Solemnidad. Epifanía del Señor.
Autor: Padre Luis Rubio Remacha OCD  
 

 

 Es una de las más antiguas  y grandes fiestas del Señor de la Iglesia de Oriente, incluso más que la Navidad.  

                        Quizá si examinamos  con una luz no exacta el Evangelio de San Mateo de esta Solemnidad, llegaremos a no comprenderlo  y a forzar demasiado su sentido literal.

            La intención del autor  no es una biografía, sino una teología. Como todo el evangelio de la infancia, es una confesión de fe más que una narración que pretenda  satisfacer  nuestra curiosidad histórica. 

            La Liturgia expone esta confesión de fe, no pretende saciar nuestra intriga.

                        Vamos a adentrarnos en el significado de esta fiesta. La Liturgia no la llama fiesta de los Reyes Magos, sino Epifanía, manifestación, revelación del Señor.

Tanto en Oriente como en Occidente el símbolo de este Misterio es la luz. La revelación  definitiva de Dios es como el despuntar la aurora  en esta noche  de la historia. Cristo es estrella radiante de la mañana. 

            En el Prefacio cantamos:” Porque  hoy has revelado en Cristo,...el verdadero misterio de nuestra salvación”.            Presentemos el mensaje de la Liturgia de la Palabra: 

            Primera Lectura: Del libro de Isaías, 60, 1-6 

Muy  acertada la elección de esta Lectura para la Solemnidad de la Epifanía. Ella nos ayuda a comprender el significado teológico de dicha Fiesta.  

Con este  cántico   de gloria (1-22)   a la futura  Jerusalén   de los tiempos  mesiánicos, llegamos  probablemente  a una de las más altas  cimas  de la poesía hebrea e incluso   de la literatura  universal. 

El capítulo  es uno  de los grandes  poemas  del libro, que canta  con espléndidas  imágenes y entusiasmo  nacional  el triunfo  de la luz, la peregrinación de los  pueblos. El espíritu  es nacionalista: los pueblos   rinden  homenaje  a la ciudad  antes humillada, enriquecen  a la despojada;  el triunfo  fantástico  de la luz  desborda  la limitación  o permite  contemplar  la ciudad  como tipo.  

La Liturgia  solamente  hace uso de los  seis primeros  versículos  del capítulo 60, que tiene 22. 

Los  vv.1-3.19-22 presentan a la luz  como motivo  central. Luz e iluminar, resplandor,  amanecer y aurora, sol  y luna, son los términos  que dominan  estos versos, a los  cuales  se contraponen  noche, oscuridad y tinieblas. La gloria   del Señor (  es decir, el Señor  mismo)  se convierte  en luz  perpetua  para Jerusalén  que es invitada a surgir  esplendorosa recordando  el oráculo  de Is 9, 1. “El pueblo que andaba a oscuras

             En  Is 60, se sugiere  que el beneficio  del Señor  como  luz se extiende  no solo a Israel, sino  a todas  las naciones   y sus reyes.  

 Pero  Jerusalén  tiene  otra razón  para sentirse   dichosa  y saltar  de júbilo: los desterrados  retornan  y, a lomos  de camellos y dromedarios  o cargados   en naves  que vienen  de tierras  lejanas, afluyen  a la ciudad    dones   valiosos  y abundantes, entre los que no  faltan animales  de primera   calidad para contribuir  al esplendor  de los sacrificios  del templo.            

            Tomemos   como punto de partida  Is 2, 2-5: “Al final   de los tiempos estará firme el monte del templo del Señor; sobresaldrá  sobre los montes, dominará sobre las  colinas. Hacia él  afluirán  todas las naciones , vendrán   pueblos   numerosos : Dirán : “ Venid, subamos  al monte  del Señor, al templo  del Dios  de Jacob. El nos   enseñará  sus caminos  y marcharemos  por sus sendas”. Porque  de Sión  saldrá  la ley, y de Jerusalén  la palabra  del Señor. El será  juez  de las naciones, árbitro  de  pueblos   numerosos. Convertirán  en arados, sus lanzas  en podaderas. No alzará  la espada  nación  contra nación, ni se  prepararán   más  para la  guerra. Estirpe de  Jacob, venid, caminemos  a la luz  del Señor” 

