IV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C
Autor: Padre Luis Rubio Remacha OCD  
 

 

El Domingo III era la presentación de Jesús como el Ungido de Dios, que venía a predicar un mensaje de Salvación, de libertad. En este Domingo IV también es presentado Jesús; pero en su aspecto kenótico (no comprendido, bloqueado). Lo sucedido en la Sinagoga  de Nazaret (evangelios del domingo anterior y éste) es un acontecimiento paradigmático de lo que será la Vida de Jesús: Aceptación por parte de unos y rechazo por parte de otros.

            Primera lectura: Del libro de Jeremías, 1, 4-5.17-19

            Encontramos unos rasgos, que se darán también en la vida de Jesús. El profeta se siente elegido por el Señor para una misión; esta misión exige una actitud valiente; pero siempre con la certeza de que Yahveh estará con él. “Antes de formarte en el vientre  te escogí, antes  de que salieras del seno materno, te consagré; te nombré  profeta de los gentiles” (vv.1-2). El profeta no solo debe ser valiente, sino hacer el valiente, demostrarlo:” Tú cíñete los lomos, ponte en pie y diles lo que  yo te mando. No  les tengas miedo, que si no, yo te  meteré  miedo de ellos” (v. 17). La vocación del profeta no es la adulación, sino la verdad. La situación histórica de Jeremías no era muy propicia para decir cosas bonitas, sino exponer la realidad, aunque resulte cruda. Ya decía Séneca:” Prefiero  molestar con la verdad que complacer con adulaciones”.

            El profeta siente muchas veces su debilidad; pero alguien le hace fuerte hasta llevar a término todo lo propuesto.” Mira: yo te  convierto  hoy en plaza  fuerte, en columna  de hierro, en muralla de bronce, frente a todo el país... Lucharán  contra ti, pero  no te podrán, porque yo estoy  contigo para librarte” (vv. 18-19).

            El profeta siente en su vida la cercanía de Dios, su protección; sin esta experiencia la vocación profética no tiene consistencia: “ A ti, Señor, me acojo: no quede yo derrotado para siempre; tú que eres  justo, líbrame y ponme  a salvo, inclina  a mí tu oído, y sálvame” ( vv.1-2). El imperativo  de profetizar; a veces le viene de fuera, como una carga pesada, de la cual quiere huir; otras veces  es una exigencia interior, un convencimiento, un impulso; no poner en práctica esto  no está en sus manos                                    .

            Los  vv.1-10 presentan la vocación  de Jeremías; de estos versículos solamente la Liturgia hace uso de dos: 4-5.            

             4. El  Señor  me hablo así.

5. Antes de formarte  en el vientre  te conocí; antes que salieras  del seno  te consagré, te constituí  profeta  de las naciones. 

            Yo  te formé: El verbo  yasar se refiere   primariamente  al modelado  de la alfarería. Este verbo adquirió  el significado técnico de “crear”

            En el   vientre: Desde Jeremías   se hizo  común la idea  de que es Dios  mismo quien  forma  la criatura  en el vientre  materno. La   idea  es que Dios   conoce  al hombre  y es  su  único  dueño  desde el primer   momento  de su existencia.

            Te conocí: El verbo  yada no expresa únicamente  un conocimiento   intelectual; implica  también  un acto  de la voluntad   y de la sensibilidad. Te  consagré: El verbo  qadas puede  traducirse  también  por “santificar” o “dedicar”. Su  significado  básico  se refiere   al acto  de separar  una cosa   o una persona  para que  en adelante  sirva  únicamente  a Dios. Jeremías  ha sido  separado  por Dios  con  vistas  a una misión  profética  especial.

