XXVI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C
Autor: Padre Luis Rubio Remacha OCD  
 

 

En las  figuras   del rico  y de Lázaro se encuentran  resumidas  las dos  grandes   divisiones  que Mateo  nos presenta   en su escena   del juicio final.

            Que la  Escritura   nos hable  de un juicio, es decir, de una última   palabra de Dios sobre nuestra  historia  particular, y también  sobre la historia  de los hombres, de una  gran importancia.  Porque  nos hace  tener presente que los hombres, nosotros , no somos   los dueños  de la historia, no somos   los sujetos   capaces  de definir  el bien  y el mal, la  felicidad  o la infelicidad   eterna  de las personas y de nosotros mismos .¡ Es Dios  quien  tiene  esta palabra! El juicio  es esto.  

            Lectura  Primera: Amós, 6,1a. 4-7  

Entre  este texto  de Amós  y el que  leíamos   el pasado  domingo, existe una conexión. Lo que  el pasado domingo  era  amonestación  se convierte  hoy, en el texto  profético, en amenaza: “¡Ay...!” Y es que  los hombres   que sólo  piensan   en sí mismos, sin pensar   en los demás, terminan  irremediablemente   mal, “desterrados”, como  el rico  de la parábola   evangélica.  

El  profeta  denuncia  la falsa  seguridad de las riquezas. Confianza  y seguridad  en la ciudad que les parece  inexpugnable (v. 1a). Confianza   y seguridad  que estimulan  la buena  vida: comida, bebida, perfumes, indolencia confortable. No se aleja  así  el día funesto, se está  preparando  la violencia. El  cautiverio  sobrevendrá  como castigo. (v. 7).   

Con el capítulo  sexto, de donde está tomada la   presente   lectura, se cierra  la segunda  parte del libro  de Amós ( cc.3-6), en la que  el redactor  último  de la obra  coleccionó  todos los oráculos  del profeta  en contra de  Israel, de Samaría  y de sus jefes.

Como siete  fueron   los oráculos   contra  los pueblos (cc. 1-2), así  ahora  siete son  los oráculos  contra Israel, su capital y sus dirigentes. Por  un “escuchad”  empezaron   los cuatro  primeros  y los  tres siguientes, el presente  es el último, con un  ¡ ay!, típicas  fórmulas   mnemotécnicas  con que  se pretende   grabar en la mente  de los oyentes, de forma  imborrable, el contenido  de los mismos.  

1a. Así  dice  el Señor  todopoderoso: “Ay  de los que  se fían de Sión, confían  en el monte  de  Samaría.

Esta  referencia  a Sión    ( Jerusalén)  ha provocado  que algunos  comentadores  la consideraran  una  adición  posterior, puesto que Amós  se dirigió   Israel ( Reino del norte), no a  Judá  ( Reino del Sur). Quizá  se pueda decir   que los profetas  se aferraban  a la antigua  visión  del reino unido. Por tanto, no sentían  esta dificultad.  

            El  monte  Sión  o el monte  Garizín de Samaría, llamado   monte   de las bendiciones  en contraposición  de su vecino  monte Ebal  o monte  de las maldiciones, se había  convertido  para  israelitas  y judíos en garantía  mecánica  de salvación. Amós   condena, de una vez  para siempre, la confianza   fetichista en un lugar- ciudad, templo, monte o ritos-  para encubrir  las injusticias  y desórdenes  del convivir  diario.  

4. Os acostáis  en lechos  de marfil, tumbados sobre las camas, coméis  los carneros  del rebaño y las   terneras  del establo. 

En su condena, el profeta se muestra perfecto   conocedor  de sus vicios , de los  que les recuerda  algunos   a modo de ejemplo: sus   lechos  incrustados  de marfil;  sus lujosos  divanes  sobre los que  comen  la mejor  producción  del pueblo,  carneros  y terneras; sus   orgías  dionisíacas acompañadas  de “vinos generosos”, de ungüentos  y de toda  clase de música.  

5. Canturrearéis  al son  del arpa, inventáis, como David, instrumentos   musicales

La comparación   con David   es un   verdadero  sarcasmo. Durante  la comida  se añadía  el recreo  de la música.  Durante la comida  deseaban que también los otros sentidos se recreasen,  especialmente el sentido del oído; hoy también  se intenta recrear  el sentido de la   vista  con espectáculos “divertidos” 

6. Bebéis   vinos   generosos, os ungís con los mejores perfumes, y no os  doléis  de los desastres  de José.

Con lo que hemos dicho en v. 4  queda explicado esta primera parte del versículo 6. Ahora  intentamos  comprender que nos quiere decir el profeta Amós con: y no os  doléis  de los desastres  de José. 

