XXX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C
Autor: Padre Luis Rubio Remacha OCD  
 

 

Las lecturas de este domingo, como casi siempre, nos ofrecen dos grandes temas: por un lado, la primera con el salmo responsorial y el evangelio, nos presentan  precisiones sobre la oración; por otro, la última perícopa de la segunda carta de San Pablo a Timoteo es un magnífico  y emocionante  testimonio  del apóstol sobre el cumplimiento  de la misión  que el Señor  le encomendó.  

Lectura Primera: Del Libro  del Eclesiástico, 35, 12-14. 16-18 

La primera lectura está tomada del libro del Eclesiástico: 35, 12-14. 16-18.  Podemos decir lo siguiente: Dios no se deja  engañar  ni se deja  corromper. Es demasiado inteligente  para timarle y  muy  correcto para dejarse sobornar. Los  huérfanos y las viudas  aparecen  aquí como ejemplo  paradigmático  de los pobres  y los necesitados.  El Dios de Israel  siempre  ha sido visto como juez  misericordioso a la vez  que justo. Con los pobres  y oprimidos   ejerce la misericordia, escuchando  sus súplicas; con los malvados  y soberbios  actúa  severa  y firmemente.  

            El libro del Eclesiástico es el último de la sabiduría de Israel, escrito por Jesús, hijo de Sira, en el siglo  II antes de Cristo. Recibe el hombre de Eclesiástico por el uso que hizo de él la Iglesia en la liturgia.

 Este libro refleja  la experiencia de la bondad de Dios manifestada en su comportamiento.

La segunda parte del capítulo  35: vv. 11-24, presenta la Misericordia de Dios hacia el oprimido; la Liturgia de la Palabra  no hace uso de todos  estos  versículos, muy bellos por cierto, sino de los  señalados  más  arriba.

Vamos a presentarlos, teniendo  presente  cómo Dios  actúa siempre  llevado por su fidelidad  y misericordia.  

 12. El  Señor   es un Dios  justo que no  puede  ser parcial; 

 La primera afirmación acerca de Dios, que es imparcial en su conducta: “El Señor es un Dios  justo que no puede  ser parcial”. No solamente quiere ser imparcial, sino que no puede ser de otra forma, pues repugnaría al ser de Dios. Esta exigencia   de la imparcialidad  no procede  del exterior, sino que es una exigencia  constitutiva de Dios.

Nos puede  resultar  a  veces extraño el comportamiento de Dios, incluso  injusto, pues tiene  como sus “debilidades”; pero no. Quizá nuestra concepción de la imparcialidad   sea demasiado humana  y por esto mismo  nos  resulta  a veces difícil  de comprenderla.

 Esta imparcialidad alcanza sus expresiones máximas, cuando se trata de la causa del pobre, del indigente, del necesitado, de ese que precisamente es víctima de la parcialidad de los poderosos de este mundo. Estos defienden a los ricos, a los que cuentan, a los que se hacen valer; pero ningunean  a los desvalidos, a los que no se pueden defender.

13. No es   parcial  contra  el pobre, escucha   las súplicas   del oprimido;

14. No  desoye  los  gritos  del huérfano  o de la viuda  cuando  repite  su queja;  

Es aquí, en estas circunstancias, en las cuales brilla  con más  nitidez, con más  vigor  y fuerza  esta imparcialidad, expuesta  a ser  doblegada  en contra del pobre, porque nadie  le puede defender.  

16. Sus penas  consiguen   su favor  y su grito  alcanza  las nubes.

17a.  Los  gritos   del pobre atraviesan   las nubes 

La oración, que nunca Dios deja de prestar oídos, es la del pobre.  Se puede uno plantear la cuestión  de si  Yahvéh  mira a través  del espeso  velo  de las  nubes  lo que pasa  en la  tierra: “Y tú has dicho: «¿Qué conoce Dios?  ¿Discierne acaso a través del nublado?”  (Job 22, 13)

 Y si la oración  de los hombres  llega hasta El: “Te has arropado en una nube          para que no pasara la oración;”  (Lam 3, 44); “Tú oíste mi grito: ¡No cierres  tu oído a mi oración que pide ayuda!”  (Ibid 3, 56)  

17b. y hasta  alcanzar  a Dios  no descansa.

