IV Domingo de Pascua, Ciclo C
Autor: Padre Luis Rubio Remacha OCD  
 

 

Este domingo IV de Pascua es llamado del Buen Pastor, por esto  mismo en el Evangelio, en los tres ciclos, se leen textos del capítulo 10 de San Juan que hablan de la figura del Buen Pastor.

            En la Oración Colecta nos dirigimos a Dios como rebaño de su Hijo “...para que así el débil  rebaño  de tu Hijo tenga parte  en la admirable   victoria de  su Pastor”  

            En la oración final (Después de la Comunión) invocamos a Dios como buen Pastor: “Pastor bueno...haz que el  rebaño adquirido  por la sangre de tu Hijo...”  

            Primera  Lectura: Del Libro de los Hechos, 13, 14.43-52.  

La escena   de hoy  es como   una muestra   de lo que  les sucede   a estos intrépidos  apóstoles   en las varias  poblaciones   a donde van. Predican  en la sinagoga a los judíos, pero también a los    paganos, al parecer   con bastante  éxito.

En esta ciudad, hay una doble  reacción: los  paganos  que escucharon   la Buena   Nueva “se alegraron  mucho  y alababan  la Palabra  de Dios”. Pero   algunos   judíos, llenos  de envidia  y celos, promovieron    una persecución  contra Pablo  y lograron  su expulsión   de la ciudad.

El anuncio  del evangelio  en Antioquía  de  Pisidia es el punto  culminante  de la primera misión  paulina. Se describe  mediante   dos escenas que tienen lugar  en dos sábados  sucesivos: la primera ( Hch 13, 13-41)  está  centrada  en el anuncio   a los judíos, mientras   que la segunda ( Hech  13, 42-52)  describe   el anuncio  a los gentiles.

En Antioquía  de Pisidia  había una comunidad  judía numerosa. El nombre   de la ciudad, igual  que el de su  homónima, la capital   de la provincia   de Siria (11, 19), se debe  a su fundador, Antíoco el Grande, perteneciente  a la  dinastía  seléucida. 

Después de esta presentación  general, exponemos el contenido, no exhaustivo, sino indicativo  de los  versículos, que la Liturgia de la Palabra nos presenta.  

14. Ellos,  pasando  más allá  de Perges, llegaron a Antioquía  de Pisidia. Allí  entraron  en la sinagoga el sábado  y se sentaron.

Nada   más llegar  a la ciudad, Bernabé  y Pablo se presentan  el sábado en la sinagoga, para participar  en el oficio  litúrgico.

Esto  manifiesta   una vez más  el interés  de Lucas  por presentar a Bernabé  y a Pablo  evangelizando  primero  a los judíos. 

42. Al  salir les rogaron   que el sábado  siguiente  les hablaran  de lo mismo.

Este versículo  no se lee en la Liturgia de la  Palabra; pero nos ayuda a entender  la  acogida, que tuvieron al principio Pablo y Bernabé.  

43. Disuelta   la asamblea, muchos judíos  y prosélitos que adoraban  al verdadero  Dios siguieron  a Pablo  y Bernabé, que  trataban  de persuadirlos con sus palabras  para que  permanecieran   fieles   a la gracia  de Dios. 

Un breve  intermedio, relacionado  con la celebración  litúrgica  precedente , describe  las primeras   reacciones  al discurso  de Pablo  y prepara  la escena siguiente, que comienza   con el v. 44. Las autoridades  oficiales    de la sinagoga reaccionan  con una comedida  reserva. Aún   no han tenido  tiempo  de reflexionar  y formarse  un juicio  exacto  del discurso; por eso, invitan    a Pablo y Bernabé  a que  intervengan  de nuevo   el  sábado siguiente. El  círculo  más amplio  de los oyentes  se muestra  vivamente  interesado  por los misioneros. Muchos judíos  y   prosélitos  practicantes se entretienen   con ellos, deseosos  de una instrucción  más pormenorizada.

