Fiesta: Bautismo del Señor
Autor: Padre Luis Rubio Remacha OCD  
 

 

 La Fiesta de hoy cierra  el ciclo de Navidad-Epifanía. Esta fiesta es como una epifanía, esto es, una manifestación de la divinidad de Jesús, realizada por la intervención directa del cielo. 

            El ciclo de Navidad-Epifanía, construido a imagen del ciclo de Pascua de Resurrección, su final es análogo. El ciclo de Pascua acaba con la fiesta de Pentecostés cuando los creyentes  reciben el don del Espíritu para la misión  y empieza la vida de la Iglesia; la fiesta del bautismo cierra el tiempo de Navidad y es el inicio  del ministerio público  de Jesús, su “Presentación en público”.              

            Este acontecimiento  es narrado por los cuatro evangelistas, forma parte, de acuerdo con la opinión  mayoritaria, de los datos  más seguros  acerca de la vida de Jesús. 

            La Fiesta del Bautismo de Jesús es reciente; la Reforma  del Concilio la instituyó.  

            Profundicemos en el significado teológico de este Hecho tan notorio. El Bautismo de Jesús  es como la investidura oficial de su misión de Salvador; el Padre y el Espíritu Santo garantizan su identidad de Hijo de Dios y  le presentan al mundo para que el mundo acoja su mensaje. Jesús no es un farsante, no es un cualquiera. Desde este momento  Jesús empieza a manifestarse públicamente como “Mesías y Señor”; esto es, inicia  la tarea que el Padre le confió. El Bautismo  representa para Jesús  la consagración a una misión concreta y específica.  

            La eucología de la Misa  así lo presenta: “Dios todopoderoso y eterno, que en el bautismo  de Cristo en el Jordán quisiste revelar solemnemente que El era tu Hijo amado  enviándole  tu Espíritu Santo” (Primera parte de la Oración Colecta).

 

Lo mismo dice la Oración de Ofrendas: "Recibe, Señor, los dones que te presentamos en este día en que manifestaste a tu Hijo".

 

            El Prefacio  desarrolla  más  en qué consiste   este acontecimiento, señalando  una dimensión  especial: la identidad  del Nuevo  bautismo.

 

            Presentemos  toda la riqueza de la Liturgia de la Palabra. Hemos elegido  como lectura primera y lectura segunda, las propuestas  como opcionales.  

                Primera Lectura: Is  40, 1-5.9-11 

            Los  versículos 1-11 son  como un prólogo  a todo el libro  del Segundo Isaías y anticipa  algunos de sus temas   dominantes: consolación, nuevo éxodo,  restauración.

            Los  primeros   versículos   dan una  de las pautas   o constantes  del libro, conocido  también  como “libro de la consolación”.

            El pueblo  está   todavía en el destierro, pero  se vislumbra  próxima   la caída  de Babilonia. El profeta  lo interpreta como el fin  del castigo, como la vuelta  de Dios. Se invita  a preparar  un camino  ( ¿para Dios o para  que regrese el pueblo?), porque   el Señor  ya   viene  ( Is 40, 9-11),  y el mensajero  ha de  anticipar  la noticia  en Jerusalén  y en Judá.            

                De estos  11 versículos  la Liturgia de la Palabra  no hace uso de tres: 6-8. Vamos a analizar  los versículos, que la Liturgia proclama.  

            Con  la presente  perícopa  se inicia  la obra  literaria   del Deuteroisaías, que abarca los cc.  40-55 del libro de Isaías.  

            El pueblo   de Dios   necesitaba ser consolado. Desde  que  Isaías   les hablara  duramente  anunciándoles  el castigo certero salpicado  de promesas  salvíficas habían pasado  más de dos siglos.

            Sin tierra, sin  templo, sin  rey  vivían  la humillante  situación  de emigrantes  forzosos  por tierras del rey de Babilonia.  

             1. Consolad, consolad a mi pueblo, dice  vuestro Dios 

Este doble   imperativo  es  el primero  de una larga  serie   que volverá   a aparecer  (51, 9.17). Todos estos    poemas   están   marcados  por un tono  de misericordia  unido  a un estilo  majestuoso.  

 

2. Hablad  al  corazón  de Jerusalén, gritadle   que  se ha cumplido  su servicio  y está pagado  su crimen, pues de la mano  del Señor  ha recibido  doble castigo por sus  pecados. 