18. No ceja  hasta que  Dios  le atiende  y el juez   justo   le hace  justicia.            

El necesitado confía en el Señor, por esto mismo es perseverante, intuye que Dios le atenderá 

El estribillo del salmo  responsorial: “Si el  afligido   invoca  al Señor, El lo   escucha”. El salmo 33   es un salmo   dirigido  sobre todo  a animar  a los humildes. El Señor  está cerca  de los atribulados”. Si la  lectura  sapiencial   hablaba  de “ gritos” de los pobres y humillados, el salmo  también se hace  eco de los mismos: “ Cuando  uno  grita, el Señor lo escucha  y lo libra  de sus angustias” 

Lectura  Segunda: De la Segunda  Carta   de San Pablo a Timoteo: 4, 6-8.16-18 

La Segunda lectura está tomada de la 2ª carta de San Pablo a Timoteo, 4, 6-8.16-18, que hoy concluimos después de cuatro domingos. El fragmento de hoy pertenece al género literario de los discursos  de despedida. El apóstol  Pablo  hace  sus últimas  reflexiones  ante la proximidad de la muerte, empleando  imágenes  tomadas de ámbitos  muy diversos (litúrgicos, deportivos...).

            Alguien podría decir que Pablo aquí no se presenta humilde, sino un tanto autosuficiente, anclado en sus méritos, un poco quizá  semejante al fariseo de la parábola. Sin entrar en comparaciones  para no alargarnos, sostenemos  que es probable  que esta carta haya  sido redactada  después de la muerte del apóstol por algún discípulo suyo, poniendo en labios del Apóstol de los Gentiles estas últimas palabras antes de morir. Estas líneas  constituyen  el mejor  epitafio  para  el sepulcro de un cristiano: he combatido  el buen  combate.

 He  concluido  mi carrera. He guardado la fe. Solo  me queda  recibir  la corona de la salvación. Hay dos maneras  de dar la vida por Cristo: una  consumirla  día a día  en la tarea de dar a conocer a Cristo a las gentes (2 Cor 12,15). Otra, derramar  la sangre  por su causa. Pablo supo  darla de las dos maneras. 

6. Querido    hermano: Yo estoy a punto  de ser sacrificado  y el momento  de mi  partida  es inminente.

Algunas biblias  traducen: “Pues  yo  voy a ser  derramado como libación”.

Pablo  espera  ser enviado  a la muerte muy pronto y considera  el derramamiento  de su sangre  como una libación. La libación  era un rito  sacrificial  en que se  derramaba  un líquido generalmente   vino o aceite. La sangre de Pablo va ser signo de alabanza, de culto y  expresión de inmolación, de entrega total, sin condiciones.

El momento  de mi  partida  es inminente: Morir  es como  de esta vida  y retornar  a Cristo: “Me siento apremiado por las dos partes: por una parte, deseo partir y estar con Cristo, lo cual, ciertamente, es con mucho lo mejor” (Flp 1, 23)  

7. He   combatido  bien  mi  combate, he corrido  hasta  la meta, he mantenido la fe.

He   combatido  bien  mi  combate: Se usa  la imagen  del púgil  en la arena: “Así pues, yo corro, no como a la ventura; y ejerzo el pugilato, no como dando golpes en el vacío” (1 Cor 9, 26)

He corrido  hasta  la meta: Se toma   esta imagen  del mundo  de los corredores. Creo que no hace falta  alargarnos en esta explicación, su claridad   es evidente.

He mantenido la fe: Pablo  ha  defendido  y  conservado  el depósito  de la  fe. El depósito  de la  fe  en  su doble  dimensión de  ortodoxia  y ortopraxis. 

8. Ahora   me aguarda  la corona   merecida, con la que el Señor, juez justo, me premiará  en aquel día; y no sólo  a mí, sino  a todos   los que   tienen  amor a su venida.

La corona   merecida: Se toma   esta imagen  de las competiciones  atléticas, en que  los  ganadores  obtenían  una corona  de laurel, pino  u olivo: “Los atletas se privan de todo; y eso ¡por una corona corruptible!; nosotros, en cambio, por una incorruptible.” (1 Cor 9, 25) 

Aquel día: La parusía, el día  del juicio

A todos   los que   tienen  amor a su venida: Todos los que,  por amor  a Cristo, han vivido  una  vida  cristiana  como preparación a su manifestación. El término  epiphaneia (manifestación) aparece  cinco  veces y ésta en las cartas pastorales. Aquí se  refiere  a la parusía  de Cristo ; en  2 Tim  1, 10: “ Y que se ha manifestado ahora con la Manifestación  de nuestro Salvador Cristo Jesús, quien ha destruido la muerte y ha hecho irradiar vida e inmortalidad por medio del Evangelio  se   refiere  a la manifestación de Cristo en la  encarnación.

