XV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C
Autor: Padre Luis Rubio Remacha OCD  
 

 

 Primera  Lectura: Deuteronomio, 30,  10-14: El  mandamiento  está  cerca de ti. 

Este capítulo  presupone   la  destrucción  de Judá y  Jerusalén  e intenta   responder  a las cuestiones   de si se  puede  restaurar  el pueblo   de Dios y cómo. Israel   puede   ser  restaurado   si el pueblo  vuelve   al Señor

La atención  de los primeros  versículos   (Dt 30, 1-10)  se centra en la   conversión, mientras   que en los   versículos   restantes  (Dt  30, 11-14) se exhorta a cumplir  la ley. En la  perspectiva  del texto  son dos  temas  complementarios. En efecto, el arrepentimiento  lleva consigo  una renovación  interior,  que se ha  de traducir  en obediencia  a la ley.

El redactor de este  texto   alberga   la esperanza   de que, volviendo  de sus pecados, Israel vuelva  a ser el pueblo  de Dios. Piensa  que la vuelta a Dios  prepara  la vuelta  del destierro, que volviendo-convirtiéndose  a Dios, el Señor   volverá  sus ojos  a Israel. El destierro  y la maldición  no pueden  ser la última  palabra  de Dios  a su pueblo ni el final de la alianza.

El exilio  se concibe  como un medio  para lograr  la conversión. En su  pedagogía  divina, el Señor  confía  en que Israel, meditando  en las causas  que le llevaron  al exilio  y recordando  las amenazas  que pesan  sobre él  debido  a sus pecados, mudará  su conducta  y se convertirá  de todo corazón . 

De estos  14  versículos  la Liturgia  solamente  hace uso de cinco: el v. 10, que  es una síntesis, que abarca la conversión a Dios y el cumplimiento de la Ley; y los  11-14, que acentúan la dimensión del cumplimiento de los preceptos del Señor.  

Creo que estos versículos son nítidos  y claros y que por lo tanto no necesitan de mucha explicación.  

10. Habló  Moisés   al pueblo  diciendo: “Escucha    la voz   del Señor  tu Dios, guardando  sus preceptos   y mandatos, lo que  está  escrito  en el Código  de esta ley; conviértete al Señor  tu Dios  con todo  el corazón  y con toda el alma.  

La ley  ha sido   dada”  y ha sido “promulgada”; está  dentro  del pueblo  de la alianza, y éste  la puede  pronunciar con su boca, memorizarla y meterla  en su interior.

Cuando   es expresión  de la urgencia  de  responder  al Dios que se ha revelado  salvador, la ley   viene  impulsada desde dentro. Es como la  voz  de Dios  que habla  en el interior  de la persona. Entonces  no hay   distancia  entre el hombre   y la ley; ni   es la mera  fuerza   humana   la que se despliega  en la  tarea  de cumplirla, sino la fuerza  de Dios que anima al hombre. Las  expresiones   “en tu corazón”, “en tu boca”  aluden  a ese  estar  de la ley  dentro  del hombre. Es Dios mismo  el que está  en la vida de la persona , el que  pronuncia  la palabra  que toma  cuerpo  en la ley, y el que da  también  la fuerza  para poder  responder  con la facilidad  a esa palabra 

11. Porque   el precepto   que yo   te mando  hoy no  es cosa que te exceda ni inalcanzable;

El precepto  no es superior   a nuestras fuerzas  ni está fuera de nuestro alcance, aunque   estemos en el exilio.

La ley   no es  “tan  misteriosa  que te  exceda, ni   tan distante   que te sea  inaccesible 

12. No está en el cielo, no vale  decir: ¿quién   de nosotros   subirá  al cielo y nos lo traerá y nos lo  proclamará para que  lo cumplamos?

No está  el alto cielo o en Dios  mismo, ni  a distancias   espaciales, que no  sea dado  recorrer 

13. No está   más allá   del mar, no vale   decir: ¿quién de nosotros   cruzará  el mar  y nos   los traerá  y nos lo  proclamará para que lo   cumplamos?

El hombre, cuando no cumple la ley, debe ser humilde y sincero  a la hora  de examinarse. El  incumplimiento de la ley  no está en que nadie la conoce, sino en nuestro interior, en nuestra actitud.