                El oráculo  de Dios   ha de llegar  a l corazón  de la capital, figura    femenina,  como palabra  penetrante y amorosa.

            La figura   de Jerusalén  como esposa  del Señor  atraviesa  toda  la profecía  de  Isaías II, emergiendo  con perfil destacado  en diversos momentos. 

            La razón  del consuelo: ha terminado  ese vasallaje, especie  de servicio  militar.  También  está  pagado  el crimen,  que fue causa  de tal  vasallaje  forzado.  Incluso,  por la arrogancia  del enemigo, Israel  ha sufrido  más  de lo estrictamente   debido:   semejante sufrimiento  no quedará  sin recompensa. 

3. Una voz  grita: En el  desierto  preparad   un camino al Señor; allanad  en la estepa  una calzada para nuestro  Dios, 

            Alguien   lanza  un grito desde la asamblea  celeste, anunciando  que el Señor  mismo  se dispone  a dirigir   un nuevo éxodo  que saldrá  de Babilonia  y llegará  a Palestina  a través del desierto.  Nuevamente, los términos   son más teológicos  que geográficos.  Los días  de la alianza  con Moisés, días  de triunfo  y  seguridad, están  a punto   de actualizarse de nuevo. La amarga  purificación  no ha sido  más que una  preparación  para una  maravillosa   victoria divina.  

            En el  desierto   preparad  un camino.  Los  LXX, la Vg. y el NT: “Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor,  enderezad sus sendas,  (Mc 1,3 y  par.) dividen   la frase   de manera   distinta, leyendo   “una voz  grita   en el desierto

 En este   momento, el Dt-Is  introduce   una   de las  más ricas  expresiones   de la Biblia.  El “camino  es un estilo  de vida  para los hombres: “Deje el malo su camino,    el hombre inicuo sus pensamientos,   y vuélvase a Yahveh, que tendrá compasión de él,  a nuestro Dios, que será grande en perdonar”  (Is 55, 7)  y  para   Dios: “El es la Roca, su obra es consumada,    pues todos sus caminos son justicia. Es Dios de la lealtad, no de perfidia,   es justo y recto.”  (Dt 32,4).

Puede     haber dos caminos, del    bien   y del mal (1,6). Juan  el Bautista  anunciará  “ el camino  del Señor”  ( Mc1, 3),  y Jesús  afirma  que él es  el camino ( Jn  14,6). Por consiguiente  el cristianismo   es llamado, sin más  “el camino”             

4. que los valles  se levanten, que montes y  colinas  se abajen, que lo torcido  se enderece y lo escabroso  se nivele;  

5. y se  revelará  la gloria  del Señor  y la verán  todos los hombres juntos –ha hablado  la boca  del Señor- 

            La gloria   del Señor: La expresión  quiere significar    una manifestación  maravillosa  de la presencia    redentora de Dios: “Yo endureceré el corazón de Faraón, y os perseguirá; pero yo manifestaré mi gloria a costa de Faraón y de todo  su ejército, y sabrán los egipcios que yo soy Yahveh. Así lo hicieron.”  (Ex 14, 4)  

            La Biblia  emplea   esta frase  especialmente  para hablar  de la presencia  de Dios en el  templo: “La Nube cubrió entonces la Tienda del Encuentro y la gloria de Yahveh llenó la Morada.

Moisés no podía entrar en la Tienda del Encuentro, pues la Nube moraba sobre ella y la gloria de Yahveh llenaba la Morada.” (Ex 40, 34-35)

            “Toda  la humanidad” ( en hebreo, “toda  carne”) connota  la idea  de la impotencia  en contraste  con el carácter  extraordinario  de este don  inmerecido.  

            Los vv. 8-10  se desarrollan  en un  crescendo: “sube, grita, no temas” 

            9. Súbete  a un monte  elevado, heraldo  de Sión; alza  fuerte la voz , heraldo  de Jerusalén; álzala, no temas, di  a los ciudades  de Judá: “Aquí  está vuestro  Dios” 

10 Mirad, el Señor Dios llega  con poder,  y su brazo  manda. Mirad, viene   con él su  salario, y su  recompensa  lo precede. 

