XXXII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C
Autor: Padre Luis Rubio Remacha OCD  
 

 

 Estamos en el domingo 32 del ciclo C. Ya no acompañamos a Jesús hacia Jerusalén, sino que ya está  en Jerusalén.

            El bloque  primera lectura-salmo responsorial-evangelio  entra decididamente en la temática  escatológica, como es habitual  en cada ciclo en estos últimos domingos del Tiempo Ordinario. 

Primera Lectura: Del Libro Segundo  de los Macabeos, 7, 1-2.9-14: “El rey  del  universo  nos resucitará  para una vida  eterna” 

La historia  de la persecución en tiempo  de los Macabeos  nos prepara   para la escucha  del evangelio. Sucede en el siglo  II antes  de Cristo, en la  persecución  de Antíoco  IV que, con  una mezcla de halagos  y amenazas , intenta  seducir  a los israelitas   y conducirles  a la religión  oficial  pagana, olvidando la Alianza.

 La fe  de los hermanos  Macabeos, con su madre, se refiere  a la resurrección. Es la seguridad  de una vida  más allá  de la muerte  la que les hace  fuertes a la fidelidad a este  “Rey” que tiene  poder  más allá  de lo que  pueden tener  los  gobernantes   y poderosos  del  tiempo presente. El martirio   es un  testimonio  supremo   de un valor  absoluto, que se  prefiere  a la vida  misma.  

Al martirio  de un  venerable   doctor  de la ley, Eleazar ( 6, 18-31) siguen  ahora  los de siete  hermanos, que mueren  heroicamente  juntamente  con la madre. La historia  de los siete   hermanos  con la madre, muriendo  con la esperanza   en la vida futura, presenta cierto  paralelismo  con el ejemplo  que los saduceos  proponen  a Jesús  en orden a ridiculizar la creencia  en la resurrección  ( Lc  20, 27-38) .  

Nuestro relato  presenta  otra serie de indicios  y  características  que parecen  colocarlo  en el  género  novelado  de la historia ejemplar: el número siete (  1 Sam  2, 5; Rut  4,  15, Jer 15, 9) ; la acumulación  de suplicios; la  progresión teológica   de las palabras  de los hermanos  en el momento de morir , que  tienen  su clímax  en las del más pequeño, o sea  en el último; la ausencia   de datos concretos, como por ejemplo  el lugar  del martirio  y los nombres  de los hermanos ; la misma presencia del rey. Esta presentación  artificial  y dramática  de los hechos, con fines  pedagógicos  y  moralizantes, no desvirtúa  para nada  el fondo  histórico   de los mismos, del cual no se puede dudar. 

Además  de la lealtad  y fidelidad  a la Ley  en medio de la persecución , muy frecuente  en 1/2  Macabeos, la historia  de los siete hermanos  pone  de relieve   otros dos  temas  teológicos importantes: el valor   expiatorio de los sufrimientos   del justo  y la  esperanza  de la resurrección. 

La Liturgia de la Palabra no hace mención al valor expiatorio, sí a la dimensión escatológica.

La esperanza  en la futura   resurrección  se expresa  con vigor   y precisión  en las palabras  pronunciadas  por el segundo  hermano  en el momento  de morir “Tú, malvado, nos  arrancas  la  vida  presente; pero,  cuando hayamos  muerto por su ley, el  rey  del universo   nos  resucitará  para  una vida  eterna.”  (v. 9)                        

La persecución  llega  al extremo  con la  muerte  de la mujer   y sus  siete  hijos, símbolo  del pueblo  ( y  de sus  miembros  más inocentes e indefensos)  Estos  textos, junto  con Dn  12, 2-3, son las  primeras  expresiones   explícitas  de la fe en la resurrección  de los muertos  ( ya insinuada en Is  26,  19 y Job  19. 26-27).

La  narración, apoyada  en un núcleo  histórico, está  artificialmente  magnificada; se acentúa  un dramatismo, que penetra  con fuerza  en el ánimo  del lector, muy  propio  de los relatos populares.

