Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor, Ciclo C
Autor: Padre Luis Rubio Remacha OCD  
 

 

“El día en que actuó el Señor” es la gran fiesta de los que creemos en Jesucristo, el Señor.

       Algo muy importante ha sucedido y ha tenido lugar en un día determinado:” El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún  estaba oscuro” (Evangelio del día)

            ¿Qué ha sucedido, pues, en este día? 

              La Resurrección es para el Señor y es para nosotros. En la Oración Colecta de la Misa así lo recordamos: “Señor, Dios, que en este día nos has abierto las puertas de la vida por medio de tu Hijo, vencedor de la muerte    

                                    Primera  Lectura: Del libro de los Hechos: 10, 34a.37-43 

En el tiempo de Pascua  la primera lectura  no se toma  del AT, sino del NT, normalmente de los Hechos de los Apóstoles.

Lectura  muy bien elegida, pues es   como una confesión  kerigmática: un “credo” de fe acerca de la  Resurrección del Señor.  El resumen   del anuncio  cristiano   (Hch  10, 37-42)  refleja  el esquema  de los  evangelios    sinópticos, especialmente   de Marcos

Creo que aquí  debemos  unir el corazón, símbolo del gozo, del entusiasmo, y la mente, portadora  de luz, de verdad. No se trata sólo de una afirmación, de una enseñanza, sino de una “confesión” gozosa, emotiva.  

Hacemos una presentación de estos versículos, ahondando más en los que hacen referencia a la resurrección.

Se trata de un discurso de Pedro en casa de Cornelio. Esta  narración  posee una   importancia  capital en el conjunto del libro, pues  Cornelio es el primer  pagano  recibido como cristiano por uno de los apóstoles: además este discurso versa sobre algo muy importante  para el cristianismo: la Resurrección del Señor.   

37. Ya conocéis   lo que ha   ocurrido   en el país   de los judíos, comenzando  por Galilea, después  del  bautismo  predicado  por Juan 

Los  vv.   37-39   dan  un resumen  del kerigma,  una   relación   del ministerio  de Jesús.    

Comenzando   por Galilea, después  del  bautismo  predicado  por Juan: El ministerio   público  de Jesús   comenzó  en Galilea, inmediatamente después  de la  predicación  de Juan   Bautista.  

38. Me refiero   a Jesús de Nazaret, a quien  Dios ungió   con Espíritu  Santo y poder. El pasó  haciendo  el bien   y curando  a los oprimidos  por el demonio, porque Dios  estaba con él. 

  Dios   ungió   a Jesús  de Nazaret   con Espíritu  Santo  y  poder. : Aunque  la tradición  evangélica  nunca habla   del bautismo  de Jesús   por Juan   como una “unción”, Lucas  lo interpreta  aquí  de esa manera. 

En el evangelio  Lucas    describe  el ministerio  de Jesús  influenciado  por el Espíritu: 3, 22 [ el descendimiento  sobre  él  del Espíritu  en el bautismo]; 4, 1 [ conducido   en el desierto  bajo  la acción   del Espíritu ]; 4, 14 [ armado   con la fuerza   del Espíritu, volvió  a Galilea].

Ahora  Lucas  supone   que el “poder”  de Jesús   proviene  del Espíritu  con el que   había sido  ungido.  

Cómo él pasó  haciendo   el bien  y curando  a todos  los que estaban  dominados  por el diablo. Así  resume   Pedro  la actividad   curativa  y  exorcismo  de Jesús. En ningún  otro lugar  Lucas  describe  a los exorcizados, como hace aquí, dominados por el diablo. Dios  estaba con él: La fuente   del poder  que Jesús  ejercita  durante  su ministerio.   Viene de Dios.  

39. Nosotros somos  testigos  de todo  lo que hizo en el país  de los judíos  y  en Jerusalén. A él, a quien    mataron  colgándolo  de un madero.

