La segunda lectura, tomada de la Carta  a los Hebreos y el Evangelio, el Prólogo del evangelistas Juan, dan motivo para esta calificación.

            La Oración Colecta  y la Oración después de la Comunión  van por esta  misma línea teológica. Quizá es una Misa  para místicos, teólogos, contemplativos. El talante de esta Eucaristía es muy diverso a la del Gallo, que habla de luz, de paz y de gozo.            

            Dice la Oración Colecta: “ Oh Dios, que de modo  admirables has creado  al hombre  a tu imagen  y semejanza; ( esta primera parte de la Oración es un canto a la  creación, a la dignidad del hombre, contemplado desde la razón, desde la filosofía) y de  un modo más  admirable  todavía  restableciste su dignidad  por Jesucristo; se habla como de una segunda creación, en la cual el hombre recupera la dignidad perdida; concédenos  compartir la vida  divina de aquél  que hoy  se ha dignado  compartir  con el hombre  la condición  humana”. Dios se ha hecho  hombre para que el hombre fuera Dios. La salvación del hombre es su divinización, de aquí la importancia de saber quién se ha hecho hombre.  

            La Oración después de la Comunión  claramente dice cómo y para qué es nuestro Salvador: “ ...  Hoy  que nos ha  nacido  el Salvador  para comunicarnos  la vida  divina ...”  

            Vamos a analizar minuciosamente  las tres lecturas, pues ellas nos enriquecen y nos transmiten un mensaje maravilloso, sublime.

            La lectura primera es del libro de Isaías, 52, 7-10. Poema  de una admirable  expresividad  y belleza, podemos percibir  el eco de Is 40, 9-10: “ Súbete  a un monte  elevado, mensajero de Sión; alza  tu voz  con brío  mensajero  de Jerusalén, álzala sin miedo  y di a las ciudades de Judá: Aquí  está vuestro Dios”. En este día de Navidad  todos los hombres deben enterarse de lo sucedido; el Mensajero hoy está muy ocupado, no puede descansar ni por un momento.

            También es importante  recordar otro texto del mismo Isaías: “ Sobre  tus murallas, Jerusalén, emplazo  centinelas; ni de  día  ni de noche  callarán” ( Is 62, 6).

            Hay  una serie de personajes  que se ponen  en relación unos con otros. La noticia corre de unos a otros. El  personaje  que habla  podría ser  el poeta mismo. El poeta-profeta elogia  la actividad  de un mensajero, que trae  un mensaje  de salvación. “¡Qué  hermosos  son sobre los  montes  los pies del mensajero  que anuncia  la paz,  que trae la buena  nueva, que pregona  la victoria, que dice  a Sión: Tu Dios  es Rey”

            A este mensajero  responde  un coro de centinelas. No se queda sólo el mensajero, pues es muy importante lo que está diciendo, de tal manera  que los demás quedan contagiados: “ Tus vigías  gritan, cantan a coro, porque  ven cara a cara al Señor, que vuelve a Sión”. Están viendo los centinelas que lo que el Mensajero dice es verdad, pues ellos lo están contemplando.

            Los vigilantes  exhortan a su vez a las ruinas  mismas de la  ciudad que se unan en el gozo, en la alegría: “ Romped a cantar a coro, ruinas de Jerusalén, que el Señor consuela a su pueblo, rescata a  Jerusalén... y verán  los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios”.

            Esto ya no es un sueño, un deseo, una esperanza, sino una realidad. El Hijo de María es nuestro Rey.

            De aquí la oportunidad del estribillo del Salmo responsorial: “ Los confines de la tierra han contemplado  la victoria de nuestro Dios”. 

            La segunda lectura está tomada de la Carta a los Hebreos, 1, 1-6. Los versículos 1-4 son como un denso Prólogo, solemne  introducción a toda la homilía  o discurso ( La Carta a los Hebreos es un discurso más que una carta), vocabulario  poco corriente  y un tanto misterioso.

            Hacemos un análisis  del texto. “ En distintas  ocasiones  y de muchas maneras  habló  Dios antiguamente a nuestros  padres  por los Profetas. Algunos exégetas  traducen  fragmentariamente  y de diversos modos. Es importante insistir en el carácter fragmentario de la revelación en el AT, no es una revelación completa, acabada, definitiva, sino incompleta. Creo que es importante tener presente esto: la revelación del AT estaba exigiendo una Revelación total: en Jesucristo. Por los Profetas: no sólo  aquellos  cuya predicación  se conserva  en los libros del AT, sino todos  los personajes  de la historia  de Israel a través  de los cuales  habló Dios. Todo el AT es una revelación, un  hablar de Dios al hombre.