La ley es expresión de la voluntad  de Dios, por lo tanto está voluntad  se expresa de muchos  modos y maneras.  

14. El  mandamiento  está muy cerca  de ti: en tu corazón  y en tu boca. Cúmplelo.  Ya  ha sido  pronunciada la palabra   del Señor   y está  en nuestra   y en nuestro  corazón. Si nos   llenamos   de su palabra, se  realizará  su voluntad en nosotros.

La ley  tiene un doble aspecto: exterior, fuera de nosotros e interior, dentro de nosotros. La materialidad de la ley  puede  decirse que es algo, que está fuera de nosotros; pero su interpretación  y contenido está dentro de nosotros.

La ley siempre  será descanso del alma, que busca a Dios.  

Muy adecuado  el estribillo  del salmo responsorial: “Buscad  al Señor y vivirá  vuestro corazón”

El secreto  para la paz  y para  el camino  de la vida  es que el hombre  busque  humildemente  a Dios  

Segunda Lectura: Colosenses, 1, 15-20: Todo fue  creado  por él   y para él  

Esta carta  la escribió  Pablo  hacia el año  63, desde la cárcel  de Roma, a los cristianos   de Colosas, a unos   doscientos   kilómetros  de Efeso, en la actual Turquía, una comunidad , que no había  fundado   él  y que no conocía. Pero sabía  que  tenían   problemas   en la comprensión  de Cristo, o sea, en la cristología, y  a eso  dedica  su carta, una  de las más densas.

El Leccionario   ha elegido  cuatro  pasajes   que iremos leyendo.

La página   de hoy   es un himno  cristológico (que repetimos   en Vísperas cada   miércoles). 

             1, 15-20: Este   pasaje    es ( algunos   autores incluyen  también  Col  1, 13-14) un  magnífico  himno  cristológico, en el que  suelen   distinguirse   dos  estrofas paralelas: en la primera  ( Col  1 15-17) se describe  a Cristo  como mediador de la  creación ; en la segunda  ( Col 1 18-20), como  mediador  de la   nueva  creación, es decir, de la redención.  

Parece   que el himno  no ha sido  compuesto  por el autor  de la carta, sino  que éste  ha utilizado  un texto  procedente, tal vez, de la liturgia   bautismal, introduciendo  en él   algunos  retoques  personales.

La intención  fundamental   del himno   parece  ser la de  presentar  la figura  de Cristo  en cuanto  creador  y redentor.

 La redención  es posible  y es verdadera  porque  el  creador  y el redentor  son uno mismo, a saber, Jesucristo, que constituye  el centro   teológico  y literario  del himno. Al  respecto  se subraya: su  preexistencia, su misteriosa  pero real  participación  en la primera  creación;  su triunfo  sobre la muerte, su papel   en la reconciliación  del universo.

Es sorprendente  la estrecha   relación   que se observa  entre la doctrina   de este himno  cristológico  de  Colosenses  y el prólogo  del cuarto  evangelio:  los términos   “palabra”  e “imagen” son casi   intercambiables  y ambos   tienen   un valor   semejante   al de sabiduría  en el Antiguo Testamento.  

Primera  estrofa: (vv. 5-17)  

15. Cristo  es la imagen  del Dios  invisible, el primogénito  de toda   criatura 

El punto   de partida    para la explicación  del término  “imagen”  no hay   que buscarlo  en la esencia  de una verdadera   imagen, sino   en las fuentes bíblicas: “Es un reflejo de la luz eterna,          un espejo sin mancha de la actividad de Dios,   una imagen de su bondad”  (Sab   7, 26).

El hombre  es imagen   de Dios  en el orden  natural por su naturaleza   racional  ( Gn  1, 26)  y en el  sobrenatural  por la  gracia  santificante  ( 1 Pe  1, 4).  

Cristo   es una imagen    en todo igual  al Padre, en el ser  y en el  obrar, porque   en él  reside la   plenitud   de la divinidad.

Dios, que por naturaleza  es espiritual   y trascendente, se nos hace  visible   en Cristo  que a través   de su humanidad  nos refleja  las perfecciones   divinas   del Padre.

