II Domingo de Pascua o de La Divina Misericordia., Ciclo C
Autor: Padre Luis Rubio Remacha OCD  
 

 

Este segundo domingo de Pascua es la conclusión de la Octava Pascual. Desde hace unos años el Papa Juan Pablo II ha querido denominarlo como el Domingo de la Divina Misericordia..

            Nos sorprende gratamente cómo la Oración Colecta de la Misa acentúa esta dimensión.” Dios de misericordia infinita, que  reanimas la fe de tu pueblo con la celebración anual de las fiestas pascuales...”  

            Primera Lectura: Hechos  5, 12-16: Una comunidad   compasiva  

Durante la Cincuentena Pascual  la primera lectura  de los domingos está tomada para los  tres ciclos  del libro de los Hechos de los Apóstoles. 

En este   párrafo,  consagrado  a la comunidad  primitiva, un  nuevo  sumario  recoge  los  temas  de la vida comunitaria. Acentúa   el tono  optimista y los efectos  benéficos, curativos  más concretamente, de la acción  apostólica. Es muy  semejante  a los relatos   de curaciones   que encontramos    en los evangelios. Ello   indica  al menos   dos cosas: una   que se trata  de un resumen  teológico y no histórico; otra que hay  una continuidad  entre Jesús  y su comunidad, no sólo  fáctica sino salvífica.  

Para   comprender   este sumario   resulta imprescindible   conocer las razones  que ha tenido  nuestro autor para colocarlo  en este  contexto. En  el relato   inmediatamente   anterior (5,  1-11) nos   ha referido  un milagro  de Pedro, castigando  la simulación  e impostura    de Ananías  y Sátira. A continuación   (5,  17ss)  nos  ofrecerá  una nueva   imagen  de la Iglesia  perseguida. Por eso,   antes  de narrarnos  la persecución  de la Iglesia  era necesario  que destacase  el gran  éxito  del evangelio   que comienza   a  abrirse  camino

No podía   unirse  el relato   sobre Ananías  y Safira con el encarcelamiento    de los apóstoles.  (vv. 17ss). Por eso, entre  ambas historias, se sitúa   este sumario.

Pedro    es como  la personificación  de los apóstoles,  y lo  que hacía  Pedro  podía  afirmarse  de todos  los demás 

Es, una   vez más, una  composición  lucana, una   descripción   idílica, que  recuerda  los dos  resúmenes   anteriores (2, 42-47; 4, 32-35).  

Esta Comunidad goza de la fuerza  de la Resurrección del Señor. Es conveniente en la Liturgia de la Palabra el presentar cómo la Comunidad de Jerusalén  se mueve inspirada  por  la luz del Resucitado.  

Después de la pequeña síntesis, nos detenemos   en algunos  detalles   de los versículos, que usa la Liturgia de la Palabra.  

. 12. Los apóstoles   realizaban  muchos   signos  y prodigios en medio  del pueblo. Todos   los creyentes  se reunían  de común acuerdo  en el pórtico  de Salomón. 

No se  precisa   demasiado   quiénes   son esos   “apóstoles”. Ciertamente  aparece   Pedro  como un  protagonista  particular, pero  la mención  en plural  orienta  hacia  otras   personas.

En los primeros  tiempos  “apóstol”  es, más bien, un evangelizador  con unas  características  especiales, la principal  de las cuales   es ser  testigo  de la resurrección  de Jesús.  En la primera  parte del libro  sobre todo, se designa con este nombre  al grupo  de los Doce-Once.  

13. Pero los demás   no se  atrevían   a juntarse   con ellos. El pueblo,  sin embargo, los tenía  en gran estima.

Los demás: No está   claro, sin embargo, a quién   se refiere el término  “los demás”. “Los demás”  parece  ser diferente  de “el pueblo”. Quizá   se refiera  a los miembros  de las  tres clases  mencionadas  en 4, 5: “Al día siguiente se reunieron en Jerusalén sus jefes, ancianos y escribas”

Pero  el pueblo   los tenía   en  gran estima: “El pueblo”  debe referirse   a los habitantes  de Jerusalén  que todavía  no son  cristianos

14. De modo  que una multitud   de hombres  y mujeres   se incorporó  al número  de los que  creían  en Jesús.

Afirmación  muy del evangelista  Lucas, expositor  de la  grandeza  de la comunidad apostólica tanto por su poder de hacer milagros  como por la atracción, que está provocando  en los oyentes  y admiradores  de los apóstoles.