Para que  permanecieran   fieles   a la gracia  de Dios. Este   comentario   lucano   finalmente   introduce  un elemento  principal  de la enseñanza  paulina, la función  de la gracia divina  en el proceso  de conversión y justificación. Pablo  les insta  a cooperar  debidamente  con la guía  y asistencia divina.  

44. El sábado  siguiente casi   toda  la ciudad  se congregó   para escuchar  la palabra   del Señor.

 La noticia  de un mensaje   tan interesante  como  el proclamado  por los misioneros  se ha  extendido  rápidamente  entre la   población , de modo  que ese día  la sinagoga  está rebosante  de paganos, ávidos   de escuchar  la predicación.  

45. Los judíos, al ver  la multitud, se llenaron  de envidia, y se pusieron  a rebatir  con insultos  las palabras  de Pablo.

Los judíos, que  en un  principio  se habían   mostrado  respetuosamente  distantes, ahora, impresionados  por el gentío, cambian  de actitud  y se declaran  abiertamente  en contra  del mensaje. Creen   que la afluencia  de paganos  provocada  por la proclamación  de la fe  en Cristo, puede poner  en peligro  no sólo  la pureza  de la fe  israelita, sino  aun  la misma   subsistencia  de Israel. Así que  estallan   en una  descarada  oposición al mensaje cristiano, con  actitud  y palabras “insultantes”; es decir, no   quieren   reconocer que Dios  ha actuado en Jesús, ofreciendo   en él la salvación a todos los hombres. 

46. Entonces, Pablo y  Bernabé  dijeron  con toda  valentía: a  vosotros    había  que anunciaros   antes que a nadie  la palabra  de Dios, pero puesto  que la rechazáis  y vosotros   mismos  no os   consideráis  dignos   de la vida  eterna, nos dirigimos a los paganos.

Entonces, Pablo y  Bernabé  dijeron  con toda  valentía:

Lucas   introduce   de nuevo   el tema   de la proclamación  valiente. A Pablo  y Bernabé no los  detienen    ni la negación  ni el abuso. 

A  vosotros    había  que anunciaros   antes que a nadie  la palabra  de Dios,

Una  vez  más aparece   el principio lucano  de proclamar   primero  la Palabra  a los judíos. La necesidad    viene   de la providencia   de Dios  con su pueblo escogido, a lo que   Pablo  alude  al principio  del discurso.  

Pero puesto  que la rechazáis  y vosotros   mismos  no os   consideráis  dignos   de la vida  eterna

La  vida  eterna  está   estrechamente    vinculada  a la  aceptación  de la “palabra  de Dios” en la fe.  

, nos dirigimos a los paganos.

Esto   puede   sonar  como un nuevo   principio  que Pablo   adopta y que puede  regir   sus relaciones  con el pueblo   en el futuro, dejando a los judíos  a su propia  suerte, limitando  su atención a los gentiles. Sin embargo, Pablo  continuará  tratando  de dirigirse   primero a los judíos, pero  si ellos  siguen rechazando  el mensaje, entonces  él se dará  la vuelta  hacia  los gentiles. Este   versículo  puede   parecer   como un punto  de partida  en Hechos; pero no debemos olvidar   que la evangelización  de Pablo a los gentiles  no está   solamente  motivada   por el rechazo  de los judíos a su mensaje, sino porque el Dios de los judíos es también el Dios de los gentiles.  

47. Pues así  nos lo mandó  el Señor: Te  he puesto  como luz   de las naciones, para que  lleves  la salvación  hasta los confines   de la tierra

Quizá  sea conveniente  recordar lo que Jesús dijo a Ananías  acerca de Saulo en el capítulo 9, 15 del Libro de los Hechos: “Vete, porque, éste  es un  instrumento  elegido  para llevar  mi nombre a todas las   naciones, a sus gobernantes, y al pueblo  de Israel”

Aunque   se le dijo  que  debería   predicar  a “los  hijos de Israel”, Pablo  se da cuenta   de que  su  principal  función  es predicar  a los gentiles, y ahora  basa  esa instrucción  en una palabra   profética   de la Escritura.  