Las misteriosas   declaraciones  del mismo Cristo  nos dejan  vislumbrar   el  profundo  significado   de la afirmación  paulina.  En Jn   14, 9 se dice: El que  me ve   a mí   ve al Padre”  Y en Mt   11, 27: “Nadie  conoce  al Hijo  sino el Padre, y al Padre no lo conoce   más que el Hijo, y aquél  a quien  el Hijo  se lo quiera   revelar”  

Cristo   viene  a ser para nosotros   una epifanía  del Padre.

Cristo    es imagen  de  Dios por su  participación  activa   en la obra   de la creación, en la línea   de los escritos   sapienciales: “Antes de los siglos, desde el principio, me creó,  y por los siglos subsistiré.”  (Eclo   24, 9)  

Un Dios  que no tenga  el rostro  de Cristo  no es   realmente  Dios. No  es posible , por tanto, conocer  a Dios  en sí  y para sí , sino  sólo  en tanto  que “se   hace   imagen”, es decir, en su acción, que apunta  al Hijo  y  a través  del Hijo  al mundo. 

El  primogénito  de toda   criatura:

El  vocablo  primogénito ya  en el Antiguo  Testamento  indica, sobre  todo , rango  y primacía, más que orden cronológico; lo mismo  sucede  aquí

 “Y yo haré de él el primogénito,  el Altísimo entre los reyes de la tierra”  (Sal  89. 28). Primogénito  indica  aquí  una posición  de supremacía, autoridad y poder   sobre toda la creación.

16.  En él   fueron   creadas todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, las visibles  y las invisibles: tronos, dominaciones, principados, potestades, todo   lo ha  creado  Dios  por él  y para él. 

En El: Todas las cosas   han sido  creadas  en él como  en su principio y tienen   en él  su centro  de unidad, cohesión   y armonía.

Por El: significa  que todas las cosas  tienen  en él  su causa eficiente, como la tienen   en el Padre, y por lo mismo  da la vida a los que quiere.

La expresión  podría  expresar  también  la mediación  de Cristo  en cuanto  que todo  lo que él  comunica  lo ha recibido  del Padre, principio frontal  de todas las cosas.  

Para El: En  otros   pasajes  se aplica  al Padre  (  1 Cor  8, 6; 15, 28), se refiere aquí  al Verbo Encarnado, a Cristo, con miras  al cual, como término  y finalidad , fueron   creadas  todas las cosas.

Al mencionar   expresamente  entre   las  realidades   creadas los tronos, dominaciones, principados   y potestades quiere  expresar   la totalidad  de los seres, no solo           los  que podemos   contemplar con nuestros ojos, sino también las jerarquías   angélicas que se suponen   dominadoras del mundo.

 En  la  falsa  doctrina   de Colosas, dichas   realidades  tal vez  fueran consideradas  rivales   de Cristo  o  seres  que proporcionaban  un poder  complementario  al de Cristo. Este es el único  lugar   del NT  donde “tronos”  es una categoría  de seres  angélicos; los   otros términos  sí aparecen.                        

17. Cristo existe  antes que todas las cosas y todas  tienen   en él  su consistencia.

El himno  presenta  a Cristo  como preexistente.

El nuevo  testamento  presupone   la creación  en sus textos, pero   rara vez  habla  temáticamente  de ella. Más  importante   es aún  que este   discurso  de la creación  acontezca  en un contexto  prevalentemente   cristológico. 

Cristo existe  antes que todas las cosas: Se afirma  la dignidad; pero sobre  todo  la preexistencia. “Jesús les respondió: En verdad, en verdad os digo: antes de que Abraham existiera, yo  soy”  (Jn  8, 58)  

Todas   tienen   en él  sus consistencia:  Esta expresión  puede   estar tomada   de los  estoicos   que la aplicaban  al “Logos”, del que  hacían   el alma  del mundo  ya que  conservaba  el universo  y unía  entre sí las diversas   partes   del mismo.

Pablo toma   de los estoicos  su lenguaje, convertido   ya en  lenguaje  de la calle, para expresar  que Cristo  es el principio  de conservación  de las cosas y su centro  de unión.

No debemos olvidar  la alusión a la Sabiduría  como poder de unión en el universo: “Porque el espíritu del Señor llena la tierra  y él, que todo lo mantiene unido, tiene conocimiento de toda palabra”  (Sab 1, 7)  

2 Estrofa: vv. 18-20  

Mientras   que la primera  estrofa  ponía   de manifiesto  la supremacía  de Cristo  sobre la creación , la segunda  la va  a poner  ahora de manifiesto  en el orden de la redención.