Se da una progresión  significativa: Primeramente  nadie se atreve a juntarse  con ellos (los apóstoles), aunque el pueblo  siente   una  gran estima  por ellos.  De  la admiración se pasa a la incorporación, a formar parte  del número de los  creyentes. 

15. Incluso  sacaban   los enfermos  a las plazas   y los ponían   en  camillas   y parihuelas, para   que, al pasar Pedro, al menos   su sombra  tocara  a alguno   de ellos.

No se puede tomar como afirmación hiperbólica “al  pasar Pedro, al menos su sombra”.  De Jesús no se dice  nada  en esta dirección. Cuando uno está  endiosado, todo su ser  respira   divinidad. Pedro se siente atraído  por Jesús; de aquí que todo él (Pedro) respira, proyecta la salvación de Jesús. Hace partícipes a los demás del poder curativo del Señor  Jesús.   

16. Un gran número  de personas  procedentes  de las ciudades   cercanas, acudían   a Jerusalén, llevando  enfermos   y poseídos   por espíritus  inmundos, y todos   se curaban.

Por   primera  vez, se menciona  en este resumen  la reacción  del pueblo  al mensaje  cristiano  fuera  de Jerusalén. Nueva  también  es la mención  del gran número  de enfermos, en contraste  con el caso  individual  del hombre  cojo   de nacimiento, curado  en el capítulo  3.  

El resumen   de Lucas  da mucha importancia  a las curaciones   milagrosas  realizadas  por Pedro  y los demás  apóstoles  entre la gente   de Jerusalén   y de los pueblos   vecinos.

La gente que trae los enfermos  a los cristianos  obviamente  confía  en ellos, saben  a quienes dirigirse  

El estribillo del salmo responsorial  (ll7, 1) canta y ensalza esta Propiedad Divina:” Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia”. Los versículos siguientes de este salmo pascual ll7 alargarán la invitación: “Diga la casa de Israel... Diga la casa de Aarón... Digan los fieles del Señor: eterna es su misericordia” (vv.2-4)  

Segunda Lectura: Apocalipsis 1, 9-11a.12-13.17-19: Presentación de Cristo resucitado  

En el Ciclo C como segunda lectura de los domingos de la Cincuentena Pascual,  leemos perícopas del Libro del Apocalipsis. En este segundo domingo prácticamente los versículos del capítulo 1, 9-19. Estos versículos son como una visión inaugural, de aquí la importancia de los mismos y la utilidad de detenernos un poco en su  comentario.   

9. Yo, Juan,  hermano   vuestro y compañero  que  por amor  a Jesús  comparto  con vosotros  la  tribulación  y la espera  paciente  del reino, me  encontraba  desterrado   en la isla  de Patmos  por haber anunciado  la palabra  de Dios  y haber  dado testimonio  de Jesús. 

“Yo, Juan, vuestro hermano y compañero”. El término “hermano” se usa cinco veces en el Apocalipsis y tiene un significado eclesial  explícito. El término “Compañero indica el compartir  por completo el  destino de dolor y gloria con  la comunidad, a la cual se dirige. 

que  por amor  a Jesús  comparto  con vosotros  la  tribulación  y la espera  paciente  del reino

            “Tribulación” indica sufrimiento proveniente del ambiente en el que se vive. Dificultad  que el cristiano  encontrará  siempre en su vida. “En el reino”. Los cristianos, mediante  Cristo resucitado, son “reino” martirial. El reino de Cristo es distinto al reino de los hombres. “Perseverancia” es capacidad de soportar y caminar contracorriente. Juan es compañero en esto 

“Estaba desterrado en la isla de Patmos, por haber  predicado la palabra de Dios  y haber  dado testimonio de Jesús.”. Patmos es una isla rocosa de 57 kilómetros  cuadrados, situada a unos 80 kilómetros del sudoeste de Efeso.

El motivo, por el cual está desterrado, es doble: predicar la palabra de Dios y haber dado testimonio de Jesús. Esta afirmación es nuclear en el libro del Apocalipsis y en el libro de los Hechos de los Apóstoles. La Iglesia siempre resultará extraña precisamente por hacer esto 

10. Caí en  éxtasis   un domingo y oí  detrás de mí una voz  potente, como de trompeta,

“Un domingo caí en éxtasis”. El Apocalipsis  dará mucha importancia al primer día de la semana, al domingo, en el cual Cristo resucitó. El éxtasis es una experiencia especial, fuera de uno mismo. Las grandes revelaciones producen en la persona elegida una sensación de sublimidad, de trascendencia. El autor del Apocalipsis es un verdadero místico, ha experimentado algo que no se puede fácilmente comunicar.  