Te  he puesto  como luz   de las naciones, para que  lleves  la salvación  hasta los confines   de la tierra.

A primera   vista, parece   que Pablo  explica   su vuelta  a los gentiles  con una cita  de Is 49,6,  esto es, que él  es luz  de los gentiles  por el Cristo  a quien predica.  La cita  proviene  del segundo  canto  del siervo  de Yahvé en el libro  de Isaías, y Pablo  parece  referir   las palabras  del siervo  a si mismo  ( y a Bernabé).

También  este  texto  del canto del siervo   puede   realmente   referirse  a Cristo, que por medio  de Pablo y Bernabé  es dado a conocer  a los judíos  de Antioquía de  Pisidia .

Hasta los confines   de la tierra: es una   resonancia  de Hch  1,8: “sino que recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra.»

Lucas  subraya   una vez más  la intención  de Dios respecto  a los gentiles.

Podemos decir que este texto  del capítulo  49 de Isaías, 6, de una forma  literal   o sustancial  es traído para fundamentar  el por qué los apóstoles  se dirigen a los gentiles.  

48. Los paganos, al oír  esto,   se alegraban   y recibían   con alabanzas el mensaje  del Señor. Y todos   los que estaban  destinados   a la vida  eterna   creyeron  

Así  se realiza  la intención  de Dios y se ve que su plan   de salvación se cumple  no en el caso  de los judíos  de Antioquía, sino  en el de algunos   gentiles.  La existencia  de estos paganos  se caracteriza  por la alegría  y la gloria de Dios. 

Y todos   los que estaban  destinados   a la vida  eterna   creyeron. Quizá  sea conveniente  matizar un poco el vocablo  destinados; no  se  trata de un mandato, ni de una predeterminación, sino  de un llamamiento. Los  paganos estaban  destinados  (llamados)  a la vida  eterna. La vida  eterna    se convierte  en el destino  de los que han  puesto  su fe  en Cristo  resucitado, que ha sido  enviado  por el Padre  para la salvación  de los hombres.  

49. La palabra  del Señor se  difundía  por toda  aquella región.

La afirmación de este resumen  refiere   la irradiante   propagación  de la Palabra. La “región” sería  la parte   sur  del centro de Asia  Menor. 

50. Los judíos, sin embargo, sublevaron  a las mujeres distinguidas que adoraban  al verdadero   Dios, y a los principales  de la ciudad, promovieron  una persecución  contra Pablo  y Bernabé  y los expulsaron  de su territorio. 

Los judíos,  aprovechándose   de su influjo  en ciertos   estratos   prestigiosos  de la  sociedad, emprenden  una contraofensiva. Las señoras   distinguidas, pertenecientes   a la alta  sociedad   y adictas  al judaísmo, demuestran  un interés  por la religión judía  que les lleva  a actuar  de  manera prepotente. No debió   de resultar  muy difícil  conseguir  de ellas  que aprovechasen   el influjo  que ejercían  sobres sus   maridos  e  hijos, poderosos   funcionarios   de la administración  local, para favorecer los intereses de la sinagoga. Consecuentemente, Pablo  y Bernabé, considerados  elementos  peligrosos  y una amenaza  para la convivencia  pacífica, son detenidos  y expulsados  de la ciudad.  

51. Ellos, en señal  de protesta, se sacudieron  el polvo  de los pies y se fueron a Icono

Los  misioneros   contestan   con un gesto  simbólico  que,   según la   tradición, ya  el mismo   Jesús   había indicado  a sus  discípulos  (Lc  9,5). La ruptura   con la ciudad  hostil  queda  rubricada por el gesto  de sacudirse   el polvo   de los pies.  

52. Los discípulos, por su parte, estaban llenos   de gozo  y del Espíritu Santo.

Para   no cerrar   su relato  con esta  nota  sombría, Lucas ha  añadido  una  breve observación que  sirve  para recordar  al lector  que la actividad   desplegada  por Pablo y Bernabé en Antioquía  de Pisidia no ha   sido  inútil. Algo  queda: una comunidad en ciernes.

