Domingo de Ramos en la Pasión del Señor, Ciclo C
Autor: Padre Luis Rubio Remacha OCD  
 

 

La Liturgia del Domingo de Ramos del Ciclo C es la misma que la de los restantes ciclos; solamente varían el evangelio que se lee antes de la Procesión de los ramos y la lectura de la Pasión del Señor, que en este ciclo es del evangelista San Lucas.  

            Presentemos  el significado  de esta celebración; lo hacemos, deteniéndonos  en la eucología  y en la Liturgia de la Palabra; quizá seamos un poco largos, debido a que la lectura evangélica  es de la  Pasión del Señor, interesante  por su contenido  y también por el espacio, que los evangelistas  le dedican.

            Parémonos un poco en la Procesión de Entrada. 

             “...La celebración anual de los misterios de la Pasión y Resurrección de Jesucristo, misterios  que empezaron  con la solemne  entrada del Señor en Jerusalén” (Monición de bendición de los ramos).

            Hoy es el comienzo de esta Gran Semana Santa, en la cual celebramos los misterios de la muerte-resurrección del Señor.

            Es importante e interesante saber el significado de esta entrada Solemne y de este domingo, que tiene algunas características especiales. Conocer lo que celebramos, conlleva actitudes correctas:”... recordando  con fe  y devoción  la entrada de Jesucristo en la Ciudad Santa, le acompañaremos  con nuestros cantos, para que participando  ahora de su cruz, merezcamos  un día  tener  parte en su resurrección “ ( monición

Se da un error frecuente: la procesión es considerada más como bendición de ramos  que como procesión en honor de Cristo. ¡Bendito  el que  viene  como rey, en nombre del Señor! ¡Paz en el cielo  y gloria  en lo alto! (Evangelio de San Lucas antes de la Procesión de Ramos).  

Evangelio de la Procesión  de Ramos C: Lucas  19, 28-40  

La entrada  en Jerusalén   pudo ser  como la de otras veces o confundido  con los peregrinos  que acuden   por la Pascua. Esta vez, la última, cuando se acerca  su “subida”, Jesús    quiere entrar  como rey. Los preparativos  los dirige   con su presciencia  y dominio;   despacha   a dos  discípulos  para que le  procuren   la  cabalgadura   adecuada.

No es cabalgadura   militar, sino  la anunciada  por Zacarías: “tu rey  está llegando... humilde, cabalgando  un asno...”  (Zac 9, 9). Echando  sus mantos    sobre el asno, los discípulos   hacen montar”  a  Jesús.  

28. Y dicho esto, Jesús   siguió   su camino, subiendo  hacia Jerusalén 

Jesús  siguió  su camino: Jesús  está terminando  su viaje  de regreso  al Padre, que inició  en: “Sucedió que como se iban cumpliendo los días de su asunción, él se afirmó en su voluntad de ir a Jerusalén,” (Lc 9, 51.

Jerusalén: Desde  9, 51, Jesús   ha estado   viajando  hacia  este destino; desde éste, la misión  cristiana  viajará  hasta los confines  de la tierra.   

No comentamos los versículos  29-34. Lucas en estos versículos  se hace eco de las aportaciones  de los otros evangelistas.  Acentuamos un poco el versículo  35, pues ya se está indicando el sentimiento de los  discípulos hacia el Maestro  en esta dimensión  real.           

35. Ellos se lo llevaron a Jesús. Pusieron   sus mantos   sobre el borrico  e hicieron  que  Jesús  montara  en él.

Mantos: en lugar   de palmas. Lucas  menciona  el uso de una  de las prendas  de vestir  más caras. Fiel   a su tema  del rico   y del pobre, describe  Lucas  la respuesta  de la gente  a Jesús, el rey, mediante  el uso  de sus posesiones.

Hicieron que Jesús montara en él: los discípulos con este gesto  expresan  que desean  realzar  esta entrada; no se trata de una ayuda física, pues el Maestro puede por sí mismo montar  en un borriquillo, sino que le “obligan”, desean  festejarle.   

36. Según iban   avanzando, extendían  sus mantos  en el camino.

El gesto  recuerda  el moderno  rito profano  de la “alfombra roja” como señal  de bienvenida  a personalidades  relevantes. Por algún  motivo desconocido, Lucas  no  muestra interés    por el detalle   de las “ramas cortadas  en el campo”. Lucas  recuerda  otras entradas  de ciertos  personajes   ilustres, narradas en el AT.  

