XIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C
Autor: Padre Luis Rubio Remacha OCD  
 

 

 El Domingo XIII del tiempo Ordinario es el comienzo  del viaje de Jesús a Jerusalén. Este viaje  comprende los domingos  13-31. 

Primera lectura: 1 Reyes 19, 16b.19-21: Vocación del profeta  Eliseo 

Es interesante  ver   con qué   detalles  simbólicos se cuenta  la vocación  de Eliseo: el manto de Elías que le cubre, el permiso   para despedirse  de sus padres, el gesto   de sacrificar  su yunta  de  bueyes con los que trabajaba y la comida  de despedida  que ofreció  a su gente, para seguir  ya definitivamente   a Elías.  

16b. En aquellos   días, el Señor dijo  a Elías: Unge  como profeta   sucesor a Eliseo, hijo de Safat, natural  de Abel-Mejolá 

El capítulo   concluye  con el cumplimiento  del  último  de los encargos  hechos a Elías: la elección  y nombramiento  de Eliseo  como profeta    sucesor  del propio Elías.    

19. Elías   marchó  y encontró  a Eliseo, hijo de   Safat, arando, con doce yuntas   en fila y él llevaba  la última. Elías   pasó  a su lado   y le echó   encima  su manto.  

Eliseo   fue llamado  al ministerio   mientras   se hallaba   en el campo   arando. Casi  todos  los llamamientos  proféticos   están    refrendados   por un gesto  externo, que viene    a ser   una especie   de signo sacramental.

Doce   yuntas: El número   de  bueyes  indica  que Eliseo  procedía  de una familia  acomodada.

El  gesto  de echar  encima el manto  se convierte  en una auténtica  elección, ya que el manto simboliza la personalidad y los  derechos  de su dueño, por lo que  Eliseo  pasa a convertirse  en discípulo  de Elías.

La Biblia  habla   de la importancia del manto:  

Dijo: « ¿Quien eres tú?», y ella respondió: Soy Rut tu sierva. Extiende sobre tu sierva el borde de tu manto, porque tienes derecho de rescate.” (Rut 3, 9).  

20. Entonces Eliseo, dejando   los bueyes, corrió   tras Elías y le pidió: Déjame  decir  adiós   a mis padres; luego  vuelvo  y te sigo. Elías   contestó: Ve  y vuelve, ¿quién  te lo  impide? 

Elías  permite  que Eliseo se despida de su familia. El  gesto   de Eliseo   de ir  a  despedirse   de sus padres   contrasta  con la exigencia  más tajante   del evangelio  en circunstancias   similares 

21. Eliseo  dio  la vuelta, cogió  la  yunta  de bueyes  y los mató , hizo  fuego  con los aperos, asó  la carne y ofreció  de comer  a su gente. Luego se levantó, marchó  tras Elías  y se puso  a su servicio.

La  destrucción  de los  aperos    y el sacrificio  de los  bueyes  significan  la renuncia   al oficio   anterior, lo mismo que el banquete   significa   el abandono  definitivo de los padres. De esta   manera   Eliseo   está  en  condiciones   de dedicarse   plenamente  al nuevo oficio.  

Acertado el estribillo del salmo  responsorial: “Tú, Señor, eres el lote de mi heredad” (Salmo 15).

             Lo ponemos  en los labios  de Eliseo,  como de los discípulos que seguirán a Jesús en su camino hacia Jerusalén,

Solo cuando se experimenta lo que el Señor es para uno, se tiene fuerzas para seguirle; de otro modo no es posible el seguimiento.

El salmo 15 expresa muy bien la alegría, el gozo, la intimidad, la plenitud, la realización del salmista y por esto mismo lo expresa. No se puede hablar de amor a largo plazo, si uno no está enamorado. Cristo tiene un no sé qué  que enamora, de aquí que se presente como muy exigente a la hora de aceptar a uno en su compañía.  