            Este  texto parece  haber inspirado  a nuestro autor: el monte del templo  es como un faro que moviliza  y atrae  a todos  los pueblos  implantando  la paz. La luz   del monte  se desarrolla aquí  en términos   cósmicos, desarrollando  el ciclo  astronómico  y superándolo; la peregrinación  de las naciones  es aquí  fundamentalmente  un servicio  de repatriación  y reconstrucción ; la paz  se instaura  y concentra  en la ciudad  gloriosa. Indudablemente.                         

1. ¡Levántate, brilla, que llega  tu luz; la gloria   del Señor   amanece   sobre ti! 

No  se menciona  Jerusalén, se  sobrentiende. El  doble imperativo  inicial  se podría  empalmar con 51,17: “¡Despierta, despierta!  ¡Levántate, Jerusalén!  Tú, que has bebido de mano de Yahveh   la copa de su ira.  El cáliz del vértigo  has bebido hasta vaciarlo”  y con 52,1: “¡Despierta, despierta!  ¡Revístete de tu fortaleza, Sión!          ¡Vístete tus ropas de gala,  Jerusalén, Ciudad Santa!  Porque no volverán a entrar en ti  incircuncisos ni impuros”  

            2. Mira: las tinieblas  cubren  la tierra, la oscuridad los pueblos; pero sobre  ti  amanecerá  el Señor, su gloria   aparecerá  sobre ti; 

La luz  baña   primero  a la ciudad, y ésta  la refleja   a su alrededor.  La gloria se  ve sobre  la ciudad: compárese con 40, 5: “Se revelará la gloria de Yahveh,  y toda criatura a una la verá.  Pues la boca de Yahveh ha hablado           

3. Y acudirán   los pueblos a tu luz, los reyes  al  resplandor  de tu aurora. 

             La  marcha  la inicia  la Casa  de Jacob. Queda  afirmado  el horizonte  universal: tierra, pueblos, reyes y el puesto  central  de la ciudad.  

4. Echa una mirada en torno, mira: todos  ésos  se han reunido, vienen a ti; tus hijos  llegan  de lejos, a tus hijas  las traen  en brazos. 

            El centinela  increpa  de nuevo  a la ciudad para que  contemple  desde  su altura  la peregrinación  que converge  hacia ella: caravanas desde oriente, flotas  desde  occidente. Lo primero que ve son los propios  hijos: “Diré al Norte: "Dámelos";  y al Sur: "No los retengas",  Traeré a mis hijos de lejos,   y a mis hijas de los confines de la tierra;” (43, 6) y “Alza en torno los ojos y mira:   todos ellos se han reunido y han venido a ti. ¡Por mi vida! - oráculo de Yahveh -  que con todos ellos como con velo nupcial te vestirás,   y te ceñirás con ellos como una novia”  y “Así dice el Señor Yahveh: He aquí que yo voy a alzar hacia las gentes de mi mano,    y hacia los pueblos voy a levantar mi bandera;  traerán a tus hijos en brazos,     y tus hijas serán llevadas a hombros.”  (49, 22). Es la tercera  reunión, la definitiva, más gloriosa que el éxodo de Egipto y el de Babilonia.

            5. Al verlo  te pondrás  radiante, palpitará  y se ensanchará  tu corazón porque  volcarán  sobre  ti las riquezas  del  mar,  y te traerán  los tesoros  de las naciones. 

            Bella descripción psicológica, cuya nota dominante es la alegría  notoria  por lo que está viendo. Jerusalén, acostumbrada a la humillación, al sometimiento, a la esclavitud;  parece estar  soñando   al ver lo que ve. Nadie duda de que se trata de una visión, no presente, sino futura, mesiánica, escatológica.  