La Jerusalén gloriosa, festejada, cantada, no será   una ciudad debilitada por la sensualidad y la hipocresía, como lo era  la antigua  en tiempos  preexílicos; por el  contrario, es  aclamada  como casa  de Dios  sobre la tierra y centro  de redención  universal. El heraldo  de las alegres  noticias.

El  Dt-Is  ignora   la existencia  de unos  pretendientes  davídicos al trono y habla  únicamente  de un rey, que es Yahvé.  

11.  Como un pastor  que apacienta  el rebaño, su brazo  lo reúne, toma   en brazos  los corderos  y hace  recostar  a las madres.  

            En la  Escritura   se hace fácilmente  la transición  del “rey”  al “pastor”. Ambos   términos  pueden  ser sinónimos: “Ya de antes, cuando Saúl era nuestro rey, eras tú el que dirigías las entradas y salidas de Israel. Yahveh te ha dicho: Tú apacentarás a mi pueblo Israel, tú serás el caudillo de Israel.”  (2 Sm 5, 2)

            El profeta  revela   que Dios   es un rey-pastor que atrae y un  lleva  a su pueblo: “Oíd la palabra de Yahveh, naciones,  y anunciad por las islas a lo lejos,  y decid: El que dispersó a Israel le reunirá   y le guardará cual un pastor su hato.”  (Jr. 31. 10)

                Quizá resultará extraña la elección de esta perícopa para la Fiesta del Bautismo de Jesús; pero en el fondo, no parece no acertada, sino muy bien traída.

            ¿Quién es Jesús?; lo escucharemos en el Evangelio; de aquí la importancia del Bautismo de Jesús  

            Acertado el salmo responsorial: salmo 103. Este impresionante   himno   es un   grandioso  fresco  de la creación , en cuya   bondad  y belleza  se recrean, por una parte  el propio  Dios, su autor y por otra  los ojos contemplativos  del poeta  que  aspira a plasmar  esa bondad   y belleza  en un poema  agradable a su Dios.

            Ante esta  realidad  surge la invitación al alma, a toda la creación: “Bendice, alma mía, al Señor: ¡Dios mío, qué grande  eres!”

            Segunda Lectura: Tt, 2, 11-14; 3, 4-7 

En este ciclo C la lectura segunda de la Eucaristía  puede ser ésta  y no la de los Hechos de los Apóstoles 10, 34-38. Creo que es muy conveniente  tomar esta segunda opción, pues así queda enriquecido  e iluminado  el Bautismo de Jesús en doble dimensión: Quién es Jesús  y que significa  nuestro Bautismo.  

Esta perícopa  de desdobla  en dos: 2, 11-14, texto leído en la Misa del Gallo  y los  vv. 4-7 del capítulo  3.

Diremos que ambos textos son complementarios, son como  dos  síntesis doctrinales, acentuando el segundo texto el valor del  bautismo.  

Analicemos  rápidamente  el primer texto, leído, como decíamos, en la Misa de Medianoche de la Solemnidad de Navidad.  

Los vv. 11-14 del capítulo  2 constituyen  el corazón  de la carta. Tal  vez  se trate  de una especie  de profesión  de fe  enraizada  en la tradicional  catequesis  bautismal. El cristiano , que se mueve  entre las dos venidas de Cristo, tiene  que practicar  las virtudes  humanas-moderación, justicia, religiosidad- pero   sobre todo  tiene  que estar  anclado  en la  esperanza  que se encierra  en Jesucristo, Dios  y Salvador.  

Casi resumo lo dicho acerca de este texto en la  homilía de la Noche de Navidad.  

11. Porque  se ha  manifestado  la gracia  de Dios, que trae  la salvación  para todos los hombres           

            Se  personifica  un atributo divino  abstracto, el “favor” o “gracia” de Dios. En otros lugares  de las pastorales  es siempre  Cristo   quien se  manifiesta: “Aguardando  la feliz esperanza y la Manifestación de la gloria del gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo” (2, 13). Cristo es la realización  histórica  de la “gracia salvadora de Dios”. Este  don salvífico  no es sólo  para algunos, sino  para “todos los hombres” 

12. Ella  nos enseña  a renunciar  a la vida  sin religión  y a los  deseos  del mundo, para que vivamos  en el tiempo  presente con moderación, justicia  y religiosidad,                       

            Dios  da al creyente  lo que  tan valorado  era  en la sociedad  grecorromana, una  verdadera  educación. Esta  se opone  a la “impiedad”, el vicio  contrario a la piedad-lealtad-dedicación. Estimula   a vivir   una vida   plenamente  virtuosa. Estas tres virtudes  cardinales (sensatez, justicia y piedad)  equivalen a las tres virtudes  en general.