18. Y él  es la cabeza  del cuerpo, de la  Iglesia. El  es el principio, el primogénito  de entre  los muertos, para que  sea  primero en todo;  

 Y él  es la cabeza  del cuerpo, de la  Iglesia: En las  cartas de la primera época paulina se utiliza  la imagen  con sentido  de primacía: “Sin embargo, quiero que sepáis que la cabeza de todo hombre es Cristo; [...]  y la cabeza de Cristo es Dios.” (   1Cor  11, 3). En Colosenses  y Efesios  adquiere   un ulterior  significado: Cristo  es la cabeza  que comunica la vida  a los miembros  del cuerpo  y que los une  en un conjunto  vital y armónico.

El  es el principio , el primogénito  de entre  los muertos: A la  afirmación  de que Cristo   es el principio  de todo  por su condición  divina, se añade  que Cristo se nos  ha manifestado  en la pascua  como el primogénito   de entre los muertos ;  no se  trata   de dos   afirmaciones   independientes, sino  que las dos  se refieren  a la  resurrección.

Ap  1, 5 llama   a Cristo   “el  primogénito  de los muertos”

Como  Cristo en cuanto  “imagen  de Dios”  es el  “primogénito de toda  creación”, ya  que  todo   se creó  en él, por él y con vistas a él,  también  es el  primogénito  de entre los muertos, porque  en él, por él  y con  vistas  a él  debe   producirse  la nueva  creación  de una vida partiendo  de la muerte. 

Cristo  es no  sólo por su “ser”, sino   por el acontecimiento  “pascual”: la fuente  perenne   de la  gracia  y de la gloria. Cristo es  principio  y primogénito  de entre los muertos  no sólo  en cuanto  que fue  el primero  que resucitó, sino en cuanto  que en la resurrección  de Cristo  está  ya incluida   la nuestra, que tendrá lugar   al final de los tiempos.  

19. Dios, en efecto, tuvo a bien  hacer habitar  en él  la plenitud 

Con la  frase   habita  en él  la plenitud, el autor   quiere   subrayar   la fuerza   divina   se  nos ha hecho  accesible  en Cristo:  de él  podemos    y debemos  esperar   todos los bienes  de la salvación, sin necesidad  de acudir a ningún   extraño  intermediario

La plenitud  que según  el autor   de la carta   Dios hizo  habitar  en Cristo  hay que entenderla, a la luz   de Col  2, 9: “Porque en él reside toda la Plenitud de la Divinidad corporalmente”

En Cristo   habita, y sólo en él, efectiva   y esencialmente   la  divinidad.  Y no  la comparte   en modo  alguno   con las potencias    cósmicas. Estas son, como   todos los demás  seres  de la creación, criaturas   suyas.  

20. Y  por  él  quiso   reconciliar  consigo   todos los   seres: los  del cielo  y los de la tierra, haciendo  la paz  por la sangre  de su cruz. 

Y  por  él  quiso   reconciliar  consigo   todos los   seres: los  del cielo  y los de la tierra:

Se explica   fácilmente  la reconciliación  de los hombres. La  de las cosas inanimadas  podría explicarse   a la luz  de Rom 8, 22: “Pues sabemos que la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto”: las criaturas   fueron   creadas para   la gloria   de Dios   en manos   de los hombres. Pero éstos, con frecuencia, las utilizan  como instrumentos   de pecado  apartándolas, por lo mismo, de su fin  y destino.

La reconciliación  que nos ha conseguido Cristo  y que acaba  con el pecado de los hombres, libera  por lo mismo  a las criaturas   de la desviación  de su fin  que fueron  sometidas   por aquéllos.  

Los  del cielo: Entre   los judíos   prevalecía   la creencia  de que el mundo había caído  en cautividad, bajo   las potestades   rectoras  del mundo, por el pecado  del hombre. Cristo   derrotó   a estas  potestades angélicas    arrebatándoles    el dominio   sobres los creyentes.

Los  tronos, dominaciones... principados, potestades en  la  falsa doctrina   de Colosas tal vez   fueran  considerados   rivales   de Cristo. Tal   creencia   procedía  de una angeología  compleja  y sumamente  desarrollada  que estaba   muy difundida  en aquella  época.