Estamos  ante una  pieza   literaria   maestra; las torturas, exageradas  e inhumanas, se van  acumulando  en un ritmo  creciente  hasta alcanzar  las más altas  cotas  de paroxismo  y de crueldad.

Quizá con lo dicho, hemos comentado suficientemente  estos versículos, que la Liturgia nos presenta, no obstante  nos detenemos  en algunos de ellos.  

1. En aquellos   días,  arrestaron  a siete   hermanos con su madre. El rey  los hizo   azotar con látigos y nervios para forzarles a comer   carne de cerdo, prohibida  por la ley.

El número  siete, más que  cuantitativo, es  cualitativo e indica  perfección y plenitud. 

2. Uno   de ellos   habló  en nombre  de los demás. ¿Qué   pretendes sacar  de nosotros? Estamos   dispuestos   a morir  antes  que quebrantar  la ley  de nuestros  padres.

Es edificante   la fortaleza  de aquella  madre  y de sus  siete hijos  que resisten a  todas las tentaciones   y halagos  y no quieren  de ningún modo  abandonar  su fe  y pasar  al paganismo, con sus  creencias   y costumbres. Lo de  comer  o no la carne  prohibida  era sólo  un detalle: se  trata  de algo más profundo, de mantenerse   fieles  al conjunto  de  la fe  en Dios.  

9. El segundo, estando  para morir, dijo: Tú, malvado, nos  arrancas  la  vida  presente; pero,  cuando hayamos  muerto por su ley, el  rey  del universo   nos  resucitará  para  una vida  eterna.

Este versículo  es una confesión  en la resurrección.

Hasta  la crisis   macabea  los israelitas  no tuvieron  idea clara  del dogma  de la resurrección. Los  israelitas  creían  ir todos   a juntarse  con sus  antepasados  en el Seol, donde tenía lugar  una  supervivencia  flácida y sin consistencia , que apenas  merecería  el nombre  de tal, pues se trata  de una existencia  puramente pasiva sin actividad  alguna: “ Porque  en la muerte  nadie  de ti se acuerda; en el Seol , ¿ quién  te  puede alabar?” (Sal 6, 6) Los dogmas  de ultratumba se fueron  abriendo paso  a través  del forcejeo  y discusiones  a que dieron  lugar los libros de Job  y Qohelet, los cuales    pusieron  en  tela de juicio  y se rebelaron  contra  las soluciones  que se venían  dando  al problema  de la retribución .

            El libro   de Daniel: “Y tú, vete a descansar; te levantarás para recibir tu suerte al Fin de los días.” (12, 13) se refiere   a la resurrección  de los muertos  que   han dado  su vida  por la causa  de Dios y de la Ley. Esta es la  creencia   también  de nuestro texto, como hemos apuntado más arriba.

Un siglo   más tarde  el libro de  la Sabiduría  se expresará  todavía con más claridad   (Sap 1-5) 

10. Después  se  divertían   con el   tercero.

11. Invitado  a sacar   la lengua, lo hizo en seguida  y alargó  las manos  con  gran valor. Y habló  dignamente: De Dios    las   recibí  y por sus leyes  las desprecio; espero   recobrarlas   del mismo Dios.

Son dignas  de mención algunas  actitudes  de este tercer hermano: La rapidez a la hora de sacar la lengua; la valencia  y coraje  con que lo hizo; la  gran  confianza  en Dios  y al mismo tiempo el desprecio de todo aquello que pueda impedir la fidelidad a Dios.

12. El  rey y su  corte se  asombraron  del valor  con que  el  joven despreciaba   los  tormentos.

Las  actitudes  heroicas  del tercero  suscitan  gran  admiración  en el rey  y sus  acompañantes  por su valerosa  intrepidez 

13. Cuando   murió éste, torturaron  de modo    semejante  al cuarto.

14.  Y cuando estaba  a la muerte, dijo: vale   la pena   morir  a manos  de los hombres  cuando se  espera   que Dios  mismo  nos  resucitará. Tú en cambio  no  resucitarás   para la vida.