El  testimonio  tiene  que ver, antes de nada, con el  ministerio   terreno  de Jesús y luego   se convierte  en el testimonio   de la muerte  y resurrección  de Jesús. En la  perspectiva  geográfica  de Lucas, “el país   de los judíos” significaría  Galilea y Judea: desde  Galilea  a Jerusalén. Lucas   cuenta   con más  detalles  el “ministerio de Jesús  en Jerusalén  (19, 28-21, 38)  que el   evangelio  de Marcos   o el de  Mateo.

Lo mataron    colgándolo  de un madero: Pedro  reitera  lo que dijo   anteriormente  en 2, 36  Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel que Dios ha constituido Señor y Cristo a este Jesús a quien vosotros habéis crucificado.»           

40. Dios lo resucitó  al tercer  día   y le concedió   que se manifestase  

A este  hombre  Dios  le resucitó  al tercer día. Pedro  fecha  la resurrección  de Cristo  en el “tercer día” después de su muerte. En realidad, nadie   sabe  cuándo  ocurrió  la resurrección. La tumba  en la que Jesús  fue enterrado  fue descubierta  el día  tercero  después de su muerte, si es  que se cuenta  ambos  extremos  ( el día  de la muerte, el sábado  y el día  después del sábado). De este modo  de contar  surgió  una manera de hablar : fue elevado  de entre los muertos  a la gloriosa   presencia  del  Padre, fue  resucitado  al tercer día

En el  evangelio  lucano, sin embargo, Jesús   crucificado   le dice   al ladrón  penitente, “hoy   estarás   conmigo  en el paraíso”  ( 23, 43),  y “hoy”  debe  referirse   al día  de la muerte  de Jesús.

Lo importante  no es la fecha  en la que  fue  “resucitado”, sino  que el Padre  lo resucitó

Hizo  que se  manifestara: Tal   como lo expresa  Pedro, parece   como   que el Padre  ha sido  la causa  de que  Cristo  resucitado  se apareciese   y fuera  visto  por los apóstoles , pero   en Hch  1, 3: “ se presentó   vivo, con muchas   pruebas convincentes, apareciéndoseles    durante   cuarenta  días”.  Creo que no hay ninguna  contradicción.

Este versículo  40  es nuclear en nuestro  “credo”  y por esto mismo ha sido elegida  esta lectura  para el día de la Resurrección del Señor.  

41. No a todo  el pueblo, sino  a los  testigos   elegidos   de antemano  por Dios, a nosotros  que comimos   y bebimos   con él  después   que resucitó de entre los muertos.

 No a todo  el pueblo, sino  a los  testigos   elegidos   de antemano  por Dios: Esto   parece  limitar  las apariciones  de Cristo   resucitado  solamente  a los apóstoles.

Ese grupo  debe  ser considerado   como los  “testigos elegidos   de antemano  por Dios”

Lucas  tiene mucho   cuidado  en afirmar  que los testigos  no eran   cualesquiera.  Cristo   resucitado   no se aparece  “a  todo el pueblo”.

   A nosotros  que comimos   y bebimos   con él  después   que resucitó de entre los muertos: Esto   puede   referirse  a Lc  24,  41-43: “Como ellos no acabasen de creerlo a causa de la alegría y estuviesen asombrados, les dijo: « ¿Tenéis aquí algo de  comer?» Ellos le ofrecieron parte de un pez asado. Lo tomó y comió delante de ellos.”

También cabe  deducir  una ilación entre la resurrección  y la Eucaristía, que es comida y bebida.            

42. El  nos mandó  predicar  al pueblo  y dar   testimonio   de que   Dios lo   ha constituido   juez  de vivos  y muertos

El  nos mandó  predicar  al pueblo  y dar   testimonio: Los vv.  42-43  son la conclusión  del discurso de Pedro. En Lc   24, 47-48  se recoge  el mandato  de Cristo  resucitado: “y se predicara en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones, empezando desde Jerusalén. Vosotros sois testigos de estas cosas”                       

Al pueblo”  quiere decir, en primer lugar, a todo  el pueblo de Israel; en este caso, vemos  la extensión  del sentido  de “pueblo” 

 De  que   Dios lo   ha constituido   juez  de vivos  y muertos:  Jesús   fue enviado  no sólo  a predicar y servir  a la humanidad  durante  su vida  terrena, sino, además, para   ser juez  de todos ellos. Esta función   de juez  será ejercitada  por Cristo   resucitado: “Darán cuenta a quien está pronto para juzgar a vivos y muertos” (1Pe 4, 5)

También   es  presentado, en forma  confesional, el aspecto  judicial  de Cristo.           