37. Cuando   ya se iba   acercando  a la bajada   del monte   de los Olivos, los discípulos  de Jesús, que eran muchos, llenos de alegría, estallaron en gritos  de alabanza a Dios  por todos   los milagros  que habían   visto.

Los discípulos  de Jesús, que eran muchos: no se  trata  sólo de los doce, sino  otros más. Lucas  es el evangelista, que magnifica  las acciones de Jesús  y es un tanto hiperbólico  en sus afirmaciones  a la hora de contar a los seguidores de Jesús. No olvidemos que está haciendo teología, sino simplemente narra o cuenta lo sucedido.   

Llenos de alegría: La alegría, el gozo, es una de las características del evangelista  al contarnos  la experiencia del hombre con Dios; la cercanía  espiritual de los discípulos con su Maestro.  

Todos los milagros que habían visto: Se trata de una afirmación  que resume  el ministerio  de Jesús  a favor  del ciego, cojo, paralítico  y pobre  como cumplimiento  de la Escritura. 

38. Decían: Bendito  el rey  que viene  en nombre  del Señor. ¡Paz en el cielo  y gloria  en las alturas!

Rey: El salmo  de peregrinación  118, 26: “Bendito el que viene en el nombre de Yahveh!  Desde la Casa de Yahveh os bendecimos”  es usado  como base  para  la proclamación  lucana  del status  regio de Jesús.  

Lucas no sólo  desea comentar el salmo 118,  26, sino que  quiere insistir cómo  esta  aclamación sálmica  se realiza ahora.  

Que viene: esta frase  alude a 7, 19: “los envió a decir al Señor: ¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?”. Jesús  es, ciertamente, aquel  que viene, anunciado  por Ma 3,1 “Y  enseguida vendrá a su Templo el Señor  a quien vosotros buscáis”   

Paz  en el cielo: Esta  referencia, que forma  también  una inclusión con 2, 14: “Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes él se complace.», indica  que toda  la misión   de Jesús  consiste en traer  el don  celestial  de la paz a los hombres  y mujeres.  

La  aclamación   se dirige  explícitamente   al Rey-Mesías, mientras que en Mc La bendición  concierne  al reino  que viene  de nuestro Padre David.                        

39. Algunos   fariseos   de entre la gente   le dijeron: Maestro, reprende  a tus discípulos

Los fariseos   se oponen   a Jesús  maestro.  Creo que  no es necesario  un comentario, pues su significado  está muy claro. Los fariseos no buscan la equidad, lo que  conviene hacer, sino lo  que ellos pretenden conseguir.  

40. Pero   Jesús  respondió: Os digo  que si éstos  callaran, empezarían a gritar  las piedras.

Todos dicen que se trata  de un proverbio; pero no se encuentra   una explicación, que satisfaga. Algunos exégetas  indican  que  este “dicho” es un eco de una cita del profeta Habacuc: Las piedras  gritarán: El  trasfondo  veterotestamentario  de este difícil versículo  parece  ser: “ Hasta  las piedras  gritan  desde la muralla  y las vigas  les responden  desde la techumbre” ( Hab 2, 11)                       

Primera Lectura: Isaías  50, 4-7: Tercer poema  del siervo  del Señor  

En  este   nuevo  canto  del siervo  se continúa  el tema  del ministerio  por la palabra (Is 50, 4). Pero   también  aparecen   perfiles    nuevos   de este personaje  semejantes  a los que   encontramos  en las confesiones   de Jeremías: el  tema   de la escucha   atenta  al designio  de Dios (  Is  50, 4b-5), la   resistencia  ante  los sufrimientos  y agresiones  que  acarrea la misión  ( Is  50, 6-7),  y la confianza   absoluta   del siervo  en la protección  y auxilio  de Dios  ( Is  50, 7-9)  

4.  El Señor   me ha dado  una lengua   de discípulo para que sepa   sostener  con mi palabra  al abatido. Cada mañana me espabila  el oído, para  que escuche  como los discípulos. 

El profeta (el siervo)  es hombre  de la palabra; Jeremías   habla  destruir   y edificar; el siervo de estos  versos tiene   misión de  consolar: “Consolad, consolad a mi pueblo  - dice vuestro Dios” (Is  40, 1). El profeta   vive   a la escucha, porque   no dispone   a su antojo  de provisiones  de palabras, sino que cada vez  la ha de recibir   del Señor.  

