XXIX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C
Autor: Padre Luis Rubio Remacha OCD  
 

 

Lucas   es también el evangelista   de la oración. Es el que más veces  nos presenta a Jesús  orando  y enseñando  cómo debemos  orar. El domingo   pasado  nos invitaba  a dar   gracias. Hoy   nos propone   la parábola  de la viuda  insistente , para enseñarnos    la perseverancia  en la oración .            

Primera Lectura: Exodo 17, 8-13 

Para   disponer   nuestros ánimos  a la lección  que Jesús   nos dará  sobre la  oración, escuchamos  ante todo un pasaje   del libro del Exodo sobre la eficacia  de la oración  de Moisés   por su pueblo.

En  una  de las muchas   batallas   o escaramuzas   que libraron  contra los pueblos vecinos, en su larga   marcha   por el desierto, esta vez  contra  los amalecitas. 

Los  amalecitas  dominaban  los caminos  seguidos  por las caravanas  que iban  de Arabia  a Egipto ; por eso  se ofendieron   ante la intromisión  de los hebreos .  

Los amalecitas   formaban  un pueblo nómada  que  merodeaba  al suroeste  de Canaán, en el  Negueb. El relato enseña que así como  el Señor  asistió a Israel  en las necesidades  naturales  ( alimento y bebida), también  los salvó  de sus enemigos : tipificados  en  Amalec.  

8. En aquellos   días, Amalec vino   y atacó  a los israelitas en Rafidín.

9. Moisés  dijo  a Josué: Escoge   unos cuantos  hombres, haz  una salida  y ataca a Amalec. Mañana  yo estaré en pie  en la cima  del monte  con el bastón  maravilloso   en la mano.

10. Hizo Josué  lo que le decía  Moisés  y atacó a Amalec: Moisés, Aarón  y Jur  subieron  a la cima   del monte.

11. Mientras  Moisés   tenía en alto  la  mano, vencía  Israel; mientras  la tenía  bajada, vencía  Amalec.  

egún  la  versión  que leemos, los amalecitas  toman  la iniciativa de atacar; Moisés  ordena  a Josué  una acción  de represalia, con un puñado  de hombres  de guerra, mientras    él suplica  desde lo alto  de una colina, con el bastón  taumatúrgico  en la mano; la suerte  de la batalla  se ve depender  de su gesto; mientras  Aarón  y Jur  mantienen  en alto  el  brazo  de Moisés , Josué   remata  la victoria. 

12. Y  como le pesaban  las manos, sus compañeros  cogieron  una piedra  y se la pusieron  debajo  para que se  sentase; Aarón  y Jur  le  sostenían los  brazos, uno a   cada  lado. Así  sostuvo  en alto  las manos hasta la puesta   del sol.

13. Josué  derrotó  a Amalec y a su  tropa, a  filo de espada.  

Moisés  no es pintado  con rasgos   de guerrero. No es un   caudillo militar, sino un  intercesor  y un   taumaturgo. Lleva  en la mano   el bastón  de los prodigios.  La victoria  no se atribuye    ni a la vara, ni al  gesto, ni  siquiera  al Moisés orante,  sino  a Dios, de cuya  obra   sólo se puede habla   por esos  signos  u otros semejantes. 

            Al artífice   de una victoria  es, en el plano  histórico, un caudillo   militar. Aquí  no se dice  que sea Josué  el autor  de la victoria, aunque sea  él quien  empuña   la espada. Tiene  más parte  en ella  el Moisés  suplicante  que el Josué  guerrero.  

            Muy apropiado el estribillo del salmo responsorial:

 “El auxilio me viene  del Señor, que hizo  el cielo  y la  tierra 

            ¿Quién  es la fuerza  de los  que anuncian   la paz? ¡El Señor    que ha hecho  el cielo  y la tierra! La honda   seguridad    que respira   el salmo 120, ¿no es  la que permite a tantos  hombres   y mujeres  cristianos    entregar   sus vidas   a la obra  del evangelio?  