            En esta etapa final. La edad  final  ha sido  inaugurada  con el acontecimiento  Cristo ( Cristo es un acaecimiento), sobre todo  con el sacrificio  redentor  de Jesús. Nos ha hablado por el Hijo. El Prólogo de San Juan acentuará más esta idea, como veremos. El que habla  en el NT  no es el Profeta, sino el Hijo de Dios. Al  que   ha nombrado  heredero de todo. Quizá nos resulte extraña esta afirmación. La  filiación  implica  el derecho a la herencia. Pero aquí,  el dar  la posesión  de todas las cosas  se atribuye  a la iniciativa de Dios, en el momento de la glorificación. Quizá nos dé  luz un texto un del libro de Daniel: “ Seguía  yo  contemplando  estas  visiones  nocturnas  y vi  venir  sobre las nubes  alguien  semejante a un hijo de  hombre; se  dirigió  hacia el  anciano  y fue conducido  por él. Se le dio  poder, gloria  y reino,  y todos  los pueblos, naciones  y lenguas  le servían. Su poder  es eterno  y nunca  pasará, y su reino  jamás  será destruido” ( Daniel 7, 13-14).

            “ El es reflejo  de su gloria, impronta de su ser” con Dios  no tiene  un simple  parecido, sino  que es  el resplandor  de su gloria. Estas dos metáforas  tomadas  de la teología  alejandrina  sobre la Sabiduría y el Logos, expresa a la vez la identidad  de naturaleza  entre el Padre y el Hijo  y la distinción de personas.

            Y, habiendo  realizado  la purificación  de los pecados, está  sentado  a la derecha  de Su Majestad en las alturas”. La Carta a los Hebreos no se fija en la dimensión esencialista  del Hijo ( Dios por naturaleza), sino en la dimensión existencialista  del Hijo. Entre el Hijo de la Encarnación  y el Hijo de la Resurrección  hay una continuidad en progresión. Podíamos decir que el Hijo se ha ganado lo que es. Dos dimensiones  a tener en cuenta; pero que no debemos  distinguir demasiado. La  dimensión estática no agota todas las dimensiones; pero todas las dimensiones tienen su valor en definitiva, porque el Hijo desde el Principio es Hijo de Dios. Escandaliza a algunos esta frase de la Carta a los Hebreos: “ Aprendió a obedecer, sufriendo”

            “ Tanto más encumbrado  sobre los ángeles, cuanto más sublime es el nombre que ha  heredado”. La Carta a los Hebreos se hace eco de un posible error: que los ángeles son superiores al Hijo; con la afirmación anterior echa por tierra el posible error. El nombre ( bíblicamente indica lo que uno es, la esencialidad) que ha heredado es sublime, pues indica que es Dios, por lo tanto los ángeles más encumbrados resultan pequeños en comparación  con la grandeza del Hijo, pues ha heredado un nombre sublime. Así termina  el prólogo a la  Carta a los Hebreos.

            El Evangelio está tomado del evangelista San Juan, 1, 1-18.  

El carácter  sagrado del Prólogo   se reflejó  en la vieja  costumbre de la Iglesia  occidental, que lo leía   sobre los enfermos   y los niños  bautizados.

            Algunos   estiman  que el Prólogo   tiene   poco que ver con la sustancia  del cuarto Evangelio.

            Para otros, el Prólogo  es un prefacio  al evangelio.  Los versículos  11 y 12 del Prólogo parecen constituir  un sumario  de los dos  grandes  apartados de Juan. El v. 11 representa  el Libro de los Signos  ( 1-12). El v. 12 es el sumario del Libro de la Gloria  ( 13-20).

            El personaje  central del Prólogo es la Palabra, un término  que no reaparece  con sentido cristológico  en el cuarto Evangelio.

            Muchos autores   se inclinan  hoy  a ver en el Prólogo  un poema   originariamente  independiente   que luego  se adaptó  al evangelio.

            Los vv. 6-8.15 son adiciones  al Prólogo Primitivo.

“ En el principio  ya existía  la Palabra, y la Palabra   estaba junto a Dios, y  la palabra  era Dios”. Existía, Era: el tiempo imperfecto  denota  existencia continua, intemporal; contrasta  con el aoristo ( nuestro tiempo indefinido ) usado en los  vv. 3.6.13 ( la creación, la  misión  del Bautista, la encarnación)  para designar  acontecimientos   que han   tenido lugar  en determinados  momentos.

Logos, Palabra, en el  pensamiento  helenístico  significa   sumisión, emanación, mediación  divina.

            En el AT, la  palabra de Dios  es una manifestación  de Dios, la revelación  de sí mismo  en la creación. Cristo, la Palabra hecha  carne, es la revelación   última   y completa  de Dios.