Acertada la elección del salmo 99 con su estribillo: “Somos su pueblo y ovejas  de su  rebaño”.  Es una invitación a la alabanza a Dios, dirigida, no solo al pueblo de Israel,  sino a la tierra entera, a todos los hombres, también los  paganos, pues todos somos hijos de Dios.  

Segunda Lectura: del Libro del Apocalipsis, 7, 9.14b-17 

Este fragmento de la Revelación  está   escogido  con estrecha   relación  con el tema   mayor   de este domingo: el buen pastor. La imagen  es magnífica: el pastor   es el Cordero, y el rebaño  son todos los pueblos. Así  queda  subrayado el    carácter  pascual  de esta imagen del pastor. En efecto: Jesús  es el gran pastor  de las ovejas  porque ha dado  su vida  por ellas, como   un cordero  sin tara. 

Situemos  el  texto del Apocalipsis, que la Liturgia de la Palabra proclama.  

Una de las secciones  centrales  del libro del Apocalipsis  describe la visión de un documento cerrado con siete sellos, que el Cordero  va abriendo uno tras otro (Ap 4-8). Después de abrir  el sexto sello, hay  una descripción  de la multitud de los salvados, en dos fases: en la primera se habla de los ciento cuarenta y cuatro mil  marcados  (que indican  la plenitud   del pueblo de Dios). De esta  multitud  se habla en el capítulo 7, 1-8. La Liturgia   no usa  ninguno de estos primeros versículos de este capítulo 7.

 Y  a continuación,  de una multitud incontable  que proviene  de todos los pueblos; de ella  tratan los versículos 9-17  de este mismo capítulo 7. La Liturgia  hace uso  de varios de estos   versículos. 

 9. Yo,  Juan, vi  una   muchedumbre  inmensa, que nadie   podría   contar, de toda   nación, razas, pueblos y lenguas, de pie  delante   del trono y del Cordero, vestidos  con vestiduras blancas, con   palmas  en sus manos

            Vi   una   muchedumbre  inmensa, que nadie   podría   contar, de toda   nación, razas, pueblos y lenguas:            

            La gente en esta visión  es deliberadamente  puesta   en contraste con la  del relato  anterior; el  primer  grupo  está  meticulosamente numerado, mientras  que el segundo  es innumerable. El primero  procede   del pueblo  de Israel; el segundo, de todas las naciones.

            Una  ingente  muchedumbre delante de Dios y del Cordero. Es universal, pues pertenece a todas las  naciones; e innumerable,  pues nadie  la podía contar. Es el cumplimiento  de la vieja  promesa  hecha a Abrahán.  Tras el sacrificio de Isaac, Dios  le asegura  una descendencia  incontable, como las estrellas  del cielo, o la arena  del mar (Gn 22,15-18).

De pie  delante   del trono y del Cordero, vestidos  con vestiduras blancas

Esta multitud  está de pie, en señal de victoria; a saber, participando ya de la resurrección de Cristo. Las túnicas blancas son la expresión exterior  de la gloria, premio  prometido,  por Cristo.” Se les entregó entonces  un vestido  blanco a cada uno  y se les dijo...” (Ap.6, 11).

Con    palmas  en sus manos

 Las palmas  son signo de fiesta, de gozo. En el segundo libro de los Macabeos se nos narra cómo los israelitas celebraron la Purificación del Templo, “... llevando  ramas hermosas  y palmas, entonaban  himnos  hacia Aquél que había  llevado a buen término la purificación de su lugar”. (2 Mc 10,7).

Signo de la victoria   y la acción de  gracias  de los  elegidos: “Entraron en ella el día veintitrés del segundo mes del año 171 con aclamaciones y ramos de palma, con liras, címbalos y arpas, con himnos y cantos, porque un gran enemigo había sido vencido y expulsado de Israel”  (  1 Mc  13, 51).                       