            13 Aguardando  la feliz  esperanza: la manifestación  gloriosa  de nuestro   gran Dios  y Salvador Jesucristo 

            Este versículo  es una  elocuente   expresión  de la fe de Pablo en la divinidad de Cristo.

            Las Pastorales   ven  a Cristo  como subordinado a Dios, pero  le otorgan , en cuanto  manifestación  divina  pasada y todavía  venidera, los mismos  títulos  que a Dios. En este caso  recibe  el nombre  mismo de Dios.

            14 El cual  se entregó a sí mismo  por nosotros  para redimirnos  de todo  pecado  y purificarnos, a fin de que seamos  su pueblo  escogido, siempre  deseoso  de practicar  el bien.

            Las promesas  bíblicas  hechas por Dios: “Los salvaré de las infidelidades  por las que pecaron, los purificaré, y serán mi pueblo y yo seré su Dios”  (Ez 37, 23);  

Ahora, pues, si de veras escucháis mi voz y guardáis mi alianza, vosotros seréis mi propiedad personal entre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra”  (Ex 19, 5)  se cumplen   mediante  la entrega  que Cristo  hizo  de sí mismo.  

            Ahora analizamos los vv. 3-7 del capítulo  3

 

            Los vv. 11-14 del capítulo 2 eran como una primera síntesis doctrinal; éstos, que presentamos,  son como una segunda síntesis doctrinal, con algo de himno.

            Estos   versos    son  un precioso  canto al amor   salvífico  y liberador  de Dios  por medio de Jesucristo. La bondad   liberadora  de Dios por  Cristo se manifiesta  de manera  plástica  en el rito del bautismo al que se da el apelativo  de  regenerador , porque  es el momento  en que  somos  engendrados  a una  nueva vida. Pero lo importante  no es el rito, sino  la renovación  interior  que produce  la acción de la Trinidad  divina, junto  con la  herencia  de la vida  eterna  como consecuencia  de tal acción renovadora.

            4. Pero  ahora  ha aparecido  la bondad  de Dios, nuestro Salvador, y su amor a los hombres. 

            Como en 2, 11, las manifestaciones  de Dios  se personifican  y vinculan  con la venida  de Cristo  mediante  el lenguaje  de “aparición” 

            De la “bondad”  de Dios   hablan varios salmos; ya a Moisés  le reveló Dios su Bondad: “El le contestó: «Yo haré pasar ante tu vista toda mi bondad y pronunciaré delante de ti el nombre de Yahveh; pues hago gracia a quien hago gracia y tengo misericordia con quien tengo misericordia.»” (Ex 33, 19). Ahora  esa bondad  se ha manifestado  definitivamente  en Cristo.           

            En el v. 11  era Dios como gracia; ahora Dios como Bondad. La Gracia y la Bondad de Dios son atributos  divinos; aquí adquieren  como una expresión especial: son su mismidad. 

            5. El nos  salvó, no por  nuestras  buenas  obras, sino  en virtud  de su misericordia, por medio del bautismo regenerador  y la renovación  del Espíritu Santo.           

Sin  méritos   nuestros: es la doctrina  básica  de Pablo (Gal y Rom). Creo que es mejor acentuar  la enseñanza acerca del Bautismo, pues esta lectura ha sido elegida precisamente para esta Fiesta.

El bautismo  produce  una nueva  vida, una “regeneración”,  a  través  del agua   y el Espíritu  Santo. 