Segunda lectura: De la  carta a los Gálatas  5, 1,  13-18  

5, 1-15: Libertad  cristiana  

Cuando Pablo  afirma  que Cristo  nos ha liberado   de la ley, no está  defendiendo  una especie  de anarquía  donde cada uno  pueda hacer  lo que le venga en gana. Al contrario, es  la más  fuerte  exigencia  de esfuerzo  y de generosidad , sólo   que esa  exigencia  brota  de dentro- del amor- y no  de un elemento  externo como la ley. De ahí  que la verdadera  ley, la nueva  ley  que Pablo  llama  alguna vez  ley de Cristo  ( Gal 6, 2), pero  que prefiere   llamarla  gracia ( Rom 6, 10), encuentra  paradójicamente  su manifestación  suprema   en la esclavitud  del amor: haceos    esclavos   los unos  de los  otros  por amor  ( Gal  5, 13) 

La Liturgia  de estos  quince versículos solamente hace uso del  1.13-15  

1. Para que seamos  libres, nos ha  liberado  Cristo. Permaneced, pues, firmes   y no os  dejéis someter  de nuevo  al yugo de la esclavitud.  

Del  contexto  se deduce muy claramente  en qué libertad  piensa  concretamente  el apóstol.

             No vamos  a pensar   que Pablo  tiene  presentes  en la frase   de 5, 1 todas   estas ideas  sobre  la libertad, pero tampoco  se va  a ignorar  que aquí  habla  de la libertad  en un sentido  absoluto  y amplio. La   libertad  frente  a la ley  nos hace  entrar  en la completa  libertad   respecto   de los poderes  que atan  a sí  la existencia  y la hacen  arruinarse  en ellos. La libertad  nos libera  de la ley, que, mientras    vivimos, nos hace   pecar  y morir.  La ley aquí tiene un sentido  peyorativo, como la carne,  como el mal, como el deseo de codicia.  

            La liberación   por Cristo  ocurrió  naturalmente  en la entrega  de su vida. Pablo  piensa   aquí  en el acontecimiento  histórico  de la cruz   de  Jesús.  No se toca   aquí  todavía   la cuestión  de la imputación  y apropiación  de la libertad.

            La consecuencia  que se deduce   de la libertad  ganada   por Cristo,  es que los  Gálatas  deben  “mantenerse” en ella, usada  aquí   nuevamente    en un sentido  absoluto.

            Doblarse  bajo  su yugo  contradice  a la situación de libertad  en que han  sido  puestos   los Gálatas  por la acción  de Cristo.  

            13. Es cierto, hermanos, que habéis   sido   llamados  a la libertad: no   una libertad  para que se aproveche  el egoísmo; al contrario, sed esclavos   unos de otros  por amor.           

            Es cierto, hermanos, que habéis   sido   llamados  a la libertad: 

La liberación  por Jesucristo, acontecida  potencialmente   para todos  en la entrega  de Jesucristo a la muerte, aconteció  para los cristianos  Gálatas, porque   fueron   llamados a la   libertad. Al llamarlos  Dios concretamente  por el evangelio  apostólico  de Jesucristo, vino sobre  la comunidad  la libertad, para  la que  nos había  liberado  Jesucristo.  

No una  libertad  para que se aproveche  el egoísmo; al contrario, sed  esclavos  unos de otros  pro amor.  

Tiende  a  rechazar  un peligro e indica  al mismo  tiempo  que el ser  carnal  del hombre, según  el juicio  del apóstol , está   sumamente dispuesto  a explotar  todas  las oportunidades  que se le ofrecen  en provecho  propio. Incluso  la libertad, que es la   libertad frente  a la ley , puede  ser  a  su vez  la  base   y la  seductora  posibilidad  de que el hombre  se a ate  a si mismo  en su carne.

            La libertad   a que  los Gálatas  son llamados  es, según  su concepto  y recto uso, la libertad  para el amor. El auténtico  y recto   ejercicio  de la libertad  acontece  en el   mutuo  servicio  del amor. La  realidad   de la libertad   se da  en la vinculación  amorosa  a los otros. La libertad  se ejercita   en el mutuo   servicio  de esclavos por amor.

La libertad  del cristiano  no se ve colmada   donde  es señor   de sí mismo y de su  propio  mundo, sino donde  se pone a disposición  de Dios  y del otro  hombre, prescindiendo  del  sí  y dejándose   a sí. Cárcel y esclavitud   existen   donde estoy  sujeto  a mí  mismo. Y allí  también  está la  muerte, en la que se colma  y descubre  lo que es  la pretendida  libertad  de una existencia   independiente, sin  tener presente al otro. 