            Dos líneas   del pensamiento  judío  en especial  han confluido  en el desarrollo  de este concepto de la Palabra. Una idea  es la personificación  de la Sabiduría   divina  en los escritos   tardíos  del AT. La otra  es la glorificación  de la Torah  en el judaísmo  rabínico: la identificación  de la Torah  con la sabiduría  divina.

            Cristo es la verdadera  Palabra  de Dios, que existe  desde la eternidad, a través  de la cual  y no a través  de la Ley, llega  la gracia  y la verdad. La Palabra  estaba  en la presencia  de Dios: se afirma   una distinción  en la divinidad.

            Por cuarta vez el Prólogo  insiste  en que la Palabra  estaba  con Dios  en el principio.

            Por medio  de la Palabra  se hizo  todo, y sin ella  no se hizo nada de lo que se ha hecho” El Prólogo  no dice  que Cristo  sea el creador, título  que en NT  se reserva al Padre. La Palabra  es la causa instrumental  o mediadora  de la creación. Los teólogos después hablarán de la causa eficiente o causa ejemplar. No podemos descartar ninguna de estas causas; pero aquí no se habla de esto. Sin ella  nada llegó a ser: con esta frase se expresa la misma idea. No olvidemos que este Prólogo es un himno y el ritmo hímnico exige a veces repetir la idea para llenar el verso.

            “ En la Palabra  había  vida, y la vida  era la luz  de los hombres”. San Juan  insiste  ahora  en la naturaleza de la vida  y en su origen. La vida no es la mera existencia; la vida,  para San Juan, significa  una cierta participación  en el ser de Dios.

            San Juan  coincide  con Col 1, 15-20 en considerar  la obra  de la creación como modelo  y ejemplar  de la segunda  creación, que es la salvación.

            Esta vida  era la luz  de los hombres. La vida  de que habla el Prólogo,  como  verdadera participación en la vida de Dios, tiene  que ser  una vida  de conocimiento  definitivo. San Juan  aplicará  más adelante  a Jesús  otras designaciones: agua ( 4,10); pan ( 6,35.

            La luz  brilla  en las tinieblas: las tinieblas  son la antítesis  de la luz. Los exégetas han traducido de varias maneras esta frase: “ Y las tinieblas  no la acogieron”. “ Las tinieblas  no la captaron”; “ Las tinieblas  no la sofocaron”. Creo que todas son correctas.

            Ella  era la luz  verdadera: En el uso  hebreo, “ verdadero”  caracteriza  precisamente  el ordenamiento  divino, distinguiéndolo  así del engaño   y la ilusión  del ordenamiento  del hombre pecador.

            “ Al  mundo  vino  y en el mundo  estaba; el mundo  se hizo  por medio  de ella, y el mundo  no la  conoció”. Este mundo  significa  en Jn  el mundo  de los hombres y sus cosas.

            El mundo  no la conoció. Estas palabras   no han de  restringirse a la  repulsa  de Cristo  por su propio  pueblo. Ante todo, podríamos   pensar  en que  el mundo  no logró reconocer  la verdad  que Dios – a través  de su palabra   creadora- dio a conocer  en la creación.

            Vino a su  casa, y los suyos  no la recibieron” Se repite  en otros términos   la afirmación  del versículo  anterior, aplicándola  ahora  específicamente  al pueblo  de Israel. En cuanto   que es referida  a la vida de Cristo, puede encontrarse  un paralelo  en Mc  6, 1-6. “ Salió  de allí  y fue a su pueblo...Y no pudo  hacer  allí ningún  milagro...”

            Pero  a cuantos  la recibieron, les da  poder  para ser  hijos de Dios, si creen  en su nombre”. La  repulsa  opuesta a la Palabra  nunca fue  completa. Tanto en la fase  veterotestamentaria  de la historia  de la salvación  como en la plenitud de Cristo, la fe  en la Palabra  ha sido  principio de inmortalidad.

            La segunda   mitad del  Evangelio de Juan  tendrá  por tema  cómo los hombres  llegan a ser hijos  de Dios a través  de la fe.

            En el uso semítico, “ nombre” equivale  a persona. La fe  no consiste  simplemente  en aceptar  una proposición, sino en la entrega  comprometida  a una persona.

            “ Estos  no han nacido  de sangre, ni de amor  carnal, ni de amor  humano, sino de Dios

            Jn  insiste   enfáticamente   en que nacer  como hijos  de Dios  nada tiene que  ver con la generación  humana, sino que es  un especial  don de Dios.

            Carne  y sangre”  es una expresión  del AT y delo judaísmo  posterior  para designar  la humanidad  y las capacidades humanas.

 

            La Palabra se  hizo carne. La “ carne”, ciertamente, no es mala, no es la antítesis  de Dios; pero representa   todo lo que  es transitorio, mortal e imperfecto y,  a primera vista, incompatible con Dios.