            6.  Te inundará  una multitud  de camellos, de dromedarios de Madián  y de Efatá. Vienen  todos de Sabá, trayendo  incienso   y oro y proclamando  las alabanzas  del Señor 

           Vendrán incluso  del misterioso  oriente  desértico, como antaño  la reina de  Saba, vendrán  ahora de  Madián  y Efá, del actual  golfo  de Akaba y del  Yemen ( Sabá), con sus  ricas  producciones  de oro e incienso. En definitiva, también  ellos  serán  descendientes  de Abrahán.  

Los evangelistas  de la Infancia   vieron  el cumplimiento  de esta profecía  en el nacimiento  del Sol  de justicia, el verdadero  Rey mesiánico.  

Los tesoros  del mar  vienen del Oeste, en barcos fenicios  o griegos; las riquezas   del Oriente  y de Egipto  llegan  del desierto  de Siria y del Sinaí  en Caravanas. Madián, Efá  y Sabá  son pueblos  de Arabia 

El Apocalipsis  recogerá  muchos  de los elementos  de este cuadro  para describir  la nueva  Jerusalén, la ciudad   celeste del final de los tiempos.  

Realmente  es una lectura muy bella para poder comprender  la necesidad de la Manifestación del Señor a todos los hombres; de esto trata  precisamente la Solemnidad  de la Epifanía.  

El salmo responsorial, el 72, muy adecuado. Es un salmo  real, probablemente  ambientado  en la liturgia  de entronización del nuevo  rey  israelita. El salmo  enumera   una amplía    serie de  bendiciones  que el pueblo  pide  a Dios  para el nuevo  rey. Estas  bendiciones   constituyen  el programa  ideal  del gobierno  del rey.  

 El estribillo: “Se postrarán  ante ti, Señor,  todos los reyes   de la tierra”  ilumina el significado de la Solemnidad de la Epifanía.  

La Epifanía del Señor es la fiesta de la Universalidad; los gentiles también están llamados. Los Magos vienen a adorar al Rey de Israel. En la Oración Colecta así lo recordamos: "Señor, tú que en este día revelaste a tu Hijo Unigénito a los pueblos  gentiles”. El Dios, creador del mundo, no es herencia de un solo pueblo, sino que es para todos los hombres. La revelación  no es ruptura, sino superación de la creación 

Segunda Lectura: De la Carta  de San Pablo a los Efesios, 3, 2-3a. 5-6        

            En las Fiestas de la Infancia de Jesús, la segunda lectura  tiene una importancia  muy grande, pues representa una visión desde la Resurrección, punto referencial desde el cual los evangelistas de la Infancia de Jesús parten para presentarnos  los acontecimientos de la Navidad.

 De verdad no se debe dejar de proclamar, pues su aportación es necesaria.

El capítulo 3 de la Carta a los Efesios  trata de cómo Pablo ha sido elegido para anunciar  los planes de Dios  en Cristo.

            La Liturgia  no hace uso de todo el capítulo, sino solamente de unos cuantos versículos.

            En estos  13 primeros versículos Pablo  se declara  apóstol  de los paganos, no piensa sólo  en un reparto  territorial, sino  que implica  un descubrimiento: que el  Mesías  esperado  por los judíos  vino también  para los paganos, no es monopolio de Israel. Este  es un  gran secreto  que Dios  tuvo  guardado  muchos siglos. Esta   es la gran  revelación  de la que  Pablo está  orgulloso   y que lo  espolea  en su  ministerio           

            El profundo  conocimiento  que Pablo  tiene del misterio  de Cristo  es que los gentiles  son participantes  de pleno derecho en la Iglesia.  

            El designio  salvador  de Dios, oculto  en tiempos pasados  y siempre  penetrado  de misterio, ha sido  ahora revelado en plenitud. Cristo  es el protagonista de esa revelación. Los demás   son mensajeros, misericordiosamente elegidos  para proclamar  esa buena  noticia  que lo es  absolutamente   para todos; porque todos los pueblos  han sido  llamados  a compartir   la misma   herencia en igualdad  de condiciones, están  llamados  a configurar  en igualdad  de condiciones, están  llamados  a configurar  el cuerpo  total de  Cristo, que es la Iglesia , y todos  participan  de la promesa  hecha  por Dios a  Abrahán. 