14. Pues   toda  le ley  se cumple, si se cumple  este precepto: Amarás  a tu  prójimo  como a ti  mismo.  

            Leemos en el libro del Levítico: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo, Yahveh” (Lev 19, 18).

            Por tanto, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos; porque ésta es la  Ley y los Profetas” (Mt 7, 12)

            “Pues el que ama al prójimo, ha cumplido la ley” (Rom  13, 8);

            “En efecto, lo de: No adulterarás, no matarás, no robarás, no codiciarás  y todos los demás preceptos, se resumen en esta fórmula: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (13, 9) 

            Antes  de explicar  el versículo, es  conveniente  decir quién es mi prójimo:  

            “Que no hay distinción entre judío y griego, pues uno mismo es el Señor de todos, rico para todos los que le invocan” (Rom  10, 12)

            A tu  prójimo: en el Lev. 19, 18 

 Prójimo  en el Lev  19,  18 se relaciona  con el miembro  del pueblo, con el   israelita por  contraposición   con el extranjero. Jesús   por el contrario, entiende  por  prójimo  al hombre que encontramos  en cada ocasión,  y libera   así  el concepto  de prójimo de su limitación  nacional.  

Ahora  podemos distinguir  como dos conceptos de ley: ley como expresión de la volunta de Dios,  y ley como un cúmulo de preceptos. Pablo en este versículo  14  considera  a la ley como  gracia, como voluntad de Dios, como su deseo, su anhelo.  

¿Por qué  el cumplimiento de  amar  al prójimo  como a uno mismo  es cumplir  toda la ley?

            La ley   a la que  hemos   sido llamados   es la ley, tal    y como  se manifiesta   al hombre  por la  fe  en Cristo, es decir, como voluntad   de Dios  para realización  de la libertad  en un amor  generoso.

El ser amados  nos hace  libres  para amar. Esta  libertad, es decir, el “poder-amar”, es la que deben  ejercitar  los Gálatas.  

            15. Pero si os mordéis  y os  devoráis   unos a otros, acabaréis  por aniquilaros   mutuamente.

            Se  trata   de hechos   acaecidos  en las comunidades Gálatas los que   el apóstol   tiene  ante los ojos. Sus  expresiones   son fuertes. La imagen   está tomada  de la conducta  mutua   de los miembros  de la comunidad comparada  con la  de las  fieras salvajes. No  está  claro  cuáles  son las enemistades que destrozan  la comunidad; podemos  tomar  esta afirmación en un sentido general, que incluye  todo aquello que va contra la comunidad.  

            El morderse  y devorarse mutuamente   es no más  que la exteriorización  y el resultado  de una esclavitud  interior, que presume  de piadosa  y tiene  a su favor  toda  la apariencia  de celo por Dios, pero en   contra  de  toda  la verdad.            

            5, 16-26: Vivir según el Espíritu.  

 La Liturgia  solamente toma de esta sección  los  versículos  16-18. .          

            16. Por tanto os  digo: caminad   según  el Espíritu  y no os dejéis  arrastrar  por los apetitos  desordenados.              

            Caminar   “en el  Espíritu” es  un   ser  guiado  por el Espíritu o un     dejarse  guiar  por el Espíritu. Cuando     exhorta   Pablo a los Gálatas   a utilizar  la libertad en que están   como libertad  para el amor, no quiere decir  otra cosa, sino que deben   realizar  su   vida   atendiendo  y escuchando  al Espíritu, que les  quiere  guiar. Precisamente   ese proceder  tiene  la consecuencia   y la promesa  de que así   no se  satisfará  la   concupiscencia    de la carne. El Pneuma  puede   pues,  romper realmente el poderío   de la carne. 

            17. Pues la carne codicia   contra el Espíritu, y el Espíritu  contra la carne; y se oponen   mutuamente, de modo  que no hacéis   lo mismo que queréis.  

            En este contexto  se habla de la “carne” con extraña  neutralidad  y objetividad  como de un  poder  personificado.