 43. De él  dan testimonio  todos los profetas, afirmando  que todo  el  que  cree en él  recibe el perdón   de los pecados   por medio  de su nombre.

De él  dan testimonio  todos los profetas: En  el discurso  dirigido  a los gentiles    no se cita  ningún pasaje  profético. Nos  gustaría   saber a qué  profetas  del Antiguo Testamento  se refiere  Pedro  en esa declaración; lo mismo podemos decir de  Hch 3, 18: “Pero Dios dio cumplimiento de este modo a lo que había anunciado por boca de todos los profetas: que su Cristo  padecería.” Se trata de una forma  de hablar y de expresarse Lucas.

Afirmando  que todo  el  que  cree en él  recibe el perdón   de los pecados   por medio  de su nombre:

 En lugar  de una invitación  a la conversión   ( Hch  2   37-41),  encontramos  aquí , como  en el discurso  de Pablo  en Atenas   ( Hch  17, 30-31), la proclamación   del perdón  de  los pecados  ( Hch 10, 43).

Quizá  en la predicación  insistimos  en lo que el hombre debe hacer  y no en lo que Dios ha hecho por el hombre.

Si la actitud coherente, ética  del hombre  resucitado, mucho más importante es hablar  de que estamos resucitados.

Muy adecuado como salmo  responsorial el salmo 117  con su estribillo:” Este es el día en que actuó el Señor: sea  nuestra alegría  y nuestro gozo”.  Dios ha hecho maravillas: resucitar a su Hijo. Ha realizado su Gran Obra 

Segunda Lectura: De la Carta a los  Colosenses, 3, 1-4: Resucitados  con Cristo. 

La primera lectura  era un grito, una confesión-proclamación  de la Resurrección del Señor; la Primera lectura, el Evangelio, es la presentación de ese hecho, cómo fue, qué pasó; la  segunda lectura  es la consecuencia, la  repercusión  del hecho de la  Resurrección para los cristianos.

Dejemos que hablen los  cuatro versículos, que la Liturgia de la Palabra ha   elegido.  

 1. Así  pues,  ya que  habéis  resucitado  con  Cristo, buscad  las cosas de arriba, donde  está  Cristo  sentado  a la derecha  de Dios.  

Así pues: indica   que el obrar  ético depende  de la situación  del creyente:

Sepultados con él en el bautismo, con él también habéis resucitado por la fe en la acción de Dios, que resucitó de entre los muertos” (2, 12).  El evangelio  invita  a la obediencia  porque  el hombre  ya  sido  salvado  y recreado.

Buscad   las cosas de arriba: El mundo   de Dios se encuentra  “arriba” en la  cosmovisión  helenística, influida  principalmente   por Platón. Aquí no se trata  de una localización topográfica, sino un significado  metafórico, cargado  de un rico contendido espiritual-teológico. La  vida  “arriba”  aparece  descrita  como una  “búsqueda” o una  “orientación.

Lo característico   de ese mundo  superior  es que en él  Cristo  está sentado  a la derecha de Dios.

El  estar  sentado  a la derecha  de Dios implica entre otras cosas:   la intercesión  por los hombres: “¿Quién condenará?  ¿Acaso Cristo Jesús, el que murió; más aún el que resucitó, el que está a la diestra de Dios, y que intercede por nosotros?”  (Rom  8, 34)            

2. Pensad  en las cosas  de arriba, no  en las  de la tierra. 

“Las cosas   de arriba”: se  trata del mundo celeste: “El les decía: «Vosotros sois de abajo,  yo soy de arriba. Vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo” (Jn 8, 23). No debemos olvidar el lenguaje  figurado de estas proposiciones. Nosotros,  mejor que los colosenses, sabemos  que  significan  tales afirmaciones. 