            Vamos a analizar  los versículos, que la Liturgia  proclama  en la Eucaristía de la Solemnidad de la  Epifanía.             

            2. Suponiendo  que habéis  oído  de la dispensación  de la gracia  de Dios, que me fue  dada. 

            Lit., “si en efecto  habéis  oído”. El autor  da por  sentado  que  cuanto  va  a dar decirles  acerca   del papel  de Pablo  en el anuncio  del plan de Dios  es algo que probablemente  ya saben  

            3. A vuestro   favor: que por   revelación  me fue  dado a conocer  el misterio, como antes    he escrito  brevemente. 

            Debemos distinguir: La existencia de un Misterio, que ha permanecido oculto; ahora ha sido revelado en su contenido  y existencia y una de las características de este contenido es la universalidad de la salvación para todos los hombres, aspecto hoy de una forma especial acentuado en esta Solemnidad.

            En el capítulo 1, 9  se  hace  referencia a la revelación  del misterio  de Cristo  El  nos  ha dado  a conocer  sus  planes  más secretos , los que  había  decidido  realizar  en Cristo”. 

            En el capítulo 2, 13-17 se presenta  parte  del contenido  de este Misterio revelado: “Mas ahora, en Cristo Jesús, vosotros, los que en otro tiempo estabais lejos, habéis llegado a estar cerca por la sangre de Cristo.

Porque él es nuestra paz: el que de los dos pueblos hizo uno, derribando el muro que los separaba, la enemistad,

anulando en su carne la Ley de los mandamientos con sus preceptos, para crear en sí mismo, de los dos, un solo  Hombre Nuevo, haciendo la paz, y  reconciliar con Dios a ambos en un solo Cuerpo, por medio de la cruz, dando en sí mismo muerte a la Enemistad.

Vino a anunciar la paz: = paz a vosotros que estabais lejos, y paz a los que estaban cerca.”  

            Insistimos una vez más: El Misterio abarca dos dimensiones: su contenido  y la universalidad del mismo. En esta  Solemnidad de la Epifanía  es el aspecto segundo  el más acentuado. 

                        5. Cristo, misterio  que en otras  generaciones  no fue  dado a conocer  a los hijos de los hombres, como ahora   ha sido   revelado  a sus santos   apóstoles  y profetas   en el Espíritu. 

            La carta a los Efesios  desea  recordar  el sólido  cimiento  sobre el que está  edificada   la Iglesia  y pone   de relieve  el papel  desempeñado  por los apóstoles y  profetas. 

            6. Que los  gentiles   son coherederos  con los judíos, miembros  de un mismo  cuerpo, y  copartícipes  de la misma promesa   en Cristo  Jesús.  

            Este versículo  es el más importante, el que hoy debemos celebrar y proclamar  para que todos se enteren.

            Solamente   insisto un poco en el significado de estas  palabras, que encierran un gran contenido  

            Coherederos ,co-miembros..., copartícipes: Tres nombres  compuestos  con el prefijo co, “ junto  con”, describen  la participación  de pleno  derecho  y en pie  de  igualdad, de los gentiles  junto con los judíos  en el único  cuerpo 

            La existencia de un solo Dios  exige, pues es parte de su misma constitución “esencial”  que sea para todos los hombres, no solo de un pueblo.  El AT debemos leerlo no como la historia de un pueblo elegido por Dios, sino la historia de un Dios que elige a un pueblo como punto referencial de toda la humanidad.

            Desde aquí podemos comprender el Evangelio de San Mateo, que narra la adoración de los Magos.  

            Evangelio: Mt 2, 1-12 

                        Vamos ahora a analizar  con algún detalle, no el hecho histórico, que nos narra Mateo, sino la teología que nos quiere trasmitir. Después de presentar  en el capítulo 1 a la persona  de Jesús, hijo de David  e hijo de Dios, expone en el capítulo  2 su misión  del salvación, ofrecida  a los paganos, a cuyos sabios  atrae a su luz. Mt  no está  interesado en los hechos  en sí mismos; su intención es aclararlos, resaltar su  significado; hay una finalidad   teológica  o catequética más que histórica.