            El Pneuma  no es,  por supuesto, un poder dado  con la existencia, sino  el poder  de Cristo  mismo  venido  con Cristo  sobre la existencia ; es Cristo  en el poder   de su   presencia   que nos  atañe. La  concupiscencia  de la carne   se dirige, pues, contra  la poderosa   presencia de Cristo que irrumpe en nosotros   y se nos “interioriza”

            El cristiano   es, pues, al mismo tiempo  escenario  y objeto, teatro  y precio de batalla  en las disputas  entre carne  y Espíritu.  

           18. Pero  si os dejáis  guiar  por el Espíritu, no estáis  bajo el dominio de la ley           

            El concepto de ley aquí cambia; por ley se entiende  algo opuesto al espíritu. Realmente  es difícil  leer la Carta a los Gálatas, no solamente  por su contenido, sino por la polivalencia  de sus  términos; hay que estar muy  atentos  para darnos cuenta  de la carga de contenido de cada palabra, especialmente  de las palabras claves.  

            Estar   bajo  la ley  y realizar  la concupiscencia  de la carne    describe  la misma  e idéntica  condición   de la vida  humana. La ley    desata  la codicia en cuanto  poder  determinante  de nuestra existencia, concupiscencia   en que se  mueve  la carne  para realizarse  plenamente  en los pecados.           

            Estos  tres  últimos versículos   en el fondo dicen lo mismo; Pablo, como místico, enfatiza  sus expresiones, no para añadir  nada nuevo, sino para emocionarnos   y convencernos   de la importancia de sus  recomendaciones.            

Habéis   sido llamados  a la libertad por la acción  de Cristo  en el evangelio, llamados   a la libertad como tal. Esta  libertad  no debe  ser  base  de una vida  egoísta,  sino de una entrega  en el amor  al prójimo. Así  se cumple   la ley. Con ello:  vivid  en el Espíritu , guiados  por el Espíritu  y entonces  no  cumpliréis  la codicia   de la carne  esclavizada  a sí misma, estaréis   prácticamente  sobre la ley  y, sin embargo, cumpliréis  lo que manda , pues el Pneuma  amarra  las intenciones  carnales.       

                         Lucas, 9,  51-62: No  admiten  a Jesús  en Samaría. Condiciones   para seguir a  Jesús. 

            En  Lucas 9,51 empieza  una de las secciones  más importantes de todo el Evangelio  según este evangelista: la narración  del viaje de Jesús  a Jerusalén.   

9, 51- 19, 28: Viaje  a Jerusalén: 

No es fácil  trazar   un itinerario  del viaje, ya que  las    referencias   geográficas  son prácticamente  inexistentes; en cambio   son   numerosas  las alusiones  a Jerusalén, que expresan  la constante  preocupación   de Lucas   por  destacar  la culminación   de su evangelio   en esta ciudad. Toda   esta sección  está  dominada  por la perspectiva  de la pascua, comprendida  a la luz  del Mesías sufriente,  y por el  interés   de Jesús  en preparar  a sus discípulos   para la misión. Precisamente  por ello   están  muy presentes las exigencias  del seguimiento  y de la vida cotidiana.  

El tema   central  de esta parte   del evangelio  se describe  con toda  claridad  en “Entonces   se acercaron  unos fariseos   y le dijeron: Sal, márchate de aquí, porque   Herodes quiere matarte. Jesús   les dijo: Id   a decir  a ese zorro: Sábete que  expulso   demonios  y realizo  curaciones hoy y  mañana, y al   tercer   día  acabaré. Por lo demás, hoy, mañana  y pasado tengo  que continuar  mi viaje, porque  es impensable  que un profeta  pueda morir  fuera de  Jerusalén. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas  a los profetas  y apedreas  a los que Dios  te envía! Cuántas    veces  he querido  reunir  a tus hijos  como la   gallina  reúne  a sus polluelos  debajo  de las alas,  y no  habéis   querido” ( Lc  13,  31-34)

 El  camino   hacia   Jerusalén  lleva a  Jesús  a la muerte, pero, a través  de ella, se alcanza  la plenitud  de la revelación  y la salvación  que Jesús aporta  a toda  la humanidad.  

9, 51-13, 21: La   primera  etapa  del viaje   de Jesús  a Jerusalén  contiene  enseñanzas  dirigidas  a los discípulos. Estas  instrucciones  los preparan  para la misión  que tendrán  que llevar  a cabo  después  de la resurrección  de Jesús. Lucas propone  aquí a su comunidad el itinerario  que deben  recorrer  los auténticos  creyentes. 