En dos  palabras  se condensan   las dos virtualidades  del bautismo: baño  de purificación, que nos perdona  el pecadopara santificarla, purificándola mediante el baño del agua, en virtud de la palabra,”  ( Ef  5, 26); y un nuevo nacimiento:  Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo quien, por su gran misericordia, mediante la Resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha reengendrado a una esperanza viva” ( 1 Pe 1, 3),  del que es equivalente la renovación  por el Espíritu; “ Crea en mí, oh Dios, un corazón  limpio, renueva  dentro de mí  un espíritu  firme” ( Sal 51, 12)                                                           

6. Que  derramó  abundantemente  sobre  nosotros por  Jesucristo  nuestro Salvador. 

El don del Espíritu: anunciado  por Jl 3, 1 “Sucederá después de esto que yo derramaré mi Espíritu en toda carne. Vuestros  hijos y vuestras hijas profetizarán,  vuestros ancianos soñarán sueños,   y vuestros jóvenes verán visiones” cumplido  en Pentecostés: “quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía  expresarse”  (Hch  2, 4)

Y  la esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado” (Rom. 5, 5)  

No olvidemos que estamos en una carta  pastoral a Tito, Pablo le recuerda lo que ya ha dicho en otras ocasiones; ahora no solamente  no debe olvidarlo, sino darlo a conocer.

Creo que es un texto bello para esta Fiesta del  Bautismo de Jesús.  

7. De este modo, salvados  por su gracia, Dios nos  hace  herederos  conforme a la esperanza  que tenemos  de heredar  la vida  eterna.  

 Estamos  absueltos    o hechos    justos  por el  indulto  o gracia  de Dios  ( Rom  3, 24);  y así  herederos   en esperanza   ( Mt  19, 24).  De modo que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero por voluntad de Dios.” (Gál  4, 7)  

Evangelio: Lc 3, 15-16.21-22 

El texto  que comentamos   está formado  por dos   relatos diferentes: a) el primero  ( 3, 15-16)  precisa   la diferencia   que existe entre el bautismo  de Juan   ( con agua)  y el bautismo  de Cristo ( en el Espíritu). b) El segundo  (3, 21-22)  desvela  toda  la profundidad   del bautismo  de Jesús  tal como  se vive dentro  de la Iglesia.  

15. En aquel  tiempo,  el pueblo  estaba  en  expectación, y todos   se preguntaban  si no   sería Juan  el Mesías; 

Lucas   presenta ahora la predicación mesiánica  del Bautista. Pero, en primer  lugar, con un  versículo  que le es  exclusivo, describe  el ambiente  psicológico:  “ El pueblo  andaba  haciendo suposiciones” 

16. El tomó  la palabra y dijo  a todos: “ Yo os  bautizo con agua; pero  viene  el que puede más que yo , y no  merezco  desatarle  la correa  de sus sandalias. El  os bautizará  con Espíritu  y fuego

Juan niega que él sea el Mesías y, al mismo tiempo, insiste  en que  su función, incluso  como administrador  de un bautismo, está  subordinada  a la misión de Jesús.  

Vamos a intentar  explicar qué significa  bautizar  con el Espíritu Santo o en el Espíritu Santo.

Bautizará  con el  Espíritu Santo: La Escritura   atribuye  frecuentemente  la realización  mesiánica  al Espíritu: “Derramaré agua sobre el sediento suelo,    raudales sobre la tierra seca. Derramaré mi espíritu sobre tu linaje,  mi bendición sobre cuanto de ti nazca”  (Is 44,3). A lo largo  de la Biblia, numerosas  realizaciones  extraordinarias  revelan   la presencia  del Espíritu de Dios: creación  ( Gn 1, 2); guerreros  ( Jue 3,10); ministerios especiales ( Gn  41, 38-40); Siervo de  Yahvé ( Is  42, 1); rey mesiánico  ( Is 11, 1ss)  

El bautismo  de Jesús  va a  conferir  el Espíritu  a los que entren  por el camino  del arrepentimiento, pero  derramará  el fuego  de la condena  sobre  los que no acepten  la conversión 

El bautismo   de Jesús   va a  conferir  el   fuego  del Espíritu  Santo; es decir, la efusión  del Espíritu  del Señor  será  como una  llama  que  llenará  de gracia  el corazón de todos los  hombres             

Bautizará   con fuego: En la  Escritura, el fuego  indica  muy  frecuentemente  la presencia  de Dios salvador. El fuego  ocupa  un puesto  destacado  en los actos litúrgicos en que el hombre  entra en  contacto  con su  salvador: “los hijos de Aarón, los sacerdotes, pondrán fuego sobre el altar y colocarán leña sobre el fuego”  ( Lv  1, 7). En las  grandes  teofanías, Dios aparece  rodeado  de fuego: ( Gn  15, 17); Dios viene  en fuego  para juzgar, es decir,  para cumplir   sus promesas  a los  elegidos  y suprimir  el mal  en medio de ellos. 