 

            Hay que tener  en cuenta lo siguiente: la  creencia  popular de que cada persona está  representada  por una estrella, que aparece  en su nacimiento. Un  acontecimiento   importante  tenía que  ser señalado  de algún modo  en la marcha  de las estrellas. Si el Nacimiento de Jesús es algo muy interesante, con grandes repercusiones, debe estar acompañado  por este fenómeno astrológico.

            El texto evangélico no nos dice que fueran reyes. Esta creencia  surgió  posteriormente  bajo  la influencia  de algunos  pasajes   bíblicos: “ Que los  reyes de Tarsis   y de los pueblos lejanos  le traigan  presentes” ( Salmo  72, 10)

            En el siglo  V se concretó  su número  sobre  la base  de los dones  ofrecidos. En el siglo VIII  reciben los nombres  de Melchor, Gaspar  y Baltasar.

            También hay que tener presente lo siguiente: Mateo  insiste  en el hecho de que Jesús  nació  en Belén de Judá. El lugar de origen  definía  en cierto modo  a las personas. Mateo  quiere  aclarar que Jesús  ha nacido  en Belén, la patria de David. De este modo  muestra que Jesús   hereda  el honor acumulado  en la familia  davídica. Además Belén  era  el lugar  en el que, según  las Escrituras, debía nacer  el Mesías           

            “En cuanto  a ti, Belén Efrata, la más pequeña  entre las clanes de Judá, de ti sacaré al que  ha de ser  soberano de Israel” (Miqueas 5, 1) El evangelio no suena lo mismo: “Y tú, Belén, tierra  de Judá, no eres ni mucho menos  la última de las ciudades de Judá; pues de ti saldrá un jefe que será  el pastor de mi pueblo Israel”. Esta segunda parte está tomada del segundo libro de Samuel 5, 2 “El Señor  te ha dicho: Tú apacentarás  a mi pueblo; tú serás  el jefe de Israel” (Es una referencia a David  ungido  en Hebrón  rey de Israel)

 

            ¿Qué mensaje teológico nos quiere transmitir San Mateo con este relato?

 

Desea demostrar la realza del recién nacido: “¿Dónde  está el Rey de los judíos que ha nacido?  La universalidad de este reinado. San Lucas presenta al recién nacido a unos pobres pastores judíos; San Mateo a unos magos de Oriente. Este nacimiento es motivo de sobresalto para los suyos: Heredes, Jerusalén. Los gentiles se alegran con este nacimiento. Si la Navidad es la celebración del Nacimiento; Epifanía es la manifestación de este acontecimiento. La Universalidad está desarrollada en las tres lecturas.

            No pretendamos averiguar más cosas de este relato: no se trata de una narración histórica, sino de una enseñanza teológica.

            La Epifanía del Señor nos exige una respuesta adecuada. Los Misterios se celebran, se les acoge; pero se les deja actuar en nuestras vidas.

 

 En la segunda parte de la Oración Colecta, le pedimos al Señor:” Concédenos  a los que  ya te conocemos  por la fe poder contemplar un día, cara a cara, la hermosura infinita de tu gloria”. Todo conocimiento del Señor, toda aceptación de su Persona, conlleva un ir madurando sin parar, hasta llegar a ver al Señor en su totalidad. Quizá San Juan de la Cruz en la canción once del Cántico ha expresado magistralmente este anhelo: “¡Descubre tu presencia, /y máteme  tu vista y hermosura; /mira que la dolencia/ de amor, que no se  cura/ sino con la presencia  y la figura!”

 

Como conclusión hacemos presente la petición de la Oración después de la Comunión: “Que tu luz nos disponga y nos guíe siempre, para que contemplemos  con fe pura y vivamos con amor sincero el misterio del que hemos participado”