Las cosas  de la tierra”: las pasiones desordenadas.  

3. Habéis  muerto,  y vuestra  vida está  escondida  con Cristo  en Dios; 

Se muere  a algo: “Los que hemos muerto al pecado ¿cómo seguir viviendo en él?” (Rom  6, 2).

Se vive una vida nueva: “a fin de vivir para Dios” (Gál  2, 19); “y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí; la vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí”  (2, 20).  

4.  Cuando aparezca  Cristo, vuestra vida, entonces  también  vosotros  apareceréis  gloriosos  con él  

Cuando aparezca Cristo”: hace referencia a la parusía. La escatología  de la carta a los  Colosenses  no es verdaderamente una escatología “realizada”, sino mística. “Ya, pero todavía no”. La identificación  con Cristo  que empezó  en el bautismo  no tendrá  fin; y se  da en  los tres momentos  decisivos: muerte; resurrección  y glorificación.

Creo que  con estas  simples indicaciones  nos damos cuenta  del gran gozo, que nos invade  y de qué actitud  tomar. El cristiano  obedece  por amor, no por temor. La fuerza del  Resucitado imprime en nosotros  un comportamiento semejante al suyo.  

Evangelio: Jn 20, 1-9: el sepulcro  vacío 

La  fe  de los primeros  discípulos  en la resurrección  de Jesús se apoyaba, en última   instancia  en el encuentro  personal con él  después  de la muerte. Aquéllos  que no lo  habían   encontrado  personalmente  se fiaban  del testimonio  fidedigno  de quienes  lo afirmaban. Como nosotros. 

No olvidando esto, debe  tenerse  en cuenta  la información    que recogen  los cuatro  evangelistas sobre  un  acontecimiento   que precedió  a las apariciones   o encuentro  con el Señor: el   descubrimiento   del sepulcro   vacío.  

Cómo  fue  descubierto  y por qué  no provocó   inmediatamente  la fe  en la resurrección  son cuestiones  a las  que cada  evangelio  responde   de distinta   manera.

Posiblemente   el suceso   del sepulcro vacío no adquirió tanta importancia porque  el encuentro  personal  con Jesús  resucitado  tuvo  lugar  muy pronto.  

Los  evangelistas  sinópticos   presentan   una versión  muy elaborada  de la visita  de las mujeres  al sepulcro  ( lo encuentran  abierto, el cuerpo  de Jesús  ha desaparecido, reciben   el  kerigma  pascual y un mensaje  para los discípulos),  y describen   brevemente  la visita  al sepulcro  de Pedro  y / o algunos  discípulos   para comprobar  la noticia . 

Juan, en cambio, describe  muy  brevemente  el descubrimiento  por parte  de  María  y se  extiende  en la visita  de comprobación  que llevan  a cabo Pedro  y el discípulo  Amado.

La escena  joánica  que se  corresponde a la de los  sinópticos  no es la primera  visita de  María al sepulcro sino la segunda, durante  la cual  se le aparece el Señor  resucitado  ( vv. 11-18).  

Presentemos  qué es lo que nos cuentan  estos  nueve versículos del capítulo 20 de san Juan.

Las dos formas  primeras de expresar la resurrección  fueron las apariciones  y el sepulcro vacío. En el evangelio  de hoy se habla, no de apariciones, sino del sepulcro vacío.       Ninguno de los evangelistas  describe la resurrección del Señor en sí; es decir, ¿cómo fue? Los evangelios  y l cor l5, 4-7, dan testimonio del hecho de la resurrección; pero  lo hacen refiriéndose a la tumba  vacía  en la mañana de Pascua  y a las apariciones de Cristo resucitado a los discípulos, que tendrá lugar en otras ocasiones.  