José es  epónimo  de la  tribu  de Judá, reino del Sur. La división  de la  tribu  de Judá   en dos partes: Manasés  y Efraím  solo tuvo  importancia  secundaria. Casa de  José. “Hijos de José”  o simplemente “José”  significa la tribu de Judá, el reino del Sur, cuya capital es Jerusalén, (el Monte Sión).  

7. Por eso  irán   al destierro, a la cabeza  de los cautivos. Se acabó  la orgía  de los disolutos.

Am 6, 7-11 anuncia  el castigo. En primer lugar, destierro y deportación  para los confiados  y despreocupados. Se acabó  su orgía  (Am 6, 7)  

Estribillo del salmo  responsorial: “Alaba, alma mía, al Señor”  

Sorprende un poco, después  de un  texto  profético  tan severo, responder  con un  cántico  de alabanza  como lo es este salmo  de hoy. Pero   es así  para subrayar  más  el contraste  entre  lo que  obran  los hombres  cerrados   en su egoísmo  de mezquinas satisfacciones  y lo que  la  generosidad  del Señor  obra   con los que  confían   en él. Esto suscita  espontáneamente la alabanza, pues al fin  la victoria es del Señor  y no  de los opresores.  

Segunda Lectura: De la primera  Carta  de San Pablo a Timoteo,  6, 11-16 

Durante  dos  domingos, como segunda lectura, hemos leído perícopas  de la Primera Carta de San Pablo a Timoteo. Hoy, domingo  26 del tiempo ordinario, seguimos   con esta Carta, proclamando parte del capítulo  6, último de la misma  carta.

Los  versículos, que la Liturgia usa,  son los  vv.11-16,  que  tratan de Timoteo, hombre de Dios.

El pasaje    en conjunto  constituye   una vibrante  exhortación  a Timoteo para que se  mantenga  fiel  a la  fe   y a la  doctrina   recibida. Probablemente  se evoca  el momento  de su bautismo  y de su  ordenación.  De nuevo  un catálogo  de virtudes en antítesis  con los vicios   de los falsos   maestros que han sido mencionados  2  1 Tim 6, 4-5.  Y  el recuerdo  del compromiso  público  y solemne, que es   un motivo  tradicional  en la exhortación  cristiana. El  tramo final  ( 1 Tim  6, 15-16) reproduce  un antiguo  himno  litúrgico en el que se describe  a Dios  mediante  atributos  de inspiración  judía, pero con  un lenguaje  helenístico. Es fácil  advertir  un marcado  acento  polémico  contra el culto  que se tributa  a los dioses  falsos  y contra  los títulos  que se daban  a los emperadores.   

Ahora  presentamos  de una forma  más  expresiva  y completa  lo que acabamos de exponer.

11. Hombre  de Dios, práctica  la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia,  la delicadeza. 

Creo que no hace falta explicar el significado y la importancia de estas  virtudes, de este pequeño catálogo de las mismas.  

            Hombre  de Dios: Este título  fue aplicado  a Moisés  y a los profetas ( Dt 33, 1; 1 Sm  2, 27); al igual  que aquellas  grandes figuras  del AT, Timoteo  está dedicado  al servicio  de Dios.  Calificarle a uno como  Hombre de Dios es una honra, un orgullo, es como decirles a los demás que este hombre se dedica  a las cosas de Dios.            

12. Combate  el buen combate de la fe. Conquista la  vida   eterna a la que  fuiste   llamado, y de la que  hiciste  noble  profesión  ante muchos testigos.  

            Combate  el buen combate de la fe: Se usa   la imagen  del púgil  en la arena  (1 Cor 9, 26): “Así pues, yo corro, no como a la ventura; y ejerzo el pugilato, no como dando golpes en el vacío”            

             y de la que  hiciste  noble  profesión  ante muchos testigos: Parece  que se alude   aquí al bautismo  de Timoteo  y a una   profesión  de fe que hizo  con tal motivo.