9,  51-56: No admiten  a Jesús en Samaría:   

 El relato    refleja   la viva   hostilidad  existente  entre judíos  y samaritanos. Sin embargo  Jesús quiere   alejar de los suyos  todo espíritu  de venganza. Al igual  que su misión  en Galilea, su camino   hacia   Jerusalén   se inicia  con un rechazo.             

51. Cuando llegó  el tiempo de su partida  de este mundo, Jesús  tomó la decisión  de ir a  Jerusalén. 

Cuando llegó  el tiempo de su partida  de este mundo: La expresión  es característica   de Lucas, y  ese “Cuando llegó  el tiempo”: tiene   que referirse, indudablemente, al plan  de Dios, que inaugura  una nueva  etapa de realización  en la historia humana. 

52.  Entonces  envió  por delante  a unos mensajeros,  que fueron   a una aldea  de Samaría para prepararle  alojamiento.

  Entonces  envió  por delante  a unos mensajeros: Tal vez   resuene   en esta   frase  el texto  de Mal 3, 1: “Mira, yo envío  un mensajero  a prepararme   el camino” 

Una  aldea  de  samaritanos: Por  primera vez  se menciona  a los “samaritanos”  en el  Evangelio  según Lucas.  Hay que observar que en Mt  10, 5 Jesús   prohíbe  expresamente  a sus enviados   toda misión  en tierras  de Samaría. En la  tradición  sinóptica   Lucas  es el único  que presenta  a Jesús   tratando  con samaritanos.

¿  No se deberá  esa  presentación  lucana  de Jesús a un marcado  interés  por el carácter  universal  de la salvación  que se manifiesta  precisamente   en esta etapa?.  

53. Pero  no quisieron  recibirlo, porque  se dirigía  a Jerusalén. 

Flavio  Josefo   da  testimonio   de los problemas    con que se  encontraban   los peregrinos    procedentes  de Galilea para  atravesar el territorio de Samaría. Por eso la   inmensa    mayoría   de los peregrinos   galileos   iban   hasta  el Jordán, cruzaban   el río  y,  a través  de Perea, seguían   hacia   Jerusalén. 

54. Al ver  esto, los discípulos   Santiago  y Juan  dijeron: Señor, ¿quieres   que mandemos  que baje  fuego  del cielo  y los consuma? 

 En la  enumeración  de los Doce, según  la redacción  de Marcos ( Mc  3, 17), se  atribuye   al propio   Jesús   la calificación  de estos dos  hermanos  como  Boanerges ( = “ hijos  del trueno” =  “ los  rayos”); en su propia  lista, Lucas omite  ese   apelativo.   

¿Quieres   que mandemos  que baje  fuego  del cielo  y los consuma?:

 La alusión  a  2  Re 1, 10 es evidente: “Respondió Elías y dijo al jefe de cincuenta: «Si soy hombre de Dios, que baje fuego del cielo y te devore a ti  y a tus cincuenta.» Bajó fuego del cielo que le devoró a él y a sus cincuenta”  

Los discípulos   quieren  participar   en el poder   de Jesús, realizando  un prodigio  aparatoso  para escarmiento  de los  samaritanos.  

55. Pero Jesús, volviéndose   hacia ellos, los  reprendió  severamente.  

La    reprimenda  implica  desaprobación. Jesús   pretende  corregir  la estrechez  de miras  de sus discípulos, que no acaban  de entender  el verdadero  significado  de su misión. Por  eso rechaza  terminantemente   cualquier  identificación   con Elías, el fogoso reformador  de Israel. 

56. Y se  marcharon a otra aldea

Posiblemente    una aldea    también samaritana. Lucas    ya no vuelve   a mencionar  a Samaría, para subrayar  hasta qué punto   la repulsa  conduce  a la muerte.  

9,  57-62: tres  aspirantes  a discípulos  

Añade   Lucas  una  tríada  de máximas  de Jesús   dirigidas   a  tres   aspirantes  a discípulos.   Esos   tres  enunciados  ponen  en labios  de Jesús las actitudes  que él mismo  exige  a sus futuros  discípulos   y a todo  el que quiera  seguirle  en su camino.  

