XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C
Autor: Padre Luis Rubio Remacha OCD  
 

 

Estamos en el penúltimo domingo del Tiempo Ordinario del ciclo C, que tiene sus características propias. El tono escatológico  es preferencial  en los tres ciclos; pero éste ( el C) posee una peculiaridad, que  es necesario no olvidar, pues de otro modo no se comprenderá su mensaje: la   “ eclesialidad”, es decir, el anuncio de las dificultades  de la misión de la Iglesia; los otros ciclos  acentúan más la parte “judicial”, a saber, la venida del Hijo del  hombre.

 

Primera Lectura: Del libro de  Malaquias, 3, 19-20ª  Os iluminará  un sol  de justicia”

La  primera lectura está tomada del profeta Malaquías, 3, 19-20. Sería conveniente  leer  todo el apartado  “Triunfo de la justicia  del Señor”, (3, 13-21)

 

  Para comprender este texto es útil tener presente la siguiente pregunta: Viendo la prosperidad  de los malvados, al justo  le acucia la pregunta, ¿qué saco  con guardar los mandamientos?

 Pregunta  imposible de responder  sin romper la frontera  intra mundana, es decir, en este mundo no cabe una respuesta satisfactoria  a corto plazo, quizá si a largo plazo. Ser bueno es una derivación de la propia constitución del hombre; su hacer el mal se vuelve contra  él.

Malaquías   adopta   una perspectiva  de  solución  más  allá  de este  mundo: las cosas  no quedarán  así: el día  en que Dios  actúe  se verá  la diferencia   entre buenos  y malos. La justicia de Dios quedará cumplida. Dos  elementos  intervendrán  en el discernimiento final:   fuego abrasador   para los malvados; luz  protectora  para los justos.

 

19. Mirad que llega el día, ardiente  como  un horno: malvados y perversos serán  la paja, y los   quemaré  el día  que ha de  venir –dice el Señor de las  Huestes-,  y no  quedará  de ellos   ni rama  ni raíz.

 

La imagen  del fuego   purificador  es una  de las más  usadas  por los profetas para anunciar  el día  del  juicio   de Dios. En el Nuevo Testamento, el Bautista anunciaba que el  Mesías  vendría a sumergir a los hombres  en el Espíritu y en el fuego

 

20a. Pero  a los que   honran  mi nombre los iluminará   un sol  de justicia que lleva  la salud  en las almas.

 

La  frase utiliza   un símbolo  muy común  en el Próximo  Oriente  antiguo. El sol, que era considerado  siempre  como uno  de los principales  dioses, era tenido por dispensador de calor  y de vida y justicia. La Biblia  se sirve  de este mismo   simbolismo, pero identifica  la divinidad  con el Dios  único: “mas por toda la tierra se adivinan los rasgos,  y sus giros hasta el confín del mundo. En el mar levantó para el sol una tienda, él, como un esposo que sale de su tálamo,  se recrea, cual atleta, corriendo su carrera.” (Sal  19, 5-6).

 

 

El Estribillo  del Salmo  responsorial: “El Señor  llega  para regir  la tierra  con justicia”

Las palabras del Salmo  97 explicitan    el anuncio  profético: es el Señor  el que viene a juzgar  el mundo. Su llegada, no obstante, es motivo  de alegría, de aclamación  y de alabanza. Los que vivían  según  la palabra de  Dios  no pueden  mirar de otro modo  el juicio  de Dios sobre  su vida  y sobre  la historia.

 

Segunda Lectura: De la segunda carta a los  Tesalonicenses 3, 7-12: Obligación de trabajar

 

Durante tres domingos hemos leído algunos fragmentos de esta carta. Una esperanza, que degenera en evasión, no es buena ni cristiana. El deseo de trascendencia debe partir de este mundo, intentando hacer de él una morada digna para todos los hombres, pero  abierta  a otra realidad,  que se halla en el más allá. Pablo denuncia  una deformación, una equivocación, existente en la Iglesia de Tesalónica

 

Las palabras   del apóstol  son contundentes y realistas. La esperanza   cristiana    y la paciencia  no tienen   nada que  ver con  unas  actitudes  despreocupadas y falsamente  místicas. Los  cristianos  de Tesalónica necesitaban   esta reprensión: habían sacado  conclusiones   equivocadas  de la esperanza  en el  retorno  del Señor.

Una vida coherente tiene muchas derivaciones y expresiones; pero quizá la del trabajo es la más elocuente. También este texto de Pablo tiene unas connotaciones eclesiológicas: no solamente una iglesia que sufre, que soporta  las incomprensiones, sino que realiza sus deberes laborales, condición indispensable de todo hombre.