El cuarto  muere  proclamando  su propia   resurrección, cosa   que no podrá  esperar el rey.

Estas palabras  nos  recuerdan    a Mt  10, 28: “Y no  temáis   a los que  matan  el cuerpo, pero  no pueden matar  el alma; temed  más bien  a Aquel  que puede  llevar  a la perdición  al alma y cuerpo”

Se debe notar asimismo  que el cuarto hermano niega  la resurrección  para una vida  gloriosa  al rey  e implícitamente  a todos los impíos.

Habrá  que esperar  hasta  el evangelio  de san Juan  para encontrar  un texto  que hable  claramente  de la resurrección  de los impíos  ( Jn 5, 27-29).  

Muy  acertado  el Estribillo del salmo  responsorial: “Al   despertar  me  saciaré  de tu semblante, Señor

No sólo es un sueño, un anhelo, una aspiración, sino una realidad, que se consigue parte en este mundo; pero que lo más importante de la misma, solo se alcanza en el más allá.

             La misma   seguridad   que movía  a los hermanos  Macabeos  en el martirio, se  expresa   ahora  en las palabras  del salmista. “Despertarse”  es la  imagen  de la resurrección, utilizada  por el mismo  Jesús, y  coherente  con la imagen  de la muerte  como una  “Dormición” 

            Segunda Lectura: De la  segunda  Carta de San Pablo a los Tesalonicenses, 2, 16-3, 5: “El Señor   os dé   fuerza  para  toda clase  de palabras  y de obras  buenas” 

Las  recomendaciones   del Apóstol  a la  Iglesia  de Tesalónica  evocan  también  la fortaleza   de los mártires. La misma fortaleza  que se necesita  para morir  por Cristo, se necesita  igualmente   para vivir “en Cristo”. Por  otra parte, siempre  ha habido  y habrá  personas   para quienes  los valores  de la fe quedan  lejanos  e incluso  como materia  a combatir.  

Tenemos dos bloques: a) 2, 13-17: Los elegidos  ante  la  venida  del Señor.  

La Liturgia de la Palabra solamente hace uso de los versículos  16-17. El autor   parece  pensar   que sin la oración, incluida  constantemente  en esta carta, sus consejos  y exhortaciones  serían estériles.

Si leemos  los  vv. 13-15 notamos  rápidamente de nuevo  el contraste  entre  no creyentes   y creyentes. Frente  a los empedernidos  secuaces  del mal que están en vías  de perdición, los cristianos  han sido  elegidos, consagrados  por  Dios  para la salvación.

  La invitación  a permanecer  fieles   a las  tradiciones  recibidas  va  acompañada  de una súplica que hagan posible  esta fidelidad ( 2 Tes 2, 16-17). Una  vez más lo que se solicita  de los cristianos  como esfuerzo  personal, se pide  a Dios  como don  gratuito  de su benevolencia: gracia  de Dios y  colaboración  humana  son dos  elementos  imprescindibles- cada uno  en su plano  correspondiente- en el proceso  de salvación  del hombre.  

16. Hermanos : Que  Jesucristo  nuestro Señor  y  Dios  nuestro  Padre- que nos  ha amado  tanto  y nos  ha regalado  un consuelo  permanente y una   gran esperanza-

17. Os  consuele  internamente y os  dé  fuerza   para toda   clase  de palabras y de obras  buenas.

Una   vez más, se ocupa  de la estabilidad en contraste con la  inestabilidad, que nace  del engaño  en cualquiera  de sus formas.

b) 3, 1-5: Oración y fidelidad: El autor  pide oraciones  por el éxito  interrumpido  de su labor  apostólica en medio  de hombres  malignos y sin fe. Dicha   labor  no es tanto  obra suya, como  triunfo  progresivo  de la palabra  del Señor. Así mismo, su confianza  en la buena  e ininterrumpida  labor  de los fieles se fundamenta  en la propia  fidelidad  del Señor a la hora  de fortalecerles  y custodiarles.  