13. En presencia   de Dios que da la vida al universo y de Cristo Jesús que dio  testimonio  ante  Poncio  Pilato: te insisto en que

            y de Cristo Jesús que dio  testimonio  ante  Poncio  Pilato: Se refiere  al  testimonio   de Cristo  “ante” Pilato  sobre  su mesianismo  regio  y su misión  de revelar  la verdad  ( Jn 18, 36-37) , pero también  es posible  que Pablo  piense  en el  martirio  de Jesús  en la cruz “bajo”  Poncio  Pilato.  

14. guardes  el Mandamiento  sin  mancha   ni reproche, hasta  la venida  de Nuestro Señor  Jesucristo

             El  Mandamiento: Es todo  el depósito  confiado  a Timoteo, todas las verdades  del cristianismo. En el v. 20  le dirá: “depósito”

            sin  mancha   ni reproche: Puede  referirse  al “mandamiento”  o al mismo  Timoteo; es decir que debe   guardar  todo el depósito de la fe  sin que nada  se pierda; y esto debe hacerlo de una manera digna  y limpia sin necesidad de causar estragos, sino con elegancia y valentía.  

            Manifestación: El  término  Manifestación  aparece  en 2  Tes 2, 8: “con la Manifestación de su Venida.” Y  cinco   veces en las Pastorales. Aquí  y en  2 Tim  4, 1-8 y Tit 2, 13 se refiere a la parusía  de Cristo;  en 2 Tim  1, 10 alude  a la manifestación  de Cristo  en la encarnación.                        

15. que en  tiempo  oportuno  mostrará  el  bienaventurado  y único  Soberano,  Rey  de los  reyes y Señor  de los señores

16. El único  poseedor  de la  inmortalidad, que habita en una luz  inaccesible a quien ningún  hombre  ha visto  ni puede  ver. A él  honor  e imperio   eterno. Amén   

Podemos decir que estos dos versículos   constituyen  una Doxología  en alabanza   de Dios  que muestra  cierto  paralelo  con la encontrada   en 1, 17: “Al Rey de los siglos, al Dios inmortal, invisible y único, honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.” Es de  inspiración  judío-helenista y hace   hincapié  en la  trascendencia   de Dios   y en su  superioridad  respecto  a todos  los soberanos    terrenos 

La parusía  tendrá lugar  en el momento  oportuno”, el tiempo determinado  por Dios. Los  términos  “soberano”, “rey  de reyes” y “señor  de señores”  aparecen en el AT. “ Señor  de  reyes” y “rey  de reyes”  se usaron  como títulos  de monarcas  orientales,  y es probable  que la Iglesia  los utilizara  por oponerse  a los honores  divinos  tributados  a aquellos   gobernantes.

El único  poseedor  de la  inmortalidad: Solo Dios  posee la   inmortalidad  como   atributo  esencial  y necesario.  

             Que  habita en una luz  inaccesible: “La  ciudad no necesita ni de sol ni de luna que la alumbren, porque la ilumina la gloria de Dios, y su lámpara es  el Cordero.” ( Ap  21, 23)

             A quien  ningún   hombre  ha visto    ni puede ver: cfr. Jn  1, 18: “A Dios nadie le ha visto jamás”

            Sin embargo, con la ayuda de la  gracia, hay   una visión  de Dios  que es accesible  a los hombres. “Bienaventurados los limpios de corazón,  porque ellos verán a Dios.” (Mt  5, 8).  

            A él  honor  e imperio   eterno. Amén 

            San Pablo, como místico que es, suele  terminar sus cartas y a veces los capítulos de las mismas, con una  gran doxología  al Padre o al Hijo   

Evangelio: Según san Lucas 16, 19-31: El hombre rico y Lázaro, el pobre 

Esta parábola, exclusiva  de Lucas, es el  comentario  lleno de vigor  de las palabras  del cántico  de María: “ A los  hambrientos   los colma  de bienes   y a los ricos  les despide  vacíos”. La imagen   de Abrahán  acogiendo  a Lázaro  completa  este paralelismo.  

Los   domingo  25 y 26  forman   una temática  común, que  emparentan   las parábolas   de Jesús   propias  de Lucas   acerca   de la justicia  en el uso  de los  bienes   de este mundo.

En el domingo  25 se  acentúa  la  responsabilidad de presente. En este domingo  26 la perspectiva  es hacia  el futuro: ¿  qué  sucederá  con los que  han hecho  del lujo  y del dinero  su propio Absoluto?.

Podemos distinguir  en esta parábola  dos partes. Los  vv.  19-26 forman la primera  parte; los vv. 27-31  la segunda.  