5. El Señor   me ha abierto  el oído,  y yo  no me he  resistido  ni me he echado atrás.

El Señor  modela  enteramente   a su profeta: le da  una lengua, le abre  el oído. Este profeta, como Isaías: “percibí la voz del Señor que decía: « ¿A quién enviaré? ¿Y quién irá de parte nuestra»?  Dije: «Heme aquí: envíame.»”  (Is  6, 8), no  opone  resistencia  a la llamada de Dios: ésta  es su inocencia  y justificación            

6. Ofrecí la espalda a  los que me golpeaban, mis   mejillas  a los que  mesaban  mi barba; no volví  la cara ante  los insultos  y salivazos.

En el  desempeño   de su misión   acepta   plenamente  el sufrimiento. Como no  resiste a la palabra  del Señor, tampoco  resiste  a las injurias   humanas; ésta   es su segunda   justificación.  

7. El Señor   me ayuda, por eso  soportaba  los ultrajes,  por eso  endurecí  mi rostro  como el pedernal, sabiendo  que no  quedaría  defraudado.  

En medio  del sufrimiento   experimenta  la ayuda  del Señor, que lo hace  más fuerte  que el dolor: “pues, por mi parte, mira que hoy te he convertido  en plaza fuerte,          en pilar de hierro,   en muralla de bronce   frente a toda esta tierra,   así se trate de los reyes de Judá como de sus jefes,  de sus sacerdotes o del pueblo de la tierra”  (Jr   1, 18)             

Expresivo el estribillo del salmo responsorial: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué  me has  abandonado?

El salmo 21  expresa  exactamente   la misma   actitud   que se manifiesta   en la primera   lectura: una profunda   angustia  del hombre justo, rodeado   de malhechores, como   alejado  de Dios, pero   seguro  finalmente   de la gloria  de Dios.  Mateo  y Marcos  ponen  esta oración   en labios de  Jesús, en la  narración  de la pasión. Ciertamente, nadie  podía   pronunciar   estas palabras  con más seguridad   que Jesús  en la  cruz.  

Segunda Lectura: Filipenses  2, 6-11: “Se rebajó  a sí mismo; por eso  Dios lo  Levantó  sobre todo 

 Este himno lo proclamamos  todas las semanas  en las  Primeras Vísperas del Domingo. Hasta cierto punto cada semana  celebramos como el triduo sacro, de aquí la recitación de este bello himno

 Esta dinámica  de humillación –exaltación,  que  ya era  conocida  en la tradición  bíblica  del AT: “Por eso le daré su parte entre los grandes  y con poderosos repartirá despojos,  ya que indefenso se entregó a la muerte  y con los rebeldes fue contado,  cuando él llevó el pecado de muchos,  e intercedió por los rebeldes.” (Is  53, 12), alcanza  en Cristo  su punto  culminante.

Este  es el pasaje   central  de la carta. Para   urgir a los filipenses a que se  comporten  de manera   humilde  y servicial. Pablo invoca   el ejemplo de  Jesús, citando   un precioso   himno  cristológico. Estamos    probablemente  en presencia  de un himno  que Pablo  aprendió  en alguna  de las comunidades  en las que pasó  largos años. Pablo   no se limita  a citarlo, lo hace  suyo, lo inserta  en el contexto  y lo  completa  con adiciones   y reflexiones   personales. Es éste  uno de los   mejores textos  de cómo  Pablo  incorpora  a sus cartas  materiales  ya  existentes  marcándolos con sello  personal

En las   tres  primeras  estrofas  es el sujeto  Cristo; en las  tres últimas, Dios

El himno  tiene  una estructura  básica  con dos  partes: los vv. 6-8  describen la humillación  de Cristo; los vv. 9-11, su exaltación.  

6. El cual, siendo  de condición   divina, no  consideró  como presa codiciable el ser  igual a Dios.

Quien: Pablo  habla  a los filipenses  del Cristo  histórico, que   gozó  de una  preexistencia  divina   y de una   recompensa  de exaltación a los cielos.

De  condición  divina: Jesús  no consideró  el estado  de gloria  divina  ( es decir, ser igual  a Dios) como un privilegio o posesión a la que  aferrarse tan fuertemente  que pudiera  sacar de él  provecho  en el futuro; para   Jesús   no era un  botín  de avaro.

De forma de hablar nos puede extrañar; pero sabiendo lo que Pablo nos quiere decir, no nos sorprende.