1. Por  lo demás, hermanos, rezad por nosotros, para que  la palabra  de Dios  siga  el avance   glorioso   que comenzó  entre vosotros  

A la súplica   del autor   a favor  de los  destinatarios  de la carta  ( 2 Tes 2, 16-17) debe responder  la súplica  de los destinatarios  en favor  de quien les  escribe.

La oración  de unos por otros  es una forma preciosa de  solidaridad  Tanto  más si las   circunstancias  son  decididamente  adversas  a la proclamación  y vivencia   del evangelio. Es preciso  solicitar  el amparo  divino  en primer lugar  y sobre todo para el éxito  de la proclamación  del mensaje, pero   también  para proteger  a sus  proclamadores  de tantos oscuros  peligros  como continuamente   los amenazan.

2. y  para   que  nos  libre  de los hombres  perversos  y malvados; porque   la fe  no  es  de todos.

Este   trasfondo  de persecución   y fuerte   hostilidad a la misión  cristiana, evocado aquí, se compagina  mejor  con la década  de los 70  que con  los primeros   años  de la década de los 50. En cualquier caso, el evangelio  sigue  siendo  signo de contradicción. Siempre habrá   quien   rechace la  buena  nueva: “Pero no todos obedecieron a la Buena Nueva. Porque Isaías dice: ¡Señor!, ¿quién ha creído a nuestra predicación?” ( Rom   10, 16),  pero siempre  habrá lugar  a la esperanza  porque el Señor  fiel: “Fiel es el que os llama y es él quien lo hará” (  1 Tes 5,  24)  y  garantiza  el

3. El Señor   que es fiel  os dará  fuerzas   y os librará  del malo.  

Los  obstáculos  del  trabajo  apostólico  deben  atribuirse  al demonio, al enemigo  de Dios  y adversario  de la salvación del hombre. Satanás: transliteración  del hebreo  Satán “adversario”; en Job 1 y Zac 3   esta figura  representa  simplemente  al acusador  del hombre en la corte celestial. En la teología  judía, Satanás    es el caudillo  de los ángeles  perversos; en este sentido  se emplea  el término  en el  NT 

4. Por el Señor, estamos   seguros   de que ya cumplís   y seguiréis  cumpliendo  todo lo que  os hemos  enseñado.

5. Que el   Señor   dirija  vuestro corazón, para que améis  a Dios  y tengáis  la   constancia   en Cristo.

Plegaria  pidiendo  el aumento  del don del amor  de Dios y la  constancia  paciente, de la que  Cristo  es ejemplo   y dador

 Inculca  el autor  de la carta  la fidelidad   a la palabra   transmitida. No se  trata de una  repetición  material y perezosa del mensaje. Se  trata  de  transmitir  con fidelidad  dinámica.

Sorprende, en un  pasaje  relativamente   corto, la presencia  masiva  de motivos  tomados  de la  1Tes.

Es como si el autor  de la carta   quisiera  que los cristianos  de la segunda   generación  escucharan  de nuevo  las  grandes  voces  del pasado y orientaran  su vida  de acuerdo  con ellas.   

Evangelio: Del Evangelio según San Lucas,  20, 27-38  

Esta es la primera  y única   vez  que se  menciona  a los saduceos  en Lucas. Se acercan   con una cuestión  burlona a fin de  ridiculizar  las enseñanzas   de Jesús, particularmente  su doctrina   sobre la   resurrección: “Y  serás dichoso, porque no te pueden corresponder, pues se te recompensará en la resurrección de los justos “(Lc  14, 14)

A juicio  de los saduceos, la ley  del  levirato  hacía  que la  creencia  en la  resurrección  resultara  ridícula, porque  si hay  resurrección, en el cielo habría  disputas  por las mujeres   que habían  pertenecido a varios  hermanos.              

27. En aquel  tiempo, se acercaron  a Jesús  unos saduceos, que   niegan  la  resurrección y le   preguntaron:

Los saduceos, sin  negar  necesariamente  la validez  de los demás libros del AT, se aferraban  al Pentateuco y negaban  la inmortalidad, la existencia  de los ángeles y espíritus.