Oí  a mis  espaldas  una voz  potente, como una trompeta.”  El profeta Ezequiel en el capítulo 3, l2 dirá: “Entonces, el espíritu  me levantó  y oí  a mis espaldas el estruendo  de un gran terremoto.” Las  descripciones  de las visiones apocalípticas suelen ser introducidas por “como”, “semejante a “para subrayar  que toda comparación de orden terrestre es inadecuada. No se trata de magnificar el sonido físico, sino de valor el contenido. El estilo  apocalíptico  introduce  la trompeta en las escenas escatológicas que describen  el paso de la era presente a la futura 

11. que decía: escribe  en un libro  lo que veas y mándalo a las siete iglesias de Asia.

“Que decía: lo que  veas escríbelo  en un libro, y envíaselo  a las siete  iglesias de Asia”. Esto será el contenido del Apocalipsis. El desterrado en Patmos apreciará, conocerá el presente; pero siempre abierto hacia el futuro, a la escatología. Sin escatología el Apocalipsis se derrumba, no cumple su función.” Escribe, lo que veas: lo que está sucediendo  y lo que ha de suceder más tarde”.

  Las siete iglesias a las cuales se dirige Juan, el hermano y compañero, no han sido elegidas por su importancia. Se las nombra, siguiendo un orden que, en el mapa, forma aproximadamente  un círculo  cuyo punto de partida es Efeso. 

12. Me  volví  para mirar  de quién  era la  voz  que me hablaba, y al  volverme   vi siete    candelabros  de oro,

13. y en medio  de los candelabros  una especie  de figura  humana  que vestía  larga túnica  y tenía  el pecho  ceñido  con una  banda de oro.  

            “Me volví a ver quién me hablaba, y al volverme, vi siete lámparas de oro, y en medio de ellas una figura  humana, vestida de larga túnica con un cinturón  de oro  a la altura del pecho.  Sería muy interesante exponer, aunque fuese rápidamente, las peculiaridades del lenguaje apocalíptico; pero nos alargaríamos demasiado. Una nota característica de esta forma de hablar es la simbología. Las cosas tienen otro valor del que podemos captar a primera vista.” En medio de los candelabros”: Cristo está presente  en medio de las siete iglesias, dispuesto a exhortarlas y ayudarlas. “ Como  un hijo  de hombre”: Jesús  cumple la profecía de Dn 7,13: “Seguía  yo contemplando  estas visiones  nocturnas y vi venir  sobre las nubes  alguien  semejante a un hijo de hombre” 

Esta figura humana estaba “túnica con un vestida de larga cinturón de oro a la altura del pecho” Según el libro del Exodo 28,4 estas vestiduras  manifiestan la dignidad  de un sumo sacerdote. También leemos en el libro de Daniel 10,5 “Levanté  la vista  y vi a un hombre  vestido con túnica  de lino  y ceñido  con un cinturón  de oro  puro.”

17. Cuando  lo vi, me desplomé  a sus pies como muerto, pero él puso  su mano  derecha  sobre mí, diciendo: No  temas; yo soy  el primero  y el último

Me desplomé  a sus pies: Esta   reacción  de temor  ante la presencia  de Dios  o de un  mensajero  divino  es casi  obligada; el hombre   debería   desaparecer  ante la gloria   de Dios.

, pero él puso  su mano  derecha  sobre mí, diciendo: No  temas; yo soy  el primero  y el último.

Los sublimes  títulos  que Cristo se atribuye   tienen    por objeto  alentar  a los cristianos, que ponen  la confianza  en su Señor. Estos  títulos  sintetizan  los tres  estadios  de la carrera  de Cristo: su preexistencia , su muerte, su exaltación  a la vida   eterna  como triunfador  sobre  los poderes  infernales.  

18. yo soy  el que vive. Estuve muerto, pero ahora   vivo  para siempre y tengo  en mi poder  las llaves  de la muerte  y del abismo

El que vive: Como   Dios   es el único  que vive  verdaderamente, Cristo  vive  por la comunicación  de la vida  del Padre.