1. El domingo  por la mañana, muy  temprano, antes  de salir  el sol, María   Magdalena se presentó  en el  sepulcro. Cuando  vio que  había  sido  rodada  la piedra  que tapaba  la entrada. 

Juan concreta que María Magdalena  va al sepulcro “cuando  aún estaba oscuro” ( a diferencia de Marcos ),quien escribe “ a la salida del sol”.¿ Quién está en la verdad, Marcos o Juan?. A Juan no le preocupa la verdad  cronológica, sino la enseñanza simbólica. Quizá  quiere indicarnos que la ausencia de Jesús produce en nosotros una oscuridad, que nadie puede eliminar. La referencia  a la noche  aparece  solamente   en este evangelio  y forma   parte   del simbolismo  de la luz que le es propio.  

La piedra  ha sido  rodada, pero  no aparece  ningún ángel  ni en este  episodio  ni en el de la visita  de Pedro.

Los discípulos   no comprenderán  el significado  de este episodio  hasta que  no se les  aparezca  el Señor resucitado.  

2. Se volvió  corriendo  a la ciudad   para  contárselo  a Simón  Pedro  y al otro  discípulo  a quien   Jesús   tanto  quería . Les dijo: Se han llevado  del sepulcro  al Señor, y no sabemos   dónde  lo han puesto. 

Se han llevado  del sepulcro  al Señor: María    expresa   por tres veces   su preocupación  por la desaparición  del cuerpo  de Jesús (vv. 2. 13.15).  

Y no  sabemos dónde  lo han puesto: Dos reacciones diversas: la de Juan es creer en la Resurrección del Señor; la de María Magdalena, alguien se ha llevado el cuerpo del Señor           

3. Pedro   y el otro discípulo se fueron  rápidamente  al sepulcro. 

Aunque el evangelista  es quien  ha añadido  al relato  el personaje  del Discípulo  Amado, es posible  que una   de las versiones   tradicionales  describiera  la visita   al sepulcro   de un grupo   no especificado  de discípulos.  

4. Salieron   corriendo  los dos discípulos, pero el otro  discípulo  adelantó  a Pedro y llegó  antes  que él.  

Llega  corriendo  al sepulcro ( llega  primero, y esto  indica   la  preeminencia  que en el cuarto  evangelio  tiene  este discípulo-  es uno  de los argumentos  que lo  prueban-;   siempre  aparece  en relación  con Pedro  e incluso  superándolo; así   se ponía   de relieve  su autoridad, ya que   la de  Pedro  era indiscutible).  

5. Al asomarse  al interior  vio que las vendas de lino  estaban  allí; pero  no entró  

Pero no  entró: Retrasando  la entrada del Discípulo  Amado el evangelista  consigue  que la fe  que éste demuestra  cuando al final  entra  y ve, se convierta  en el punto   culminante   del episodio.   

6. Siguiéndole   los pasos  llegó  Simón  Pedro  que entró  en el sepulcro. 

7. Y comprobó  que las vendas  de lino estaban allí. Estaba también el paño que habían  colocado  sobre la cabeza  de Jesús, pero no estaba  con las vendas, sino doblado  y colocado  aparte. 

8. Entonces  entró  también el otro  discípulo, el que  había llegado  primero al sepulcro. Vio  y creyó. 

Nada se nos dice de si Pedro creó; del discípulo que corría más y entró después, se narra que vio y creyó.

La  reacción  decisiva   es la del discípulo  a quien amaba  Jesús, no la  de Pedro. El otro    discípulo   comprobó, lo mismo que Pedro,  cómo   habían  quedado las cosas: vio  las fajas, el sudario... Era   inadmisible  que un  ladrón  hubiese  dejado  tan ordenadas    las cosas. Ha tendido que ser algo  distinto. De la  conclusión   a que Jesús    hubiese resucitado  había   un buen   trayecto que recorrer.  