            La segunda parte  de esta perícopa  es la siguiente: ¿Qué sucedió  en el Bautismo de Jesús?             

21. En un  bautismo  general, Jesús   también  se bautizo.  Y,  mientras  oraba, se abrió  el cielo. 

Mediante   el bautismo  administrado  por Juan, los hombres han sido conducidos  hasta el momento  final  de la salvación  del mundo; ya están  preparados  para convertirse  en el pueblo  mesiánico  y escatológico  de Dios.

            Lucas centra la atención  en la teofanía  más que en el bautismo,  y es el único  en consignar  que Jesús  “está  en oración”. El tema de la oración de Jesús  está muy acentuado en el tercer Evangelio.  

            Se abrió el  cielo: En  la literatura  apocalíptica, esta  imagen  implica   con frecuencia una visión  de secretos  celestes: “El año treinta, el día cinco el cuarto mes, encontrándome yo entre los deportados, a orillas del río Kebar, se abrió el cielo y contemplé visiones divinas” ( Ez 1, 1). La influencia  más fuerte  sobre  este pasaje  procede  de Is 63, 19: “ Hace  tiempo que  no nos gobiernas,  y que tu  nombre no se invoca  sobre nosotros. ¡Ojalá  rasgases el cielo  y bajases; los montes  se derretirían  ante ti!” 

El bautismo  de Jesús, por consiguiente, es la respuesta  a esta plegaria: inicia  la creación  de una comunidad que avanza  hacia  la nueva  y más gozosa  tierra  prometida. El bautismo  de Jesús, sin embargo, es  más que  una promesa que se cumplirá  en Pentecostés, cuando los cielos  se abran  de nuevo   y el Espíritu  descienda  sobre la comunidad. (Act.  2).            

            22 .Bajó  el  Espíritu  Santo sobre él en forma  de paloma, y vino una voz  del cielo: “Tú eres  mi Hijo, el amado; en ti me he  complacido” 

El Espíritu  Santo: El   don mesiánico   que será  otorgado  a la Iglesia  en Pentecostés 

“El Espíritu del Señor sobre mí,  porque me ha ungido  para anunciar a los pobres la Buena Nueva,  me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos  y la vista a los ciegos,  para dar la libertad a los oprimidos” (Lc  4, 18; Is 61, 1).  

El descenso  del Espíritu  sobre Jesús  marca  seguramente, para Lucas, su investidura  profética. Remitiendo  con toda   evidencia  al  episodio  del bautismo, Pedro  en Hch 10, 38 afirma que  “ Dios  ungió  con el Espíritu  Santo  y con poder  a Jesús  de Nazaret”.

Is  11, 1-9  enseña fundamentalmente  que el Mesías  davídico  estará  revestido  por el Espíritu  profético  

En figura  corporal (en forma visible). El relato  de Lucas   es el único  que añade  este detalles descriptivo; ni se hace eco de él  el Leccionario, pero sí las Biblias. Pretende  dar la idea  de verdadera  presencia  del Espíritu  en Jesús. El  detalle  cuada perfectamente  con la mayor   insistencia  en el tema  del Espíritu, que caracteriza  la obra lucana con respecto  a la de los  demás  evangelistas    sinópticos.  

La comparación   de la bajada  del Espíritu  Santo  con “una paloma”   es común  a todos  los evangelistas. El significado    exacto  de la paloma  ha sido objeto  de innumerables  discusiones.  

La paloma   representa  al nuevo   pueblo de Israel, la comunidad escatológica. Las más antiguas   tradiciones  hacen esta comparación: “azorados vendrán de Egipto, como un pájaro,   como paloma desde el país de Asiria;  y yo les asentaré en sus casas - oráculo de Yahveh -.”  (Oseas 11, 11)

            Algunos  explican la paloma como símbolo  del Espíritu Santo, pero este  simbolismo no se halla   explícito  en la Biblia, sino  que aparece  únicamente en la  literatura  rabínica. Creo que esto es suficiente  para darnos cuenta  de este simbolismo. 