Estuve muerto, pero ahora   vivo  para siempre: Este  contraste  entre el pasado  y el presente, entre  la muerte   y la vida  de la resurrección  poseída   para siempre, constituye  el núcleo  del credo  cristiano.  

Tengo  en mi poder  las llaves  de la muerte  y del abismo: “Tener   las llaves”  significa  “ser  dueño”. La posesión  de estas llaves  es consecuencia  de la victoria  de Cristo  sobre las fuerzas  hostiles, cuando descendió a los infiernos. La muerte, pues, ya no  puede   amenazar  a los cristianos.  

.           19. Escribe lo que has visto, lo que es y lo que será:  

            Este  mandato  es  una elaboración  de la orden  dada por el revelador  a Juan en el v.11: “escribe  en un libro  lo que veas”.  Es  una fórmula  común   para  describir  la profecía.

            Después de esta lectura-presentación, uno queda como animado  a seguir esperando en la vida de la Iglesia, que ya goza de la Presencia del Señor. La lectura del Apocalipsis ayuda  a vivir el tiempo Pascual.            

Evangelio: Jn. 20, 19-31 Apariciones  a los discípulos  

En los tres ciclos  leemos este texto evangélico (Jn 20, l9-31). Su contenido  teológico: la doble aparición a los doce-once  y su significado litúrgico: el primer día de la semana: el domingo, justifican que sea leído en los  tres ciclos.   

 

Los  versículos  19-23 tratan  de las apariciones  a los discípulos sin Tomás.

 

  En los   discípulos   de Jesús   no solamente   no existía    predisposición   alguna  para aceptar  la resurrección, sino  que estaban   predispuestos   para lo contrario. Como   hijos   de su tiempo  creían   únicamente   en la resurrección  del último día.  Así   lo expresa  Marta  cuando Jesús  habla  de la resurrección  de Lázaro (Jn  11, 24). Cuando   se les anuncia   que Jesús  vive  ni siquiera  se entusiasman. El relato   sobre la Magdalena  no puede ser  más significativo: ante  el sepulcro  vacío, lo único  que se le ocurre  pensar  es en el robo  (Jn 20, 2.13.15).  Una vez convencida  de la resurrección, gracias   al encuentro  personal  con el Resucitado, se lo  anunció  a los que  habían vivido  con el.  ¿Resultado?: No la  creyeron  (Mc   16, 11). En los  de Emaús, la   “esperanza” en la   resurrección  se manifiesta  en su decisión  de abandonar  aquel asunto  e irse  a sus casas (Lc 24, 22s). Y  cuando  comunicaron  a los demás   su experiencia, el resultado  fue el mismo, ni a un  a estos  creyeron. (Mc  16, 13).

 

Su   escepticismo   en este   tema era lógico. La  increencia   o no aceptación  de la resurrección  de Jesús  por parte   de sus discípulos   tiene   buenas razones que la justifiquen. Es  un  acontecimiento  que escapa  al control   humano; rompe  el molde  de los estrictamente  histórico  y se sitúa  en el plano  de lo  suprahistórico;  no pueden   aducirse  pruebas  que nos lleven   a la evidencia  racional.

 

No obstante, algo sucede  en ellos, que les capacita  para creer en la Resurrección de Jesús.

 

 19. Aquel mismo  domingo, por la tarde, estaban  reunidos  los discípulos  en una  casa con las puertas bien cerradas, por  miedo a los judíos. Jesús   se presentó  en medio  de ellos   y les dijo: La paz  esté con vosotros.

Al anochecer  de aquel día, el día primero de la semana...A los ocho días, estaban  otra vez dentro  los discípulos  y Tomas con ellos”. El  primer día (el domingo), día de la Resurrección, día de la Eucaristía. Su valor litúrgico es muy importante.  

“Paz a vosotros”, este saludo  se llega a repetir  tres veces en este texto evangélico. Estas palabras  son las primeras  que el Viviente dirige a sus discípulos  reunidos, Jesús  no utiliza  el saludo ordinario, el Shalom acostumbrado de los judíos, sino otra “ Es la paz, la mía, la que  os doy; no os la doy  a la manera del mundo” ( Jn l4,27).