Ser  igual   a Dios: Aunque  Jesús  tenía  la igualdad  divina  y,  por consiguiente, el privilegio  de presentarse  en gloria  como Yahvéh, no se apoya   en su dignidad.  

7. Al contrario, se despojó  de su  grandeza, tomó  la condición   de esclavo y se hizo  semejante  a los hombres. Y en  su condición  de hombre,

Se despojó  de su grandeza: Al hacerse   hombre, Jesús   se despojó  del privilegio  de la gloria   divina; no  se vació  de la divinidad, sino del estado glorioso al que tenía  derecho  y al que retornaría  con su exaltación. Su renuncia  voluntaria  a la doxa (gloria)  constituyó  la humillación  de la encarnación.

Tomó la condición  de esclavo: “forma  de esclavo  indica  que el término  no debe  ser entendido  como expresión   de la constitución   intrínseca.  También es una  expresión arriesgada; pero bella y sublime

Y  se     hizo  semejante  a los hombres: Se expresa  la radicalidad   de la unidad  de Jesús   con los hombres;  Jesús  es verdaderamente  hombre;  pero al  mismo tiempo  subraya  la posición  excepcional  y única de Jesús  dentro del  conjunto   de los hombres: Jesús es también  Dios. 

Habiendo tomado   la forma   humana: Su porte   externo, tal   como aparecía  ante  los hombres,  era el de  un hombre.  

8. se humilló  a sí mismo haciéndose  obediente   hasta la  muerte, y  una muerte  de cruz.

Se humilló  a sí mismo: constituye  la segunda  etapa  de la humillación  de Jesús. Esta   etapa   recapitula  su vida  entera  sobre la tierra  y su entrega  al Padre  y llega  a su punto  máximo  en el momento  de la muerte  en cruz.

Una muerte en cruz: En esta frase , añadida  por Pablo y expresión  de la  gran  distancia a que se  encuentra  Jesús  con respecto a su estado  glorioso  y celestial, se pone   de manifiesto  la enorme  profundidad  de su   humillación .  

Ahora el sujeto, no es Jesús, sino Dios- Padre

9. Por eso   Dios lo exaltó  y le  dio el nombre  que está  por encima  de todo nombre

Dios   le exaltó  tanto: El himno  hace referencia  a la ascensión  de Cristo: “Este que bajó es el mismo que subió por encima de todos los cielos, para llenarlo todo” (Ef 4, 10).  El Padre  ha exaltado  a Cristo  a un estado   que contrasta  en gran manera  con su condición  de  abatimiento.

El nombre  que está   sobre   todos  los demás: Este nombre   es Kyrios, que  aparece  al final  del himno. Es el nombre  que supera  al de  todos  los seres  celestiales: “por encima de todo Principado, Potestad, Virtud, Dominación y de todo cuanto tiene nombre no sólo en este mundo sino también en el venidero  (Ef 1, 21).              

10. Para que  ante el nombre  de Jesús doble  la rodilla todo lo que hay  en los cielos, en la tierra  y en los abismos, 

Al nombre   de Jesús: Cuando se   diga  Kyrios. Deben  doblar  su rodilla: como acto  de devoción  religiosa. El himno   alude  a Is  45, 23: “Yo juro por mi nombre;          de mi boca sale palabra verdadera  y no será vana:   Que ante mí se doblará toda rodilla   y toda lengua jurará”  y transfiere  al nuevo  Kyrios  la adoración  que allí   se rendía  a Yahveh. Se trata  de una adoración  universal  y cósmica, como la que se tributa   a un soberano.  

En  los cielos, en la tierra  y en los abismos: La enumeración trimembre  pone de relieve  la universalidad  del homenaje.           

11. y toda  lengua   proclame  que Jesucristo  es Señor, para gloria  de Dios  Padre.   Nuevo  título  de Jesús: Kyrios

Para gloria   de Dios Padre: El hecho   de que  Jesús ocupe  el trono  celestial  no da lugar a  rivalidad  alguna  con el Padre, con  Yahvéh mismo; antes, al contrario, su humillación  voluntaria y su reconocimiento por parte   de la creación en  su estado   de exaltación  rinde  honor  al Padre.  

Jesucristo  es Señor: Esta  fundamental  profesión  de la primitiva  fe cristiana  en Jesús  constituye  el punto culminante  del himno. El señorío  de Jesús  comprende, tal y  como se expone  aquí, un influjo  cósmico  sobre toda  la creación. “Cristo  murió  y resucitó  para poder   ser Señor de muertos y vivos” (Rom  14, 9).