            A las naciones: También   los anteriores   profetas  se habían  preocupado  de las naciones vecinas  por dos  principales   motivos: la historia   del pueblo  elegido  se había  visto  frecuentemente   mezclada  con la  de todo  el Próximo  Oriente. En segundo lugar, los profetas  tenían  un agudo   sentido  de la potestad  soberana  de Yahvé  sobre todo  el universo, como Dios   de toda la historia.                                                

17. Pero tú, cíñete  la cintura, levántate y diles todo lo que  yo  te mande. No les  tengas  miedo, no  sea que  yo te haga  temblar  ante ellos. 

El que  viste larga  túnica   flotante  ha de ceñirse  para viajar   o trabajar, y el mensajero  es viajero  de Dios ( como Elías , 2  Re 1, 8, o Juan   Bautista, Mt  3, 4). No sólo: el mensajero de una palabra   exigente  desencadena  el drama, la persecución, el combate; también para el combate hay que ceñirse  (Job 40, 7). Cuando asedia  fuera  la persecución, surgen  dentro  los miedos  que esclavizan  y paralizan.

El profeta   ha de superarlos  confiando  en la promesa  de Dios, que promete su alianza   inquebrantable, no una paz cómoda. Si el profeta  falla  en esa confianza, quedará  invadido   de miedos  que se multiplican, como si Dios   mismo  los atizase. Una alianza  de personas  influyentes se alzará  contra el profeta  indefenso: quede   bien claro  desde  el momento de la  vocación 

18. Yo te  constituyo  hoy  en plaza  fuerte, en columna  de hierro y muralla  de  bronce  frente  a todo  el país:  frente a los reyes  de Judá  y sus príncipes, frente a los sacerdotes  y los   terratenientes 

Las  tres  comparaciones, ciudad-muralla-columna, son   expresivas: el profeta  será  una  fortaleza  inconquistable, una muralla insuperable, una columna  inamovible, tendrá  un carácter férreo. ¿Cómo  se  realizará  todo esto? El decurso  del libro   sólo puede  darnos   una respuesta  paradójica.  Caerá la ciudad  capital, abrirán  brecha  en sus murallas, derribarán  sus columnas; el profeta  resistirá, ¿cómo?  

19. Ellos lucharán  contra ti, pero  no te  podrán, porque  yo estoy  contigo para librarte. Oráculo  del Señor.            

            “Yo estaré   contigo  para salvarte” ¡Qué   hermosa  experiencia   de la intimidad  y presencia  de lo divino  en lo humano! ¡Qué difícil  resulta  actuar  como hombre  en las cosas de Dios! 

            Resumiendo: Lectura  acertada en su elección, pues simboliza o preanuncia el evangelio; lectura  también importante por su contenido, de tal manera que se puede proclamar  sin tener presente el Evangelio del día, pues su mensaje  es cualificado. 

             Muy expresivo el estribillo del salmo responsorial: “Mi boca   contará  tu salvación, Señor”. Este  versículo lo ponemos en labios de Jeremías, en labios de Jesús. Se trata de un anciano  enfermo  y acosado  por los enemigos; pero se dirige  a Dios  n una oración  confiada, apoyándose  en la fuerza salvadora  de su Dios  y recordando  su vida entera  de fidelidad. 

            Segunda Lectura: 1 Cor  12, 31-13, 13 

            Este es uno de los textos  más sublimes  de toda la Biblia. Alguien  ha llamado  a esta singular   página   paulina  el  Cantar de los Cantares de la   Nueva Alianza. También  se  la conoce  habitualmente  con el título  de “Himno al amor”, especialmente por su contenido           

             Nadie   pone   en duda  que el mensaje  central  del capítulo  va más  allá  de toda  circunstancia  coyuntural  y es válido  para todo  tiempo  y situación; pero  de hecho  cada línea, cada afirmación  del  mismo  están orientadas  a iluminar  a los corintios  sobre  el tema   de los carismas

            Pablo  quiere decirles   sin medias   palabras, de manera  clara  y contundente, que sólo  hay  un carisma   absoluto: el amor. Tan absoluto, que  hablando  con propiedad  ni siquiera  se le puede  denominar  “carisma”.  