Uno de los dones del Cristo Pascual  a sus discípulos es la comunicación de la Paz:”Y en esto  entró Jesús, se puso  en medio  y les dijo: Paz a vosotros... Jesús repitió: Paz a vosotros... A los ocho días... Llegó  Jesús, estando cerradas las puertas, se puso  en medio y dijo: Paz a vosotros.”  Otra dádiva del Cristo Pascual es la alegría:” Y diciendo  esto, les enseñó  las manos  y el costado. Y los  discípulos  se llenaron de alegría al ver al Señor 

20. Y les mostró  las manos  y el costado. Los discípulos  se llenaron   de alegría al ver  al Señor.

“Les mostró  sus manos y su costado.” Merece la pena recalcar este interés del evangelista al decirnos esto. Los primeros pasos para creer en la Resurrección parten de esta realidad. Aunque el cuerpo resucitado de Cristo posee cualidades  espirituales, la esencia  del testimonio  del NT  acerca de la resurrección  es afirmar el retorno del mismo Jesús de Nazaret al que los primeros  testigos  habían tratado  familiarmente, de ahí  que se aluda  a la herida del costado  de Jesús  y a las huellas de los clavos  en sus manos. Esta es la única  prueba  que da el evangelio de que Jesús  fue clavado  y no atado  a la cruz (como  se hacía  frecuentemente)  

21. Jesús   les dijo  de nuevo: La paz  esté con vosotros. Y añadió: como el Padre  me envió  a mí, así  os envío  yo a vosotros.

Cristo    resucitado   confiere  a sus discípulos  la misión  de que  había   hablado  en 17, 18: “Como tú me has enviado al mundo, yo también los he enviado al mundo”. Esta   es la misión  que compete   a la Iglesia: perpetuar   la obra   de la salvación  divina   realizada  en Cristo.  

22. Sopló  sobre ellos  y les dijo: Recibid  el Espíritu  Santo.

“... exhaló  su aliento  sobre ellos  y les dijo: Recibid el Espíritu Santo”.

En  la perspectiva  joánica, la Resurrección, Ascensión y Venida del Espíritu Santo tienen lugar en el mismo  domingo de Pascua. Juan se separa  de San Lucas, que afirmará que la Ascensión del Señor tiene lugar a los cuarenta días después de haber resucitado; la venida del Espíritu Santo sucederá en el día de Pentecostés, a los cincuenta días. 

¿Quién tiene la razón?: Los dos. Cuando decimos Lucas nos estamos refiriendo  al autor  del Libro de los Hechos de los Apóstoles, pues Lucas, autor del Evangelio, coincide  con la perspectiva  de San Juan.             

23. A quienes  les perdonéis  los pecados, Dios  se los  perdonará; y a quienes  se los  retengáis, Dios  se los retendrá.  

 El don del Espíritu es relacionado aquí específicamente  con el poder otorgado a la Iglesia para continuar ostentando el carácter judicial  de Cristo  en lo referente  al pecado. La   tradición  católica  ha visto  con razón  en este acto  el origen  del sacramento  de la Penitencia, si bien  es igualmente  cierto  que el poder  de la Iglesia  sobre el pecado  se ejerce   también   en el bautismo  

Aparición   a los discípulos   y a Tomás   (20, 24-29)  

El  evangelista   subraya  la identidad  del Resucitado con el Crucificado. El testimonio  de los ángeles, los   encuentros   y apariciones    y, en especial  las exigencias   de   comprobación  por parte de Tomás, son de  sumo  interés. De ellas   se deduce  que el Resucitado  y el Crucificado  son el mismo, aunque  su forma  de vida  sea diversa. Ambos  aspectos  son igualmente  importantes. De ahí  las exigencias  de ver  y palpar  los agujeros   de las manos   y del costado: identidad. De  ahí  la dificultad  en reconocer  al Resucitado; creen  ver un  fantasma, un   viandante, el jardinero: diversidad  en su  nueva forma   de vida. La resurrección   de Jesús  no es la vuelta   de un cadáver a la vida. La resurrección de Lázaro  era la vuelta  de un cadáver a la vida. 

El contacto  físico   con el Resucitado  no pudo  darse. Como  tampoco  es posible  que él  realice  otras acciones  corporales que le son atribuidas, como comer, pasear, preparar la comida... Este tipo  de acciones  o manifestaciones  pertenece   al terreno  literario y es  meramente  funcional: se   recurre   a él   para destacar   la identidad   del Resucitado, del Cristo de la fe, con el   Crucificado, con el Jesús de la  historia.

Esto no debe disminuir  nuestra fe, sino todo lo contrario. Comprender las Escrituras en su sentido verdadero  nos debe animar y mover a  la proclamación, al canto, al éxtasis.