            Mientras  salía  una voz  del cielo:   Expresión  corriente  en la Biblia, que aparece  con distintas  variantes  para indicar  que un mensaje  o una  acción  expresa los designios  o mandatos  de Dios: “Dijo Yahveh a Moisés: «Mira: Voy a presentarme a ti en una densa nube para que el pueblo me oiga hablar contigo, y así te dé crédito para siempre.» Y Moisés refirió a Yahveh las palabras del pueblo” (Ex 19, 9)  

            Tú eres  mi Hijo, el amado; en ti me he  complacido”. De acuerdo  con la lectura  preferida, la voz  del cielo  proclama sobre  Jesús  lo que  en otros  tiempos   fuera anunciado  acerca  del  Siervo de Yahvé  en Is 42, 1: “He aquí mi siervo a quien yo sostengo,  mi elegido en quien se complace mi alma.  He puesto mi espíritu sobre él:          dictará ley a las naciones”

            El primer  cántico  del Siervo ( Is 42, 1-4)   nos hace posible  entender  el bautismo  de Jesús  como una solemne investidura  de la misión  profética  para instaurar  la justicia  ( es decir, el cumplimiento  de las promesas  divinas)  en toda  la tierra.

            “Mi hijo” es una  sustitución  intencionada, por parte del NT, del hebreo ‘ebed’ (siervo)  y  del pais (muchacho= siervo)  de los LXX. La expresión  mi hijo”  en Lc  equivale  a una  confesión  de la divinidad  de Jesús.  

            El bautismo   de Juan  se mueve  en la línea  de los ritos  de purificación  del judaísmo  de aquel tiempo: invita a  los hombres  a la renovación  total de su  existencia  y les mantiene  en la esperanza  del juicio,  representado  en la   irrupción   recreadora    del Espíritu.  

Toda  la realidad  del bautismo  que Jesús  ofrece   a los hombres  se encuentra   contenida  en un modo  ejemplar  y supremo  en su propio  bautismo.

El Bautismo  constituye   antes  que nada una revelación  o epifanía  de Dios  en Jesucristo. Jesús  se manifiesta   desde entonces  como el “Hijo”.

Dios  es desde  ahora  aquel  que se ha  venido  a manifestar  en Jesús  como su  “ hijo”. Dios adopta  a Jesús, como   adoptaba  a les reyes  de Israel en el momento  de su coronación,    constituyéndoles   representantes   suyos   ante el mundo. Los reyes  recibían  su función  al ser  ungidos   con aceite. Jesús, al recibir  toda  la fuerza  de Dios, que es  el Espíritu; por eso   se le llama  ungido.  

            El Bautismo de Jesús  repercute en nosotros, nos toca a nosotros, ilustra e ilumina  nuestro bautismo: “Concede a tus hijos de adopción, renacidos  del agua y del Espíritu Santo, perseverar siempre en tu benevolencia “(Segunda parte de la Oración Colecta).

La Liturgia de hoy recomendaba  la celebración del algún bautismo allí donde fuera posible. Nosotros mediante nuestro bautismo nos hacemos hijos de Dios por participación. Jesús ya es Hijo de Dios antes del bautismo, éste lo declara, lo anuncia.  

            Jesús  empieza a predicar la Buena Noticia; nosotros debemos escucharle:” Te pedimos, Señor, humildemente que escuchemos con fe la palabra de tu Hijo para que  podamos llamarnos, y ser  en verdad, hijos tuyos”. (Oración después de la Comunión).  

            Es evidente  que el bautismo de Jesús fue visto por la primitiva comunidad cristiana como modelo  y prototipo  del bautismo  de aquellos que entran a formar parte de la Iglesia.  

            En el Bautismo cristiano el poder de purificación no está en el agua, sino en el Espíritu. En el rito bautismal  de otras religiones el agua tiene una importancia  capital, los textos  evangélicos  insisten más en la idea de que el bautismo es, en primer lugar, cosa del Espíritu Santo. Sin la acción del Espíritu  el agua es  inútil. Es el Espíritu el que renueva al hombre interiormente.

            La Fiesta del Bautismo del Señor sobresale  por su  hondura teológica. Lo mismo que Pentecostés es el final de la cincuentena  Pascual; así esta fiesta del Señor es el término de una etapa: Navidad-Epifanía  y comienzo de otra: La vida pública de Jesús de Nazaret.