 31. En todo caso, aspirad  a los carismas    más valiosos. Pero  aún, os voy  a mostrar  un camino  que los supera  a todos. 

Los dones   “más   altos” son aquellos  que contribuyen  en  mayor  medida  al bien de la comunidad. El más importante  de todos ellos  es la caridad.  

Presentamos  el Himno  del amor: 13, 1-13.  

 El himno del  amor, es en sí   unitario  y construido con arte, está  claramente  articulado  en tres partes ya por la forma  ya por el contenido. Los vv. 1-3 indican la nulidad de los carismas sin el amor; loa vv. 4-7  expresan   la naturaleza   y la acción del amor. Los vv. 8-13  su inmortalidad.  

            En todo  el himno  el nombre de Cristo  no se menciona directamente, pero el amor  del cual habla  San Pablo  es el amor  de Dios, que se ha hecho operante en  nuestro mundo   mediante  el sacrificio  de Cristo  por los hombres. Ello es el fruto  fundamental  del Espíritu, sin el cual  también   los carismas  más altos  no  tienen ningún valor.  

1. Aunque hablara  las lenguas  de los hombres y de los ángeles, si no tengo  amor, soy  como campana  que suena  o címbalo que   retiñe. 

            2. Y aunque  tuviera  el don  de hablar  en nombre  de Dios  y conociera  todos los misterios  y toda la ciencia;  y aunque mi fe   fuese  tan grande  como para  trasladar  montañas, si no tengo  amor, nada  soy.  

            Pablo  al comienzo  presenta   el hablar lenguas, muy apreciado por los Corintios. Las lenguas  de los hombres  son inferiores  al incomprensible  hablar  las lenguas,  caracterizado  como “lenguaje   celeste”, en cuanto lenguaje de los ángeles.  Pablo   alude    aquí a  instrumentos  que se usaban en los  cultos mistéricos.

            Pablo menciona  el don del discurso profético. El profeta  habla  sobre la base  de una revelación  divina, que le concede   ver  el contenido salvífico  de Dios  y le da instrucciones de iluminar   la situación del camino de la comunidad. Pablo  piensa   aquí  en una  grandísima   sabiduría y conocimiento  profético  y la relaciona  con el don  extraordinario  de la fe  que hace milagros. El más  grande profeta  y taumaturgo   no sería nada  si le falta el amor.           

            Pablo  pasa de los dones  extraordinarios  del Espíritu  a  comportamientos   éticos   extraordinarios 

3. Y aunque  repartiera  todos mis   bienes   a los pobres y entregara  mi cuerpo a  las llamas, si no tengo  amor, de nada  me sirve. 

            Amor: Se trata   de un amor  sobrenatural  que la teología  denomina  virtud  de la caridad.

            Evidentemente el amor  del que  aquí  habla   san Pablo  no es el amor  pagano- el eros  o la filía- con su carga  de instintos carnales  y de intereses  materiales . Es el amor   cristiano- el agape- que ha sido  derramado  por el Espíritu  en nuestros corazones: “...porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado” (Rom 5, 5). Un amor  que se dirige  conjuntamente   a Dios  y al hombre, nuestro hermano.              

            Sin amor  hasta  las mejores  cosas  se reducen  a la nada (1 Cor  13, 1-3). Ni los carismas  más apreciados, ni el  conocimiento más  sublime, ni  la fe más acendrada, ni la  limosna  más generosa, valen algo  desconectados  del amor. En todas  estas situaciones, incluso  en la de la fe, por asombroso  que parezca, el hombre  puede buscarse  a sí mismo  y estar  fuera   de la órbita  del Señor: “Muchos me dirán aquel Día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?

Y entonces les declararé: ¡Jamás os conocí; = apartaos de mí, agentes de iniquidad!” (Mt  7, 22-23).  