 En el libro de los Hechos 23, 8 claramente se afirma esto:” Pues los saduceos dicen  que no hay  resurrección, ni ángeles, ni espíritus”. Se explica  la incredulidad  de los saduceos  porque  el AT sólo  habla de la vida después de la muerte en pasajes  tardíos, postexílicos.” Y muchos  de los que duermen en el polvo de la tierra se despertarán, unos para la vida eterna, otros  para la vergüenza, para el castigo eterno” (Dn 12, 2); Is 25,8; 26, 19; Sal  73,24s, y quizá  también en Job 19, 25-27

28.Maestro, Moisés  nos dejó  escrito: Si  a uno  se le muere  su hermano, dejando  mujer  pero sin  hijos, cásese con la  viuda  y dé descendencia  a su  hermano

29. Pues bien, había  siete  hermanos: el primero  se caso  y murió  sin hijos.

30. Y el segundo

31. Y el tercero  se casaron  con ella, y así los siete murieron  sin dejar   hijos

32. Por   último   murió   la mujer.

33. Cuando  llegue  la  resurrección, ¿de cuál  de ellos  será  la mujer? Porque los siete   han estado  casados  con ella. 

En la  redacción  lucana  del episodio, los saduceos  se dirigen  a Jesús  como maestro y le preguntan  como interpreta  él la ley  de Moisés. En una cita  genérica, los  saduceos  combinan  el texto de Dt  25, 5: “Si unos hermanos viven juntos y uno de ellos muere sin tener hijos, la mujer del difunto no se casará fuera con un hombre de familia extraña. Su cuñado se llegará a ella, ejercerá su levirato tomándola por esposa,”, con el de  Gn  38, 8, como síntesis  de la legislación  sobre el matrimonio  levirático.

  Ese tipo  de matrimonio ( en el que el cuñado de una mujer tenía  que dar  hijos a su propio hermano muerto sin descendencia, para perpetuar  el nombre  del difunto )  estaba  muy extendido  en el antiguo  Oriente  Próximo, entre  asirios, hititas y cananeos. La costumbre  entró a formar  parte  de la legislación  mosaica. A la luz   de esa legislación, los saduceos   plantean   un caso teórico, para saber  qué clase  de respuesta  dará Jesús , si una  que esté  en línea    con su propio  rechazo  de la resurrección   de los muertos , u otra  más acorde  con la creencia  más popular  ( la de los  fariseos ).  

34. Jesús  les contestó: En esta vida  hombres   y mujeres  se casan.

Jesús   les  responde  que en la otra vida, en la que  no hay  lugar   para la muerte, casarse y volverse   a casarse   carece  de importancia

La primera   parte  de la respuesta de Jesús  insiste  en que  el matrimonio  es una institución “ de esta vida”, en la que  tanto los hombres  como las mujeres  mueren; el matrimonio  se instituyó  con el fin  de perpetuar  la especie humana.  Pero  en  “la otra vida”, donde  ya no mueren, todos  “serán   como ángeles”, “serán hijos  de Dios por haber  nacido  de la  resurrección” En   esa vida  ya no existirá  el matrimonio.

Con eso  se  enuncia sucintamente la función primaria  de la vida  mortal en la tierra. El matrimonio   y la procreación  son necesarios  para que no  se extinga  la especie  humana  y la vida  de este mundo   pueda continuar.  

35. Pero  los que sean  juzgados   dignos  de la vida  futura  y  de la resurrección  de entre  los muertos, no se casarán.

 

Pero  los que sean  juzgados   dignos  de la vida  futura: O “Del mundo  futuro”. “Los  que  Dios  haya  considerado  dignos”. No se dicen  cuáles   son los requisitos   para que una  persona   sea considerada   digna. Desde luego, se incluye   el juicio   favorable  de Dios.

futura  y  de la resurrección  de entre  los muertos: Referencia  a los que  resuciten “ para  la vida  eterna” : “Muchos de los que duermen en el polvo de la tierra se despertarán, unos para la vida eterna, otros para el oprobio, para el horror eterno”  ( Dn  12, 2)

 

No se casarán: Como  en la vida  resucitada  la gente  no va a morir, la continuidad  de la especie  no dependerá  de la unión  matrimonial. 