El  término   griego epiphaneia  ( manifestación) se usaba  frecuentemente  aludiendo  a la “manifestación”  de los dioses  paganos  y de los emperadores  que se  arrogaban  honores divinos.

Es probable  que Pablo   eligiera   este término  para oponerse  a estas   falsas  “manifestaciones”.              

16.  La primera   vez  que me defendí  ante el tribunal, todos   me abandonaron  y nadie  me asistió. Que Dios   les perdone.

 La primera   vez  que me defendí  ante el tribunal:  

Es posible  que Pablo  se refiera   a su primer  arresto  domiciliario   en Roma, pero   es más  probable  que aluda  a la primera  audiencia  en el  presente proceso  y para  esto es quizá   sea conveniente  recordar lo que dice en el  v. 15 del capítulo primero de la  esta misma carta: “Ya sabes tú que todos los de Asia me han abandonado, y entre ellos Figelo y Hermógenes

Asia: La provincia   romana   correspondiente a la porción  occidental del Asia Menor, cuya   principal   ciudad   era Efeso. Parece  referirse  a la defección  de los cristianos  de Asia, que  no  visitaron  a Pablo  ni comparecieron  en  defensa  de éste  cuando fue  llevado a juicio. Al parecer, los hechos  que condujeron  a la  detención  de Pablo  ocurrieron  en la región de Efeso.             

17. Pero  el Señor  me ayudó  y me dio  fuerzas   para anunciar  íntegro el mensaje, de modo  que lo oyeran  todos  los   gentiles. El me  libró  de la boca  del león.  

Si  el  v.  16  se refiere  al arresto  domiciliario, este versículo  aludiría  a la subsiguiente  puesta   en libertad  y a la  continua  actividad  misionera   de Pablo. Si el  v. 16  se refiere  a la primera  audiencia  de este nuevo proceso señalado antes, este  versículo  aludiría  al feliz  resultado  de la misma  y a que  Pablo  proclamó  el evangelio a los jueces  y a  todos  los que  se hallaban  presentes  en aquella ocasión. 

El me  libró  de la boca  del león: Es una imagen bíblica. Leemos en el salmo  21, 21-22: “Libra mi alma de la espada,  mi única de las garras del  mastín; 

Sálvame de las fauces del león, y mi pobre ser de los cuernos de los búfalos”  

18. El Señor   seguirá  librándome  de todo mal, me salvará  y me llevará a su reino del cielo. A él  la  gloria  por los siglos  de los siglos. Amén. 

            Pablo  no  quiere   decir  que haya  sido puesto  en libertad en esta ocasión; será  rescatado  para “el reino celestial”

            A un Dios que es misericordioso sin medida, se le debe responder de la misma forma: amarle hasta derramar la sangre  como alabanza  y ofrenda.            

            ¿Podemos   llamar  a  estos  versículos  con  el nombre de testamento?; tal denominación  no  corresponde al contenido. ¿Quizá  se trata de una síntesis  doctrinal de las enseñanzas de Pablo?; creo que tampoco   podemos así nombrarlos,  sino más bien como una consigna  pastoral, que expresa el gozo, la alegría  de un hombre vocacionado, enamorado de Cristo; pero que debe sufrir  el desamparo   y la soledad.

            Pablo es presentado  en este texto como punto referencial  para Timoteo en el doble aspecto: el gozo del apostolado, del seguimiento de Cristo, del vivir  y resucitar con Cristo; pero también del morir, experimentar el cáliz  del abandono, del quedarse solo  precisamente por ser apóstol   comprometido.  

            Evangelio: Lucas, 18,  9-14: La Parábola  del  fariseo y el publicano  

 El texto evangélico es de Lc 18, 9-14 (La parábola  del fariseo y el publicano) se encuentra sólo en el evangelio de Lucas, lo mismo que la del juez y la viuda, que leíamos el domingo pasado (18, 1-8).

 Esta es la última de las parábolas  de Lucas. En ella se despliegan los temas en que más insiste el autor de los Hechos de los Apóstoles: la salvación universal, el fracaso de la Ley sola para salvar, la misericordia divina. Entronca con el capítulo 15, donde se nos narran las tres parábolas de la Misericordia Divina: Parábola de la  oveja perdida; parábola  de la moneda  olvida y parábola del hijo pródigo.