            13, 4-7: El amor   es el manantial  de todos los bienes. En esta segunda  estrofa  enumera  san Pablo  quince  características   o cualidades  del verdadero  amor  al que presenta  literariamente   personificado  de manera  semejante a como se  personifica  a la sabiduría  en los pasajes   del Antiguo  Testamento. Siete   de estas cualidades   se formulan   positivamente  y otras  ocho  de forma   negativa.

            4. El amor   es paciente  y bondadoso; no tiene  envidia, ni  orgullo, ni jactancia.

            “El amor   es longánime” no abandona   después del primer  fracaso. En el Nuevo Testamento, junto  a la longanimidad  se cita la  bondad. Pablo dirá que benévolo es el amor. Una postura   amigable  y benévola  hacia  los hombres  corresponde  a la  amistad  y bondad de Dios manifestada  en Jesucristo 

            5.  No es   grosero, ni egoísta; no  se  irrita ni lleva cuentas   del mal;

6.  No se alegra  de la injusticia, sino que  encuentra  su alegría   en la verdad 

            . Después  de estas frases    positivas  comienzan   las definiciones  negativas. “El amor no se excita”, no rompe  la comunión  por fanatismo  y egoísmo  de grupo. “El amor no se jacta”. El vanaglorioso hace  creer  a los otros  con bellas  palabras  cualquier cosa  que en realidad   no es él, mientras  el amor   es todo  para el otro. “El amor no se hincha”. Entre los pneumáticos de Corinto  se daba el jactarse   y el hincharse. El apóstol  critica  la ambición de la sabiduría  y la vanagloria   espiritual  de los corintios. El “amor no falta el respeto”. “El amor “no busca  lo propio”, no piensa en la propia ventaja, sino que busca  el bien   y la salvación  de los otros. El amor  “no se irrita”. “El amor  no tiene en cuenta  el mal”. El amor “no se goza  con la injusticia, sino que se complace  en la verdad” y ésta   está  con los que la practican.             

  1. Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo aguanta.

El  v. 7  en el que el  término “todo”  se repite cuatro veces, recapitula   y concluye   la parte  central  del himno.  

“El amor  cubre   también los muchos pecados”, esto se realiza  mediante el perdón  que viene  del amor  de Dios, haciendo posible   un nuevo inicio. El amor  “cree   todo”, esto no quiere decir  una acrítica   credulidad,   según el concepto  hebraico  de la fe, sino  una fuerza que mantiene   la confianza  en el otro  más allá  de sus faltas. El amor  “Espera todo”; no se dirige   en primer lugar al pasado, sino que mediante la nueva creación  en Cristo, se orienta   hacia el futuro. El amor   “lo soporta todo”; tiene  la paciente estabilidad  y la fortaleza  de quien se siente   sostenido por Dios; no es la resignación  del débil  que se adapta  a todos y a todo.  

            Versículos: 13, 8-13: La inmortalidad  del amor:  

8. El amor no pasa jamás. Desaparecerá  el don  de hablar  en nombre  de Dios, cesará  el don  de expresarse  en un lenguaje  misterioso, y  desaparecerá  también  el don  del conocimiento.

            La función  de estos tres carismas  tiene lugar  en el tiempo histórico de la Iglesia. Lo que es limitado históricamente   dejará  su puesto  a lo que  es perfecto. Los carismas son   manifestaciones   temporales  del Espíritu Santo; el amor, el “vínculo de la perfección” (Col  3, 14)  permanecerá   en el tiempo  del ver cara a cara.  

            9. Porque ahora    nuestro  saber  es imperfecto, como  es imperfecto  nuestra capacidad  de hablar  en nombre  de Dios.

10. Pero  cuando venga  lo perfecto, desaparecerá  lo imperfecto.

11. Cuando    yo era niño, hablaba  como niño, razonaba  como niño; al   hacerme  hombre, he dejado  las cosas  de niño. 

El ahora  es sinónimo de lo imperfecto, de lo inmaduro; el entonces (el Eschaton) es lo perfecto, lo maduro, lo definitivo.  