También aquí se da la paz  por la victoria  de Cristo.

Otra explicación sería la siguiente: los  ángeles   forman parte del universo  creado   por Dios .Al pecar el hombre, se aparta   de Dios   y en consecuencia  también   de las   potestades   angélicas. Ahora   con la reconciliación   aportada   por Cristo   todos los seres  creados, ángeles, hombres  y seres   inanimados, vuelven  a integrar   armónicamente   la  gran familia  de Dios.  

Por la sangre de su  cruz: por la muerte de Cristo-resurrección.

Debemos afirmar  que existía ya este himno; pero que Pablo lo retocó  y nosotros   hemos intentado  explicarlo al filo de la  teología paulina, existente  y desarrollada en esta Carta a los Colosenses  y  en las demás  del apóstol de los gentiles.  

Evangelio: Lucas, 10, 25-37: El  Buen  samaritano  

El camino  de Jesús   hacia Jerusalén ( 9, 51)  no se manifiesta  simplemente  en una palabra  sobre el reino, ni se puede condensar  en un discurso  misionero  ( 10, 1-24). Este  camino   suscita  una manera  diferente  de ser y de portarse, que  se viene  a reflejar   en las escenas  del buen  samaritano  ( 10, 25-37),  de Marta y de María  ( 10,  38-42)  y en la misma   forma  de oración  de los cristianos  ( 11,  1-13). De la  primera    de esas   escenas   trata  nuestro texto 

Podemos dividir este texto evangélico en dos  secciones: El  Mandamiento  para  heredar   vida  eterna (10, 25-28). 

Quizá  se acentúa   poco  esta parte, insistiendo más  en la última  (10, 29-37): El  Buen samaritano.

No vamos a fijarnos  en todos los  versículos, sino sólo en aquéllos, que exijan  cierta aclaración.

Por brevedad nos  transcribo todos los versículos, sino sólo los que voy a explicar:  

25. En aquel   tiempo, se presentó  un letrado y le preguntó  a Jesús  para ponerlo a prueba: Maestro, ¿qué tengo  que hacer  para heredar  la vida  eterna?

26. El le dijo: ¿Qué está  escrito en la Ley?, ¿qué  lees  en ella? 

27. El  letrado  contestó: Amarás  al Señor  tu Dios  con todo  tu corazón  y con toda  tu alma  y con  todas tus  fuerzas y con todo  tu ser. Y al prójimo   como a ti mismo.

Amarás  al Señor  tu Dios  con todo  tu corazón  y con toda  tu alma  y con  todas tus  fuerzas ( Dt   6, 5) , tomado  de  la semá  ( Dt 6, 4-9) que todo   judío  observante debía  recitar  dos veces  al día. El primer    mandamiento  exige  un total  y absoluto   amor a Dios, como dedicación  que abarca   todo el ámbito  de la persona; los   tres  o cuatro   constitutivos  personales que se mencionan : “corazón”, “alma”, “fuerza”, ( “mente”)  expresan  la totalidad   indivisa   de la consagración a Dios. 

 Y al prójimo   como a ti mismo. ( Lv   19,  18) ; proviene  de otra  codificación    legislativa, como es llamado  “Código de santidad”  ( Lv  18, 17-26), inculca  el amor  al prójimo, es decir, al propio compatriota, al miembro  de la misma   raza, al israelita. 

En realidad, las exigencias  de ambos   mandamientos  coinciden   en una misma  actitud: el israelita  debe amar  a su prójimo  como tiene  que amar a Dios.

 Estos  cuatro   aspectos   de la personalidad   humana   deben entenderse  en su sentido  veterotestamentario: kardia ( corazón)  denota  la sede  de los impulsos  primarios  y de las  reacciones emocionales del hombre; psiche (  alma)  es el principio  de la vitalidad  y de la conciencia   personal; ischys ( fuerza)  es la vehemencia  de los impulsos   instintivos; y  dianoia (  mente)  se refiere  al conjunto   de cualidades   especulativas  y  organizadoras  de la existencia. La conjunción  de esos cuatro   aspectos   define, en síntesis, la totalidad de la persona.