Pero  el otro  discípulo   vio   y creyó. Es la única ocasión   en que  se afirma en todo el Nuevo  Testamento  que  alguien   creyó  al ver vacío  el sepulcro donde   había  sido  sepultado   Jesús.  

¿Por qué creó este segundo discípulo? Alguien responderá: en  virtud  de su unión profunda con Jesús, el discípulo  reconoce el misterio de su presencia a través de su ausencia. 

Quizá  lo que quiere decirnos  el autor del cuarto evangelio, que el Discípulo Amado fue  el primer discípulo   que creyó en la resurrección   de Jesús, antes  que María  Magdalena  e incluso   antes que  Pedro.

¿ Quiere   presentarte  el Discípulo Amado  como ejemplo  de credibilidad    y de  la   disposición   para creer  que deben   tener  aquéllos    que oigan   referir  el hecho  de la Resurrección  a aquellas  personas   que son   testigos  de primera  mano? 

9 ( Y  es que  hasta  entonces, los  discípulos no habían entendido  la Escritura, según  la cual  Jesús   tenía   que resucitar  de entre  los muertos).  

La Escritura: Aquí   de acuerdo   con el credo de   1 Cor 15, 4: “que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras”. La resurrección  de Jesús  se considera  el cumplimiento  de la Escritura, pero no se aporta  ninguna   cita del AT. Hasta  que la glorificación  de Jesús   no sea   completa, los discípulos  no estarán  en disposición  de “recordar”  y  comprender  la plena significación  de lo que  ha ocurrido.

Evidentemente  esto  no ocurrió  en aquel momento,  aunque  el evangelista   así parezca  afirmarlo¿ La afirmación  sobre  el “vio  y creyó”  ocurrió   exactamente   en aquel   momento?.  La   contestación  a este  interrogante   no resulta    tan fácil   como a primera   vista  pudiera  parecer.

A primera vista el   Discípulo Amado  presenta  una fe  modélica, capaz de percibir  al instante  la verdad  de la resurrección  (también  21, 7). Es el  anti-tipo del personaje  de Tomás, que se dejará  invadir  por la duda.  

            Nuestra fe en Cristo  resucitado se apoya en la fe (testimonio) de los apóstoles. Esta fe (testimonio) encuentra  también  dentro de nosotros una confirmación y despierta una exigencia.

            La confirmación  de esa fe  es obra del mismo Espíritu de Cristo resucitado que alienta en nuestro interior. El Espíritu  es el regalo pascual. La Resurrección es un hecho histórico; pero su captación es un regalo, no es una deducción de la razón.  

            La  Resurrección es un bien para Cristo; pero para nosotros  es un don, que nos compromete, no solamente a aceptarlo, sino hacerlo fructificar.

            “... Concede a los que  celebramos la Solemnidad  de la Resurrección de Jesucristo, ser renovados  por tu Espíritu  para  resucitar en el reino de la luz  y de la vida “(Oración Colecta).  

            Creo que es conveniente  recordar  lo que leemos en la Oración sobre las  Ofrendas: “Rebosantes  de gozo pascual ( La Pascua es la Fiesta del gozo y de la alegría),  celebramos, Señor, estos  sacramentos   en los que  tan maravillosamente  ( Este adverbio nos  lleva  al sustantivo: Las maravillas del Señor)  ha  renacido  y se alimenta  tu Iglesia.  

            La Iglesia no sólo celebra la  Resurrección del Señor, sino que se alimenta de ella. Sería  provechoso  acentuar  se alimenta.  

            En la Oración  después de la Comunión  le expresamos al Señor un deseo, un anhelo, una  esperanza: “Protege, Señor, a tu Iglesia  con amor  paternal, para que,  renovada   por los sacramentos   pascuales, llegue   a la gloria   de la  resurrección”. 

            La Iglesia se renueva  en la   Resurrección;  renovación  no sólo exterior, sino por dentro;  de tal manera que su misma  identidad le impulse  a la gloria de la resurrección, que ya aquí  ha comenzado; pero tendrá  su realización plena  en el más allá, en la parusía.