57. Mientras   iban de camino, uno le dijo: Te seguiré  adondequiera que vayas.

58. Jesús  le contestó Las zorras tienen   madrigueras  y los pájaros  del cielo  nidos  pero el Hijo  del hombre  no tiene   donde   reclinar  la cabeza. 

El primer   aspirante  se ofrece  generosamente, con todo  entusiasmo  y espontaneidad;   un compromiso  sin condiciones. Jesús  responde con absoluta   serenidad; pero   deja bien   claro  que ser discípulo  es una cosa  extremadamente  seria. El Hijo de hombre  no tiene  una morada estable; su  condición  es “caminar;  su vida  es una existencia  itinerante, sin casa, sin abrigo, sin una familia, sin las  condiciones   mínimas  de una vida  ordinaria; “ no  tiene  donde reclinar   la cabeza 

59. A otro   le dijo: Sígueme. El replicó: Señor, déjame  ir antes a enterrar  a mi padre.

En el  segundo caso, la invitación  viene de Jesús; pero el candidato, aunque  dispuesto  a aceptar  la  oferta, pone sus condiciones. Pide  un compás  de espera; el   tiempo  necesario  para cumplir   una obligación  filial.  

Sígueme: reproduce  el imperativo   que ya  encontramos  anteriormente  en la vocación de Leví: Después de esto, salió y vio a un publicano llamado Leví, sentado en el despacho de impuestos, y le dijo: «Sígueme.» (Lc  5, 27).            

Enterrar  a mi padre: El   candidato  no se niega  a seguir a Jesús, sino  que piensa    que “primero”  tiene que  cumplir  con sus  obligaciones.  

El candidato  no  condiciona   el seguimiento  en sí mismo, sino el carácter  “inmediato”  del abandono  de las obligaciones.

Según  la posterior   tradición  rabínica,   esa obligación de enterrar   a los propios  progenitores   incumbía   también  a los  nazireos, a los sacerdotes e incluso  al sumo  sacerdote, a pesar  de que  el contacto  con un cadáver  se consideraba, por lo   general, como causa  de una impureza.

En este caso  no se debe  dar  por supuesto  que el aspirante   no tenía  intención  de volver.  

60. Jesús   le  respondió: Deja  que los muertos   entierren  a sus muertos;  tú  ve  a anunciar   el reino  de Dios.

 Deja  que los muertos   entierren  a sus muertos:

Esta  máxima    de Jesús   se ha considerado  normalmente   como demasiado  severa.

No podemos  explicar  esta máxima  literalmente, sino  darnos cuenta  de lo que el Señor nos quiere  decir. La hipérbole  en esta máxima  es clara  y patente.  

Tú  ve  a anunciar   el reino  de Dios:  

El propósito  de este imperativo  consiste  en subrayar  el sentido  de la exigencia  de Jesús  a todo  el que quiere ser su discípulo. Jesús    sabe muy bien  que las exigencias   del Reino  pueden   llegar incluso  a requerir   una ruptura  con los vínculos    normales   de la familia 

61. Otro le dijo: Te seguiré, Señor,  pero déjame    despedirme    primero  de mi familia.

El tercer  aspirante  es una síntesis  de los dos  casos   precedentes: se asemeja  al primero  en su disponibilidad espontánea;  pero también, como el segundo, pone sus  condiciones.  

62. Jesús    le contestó: El   que pone   la mano  en el arado y mira hacia   atrás, no es apto  para el reino  de Dios.  

La exigencia   radical  del Reino convierte  los vínculos   de la familia  en algo  que  pertenece   a “lo que  queda   atrás”.  El que  se empeña con seriedad  en el seguimiento  de Jesús  y en la implantación  del Reino  necesita   una mano  firme  sobre el arado  y una mirada  al frente para roturar  con decisión  los surcos.

Seguir  a Jesús  no puede  ser consecuencia  de un entusiasmo  pasajero;   se requiere una decisión  franca   y una  integridad  inconmovible.  

La  llamada   supone  un triple   sacrificio: La seguridad  personal  (primer caso); los deberes   filiales   (segundo    candidato); los sentimientos  y vínculos   familiares (tercer  aspirante).