            Segunda Lectura: 2 Tim 3, 14-4, 2 

La disponibilidad  ante la llamada de Dios, la aplicación  al estudio de las Escrituras, la decisión  y valentía  en la proclamación  del evangelio, son algunas  de las características  que configuran  la imagen  del misionero.  

Timoteo  debe  comportarse   como un fiel   discípulo  de Pablo. Conoce la vida  de su maestro  y sus planes de apostolado. También le son  patentes  sus pruebas  y persecuciones.

El autor  señala   un principio  ineludible  de vida  cristiana  y de la actividad  apostólica: la  conexión  de una y otra con el sufrimiento  y la persecución . Pero no  debe  desalentar  al cristiano.  

14. Querido hermano: permanece  en lo que has  aprendido  y se te ha confiado; sabiendo  de quién  lo aprendiste,

15. y que  desde niño  conoces   la Sagrada   Escritura: ella puede  darte la sabiduría  que por la fe en Cristo  Jesús  conduce a la salvación. 

Timoteo  debe permanecer  fiel  a la sana  doctrina  que aprendió  de la  tradición  y de la Escritura. Por  ellas  nos viene   la  verdad  revelada.

La  Escritura, en la que  desde  un principio  fue instruido, le ofrece  la  garantía  que da la  palabra de Dios 

Se destaca   aquí   ya con claridad  lo que expresamente  se establecerá  como criterio  decisivo  en el siglo II: la posesión  de la verdad  sólo   se garantiza  cuando  el que la  enseña  se halla  dentro  de la corriente  de la  tradición  viva  de la Iglesia, cuyas   características  son: la sucesión  ininterrumpida  en el magisterio  ( obispos)  y la conformidad  con la Escritura  y con los demás órganos  de la misma  tradición.  

16. Toda  Escritura  inspirada  por Dios  es también  útil   para enseñar, para reprender, para corregir, para educar en la virtud:  

Toda   Escritura: La expresión  puede significar  cada pasaje de la Escritura”, o, preferiblemente  la totalidad de la Escritura”. En la situación  concreta  de  esta carta, se   referiría  al AT.

Theópneustos ( divinamente  inspirada)  tiene sentido pasivo  y afirma  que en la composición  de los libros  que forman la Escritura  ha intervenido  de manera  misteriosa  el Espíritu Santo. La  acción   del Espíritu   ha influido  en el  entendimiento   y en la voluntad  de los autores  de los libros   bíblicos  de tal   modo que  éstos  han puesto  por escrito  lo que Dios  quería  comunicarnos  por medio de ellos.

Como dice   el Concilio  Vaticano II: “todo  lo que afirman   los autores  inspirados  lo afirma  el Espíritu  Santo, de donde  se sigue  que los libros   sagrados  enseñan  sólidamente, fielmente  y sin error  la verdad que Dios  hizo  consignar en dichos  libros  para  salvación  nuestra “  ( Dei  Verbum, 11).  

17. Así el hombre  de Dios  estará  perfectamente  equipado  para toda  obra  buena.

De ahí  que el que   se ha compenetrado  con la Escritura  posee  la fuente  para toda  formación  y educación  cristiana:

Cuatro   son los efectos   de la Sagrada  Escritura: es útil  para enseñar la  verdad y para  confutar  la  falsedad, esto  en cuanto  al orden  especulativo ; para liberar  del mal  e inducir al bien, en cuanto  al orden  práctico; sirve  además  para  conducir  al hombre a la perfección.  Porque   no lo hace  bueno  de cualquier   manera, sino  que lo perfecciona”  (Santo Tomás) 

Del capítulo  4 la Liturgia de la Palabra de este domingo solamente toma los versículos  1-2.