14b. Y uno de los ancianos  me dijo: “Estos   son  los que vienen   de la gran  tribulación, han lavado  y blanqueado sus mantos  en la sangre  del Cordero 

 “Estos   son  los que vienen   de la gran  tribulación

Estos son los miembros de la Iglesia  que han permanecido fieles en la crisis. Todo el curso de la historia y, más  en particular, toda existencia  creyente en el seno de la historia, es tribulación.

            La crisis   del final, que  implica  la persecución de los creyentes: “yo,  Juan, vuestro hermano y compañero de la tribulación, del reino y de la paciencia, en Jesús. Yo me encontraba en la isla llamada Patmos, por causa de la Palabra de Dios y del testimonio de Jesús”  (Ap. 1, 9); “Ya que has guardado mi recomendación de ser paciente, también yo te guardaré de la hora de la prueba que va a venir sobre el mundo entero para probar a los habitantes de la tierra  (3, 10). 

Han lavado  y blanqueado  sus mantos  en la sangre del Cordero: La túnica   simboliza  la vida  interior o espiritual: “Tienes no obstante en Sardes unos pocos que no han manchado sus vestidos. Ellos andarán conmigo vestidos de blanco; porque lo merecen”  (3, 4).

La   transformación  de la persona  desde  su estar  manchado  ( pecador)  a estar  limpio  ( santo) se relaciona  estrechamente  con la muerte  de Jesús  entendida  como sacrificio: “Al que nos ama y nos ha lavado con su sangre de nuestros pecados”  ( 1, 5).

 Parece que aquí  se alude, fundamentalmente, al arrepentimiento, a la conversión  y al bautismo, considerados  conjuntamente   como transformación  de la persona. La referencia  a la tribulación  implica  que la perseverancia  en  este proceso  de transformación  es también  fundamental  para quienes  quieran  tomar parte  en la victoria  de Dios y del Cordero. La perseverancia  puede conducir  a la muerte (martirio), pero no  parece  implicar que todos los cristianos  deban  seguir a Cristo de este modo.  

15. Por eso  están  ante el trono  de Dios dándole  culto   día   y noche  en su templo. El que se  sienta  en el trono  acampará  entre ellos.

            Ante el trono   de Dios:

            La bendición   más  grande  es estar  en presencia  de Dios: “Ya  no  habrá   nada  maldito. Será  la ciudad  del trono  de Dios  y del  Cordero, en la que  sus servidores  le rendirán  culto, contemplarán  su rostro  y llevarán  su nombre  escrito en la frente”   ( 22, 3-4)  

            En el templo  de Dios:

 El servicio  en el templo   simboliza   la cercanía de Dios: “Al vencedor  lo constituiré  en columna   del templo de Dios y ya  nunca  saldrá de allí. Grabaré  el nombre  de mi Dios  sobre él  y grabaré  también, junto a ni nombre nuevo, el nombre  de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén  que desciende  de junto  a la morada  celeste  de mi Dios” ( 3, 12)  

 16. Ya  no pasarán hambre ni sed,  no les   hará  daño  el sol  ni el bochorno.

La bienaventuranza  celestial  se describe con una serie  de expresiones  veterotestamentarias. Los verbos  van todos en futuro, lo cual  indica  que esta visión  termina con una promesa. Los cristianos  ya no conocerán  el dolor. 

“No tendrán hambre ni sed,  ni les dará el bochorno ni el sol,  pues el que tiene piedad de ellos los conducirá, y a manantiales de agua los guiará” (Is 49, 10)

“De día el sol no te hará daño, ni la luna de noche”  (Sal 121, 6)  

17.  Porque  el Cordero  que está   delante   del trono  será su pastor, y los conducirá  hacia fuentes  de aguas  vivas. Y Dios  enjugará   las lágrimas de sus ojos” 

Los   guiará:

            “Pastor de Israel, escucha,  tú que guías a José como un rebaño;          tú que estás sentado entre querubes, resplandece “(Sal  80, 2); “Como pastor pastorea su rebaño: recoge en brazos los corderitos,   en el seno los lleva,   y trata con cuidado a las paridas” (Is  40, 11)

             “Guíame, Yahveh, en tu justicia,   por causa de los que me acechan,  allana tu camino ante mí” (Sal  5, 9) 

            A las fuentes del agua   de al vida:      “Doble mal ha hecho mi pueblo: a mí me dejaron,  Manantial de aguas vivas, para hacerse cisternas,  cisternas agrietadas,          que el agua no retienen” (Jr  2, 13)  

            Enjugará   toda lágrima: “destruirá  a la Muerte definitivamente. Enjugará el Señor Yahveh    las lágrimas de todos los rostros,   y quitará el oprobio de su pueblo          de sobre toda la tierra,   porque Yahveh ha hablado” (Is  25, 8)  

            Juan, el desterrado de Patmos, necesitaba pensar así, en primer lugar para animarse a sí mismo,  después para alentar a los demás 

            Evangelio: Jn  10, 27-30 

            De  las varias   imágenes  que intentan   describir  quién  es Jesús  para nosotros  ( el  Cordero, el Señor, el Rey, la Piedra  angular, el Hijo  del Hombre, la Luz, el Siervo, la Verdad, la Vida, la Puerta), en este  domingo  IV   de Pascua, cada  año, se nos presenta   Jesús  como el Buen  Pastor, siguiendo  el capítulo   10 del  evangelio  de Juan.

            De este capítulo   cada año  se lee un pasaje   distinto. En este ciclo C  leemos  los vv. 27-30 del apartado: Los  Judíos   rechazan  a Jesús, que abarca  los vv. 22-42.

             A la    insidiosa   pregunta   sobre su  condición  de Mesías, Jesús  no contesta directamente. Lo hace   de forma  indirecta y equivalente, remitiendo  al testimonio  de sus obras  y afirmando que su verdadera identidad sólo puede ser conocida  por aquellos  que le pertenecen, por sus ovejas, es decir, por aquellos    que están abiertos  a  la fe.

Los judíos  preguntan  directamente a Jesús  si es el Mesías:” En esto, se le acercaron los judíos, se pusieron  a su alrededor y le dijeron: ¿Hasta cuándo  vas a  tenernos  en vilo? Si eres  el Cristo, dínoslo  claramente  de una vez” (Jn 10,24). Jesús  les responde  que su realidad, su condición, únicamente  pueden ser admitidas  por aquellos  que le pertenecen, por sus ovejas. Solo ellas  pueden  reconocer  su unidad  con el Padre.

Aunque la Liturgia en ninguno de los tres ciclos  hace uso de las  vv. 25-26, creo conveniente  recordarlos para poder comprender los  versículos, que  hoy  proclamamos, en este ciclo C.

25  Jesús   les respondió: Os lo he dicho  con toda claridad y no  me habéis  creído. Las obras   que yo hago  por la autoridad   recibida  de mi Padre dan  testimonio  de mí

            26. Vosotros, sin embargo, no me creéis, porque  no pertenecéis a las ovejas  de mi rebaño

            A pesar   del testimonio   de las obras, los judíos   no creen, y esta  sombría    experiencia   nos lleva hacia   una explicación  parecida  a la de  6, 36-40.44.65: ellos    no se cuentan   entre los hombres que el Padre  ha asignado  a Jesús.  Pero ahora  el evangelista – de conformidad   con el discurso  del pastor-emplea  la imagen   de las ovejas  que el Padre   le ha dado 

27. En aquel  tiempo, dio  Jesús: “Mis ovejas escuchan  mi voz, y yo las conozco  y ellas   me siguen,

A la   incredulidad  de los judíos  opone   Jesús  el comportamiento  de sus ovejas.

Entre el pastor y las ovejas hay una cierta empatía, compenetración, comunicación.

28. y  yo les doy  la vida  eterna; no  perecerán   para siempre y nadie  las arrebatará   de mi  mano.