            Este texto lucano 18, 9-14 es el final de la narración  del viaje de Jesús a Jerusalén, que comenzó en Lc 9,51, aunque continúa el viaje hasta el capítulo 19,28; pero a partir del versículo  15 del capítulo 18 el material es común a los tres sinópticos.  

            La  narración   “lucana”  del viaje  de Jesús a Jerusalén, (9, 51-18,14), termina  con uno  de los temas  más importantes  de su concepción  teológica: “la oración”. En cierta   continuidad  con el episodio  precedente – oración  constante , movida   por la fe ( 18, 1-8)-, Lucas  añade  otra   parábola   sobre el mismo  tema:  la oración  de dos personajes   tan   representativos  como un fariseo  y un  recaudador   ( 18, 9-14).

            En el texto del evangelio de hoy podemos sacar cuatro enseñanzas: Primera: ¿A quién va dirigida esta parábola? 

 9. En aquel  tiempo,  dijo  Jesús esta parábola a algunos  que,  teniéndose  por justos, se sentían  seguros   de sí mismos y despreciaban  a los demás. 

El mero hecho  de que  uno  de los dos   protagonistas  de la parábola  sea  “un  fariseo” no implica  necesariamente  que la descripción – “ fiarse de sí mismo”,considerarse  justos”, “menospreciar a los demás”- sólo  pueda  corresponder  al  grupo  social  de los “fariseos”, y mucho   menos  a todos los fariseos.

 La segunda instrucción es la presentación de cómo ora el fariseo: 

10. Dos   hombres subieron  al templo  a orar. Uno  era un   fariseo; el otro, un publicano.

En el templo  se podía  orar  a cualquier   hora del día ; pero  para la oración  pública  se reservaban  la “hora  tercia” ( sobre las nueve  de la mañana)  y la “hora  nona” ( sobre  las tres   de la  tarde)  

 Uno era un fariseo; el otro, un publicano: El “fariseo” es una  figura  representativa  del judío  observante, escrupulosamente   fiel  a las prescripciones  de la ley  mosaica.

La figura  del “publicano”: va  frecuentemente  asociada  a la categoría  social   de los “pecadores”.  

11. El  fariseo, erguido, oraba  así en su interior: ¡Oh Dios!, te doy   gracias, porque   no soy  como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como  ese publicano.

12. Ayuno  dos   veces  por semana y pago  el diezmo  de todo lo que tengo. 

En su oración, que es  de acción de  gracias, El fariseo pasa  revista a sus  virtudes, que va   desgranando  con un aire  de complacencia , primero  negativamente  y a continuación  en forma positiva.  El   no es  como los demás  hombres: no es un ladrón, no es  un injusto, no es  un adúltero, no es, ni  siquiera “como ese  recaudador” (11). El  guarda  sus  ayunos  y paga  sus diezmos, incluso  por encima  de lo prescrito  (12) 

Te doy   gracias: La oración  es de  acción  de  gracias, no de petición. Y realmente, la  expresión  de  agradecimiento  está  perfectamente  justificada, aunque   las  razones  que aduce  el fariseo  son francamente  discutibles.

No soy  como los demás: ladrones, injustos, adúlteros: La  referencia  al decálogo  es indiscutible (Ex 20, 14-15).

Ni como  ese publicano: “ese” con significado  peyorativo. El  fariseo  se enorgullece  no sólo  de no haber  transgredido   esos mandamientos, sino incluso  de no haber  tenido  ninguna  familiaridad   con “pecadores”  

Ayuno  dos   veces  por semana:  

El ayuno  individual  era expresión  de sentimientos   muy  diferentes. La   costumbre  judía  de ayunar   dos  veces  por semana  tiene en esta  indicación  del v. 12 su testimonio  más antiguo.

En el libro  de la Didaché se aconseja  a la comunidad  creyente  que se evite  ayunar, “ como  los hipócritas”, los días  segundo  y quinto  de la semana; el ayuno  debe observarse  el día  cuarto  y  “el día  de la preparación”  ( víspera   de la fiesta). Según  estos datos, los días  asignados  para el ayuno, en la comunidad  “hipócrita” (=judía), eran  los lunes   y los jueves. 