12. Ahora  vemos  por medio  de un espejo y oscuramente; entonces  veremos  cara a cara. Ahora  conozco  imperfectamente, entonces  conoceré  como  Dios  mismo me conoce.

            Entonces, cara a cara: Esta expresión   de la esperanza  escatológica  en función del conocimiento  de Dios es  única   en las obras  de San Pablo, si bien  es un tema   corriente   en la literatura   judía. Cuando  compara  el conocimiento  que tenemos  de Dios  en este mundo  ( ahora)  con el que  esperamos  tener  en el mundo  futuro (  entonces), Pablo   usa dos   metáforas: una, tomada  del AT, “en enigma”: “Dijo Yahveh: Escuchad mis palabras: Si hay entre vosotros un profeta,  en visión me revelo a él, y hablo con él en sueños” ( Num  12, 6); otra,  de la filosofía  popular   de los cínicos  y estoicos, “en un espejo”.

            En la primera   se comparan   las revelaciones   hechas   a Moisés   con las que   recibieron  los profetas. Ni  siquiera  Moisés    podía   contemplar   a Dios   “cara a  cara” en este mundo (Ex  32, 20)

            La segunda  se refiere  a la visión  indirecta  de un objeto   que contemplamos  en un espejo; en realidad, no  vemos   el objeto  en sí mismo , sino  su  reflexión  en el espejo.

            Como   Dios  mismo me conoce. Debemos  entender correctamente  esta frase. El hombre no se conoce así mismo en plenitud; en la otra vida, en el eschaton, su conocimiento gozará  de las cualidades del conocimiento de Dios 

            13. Ahora subsisten  estas tres  cosas; la fe, la esperanza, el amor, pero lo más  excelente  de todas  es el amor.

            La fe  y la esperanza  son  incompatibles  con la visión  beatífica.

El amor  es ya  aquí  y ahora lo que será  eternamente (1 Cor  13, 8-13). Comienza  y termina  con la palabra  clave  de todo el himno: el amor.  Este amor  del que se ha dicho  cosas   tan hermosas  ¿es también, al fin  y al cabo, algo imperfecto, temporal  y caduco  como el resto  de los carismas? Este amor  permanece  para siempre, sin cambiar   jamás. Incluso   la fe   se transformará  en visión  y la esperanza  en cumplimiento. Solo  el amor, que es capaz  de  transformarlo  todo,  de cambiarlo todo, no cambiará.            

Evangelio: Lucas, 4, 21-30: La revelación   de Jesús   y el rechazo  de su pueblo 

            Antes de comenzar  a explicarla, es conveniente saber qué intención tenía Lucas al contarnos este suceso. No olvidemos  que Lucas  no es  un periodista, ni tampoco presenció el suceso; ni tan siquiera  respeta  el orden cronológico, sino que lo que presenta es un contenido  teológico: parábola  de lo que  será la vida de Jesús.  

            Con  toda seguridad, la noticia   de un fracaso  de Jesús  entre  las gentes  de su pueblo  tiene  un verdadero fondo histórico. Sobre   esa noticia, Lucas ha tejido  un espléndido  relato  que  resume  el contenido  del evangelio  y muestra   las razones  del rechazo de Jesús  por  parte   de los suyos ( Nazaret, todo Israel). 

            Lucas  anticipa  el episodio  de Nazaret  para que le  permita  definir  desde el principio, en sus rasgos   esenciales, la misión  de Jesús  en Israel como cumplimiento  de las profecías  del Antiguo Testamento. Le  sirve  además  como prefiguración  del rechazo  del Evangelio  por parte  de los  hebreos   y de su aceptación  por parte  de los gentiles.  Esta es la finalidad  y desde aquí comprenderemos  el mensaje, no ya la exégesis, sino la teología.  