28. El  le dijo: Bien   dicho. Haz esto   y tendrás   la vida 

 “tendrás  vida”  puede  encerrar  una alusión  al Lv  18, 5: “Cumplid mis leyes  y mis mandamientos, que dan  vida al que los cumple. Yo  soy el Señor” 

La doble   respuesta   del jurista  al recibir   su confirmación  por parte  de Jesús transforma  el doble mandamiento  del amor  en norma  de conducta  para el discípulo  de Cristo.

 Parábola   del buen  samaritano (10,  29-37): Esta  narración  es exclusivamente  del Evangelio  según Lucas.  

29. Pero   el letrado, queriendo  aparecer como justo, preguntó  a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo? 

El  letrado  quisiera  que el  “prójimo”  a que se  refiere  el mandamiento  quedara  más  definido , para  asegurarse  más con  vistas  a poseer la vida  eterna.

El ejemplo  que Jesús  propone  amplía  los límites   establecidos   por Lv 19, 16.33-34.

La manera   de amar  al prójimo consiste  en ayudar   al marginado  o al que  sufre cualquier   tipo de dolencia.

¿Cómo   puedo   ser yo el prójimo  del necesitado?  

30. Jesús dijo: Un hombre  bajaba   de Jerusalén  a Jericó, cayó   en manos   de unos  bandidos, que lo desnudaron, lo molieron  a palos  y se marcharon, dejándolo  medio muerto. 

Un hombre  bajaba   de Jerusalén  a Jericó: Según   Flavio  Josefo la distancia  entre ambas   ciudades   era de  unos   ciento   cincuenta   estadios- aproximadamente   28  kilómetros- por  parajes  “desérticos y  pedregosos”.

Podemos atrevernos  a decir  que  el   hombre  asaltado  y golpeado  es un judío; no lo dice el Evangelio; pero es de suponer, por lo tanto  el sacerdote como el levita  deberían  haberle  tratado  como a  un prójimo.  Mientras que el que ofrece   ayuda   gratuita    es un  samaritano. El samaritano  no tenía obligación  de socorrerle según la ley, pues no era su prójimo, sino todo lo contrario, su enemigo (un judío)  

Creo que debemos tener presente lo que dicen algunos comentaristas:  el significado   de “prójimo”  cambia   en el transcurso  de la parábola: al inicio  el “prójimo” es la persona  socorrida, al final  es cualquier  que por  compasión  ayuda  a la persona necesitada.

Con esta afirmación  queda aclarado el mensaje  de la parábola. 

33. Pero  un samaritano  que iba  de viaje, llegó  a donde  estaba él y, al verlo, le dio  lástima.

34. Se le   acercó, le vendó   las heridas, echándoles   aceite y vino y, montándole  en su propia  cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó.

 35. Al día   siguiente  sacó  dos denarios  y, dándoselos   al posadero, le dijo: cuida  de él  y lo que gastes  de más yo te lo pagaré a la vuelta.  

36. ¿Cuál   de estos  tres te parece  que se portó  como  prójimo   del que cayó  en manos  de los bandidos?

37. El   letrado  contestó: el que  practicó  la misericordia  con él. Díjole   Jesús: Anda, haz tú lo mismo.

Jesús  no le  responde  directamente  al letrado, pues éste había preguntado: ¿quién es mi prójimo? La  pregunta  de Jesús  es: ¿quién  realmente  se ha comportado como prójimo?

“Prójimo”  es todo  necesitado  que encontremos    en nuestro camino , todo aquel  que pueda  ser objeto  de nuestra compasión  y de  nuestros   desvelos, por encima  incluso  de nuestros vínculos  étnicos  o de nuestras  convicciones  religiosas.

Esta es la  respuesta   acertada al letrado.

¿Cómo   debemos  amar al prójimo?, como lo  hizo  el samaritano  con aquel  judío, que había sido golpeado.

El samaritano  con su conducta  expresa  las dos concepciones  de “prójimo”. Todo hombre necesitado  es mi prójimo, aunque  sea mi enemigo, aunque sea judío. Yo a mi prójimo  debo amarle  como a mí  mismo  como hizo el samaritano.   

El letrado  debería haber exclamado: ¡ Un  samaritano   es mi  prójimo ¡, pues ha amado como deben  amar los prójimos y por lo tanto también este samaritano es mi prójimo, aunque no sea de mi pueblo, pues él me ha ensañado que todo hombre es mi prójimo.