            “ Y  fijó su morada  en medio de nosotros, y hemos contemplado  su gloria : gloria  propia  del Hijo único del Padre, lleno de  gracia  y de verdad”  “ Gloria “ era otro término veterotestamentario  para designar  la presencia  de Dios visiblemente  manifestada.

            Hemos visto  su gloria”. Algunos  han pensado  en la transfiguración, en la que estuvo  presente el discípulo  amado. Sería   también subestimar  el pleno significado  de “ gloria”, que tanto  en el AT  como en el NT significan  eminentemente   la presencia divina  en la salvación. El testimonio de Jn, por consiguiente, se refiere  a toda  la vida salvífica   de la Palabra hecha  Carne.

 

            Gloria  como de  Hijo único”  Se especifica  ahora de qué  gloria  da testimonio Jn: la Gloria del Unigéntio del Padre. La relación  del Hijo con el Padre, su venida  desde el Padre  y su retorno como condición  para dar  el Espíritu de Santificación, es decir,  su condición  de Salvador, es el tema  de la segunda parte del Evangelio,  y especialmente   del discurso   de Jesús  en 13, 31ss.

 

            “ Rico en misericordia  y fidelidad”. Estos términos  caracterizan al Dios de la alianza de Israel. En Ex. 24, 6  aparecen  juntos  como una definición  virtual  de Dios. “ Misericordia “ era el término  usado en el AT para significar  la ternura  amorosa de Dios para con Israel, demostrada  en la elección   y en la alianza; “ fidelidad”  significaba   la fidelidad  de Dios y la confianza  que merecía  en su compromiso de alianza.

 

            “ De su plenitud todos hemos  recibido  gracia tras gracia”. Las riquezas  en que nosotros  hemos  participado  son aquellas mismas  con que el Hijo  es rico  según el v.14. La misión  de la Palabra  en el mundo  era precisamente  capacitar  a los hombres  para hacerse  hijos de Dios, para participar en la vida divina. “Fidelidad tras  fidelidad”: o “ gracia  sobre gracia”; lo que prometió  en la alianza  con Israel  ha alcanzado  la superabundancia  en la revelación  del Hijo de Dios.

 

            “ Porque la ley  se dio  por medio de  Moisés, la gracia  y la verdad  vinieron  por medio de Jesucristo” La idea  coincide  con la de  Hebreos 1, 1-4, y supone   una ruptura  definitiva  entre el pensamiento  de Juan y el del judaísmo. Si la Torah  fue  un don de Dios  a  través de Moisés, la plenitud  de su revelación  ha llegado  únicamente a través de Cristo. Este  tema de las figuras, representadas  por Moisés  y la Ley, que  alcanzan  su plenitud  en las realidades   que proceden  de Cristo, aparecerá  frecuentemente  en el evangelio, sobre todo  en 6, 31-33.

 

            “ A Dios  nadie  lo ha visto  jamás: el Hijo  único, que está  en el seno del Padre, es quien  lo ha  dado a conocer”. La creencia  judía  era firme: Dios  era un Dios  invisible  y no  podía  ser visto  por el hombre. Pero  en la Palabra  hecha carne Dios  se ha  revelado  plenamente.

            Cristo  es la imagen del Dios  invisible, el primogénito de toda  criatura” ( Col 1,15).  Esto no significa  que alguien  haya visto  al Padre. Solamente   aquel  que venido  de Dios  ha visto  al Padre” ( Jn 6,46); “ El que  me ve  a mí, ve al  Padre” ( Jn 14, 9)

            “ Que está  en el seno del Padre”. Esta  expresión  denota  la intimidad  plena, una  comunidad  de vida. No puedo dejar de presentar una traducción del v. 18 de este Prólogo: “ A Dios  nadie  le ha visto jamás: el Unigénito  Hijo,  el que  está en el regazo  del Padre  mirándole  cara a cara, él es quien  lo dio a conocer  

 

            Conclusión: Es poco y es mucho lo que queremos decir, cuando indicamos que la Navidad es paz, amor fraterno etc. Necesitamos leer muy despacio tanto el Prólogo de la Carta a los Hebreos como el Prólogo del Evangelio de San Juan  para darnos cuenta un poco  de lo que significa para nosotros el Nacimiento del Hijo de Dios.

            No estoy de acuerdo con esos exégetas que dicen que la Palabra de Dios es  revelación, es comunicación, es cercanía de Dios al hombre, sin necesidad de preguntarnos  por el contenido de esa Palabra. Sí que es cercanía, gesto comunicativo; pero lleno de un contenido sublime, que ni ojo vio, no oído oyó lo que nos quiere decir el Prólogo, cuando  afirma una y otra vez que la Palabra existía junto al Padre, pues esta Palabra era Dios.