            Desde hace  tiempo  nos preguntamos  cómo  los habitantes  de Nazaret  han podido  pasar  tan rápidamente   de la admiración  por Jesús  a una hostilidad   tan grande: Probablemente   debemos  buscar  una explicación  formal ( literaria)  más que histórica. En esta  escena  Lucas ha dado  expresión dramática  a la tensión  que caracterizaba  la actitud  de los  hebreos  frente a Jesús. ¿ Acaso  Simeón  no había  dicho  que el niño  había  venido  “ para caída  y elevación  de muchos   en Israel,  y para  ser señal  de contradicción” ( Lc 2, 34)? 

            Un primer  documento   refiere, quizás, una  reacción  favorable  al discurso  inaugural  de Jesús  en Nazaret; en otra ocasión  se manifestaría  esa hostilidad. Lucas  ha fundido  en un solo episodio esas dos  reacciones  opuestas: y de ahí  surgió  el relato. Podemos adelantar  que Jesús no fue tan bloqueado  como aparece en el relato, sino que Lucas en este relato  quiere indicar como Jesús  será obstaculizado  por algunos  de su pueblo,  no ya Nazaret, sino  Israel.

21. Y comenzó  a decirles: Hoy  se ha cumplido  el pasaje  de la Escritura  que acabáis  de escuchar.

Las primeras   palabras  del texto  son repetición   de las últimas  del pasado domingo. Jesús   es el cumplimiento  de las Escrituras. Esto mismo  dirá, al final  del evangelio, en las apariciones a los discípulos.

Hoy subraya  un tema   propio  también   de las Escrituras: la salvación  de Dios  es para  todos   los hombres. La    universalidad, la misión  universal, son uno   de los temas  más frecuentes   de San Lucas. No  en balde  Lucas   es un eco  de la predicación de Pablo           

22.  Todos asentían  y se admiraban   de las palabras que  acababa  de pronuncia. Comentaban: ¿No es  éste el hijo  de José? 

Esa revelación  ha suscitado   una primera  respuesta  admirativa. Lucas   sabe  que los hombres  de Israel  no se han  opuesto  plenamente  al Cristo; ellos son precisamente  los que han  constituido  la primera  base  de la Iglesia   ( apóstoles, comunidad de Jerusalén). Sin embargo, junto  a esa  primera   respuesta  hay otra  de escándalo  y rechazo.

El rechazo   de los suyos  se basa  en dos razones. La primera   se ha basado  en la persona  de Jesús: “¿No es  éste  el hijo de José?” Los que  así   preguntan  han supuesto  que el Mesías  de Dios  ha de  mostrarse   de una forma   externa, esplendorosa, desconcertante. Dios   se identifica   para ellos  con el misterio, con aquello  que se impone   ante la mente, pues procede  desde  fuera   de la tierra. Por eso, conociendo    que Jesús  ha sido un hombre  entre los hombres, piensan   que es preciso  rechazarle.

La segunda   razón  es semejante: quieren  milagros.  En el mismo  plano  se situaba  el diablo  de la tentación: “Le llevó a Jerusalén, y le puso sobre el alero del Templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo” ( L 4, 9)  y se sitúan  los judíos  de la polémica  paulina: “Así, mientras los judíos piden señales y los griegos buscan sabiduría,”  ( 1 Cor  1, 22): piden  signos  prodigiosos; quieren  tener  una seguridad  absoluta  y necesitan  que Dios  les demuestre  su  verdad. Por eso, cuando viene  Jesús  se escandalizan   de su figura  y terminan  dejándolo a un lado.  

             23. El les dijo: Seguramente   me recordaréis  el proverbio: “Médico, cúrate a ti mismo. Lo que  hemos oído que has hecho  en Cafarnaúm, hazlo  también  aquí, en tu pueblo

            Médico, cúrate  a ti mismo”: El citado  por Lucas   es un axioma  muy conocido  y evidente, del cual  tenemos   referencias  en numerosos   documentos   antiguos  de distinto  origen.