 

36. Pues ya no  pueden  morir, son como ángeles;  son  hijos  de Dios, porque   participan  en la  resurrección.

En este versículo  Lucas  quiere probar por qué en la otra vida  no se casarán. Haría  falta  más tiempo para  explicar  las afirmaciones,  que hace el autor  del tercer evangelio, de los que moran y viven  en la otra vida.

 

Pues ya no  pueden  morir, es  decir, son  inmortales.

Son como ángeles: Serán  espíritus   puros, incorpóreos, que no se casan.

Serán  hijos de Dios:

La respuesta  de Jesús a los saduceos   contiene  un punto  de ironía, pues  se dirige a  gente que no cree  ni en ángeles  ni en  espíritus.

 

37 Y que  resucitan  los muertos, el mismo  Moisés   lo indica  en el episodio  de la  zarza, cuando   llama  al Señor: Dios  de Abrahán, Dios de   Isaac, Dios  de Jacob. 

En apoyo  de su doctrina, Jesús  aduce  una prueba  del Antiguo Testamento  sobre la realidad  de la resurrección, que en la  formulación  lucana  es claramente  un argumento  a favor  de la inmortalidad

Los  adversarios  de la resurrección  habían  citado  la Torá  para justificar  su argumentación. Pero también  Jesús cita  la Torá: “Y añadió: «Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.» Moisés se cubrió el rostro, porque temía ver a Dios” (Ex 3, 6)  para probar  que la muerte   no constituye   el final  de la existencia  del hombre. Cuando  Dios  dice  “ Yo  soy el Dios  de Abrahán, Dios de  Isaac y Dios  de Jacob”, ello implica  que su relación  con estos patriarcas  es perpetua y personal

Quizá a primera vista este texto no nos diga nada; desearíamos otros argumentos. Jesús  ha usado el mismo método que los saduceos, método rabínico: traer un texto bíblico como punto de arranque.

Podemos decir  lo siguiente: por muy extraño  que  parezca, este pasaje expresa  una idea  que confirma  más que ninguna  otra la fe  en la vida  después de la muerte; un creyente  no basa su esperanza  en argumentos  platónicos  sobre la naturaleza  del alma, sino en la experiencia  de la comunión  con Dios.

 Cuando  el AT  se acerca más a la  doctrina de la inmortalidad, recalca  la idea de la amistad  con Dios: “Son llevados  al abismo como un rebaño cuyo pastor  es la muerte, y los rectos  dominan  sobre ellos. Por la  mañana  se desvanece  su figura, el abismo  será  su mansión. Pero a mí el Señor  me  recoge  y me rescata  de las garras del abismo” (Salmo 49, 15-16).

La cita del Exodo 3,6 expresa una gran familiaridad entre Dios y los tres patriarcas nombrados; esta intimidad no  tendría lugar, si hubiesen desaparecido para siempre. Los patriarcas muertos hace muchos años, tienen que haber resucitado  para que  se  le pueda llamar al Señor: “Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob.”  Jesús exclamará: “No es Dios de muertos, sino de vivos.”  

38. No  es  Dios  de muertos, sino  de vivos: porque  para él   todos están  vivos.

Sólo los vivos   pueden   tener un Dios; por   tanto, la promesa  de Yahvé  a los patriarcas de que él   es, o será, su Dios  exige  que él  los mantenga   vivos.

Porque  para él   todos están  vivos:  

Podemos decir que se  trata más que de una formulación  teológica-dogmática, de una confesión, que brota  del interior, expresión  gozosa  de una experiencia, no de muerte, no de este mundo, sino de vida, del más allá. Somos, no de este mundo, sino del eschaton.