En la primera parte  de la parábola  (vv.  19-26), Jesús  enuncia  con toda claridad la disparidad  de destinos  en la vida futura; el uso   o el abuso  de las posesiones  materiales  tendrá  su  pertinente  contrapartida  más allá  de la muerte  ( Lc  16,12). La ostentación  del rico, su vida  suntuosa, su-implícito- desinterés  por el pobre Lázaro,  acurrucado  en su portal, están  en acerado  contraste  con sus  respectivos   destinos  en el más allá: para el  mendigo, suprema  bienaventuranza  en el seno de Abrahán; para el rico, acumulación  de tormentos en el  Hades.  No se habla   de juicio, de sentencia;  únicamente  se describe  la inversión  de las  situaciones.  

En la descripción  del más allá, el evangelio  de Lucas utiliza  las imágenes  de su tiempo que no pretenden  darnos  una información  sobre  la geografía  del más allá  sino  manifestar  la justicia  de Dios sobre el conjunto  de la vida humana 

La segunda  parte   de la parábola    (vv.  27-31)  está centrada   en la conversión, que no depende  de eventuales  milagros, sino de una escucha  de la ley  y de los profetas. El mensaje de la parábola  radica  fundamentalmente  en su segunda parte.

En esta segunda parte  se insiste  en que la  Escritura, de la que  los  fariseos  eran  considerados  expertos, es el camino  más seguro  para la conversión.  

Creo que de todos  es conocida  esta parábola, por lo tanto solamente  me pararé en algún versículo, que  merezca la pena ser comentado.  

22. Sucedió, pues,  que el  pobre murió, y los ángeles  lo llevaron  al seno  de Abrahán. Murió  también  el rico,  y fue sepultado 

Al  seno  de Abrahán: La    imagen  parece   referirse  a un puesto  de honor, a un sitio  de descanso y de felicidad, en la vida futura. 

23. Y en el  abismo, estando  en medio  de tormentos, levantó  los ojos  y vio  desde lejos  a Abrahán, y  a Lázaro  en su seno. 

Y en el  abismo: “en el   Hades”. En la parábola, el “Hades” y el “seno  de Abrahán”  son espacios  distintos, separados por una sima  infranqueable.  

            en medio  de tormentos: No se puede deducir, sin más, de esta  primera parte  de la parábola  que el simple   hecho  de poseer  grandes riquezas en este mundo comporte  necesariamente  los tormentos  del más allá;  lo que sí  puede   desembocar   en un desenlace  trágico  e  irremediable  es el abuso  desenfrenado  de los bienes  terrenos. 

            24. Entonces  gritó: Padre   Abrahán, ten compasión de mí  y envía  a Lázaro  para que, mojando  en agua la punta del dedo , venga a  refrescarme  la lengua ; que estoy  sufriendo  horrores  en estas llamas. 

ten compasión de mí:  Esa misma   petición  de ayuda  resonará  más adelante  en labios  de los diez  leprosos y del ciego  de Jericó .  

27. El rico  respondió: Te ruego al menos, padre, que lo envíes a casa de mi padre

28. Porque  tengo cinco  hermanos, con el fin  de prevenirlos, para que no  vengan  también ellos  a este   lugar de tormentos.

29. Pero Abrahán  le replica: Ya tienen  a Moisés  y a los profetas: que los escuchen. 

Tienen   a Moisés  y a los profetas:

La  respuesta   del patriarca   es categórica: La palabra   de las Escrituras es la norma  válida  de comportamiento   para todos  sus descendientes. El que no acepta  esa palabra  de Dios  no se dejará convencer por ningún  signo, ni siquiera  por una  resurrección  de un muerto. La expresión  de “Moisés y los profetas”  no sale  en todo el Antiguo  Testamento 

30. El insistió: No, padre Abrahán, porque  si se presenta  a ellos  alguno  de entre los muertos, se convertirán.

31. Pero Abrahán  le dijo: Si no escuchan  a Moisés y a los profetas, ni aunque  resucite  uno  de entre los  muertos  se dejarán  persuadir. 

Es difícil  no sentir  estremecimiento  al considerar  la última frase  de la parábola, a la luz  de la celebración  de la Eucaristía. Los que la celebramos  escuchamos  a Moisés, a los profetas, y tenemos  entre nosotros  la presencia  del Resucitado  de entre los muertos. ¿Nos dejamos  convencer?