Pero    habla   también  de su relación  con ellas, porque ambas cosas  son inseparables. En forma   apretada  se repiten   aquí  las afirmaciones   del discurso   pastoril: las ovejas   de Jesús   escuchan  su voz  ( vv. 4s.16b), él las  conoce ( v 3c.14), ellas   le siguen  ( v. 4)  y él  les da  una vida eterna  ( v 20b).

El contraste  salvar-perecer  recuerda  las palabras   relativas a la puerta ( vv.9s), en tanto  que la continuación “ ni  nadie  las arrebatará    de mis manos”  trae a la mente   la imagen   del asalariado  y del lobo ( v. 12).

El pastor bueno da su vida por las ovejas para defenderlas; pero muchas veces su vida no sirve para mucho, aunque es la máxima expresión de amor 

.           29. Mi Padre, que me las ha dado, supera   a todos  y nadie   puede  arrebatarlas  de la mano  de mi  Padre.

            Es imposible  que Jesús   pierda  las ovejas que le ha confiado  el Padre, pues la omnipotencia  de Dios es la garantía  de este don.

            El poder protector   de Jesús   es el mismo  del Padre, que es mayor  que el de cuantos  amenazan  el rebaño  de Jesús. La  garantía  de éste  adquiere  un peso  aún  mayor  mediante   el recurso  al Padre, que  también  según  otros pasajes  es el legítimo  dueño  de las ovejas y se  las  “ ha  dado”  o confiado   a Jesús, a fin de que cumpla en  ellas   su obra  soteriológica. En el  enfrentamiento  con los judíos  incrédulos   Jesús  se remite  continuamente  al hecho  de que actúa   según la voluntad   del Padre y con  su autoridad

Por culpa  de las acusaciones  y calumnias  de los judíos  muchos cristianos  habían  sido arrebatados, martirizados. Jesús asegura  que, más allá de la muerte, seguirán, siendo suyos.

            La  garantía  ofrecida por Jesús   tiene su fundamento en su unidad con el Padre:  

30.    Yo  y el Padre somos uno.              Después   de asegurar   solemnemente  su propia  solicitud   por las ovejas   que le siguen y el poder  protector   del Padre,  Jesús   pone  de relieve   su unidad  con el Padre. La fórmula   es más vigorosa  que en los pasajes  anteriores, en los que  Jesús   hablaba  de su colaboración  con el Padre ( 5,  17. 19),   de su unión  con él  ( 5, 30; 8,  16. 18), de su   actuación   conforme  a la voluntad  y designio  del Padre ( 6,38; 8, 26; 10, 18).

            Este  fue   un versículo   clave  en las primeras    controversias    trinitarias. Una   afirmación    como la del v. 30  fue  lo que en definitiva  llevó  a la Iglesia  del siglo IV  a formular  la doctrina   de la naturaleza  divina   única  en la Trinidad, en que la naturaleza  se entiende   como  esencia  considerada  en cuanto  que es principio  de operación.

            La unidad   sentada  aquí   afecta   también  a los hombres, pues del mismo  modo que el Padre  y el  Hijo  son uno, también  aúnan  consigo  a los hombres: “ Que sean ellos   uno   como lo  somos   nosotros “ ( 17, 11). Esta unidad comunicada  a los creyentes  es la fuerza  que impide  que nadie   los arrebate  de las manos  del Padre  o de Hijo. Pablo  expresaba  la misma idea en tono   más lírico: “Porque   estoy convencido  de que  ni muerte  ni vida, ni ángeles... ni alguna  otra criatura  podrá  separarnos   de ese amor  de Dios   manifestado  por Cristo  Jesús   Señor  nuestro 

            Por voluntad   de Pablo VI   este domingo   ha sido  señalado  como un día  propio  para la plegaria   a favor  de las vocaciones  al ministerio   y a la vida consagrada. Es un elemento que no conviene  marginar, pero sí   integrar  en el conjunto  de la liturgia  pascual.