También    intenta  poner  de relieve  la confesión   adecuada   de la fe   cristiana  al citar   las palabras de Tomás: Señor  mío y Dios mío

Tomás    es presentado    como el representante   de los que no  quieren    creer  sin ver. Vencida    su increencia, el evangelista  nos lo presenta  como modelo  de fe. Son sus palabras las que  recogen  la auténtica  confesión  de la fe cristiana. En sus palabras  el  evangelio de  Juan  alcanza   su cota  más elevada: el reconocimiento  de Jesús    como Señor   y Dios 

28. Tomás  contestó: ¡Señor  mío y Dios mío!

No se dice   si Tomás   llegó a tocar  realmente  al Señor; ello no tiene mayor importancia.

¡Señor  mío y Dios mío! : Paradójicamente,  es el dubitativo  Tomás  el que  hace   la más completa  afirmación  acerca de la naturaleza  de Cristo  que podamos   encontrar   en labios   de nadie   en todo  el evangelio.

 La confesión  de Tomás es la más adecuada del cuarto evangelio. El Antiguo Testamento  reservaba  estos dos títulos a Yahveh. 

“¡Señor  mío  y Dios mío!”. Es más profesión de fe que una invocación, pues la omisión  del “tú eres “se debe al arrebato del locutor, que refleja  la alta cristología  joánica y, por insistencia  en el adjetivo  posesivo “mío” Juan quiere expresar la profundidad de la cogida por parte de Tomás de todo el mensaje del Señor.

29 Jesús le dijo: ¿Crees  porque  me has visto? Dichosos   los que   creen  sin haber   visto

Las palabras   de Cristo  también van  más allá   del reducido  grupo  allí presente. Por   muy importantes  que sean   las apariciones  después   de la resurrección para el testimonio  de la Iglesia primitiva, es un hecho  que la Palabra  misma, el evangelio, el evangelio   que es poder  de Dios, sigue  siendo  el único  motivo real  y adecuado  de la fe. Los milagros, las pruebas históricas, incluso  la prueba  misma del tacto  que se  ofreció  a Tomás, pueden  servir  de ayuda a quien busca  la fe, pero es  en la predicación  del mensaje  donde ha de hallarse la  gracia  de Dios, donde    finalmente   se resuelve  el problema  de la fe  o de la incredulidad. 

El evangelista   Juan  no nos dice cómo sucedió  lo que narra, sino lo que quiere  comunicarnos, por lo tanto no debemos  pararnos en el significado literal  de las palabras, sino  ver en ellas  una expresión de un contenido, que ellas mismas no pueden expresar, sino deben ser trascendidas. 

Conclusión: vv. 30-31. Estos versículos   que suenan  casi igual  que el versículo  25 del capítulo 21, son para muchos  exégetas el final del evangelio de San Juan, como hemos dicho anteriormente 

 30 Jesús hizo  en presencia  de sus discípulos   muchos más   signos   de los que  han sido  recogidos en este libro.

Muchos   más signos: El cuarto   evangelio  se refiere   sistemáticamente   a los hechos   prodigiosos   realizados  por Jesús   con la palabra  signos” o “señales”.

Como   estos  “signos” –siete en total- han sido  reunidos   por Juan  en la primera  parte de su obra  ( Jn 2-12), estos   capítulos   han   recibido  la denominación  de “ Libro  de los signos”.  El  “signo” más importante  y definitivo  es  la Resurrección del Señor. El evangelio de Juan no agota  ni quiere agotar  el mensaje del Señor; lo contado, narrado, es importante; pero indicativo, nos  orienta  a algo más, que nunca podremos abarcar.  

31. Estos   han sido  escritos para que  creáis  que Jesús  es el Mesías, el Hijo de Dios; y  para que, creyendo  tengáis  en él  vida eterna.

Los evangelios  no son letra muerta, sino viva. No son simplemente  erudición, cultura, sino historia, portadora  de algo vital. El encuentro con el Evangelio, no es  solamente un encuentro con la verdad objetiva  intelectual, sino con la “ Verdad”, que es  grata  noticia  vivificadora  y vivificante, que exige  una doble actitud: la fe y  una coherencia  moral- teologal.

La riqueza  de contenido de este segundo domingo es tan grande  que no podemos limitarlo a la consideración de la Misericordia Divina  (Esto está  incluido), sino que debemos ampliar  nuestra mirada al filo de  las tres Lecturas y Salmo Responsorial.