4,1: Ante  Dios   y ante  Cristo Jesús, que ha de juzgar  a vivos   y muertos, te  conjuro  por su venida en majestad: 

En tono  solemne   y patético, el autor   de la carta  exhorta  a Timoteo  para que  cumpla  su tarea  en las diversas  facetas con una  adecuada   pastoral  pedagógica. Deberá  servirle   de estímulo  el pensamiento  del día  del juicio, en que habrá  de dar cuenta  a Dios  del  cumplimiento   de su misión.  

4, 2: Proclama  la Palabra, insiste  a tiempo  y a destiempo, reprende, reprocha,  exhorta, con toda   comprensión  y pedagogía. 

Pablo  urge a Timoteo  para que sea  celoso, aprovechando  cualquier  oportunidad  para predicar , aun  en el caso  de que el momento  no se juzgue  oportuno.

El  a  destiempo: indica   que ha  de predicarse  aun  en ocasiones  que no  parecen   propicias, sin dejarse llevar  de consideraciones humanas.  No  es  raro  que bajo  ellas  se oculten  falsos  respetos. No hay que olvidar  que la  gracia  de Dios actúa  con  frecuencia  donde menos   se espera.  

Evangelio: Lucas 18, 1-8: Parábola  del juez   injusto 

La insistencia  de la oración  cristiana   no está   motivada, ciertamente, por la  falta  de atención  de Dios  para con sus hijos. Se funda, más bien, en la  seguridad   de que la última  palabra, en todas las cosas, corresponde  a Dios. “Dios hará   justicia”. Por  eso  el motivo  de la  insistencia   es el de expresar, por   parte  de los que suplican, su íntima   confianza   en la intervención  divina.   

Con esta parábola  el evangelista  completa  la catequesis  sobre la oración recogida en Lc  10, 33-11, 13. Insiste en la necesidad  de orar   con confianza  y perseverancia, con la seguridad  de que Dios  escucha  las súplicas  del hombre.           

La parábola propiamente dicha comprende, por lo menos, los    vv. 2-5. Los  vv.  6-8  son  una serie  de conclusiones  de diverso  tipo  o diferentes aplicaciones  de la parábola  

1. En aquel tiempo, Jesús, para  explicar  a los discípulos   cómo  tenían que  orar siempre sin desanimarse, les propuso  esta parábola

Para mostrar    la necesidad   de la oración, Lucas narra   una parábola  que no tiene   paralelo  en otro  evangelio y es   similar  a la del amigo  que viene  pidiendo  pan  a medianoche  ( Lc  11, 5-8).

Hay que orar  con confianza  y perseverancia, con la seguridad  de que Dios  escucha  las súplicas  del hombre.  

2. Había   un juez  en una ciudad, que  ni  temía  a Dios  ni le  importaban  los hombres.

3. En la misma   ciudad había una viuda  que solía  ir a decirle: Hazme  justicia  frente a mi adversario.  

Es significativo  que el texto  enfrente  a una viuda, que en la Biblia es una figura  típica de los más necesitados, a un  enemigo que probablemente   es un  rico. Este podría  sobornar  al juez, pero la viuda  no, debido a su pobreza. Pues bien, afirma   la parábola, si un juez  deshonesto  termina  por hacer caso  a la viuda, con mucho  más motivo  lo hará  Dios  que se mueve  impulsado  por la misericordia  y defiende   siempre a los débiles: “Porque  Yahveh vuestro Dios es el Dios de los dioses y el Señor de los señores, el Dios grande, poderoso y temible, que no hace acepción de personas ni admite soborno; que hace justicia al huérfano y a la viuda, y ama al forastero, a quien da pan y vestido  ( Dt 10, 17-18)            

4. Por un algún tiempo  se negó, pero después  se dijo: Aunque  ni temo a Dios  ni me importan  los hombres

5. Como  esa viuda  me está fastidiando, le haré  justicia, no vaya  a acabar  pegándome  en la cara. 

La parábola  no es del todo  lógica. El juez  podría   haber tenido  una  reacción  distinta, castigar  a la mujer    por su importunidad o prohibirle   volver  al  tribunal. De todos  modos, la imagen  de este juez que hace  justicia  simplemente  por cansancio nos ayuda  a comprender  la situación  de Dios, que día  a día escucha los gemidos  de los justos   que suplican. El evangelio  tiene   la certeza  de que  Dios  hará justicia  sobre   toda la  historia  de los hombres.