            Aunque  el proverbio  está  en labios  de Jesús, refleja  una reacción  hostil  por parte  del auditorio. El  cinismo  implícito   cobra  mayor  relieve  por medio  de la siguiente  comparación  entre Nazaret  y  Cafarnaúm. 

            Lo que hemos oído  que has hecho en Cafarnaúm, hazlo también  aquí, en tu pueblo. Quizá  se  trate  de una actividad  de Jesús  en esa  ciudad, que Lucas   todavía  no ha  desarrollado  expresamente.   

24. Y añadió: La verdad  es que ningún  profeta   es bien  acogido en su tierra.

Sustancialmente, el proverbio  es  exactamente  igual en los otros  dos sinópticos: “Jesús  les dijo: Un profeta sólo en su patria, entre sus parientes y en su casa carece de prestigio.” (Mc  6, 4); “Mas Jesús les dijo: Un profeta sólo en su patria y en su casa carece de prestigio.”  (Mt 13, 57).

            Aún   no se ha  determinado  el origen  de este  axioma, muy  presente también  en otros   pasajes. Pero   Jesús  mismo,  y después  la Iglesia, se sirvieron  de él  para explicar  el fracaso  de la predicación  del Evangelio entre los judíos.

            La historia   se repite  y el profeta  que no ha sido  escuchado  entre los  suyos  ha venido  a ofrecer  su salvación  a los gentiles.

            Los  tres versículos  siguientes: 25-27 no tienen  paralelos  en los sinópticos, podrían ser    un añadido  lucano  a los datos de su fuente. En armonía  con la importancia   que él  atribuye  a la palabra   predicada  en la nueva economía  de la salvación, Lucas  concede  preeminencia, en su  Evangelio, a los profetas  Elías   y  Eliseo.                         

25. Os aseguro  que muchas   viudas  había  en Israel en tiempo  de Elías, cuando se  cerró  el cielo por tres años y seis meses, y hubo  gran  hambre  en todo el país.

El valor  simbólico que tiene   para Lucas  la experiencia   de Jesús  en su propia  ciudad de Nazaret y, al mismo   tiempo, el carácter  programático  del episodio  quedan    de manifiesto   en la referencia  a la actividad   de dos profetas  como Elías   y Eliseo. Lo que Jesús  dice  con respecto a su propia  situación  se compara   con la experiencia  de los dos  grandes profetas  de Israel. Jesús   es prácticamente otra Elías, otro Eliseo. 

En nuestro  episodio  la primera  referencia    es la  carestía   de los tres años  mencionada  en 1 R 18, 1: “Pasado mucho tiempo, fue dirigida la palabra de Yahveh a Elías, al tercer año, diciendo: Vete a presentarte a Ajab, pues voy a hacer llover sobre la superficie de la tierra”.

  Se considera  generalmente   que el añadido  de seis   meses debe   depender  de la tradición apocalíptica  judía, en la que  las aflicciones   escatológicas  deben  durar  tres años  y medio: “Le fue dada = una boca que profería grandezas = y blasfemias, y se le dio poder de actuar durante 42 meses” ( Ap 13, 5)  

            26. Sin embargo,  a ninguna   ellas  fue  enviado  Elías, sino  a una viuda   de Sarepta, en la región  de Sidón. 

            Clara alusión  a 1 Re 17,9. La viuda   era una mujer  pagana, no  una israelita, habitante   de una ciudad  fenicia situada  en la cosa  del  Mediterráneo, entre las ciudades   de Tiro  y  Sidón.                          

27. Y muchos leprosos  había  en Israel  cuando el profeta  Eliseo, pero ninguno  de ellos  fue curado, sino únicamente  Naamán  el sirio.

Se  mencionan  conjuntamente  los dos  grandes  profetas, Elías  y Eliseo- maestro   y discípulo-, en un contexto  en el que  se presenta  a Jesús  como profeta  y como maestro.