La meta última  de la secuencia entera  es la  reclamación  del universo  para la soberanía  y gloria de Dios. El papel   y dignidad  de Cristo  son decisivos  y están  subordinados a ello.   

Evangelio: Lucas   22, 14-23, 56 

Este  año, siguiendo  el ciclo C, nos corresponde escuchar  la narración    de la pasión  según  el evangelista  san Lucas.

Como en todo  su evangelio, Lucas destaca  sobre todo  la misericordia  de Dios,  revelada  en la persona  de Cristo.

Las “palabras de Jesús  en la cruz”  nos las da  en buena  parte  san Lucas: el perdón  por los que no saben  lo que hacen, la promesa  del paraíso  al ladrón arrepentido,  la suprema  confianza  del abandono  en manos del Padre... El evangelista  nos orienta  también  sobre  las actitudes  que corresponden  a nuestro espíritu, las lágrimas   de Pedro, la compasión  de las mujeres  de Jerusalén, la   compunción   de la gente   que se vuelve  dándose  golpes  al pecho.  

Podemos  señalar   algunas   características   del  texto  de Lucas  

1. La larga  descripción  de la Cena:

Para poder comprender la Pasión hay que distinguir dos partes: La Comida Pascual (22, 1-38); La Pasión, muerte  y sepultura  (22, 39-23,56). San Lucas al hablar de la Comida Pascual tiene muy presente  dos tradiciones: un testamento de despedida  y una liturgia de la Institución de la Eucaristía. La Tradición de la “despedida “trata de comprender el significado  de lo que hizo el Maestro durante su última cena  con los Doce. Este testamento de despedida San Juan lo desarrolla mucho, empleando los capítulos 13-17.  

En comparación  con los otros   sinópticos, el texto  de Lucas  se distingue  por la cantidad   de elementos   que incorpora  y que los   demás sinópticos    sitúan   diversamente. En la cena   de Lucas hallamos, ante todo, la iniciativa  del mismo Jesús: es el Señor quien decide   que los discípulos   preparen  la Pascua  y no ellos  quienes   pidan  a Jesús  qué debe  hacerse.

Jesús   se muestra  anheloso  de celebrar  la Pascua, que considera   la última   antes de entrar   en el Reino.  

“Y les dijo: ¡Cuánto he deseado  celebrar esta pascua con vosotros  antes de morir! Porque  os digo  que no la volveré  a celebrar  hasta que tenga  su cumplimiento en el reino de Dios” (ib. 15-16). Estos dos  versículos  se encuentran únicamente en Lc.  

La institución  de la Eucaristía  comporta  un mandato  de memorial. Es una  forma   de indicar  que en el  tiempo  de la Iglesia  se vivirá  de la Eucaristía

Esto es mi cuerpo. A lo largo de todo su evangelio, pero especialmente  aquí, en el relato eucarístico, Lucas escribe  simultáneamente  acerca de la vida de Jesús y acerca de la vida de la Iglesia. Esto es muy importante no olvidarlo.

            “Haced esto en memoria mía”. Este encargo no aparece ni en Mc ni en Mt; pero sí en l Cor 11,23-25.

Mc y Mt  colocan el anuncio de la traición  de Judas antes del relato de la institución de la Eucaristía; Lucas lo hace después. 

2. El  antagonismo  de Satanás:   

En la  narración  de la Pasión, Lucas vuelve  intencionadamente  al tema  de la presencia  activa  de Satanás   enfrente  de Jesús. La   traición  de Judas  y la dispersión  de los demás discípulos  es interpretada  como efecto  de la acción de Satanás que “entró  en Judas” ( Lc  22, 3)  y “os ha   reclamado  para cribaros  como trigo”  (  22, 31).  

3. La  revelación  de la misericordia   divina

La  actitud   misericordiosa   de Jesús  reveladora   de la misericordia  del Padre, halla  sus más hondos   acentos  en la Pasión.

            La  primera   figura   objeto de misericordia  es Pedro. Las  negaciones  son explicadas  en paralelo  con los otros  sinópticos, pero la conversión   se presenta  más personalizada: “El Señor, volviéndose,  le echó  una mirada  a Pedro, y Pedro  se acordó  de la palabra  que el Señor le había  dicho” ( 22, 61). Este “volverse” del Señor  hacia  Pedro  hace pensar  en la hora anunciada  en que Pedro, convertido, deberá  confirmar  a los hermanos.  