Después de haber presentado la parábola, analizamos  los  vv. 6-8, que son como hemos indicado más arriba, una serie  de conclusiones  de diverso  tipo  o diferentes aplicaciones  de la misma.    

6. Y el  Señor   respondió: fijaos  en lo que  dice  el juez  injusto  

Como   en el caso  del administrador , el juez  recibe  aquí  la calificación  de “injusto” no por  sus  dilaciones o porque,  al fin, haya  cedido  ante la  insistencia  de la viuda, sino porque, ya desde el principio, se le  presentó  como escéptico en lo religioso ( “no  temía  a Dios”)  e insolente en lo humano ( “no  respetaba  a hombres”)

Este  versículo  concentra   el verdadero  significado  de la parábola:  si hasta   un juez  injusto  puede   verse  forzado  a administrar  justicia, cuánto  más Dios, el Justo  por naturaleza, deberá escuchar  la súplica   perseverante  de sus elegidos 

            7. Pues Dios, ¿no hará   justicia a sus elegidos que le gritan   día  y noche?, ¿o les dará  largas? 

            La pregunta   retórica: Pues Dios, ¿no hará   justicia a sus elegidos que le gritan   día  y noche? Parece  suponer  un cierto retraso  en la  reacción  de Dios: ¿  podría  reflejar  la concepción  lucana  del retraso  de la parusía?. Tal vez. Lo que  sí es cierto   es que la apertura  a un futuro  escatológico  no queda  completamente   eliminada, sino acentuada.  

            ¿ o les dará  largas?:  “ No  retrasa el Señor lo que  prometió, aunque algunos  lo estimen  retrasado; es que  tiene   paciencia   con vosotros   porque no  quiere   que nadie  perezca, quiere  que  todos    tengan   tiempo  para enmendarse.  

8a.  Os  digo  que les hará justicia  sin tardar. 8b Pero   cuando venga  el Hijo del Hombre, ¿encontrará  esta fe  en la tierra?  

            Lc 18, 8a  anima  a los  creyentes  a permanecer  fieles  al Señor, incluso  cuando la fe  vaya   perdiendo  importancia  en el mundo, como pensaban  los primeros   cristianos  que ocurriría  al final de los tiempos ( Mt 24, 10-12; 2 Tes  2, 3).

            Quizá  el  retraso  de la venida del Señor  y la hostilidad  del mundo  que  rodeaba  a la comunidad  lucana  habían  apagado  el entusiasmo  de la fe. La pregunta  se transforma  así en  una exhortación  a perseverar  en la fe. No  es, por tanto, el conjunto  de este texto  una invitación  a la pasividad. La oración del creyente  es como la respiración  que  seguir  viviendo  los continuos   compromisos   evangélicos  que van construyendo  un mundo   más  fraterno.  

            8b Pero   cuando venga  el Hijo del Hombre, ¿encontrará  esta fe  en la tierra? 

            La cuestión  decisiva  no trata  de la defensa  divina de la  comunidad de Dios perseguida; Dios  los  defenderá ciertamente. Lo   decisivo  aquí    es si  los discípulos  de Jesús  le serán  fieles durante   el largo  camino  provocado  por el retraso  de su   retorno.

            ¿Encontrará  esta fe  en la tierra?: Se refiere  a una “fe” que inspira  la oración   constante. La pregunta   contrasta con la exclamación  de Jesús sobre la  fe del centurión.

            La pregunta   con la que  termina  el pasaje  tiene   una estrecha  relación con el versículo  introductorio (v. 1). La “necesidad  de orar  siempre, sin desanimarse  jamás”, tiene su fundamento  precisamente   en “esa  fe”