Y pago  el diezmo  de todo lo que tengo:  

La  descripción  del Deuteronomio es  suficientemente   expresiva: “Todos   los años apartarás   el diezmo  de los productos  de tus campos,... el diezmo  de tu trigo, de tu mosto y de tu aceite, y los primogénitos  de tus reses y  ovejas”  ( Dt  14,  22-23). Es la  ofrenda   anual, que ha  de presentarse  al Señor  durante la fiesta  de las Chozas, terminada  la  recolección  de la cosecha.

Esta forma de oración no es correcta, el fariseo  se cree autosuficiente, se mueve en la superficie, no entra dentro de sí, no reconoce la bondad del buen Dios.

 La tercera enseñanza es cómo ora el  recaudador  de impuestos: 

13. El publicano , en cambio, se quedó  atrás  y no se  atrevía  ni a levantar  los ojos  al cielo; sólo  se golpeaba el pecho , diciendo: ¡ Oh  Dios!, ten compasión   de este pecador.

 El publicano, en cambio, se quedó atrás: El publicano  no pasa  de la puerta  del  atrio  de Israel. La cercanía   al Dios  de la misericordia   no se mide por las distancias.  

  Y no se  atrevía  ni a levantar  los ojos  al cielo: La  actitud es  frecuente  en el Antiguo  Testamento, como señal  de devoción . 

   Sólo  se golpeaba el pecho: Signo  de contrición, de  arrepentimiento. El  gesto, al parecer, no  tiene  antecedentes veterotestamentarios, pero sí  se encuentra  en la literatura  contemporánea: “ Abatido  de dolor, David  subió a una cámara  encima  de la puerta , y lloró, golpeándose  el pecho...” (Flavio  Josefo).  

Diciendo: ¡Oh  Dios!, ten compasión   de este pecador:

La oración  del publicano  es de súplica, no de  acción  de gracias. El desecho  de la sociedad judía  no sabe pedir  más que misericordia. Esta forma de orar es buena, pues  en ella el orante  reconoce  su auténtica  realidad de pecador  y todo lo espera de Dios, no del templo, no de sus buenas obras, no de la  situación social.  

La  cuarta  es importante recalcar el juicio de Jesús acerca de estos dos hombres: 

14a. Os digo  que éste bajó  a su casa  justificado  y aquél  no.

La parábola   no se contenta  con reseñar   la reacción  de Jesús  frente a dos tipos  de religiosidad  judía, sino que  es una nueva manifestación  de su actitud  con respecto a los  representantes  de dos  estratos   sociales- “ fariseos” , “recaudadores”-  del judaísmo  

El  v. 14a  es  importante  porque  puede   constituir  un indicio  de que la doctrina  neotestamentaria  sobre  la “justificación”  no es mero  fruto  de reflexiones  teológicas posteriores, sino  que hunde  sus raíces  en la enseñanza  del Maestro  e incluso  en su actitud  personal  frente  a las corrientes  pietísticas  de su época. “  Justo”,  verdaderamente   “justo”, a los ojos   de Dios no es  el que cumple  las observancias , sino  el que, fiándose  de la misericordia  divina, reconoce  su propia  limitación  y confiesa sinceramente su pecado.

La idea   de justificación  que recoge  esta parábola  no trasciende  el horizonte  veterotestamentario, puesto que coincide  sustancialmente  con la tonalidad  de Sal  51. Es decir, no se deben  leer  en la parábola  de Lucas   las connotaciones  de la  elaboración  teológica  de Pablo. 

14b. Porque  todo el que  se enaltece  será humillado  y el que  se humilla  será enaltecido 

Esta máxima  salió casi con las mismas palabras en Lc  14, 11. Es posible   que en esta   frase  haya  una  resonancia  de Ez 21,  31: “Así  dice el Señor Yahveh: La tiara se quitará, se depondrá la corona, todo será transformado; lo humilde será elevado, lo elevado será humillado”

Por medio  de esta referencia, la conclusión  de la parábola, que es (14a)  se abre  a ulteriores  perspectivas. La mera  confianza   en sí mismo, basada   en el cumplimiento  de la ley  o en las prácticas  religiosas, no  lleva   necesariamente  a la  verdadera  “justicia”, a la  que  proviene  de Dios.

Jesús dirige  esta advertencia  no sólo  a sus contemporáneos, sino  a los  futuros  discípulos, cuya oración  tiene que identificarse  con la del publicano, en clima de “fe”, reconociendo  la propia  “humillación” y abriéndose  a la acción de  Dios, que “ exalta  a los humildes”