            Otro   grupo objeto  de la misericordia  son las mujeres  de Jerusalén  que lloran  en el camino  hacia el Calvario. “Lo seguía  una gran multitud  del pueblo y de mujeres, que se golpeaban  el pecho  y se lamentaban  por él. Jesús  se volvió  hacia ellas y les dijo: Mujeres  de Jerusalén, no lloréis  por mí; llorad  más bien  por vosotras y por  vuestros  hijos” (27-28). Solo  Lc, el evangelista  de las mujeres, contiene   este episodio. El Talmud  habla de la costumbre  que tenían algunas mujeres  de la aristocracia, consistente en preparar  una bebida  que mitigara  los dolores  del criminal  torturado.

            La  invocación  al Padre durante  la crucifixión: “Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen”. Esta oración de Jesús  solo Lucas la consigna. El perdón  que otorga Jesús a los enemigos  y a los pecadores  es típico  del retrato  que traza Lucas del Salvador

Finalmente, otra  escena  propia  de Lucas- la oración  del malhechor  y la respuesta  de Jesús- “Y añadió : Jesús, acuérdate  de mí cuando  vengas  como rey. Jesús  le dijo: Te aseguro  que hoy   estarás conmigo  en el paraíso”  (23, 42-43)  

 

4. La muerte  del justo

 

            La descripción  de la muerte  de Jesús  se aparta  ligeramente   de los otros  sinópticos  para destacar  la serenidad  con que  Jesús  entrega  al Padre  su espíritu. En cierto  modo, se puede   decir   que la descripción  tiene un tono   más próximo  a la de Juan  que a la de Marcos. El salmo   citado  por Jesús  es el 30, y no   el 21. El  30  es  un salmo  de confianza  profunda en Dios  en medio  de las tribulaciones, como  el 21, pero sin la descripción  dramática  de los perseguidores. La muerte de Jesús   es la muerte   del justo confiado.

 

            “Entonces  Jesús  lanzó  un grito y dijo: Padre, a tus manos  encomiendo  mi espíritu. Y dicho  esto, expiró” (ib. 46). Jesús  muere  con pleno conocimiento, encomendándose al Padre. Al citar el salmo 31,6” A ti, Señor, me acojo; no quede  yo defraudado; ponme a salvo, por tu fidelidad”, Lc añade la palabra Padre. Este añadido es muy significativo y resume un un  poco la teología de Lucas acerca de la actitud  de Jesús con su Padre

Que éste  sea el sentido  de Lucas, en cierto   modo lo confirman   las palabras  con las que  el centurión  califica  a Jesús. El centurión, viendo  lo sucedido, alababa a Dios diciendo: Verdaderamente  este hombre  era inocente” (ib. 47). En Mt  y Mc, el centurión  confiesa que Jesús es un “Hijo de Dios”.

 

5. La novedad  de Jesús

 

            A lo largo  de la narración, hallamos  elementos   que discretamente  destacan   una profunda  afirmación: la muerte de Jesús  abre  el paso a la nueva  alianza  entre Dios   y los hombres.

Un primer  elemento  es, en la introducción  a la cena, la clara  afirmación  sobre el paso  de una Pascua  a la otra. La Eucaristía  es el memorial  de la nueva  Pascua.

 

            Otro elemento   es la anticipación  previa   a la muerte  de Jesús en la desgarradura  del velo  del Templo: el culto del  Templo  desaparece  y con al muerte de Jesús  se inicia  un culto nuevo. “Hacia   el mediodía  las tinieblas    cubrieron  toda la   región  hasta las tres  de la tarde. El sol   se oscureció, y el velo  del templo   se rasgó por medio”  (23, 44-45)

            Un tercer  elemento    significativo, y propio  también  de Lucas, es la  “conversión”  manifestada  por la gente  después de la muerte  de Jesús.

            “Y toda la gente   que había   acudido   al espectáculo, al ver  lo sucedido, volvía  golpeándose  el pecho” (23, 48)

                                               

            El Domingo de Ramos es el pórtico de la Gran Semana Santa; además de su significado teológico; debemos señalar dos notas características en su aspecto celebrativo: El recuerdo ( casi memorial)  de la entrada  solemne de Jesús en Jerusalén y la lectura de la Pasión del Señor, en este año, según el evangelista San Lucas.  

            “... Concédenos   que las enseñanzas  de ( tu) pasión nos sirvan de testimonio  y que un día participemos  en ( tu )  gloriosa  resurrección”  ( Oración Colecta de la Misa)