Se trata  de una referencia  a 2 Re 5,1-19, especialmente   los vv. 9-10: “Llegó Naamán con sus caballos y su carro y se detuvo a la entrada de la casa de Eliseo. Eliseo envió un mensajero a decirle: Vete y lávate siete veces en el Jordán y tu carne se te volverá limpia.”

Naamán  era   un alto  jefe  del ejército  sirio, y fue  enviado   por el rey  de Siria  al rey  de Israel  para que le curaran la lepra. El rey   de Israel  interpretó  este envío  como  un pretexto  del adversario   para  declararle  la guerra. Pero  Eliseo, que entonces   se encontraba   en Samaría, insistió  en que le  enviasen  a Naamán, y cuando se presentó, le mandó  simplemente   que se bañara  siete veces  en el río  Jordán.  A pesar  del enfado  del general  y sus  protestas  de que los ríos  de Siria, el Abana  y el Farfar “valían  más que toda el agua  de Israel”,  Naamán  se bañó  en el Jordán  y quedó  limpio, aunque no era  un israelita. Con este  ejemplo, Jesús   aplica  a su caso  concreto  el dicho  sobre la aceptación  de un profeta.            

            Es curioso  observar que Lucas  no ha  ofrecido  una respuesta  a esas razones, limitándose a recordar  un viejo  enigma que se aplica  a la situación  del momento  presente: los profetas  de otro tiempo  ( Elías  y Eliseo) no  encontraron  la fe  en las gentes  de su pueblo; por eso  ofrecieron  la salvación a los extraños.

 Lucas  sería  responsable  únicamente  de su inserción  en el presente   contexto. Los profetas  habían  sido enviados  a Israel, pero algunos  recibieron   mejor acogida   fuera  de Israel  o entre  los no-hebreos  que en su propia  tierra.

            Los ejemplos   tienen  un carácter  parabólico  y no deben   leerse  como alegorías  en las que  todos   los detalles  tuvieran  su correspondencia  en la realidad.

            28. Al oír  esto,  todos los que  estaban  en la sinagoga se llenaron   de indignación

La multitud   reacciona   a las palabras  de su compatriota , en las que  se trasluce  que su actividad  habría   tenido   mejores resultados  en cualquier otro  sitio que no  fuera  su propio pueblo, y se enfurecen   porque  les compara indirectamente   con los  perseguidores   de los profetas antiguos. La mayor   incisividad   se expresa  en “a ninguna  de ellas (fue enviado)”  y  “ninguno  de ellos  (fue curado)” 

29. Se levantaron, lo echaron  fuera de la ciudad  y lo llevaron  hasta  un precipicio  del monte sobre  el que se  asentaba  su ciudad, con ánimo  de despeñarlo.

Lucas  ha descrito  la escena  de Nazaret  con rasgos  que podrían  evocar  el martirio  de Esteban. Este  punto  culminante  del episodio, según  la redacción  de Lucas, prefigura  ya las circunstancias   geográficas  de la crucifixión  de Jesús.

30. Pero  él, abriéndose   paso  entre ellos, se marchó.

Muchas  veces  se ha  interpretado  este detalle como  de orden  milagroso; pero no  tiene  por qué  ser así. La intención   del evangelista no admite  duda: toda oposición  a Jesús no  triunfará  hasta que no ha llegado su hora.  

            Pero  la hora  de  Jesús  aún  no había  llegado ( Jn 7, 30), y sus enemigos  no pueden  nada contra él: “Pero  él, abriéndose   paso  entre ellos, se marchó” ( Lc 4, 30). El “se marchó  de Jesús  tenía  como finalidad  Jerusalén.  

Resumiendo: El IV Domingo del Tiempo Ordinario  es la presentación de Jesús, en la Sinagoga de Nazaret, no como el Ungido del Señor, sino como el “cuestionado”. La verdadera acogida  del Señor la hacemos desde el amor” Señor, concédenos amarte  con todo el corazón y que nuestro amor se extienda, en consecuencia, a todos los hombres”  (Oración Colecta de la Misa).