 

La Liturgia de la Palabra no  hace uso del versículo  6; pero creo que es  conveniente  recordarlo:

 

Hermanos, os mandamos en nombre del Señor Jesucristo que os apartéis de todo hermano que viva desordenadamente y no según la tradición que de nosotros recibisteis.” ( 3,6 )

Hay un  grupo  de alborotadores  que la comunidad  debe evitar  por orden estricta  de Pablo.

Cuando  ya iba  a poner  punto  final  de la carta, el autor   nos sorprende  con una dura  requisitoria  contra la ociosidad. Un  extraño  fenómeno  de absentismo  laboral, fomentado  por un clima  de exaltación  espiritualista, la hecho  acto  de presencia  en la comunidad.

El autor  de la carta  acude al ejemplo  de Pablo  y a la autoridad  de Jesucristo  para desautorizar semejante  actitud. Y lo hace  en un tono  sereno pero exigente. Se trata  de algo  importante y la comunidad  tiene derecho  a mostrarse   al menos  exigente, si no  intransigente, con los hermanos   indisciplinados. 

 

7. Hermanos: Ya sabéis  cómo tenéis  que imitar  mi ejemplo: No viví entre vosotros  sin  trabajar,

8.  Nadie  me dio  de balde  el pan   que comí , sino que  trabajé  y me cansé  día  y noche , a fin de no ser  carga  para nadie.

9. No  es  que no  tuviera  derecho   par hacerlo, pero quise  daros   un ejemplo  que imitar

            No podemos calificar a Pablo de poco modesto, de poco humilde, al proponerse como ejemplo. Su comportamiento en lo referente al trabajo era inequívoco, translúcido; esto mismo pide a  algunos de la comunidad de Tesalónica

 

 10. Cuando   viví  con  vosotros  os lo  dije: el que   no  trabaja, que no coma.

 

En Pablo  no encontramos  una exaltación  fanática; aunque  espere  ardientemente  la parusía , el cristiano  debe  comprometerse  plenamente  en sus  tareas  terrenas.

11. Porque   me he  enterado  de que  algunos  viven  sin  trabajar, muy ocupados  en no hacer  nada.

 

El desorden  de sus  vidas reside  en el abandono de un  trabajo productivo y en la  gran   actividad  que  desarrollan   para perturbar  a los demás. 

Todo   cristiano   debe  alimentarse   a sí mismo   si no está  impedido.

 

12. Pues  a esos   les digo  y les   recomiendo, por el Señor  Jesucristo, que  trabajen  con  tranquilidad  para ganarse  el pan.

 

El mandato de este último versículo  es exigente  y urgente; es el Señor Jesús  quien  debe  motivar  que este deseo se realice. Cuando lo que se pide, aunque sea bueno, lógico, razonable, puede parecer  que no es para tanto; aquí Pablo  añade  un motivo definitivo: el amor de Cristo.

Este deseo  de que el cristiano  debe  trabajar  es algo que Pablo lleva muy adentro; podemos  recordar lo que dice en la Carta a los Efesios: “El que robaba, que ya no robe, sino que trabaje con sus manos, haciendo algo útil para que pueda hacer partícipe  al que se halle en necesidad”  (Ef. 4, 28). También lo que dice en la Primera  Carta a los mismos  Tesalonicenses: “Y  a que ambicionéis vivir en tranquilidad, ocupándoos en vuestros asuntos, y trabajando con vuestras manos, como  os lo tenemos ordenado” (1 Te 4, 11).

Creo que es un final adecuado, no sólo para la homilía, sino como conclusión de todo el camino hacia el Señor.

 

Evangelio: Lucas,  21, 5-19 : Discurso  escatológico

 

Como los otros  evangelios  sinópticos  ( Mc 13; Mt  24-25), Lucas   concluye  la predicación de Jesús  en Jerusalén  con un discurso  acerca  de los acontecimientos  del  fin.

El tercer evangelista, según su visión  de la historia de la salvación, distingue tres momentos en estos acontecimientos: la destrucción  de Jerusalén, el tiempo de la misión de la Iglesia y, por último, la venida  del Hijo del hombre que traerá la plenitud  del reino de Dios.

Para Lucas  la destrucción  de Jerusalén (su templo)  es el fin de toda una etapa  de la historia salvífica, pero no es el signo de la llegada del fin, por lo tanto suprime todos los  elementos apocalípticos (que tanto atraen nuestra curiosidad). 

 

Es verdad que a lo largo  del discurso  escatológico aparecen  afirmaciones  que, procedentes de Marcos, expresan  la proximidad  del fin del mundo.

Sin embargo, vemos  también cómo el cristianismo  lucano  empieza  a aceptar  en su concepción de la historia  el retraso  de la parusía.

 

Lucas  separa   la destrucción  de Jerusalén  de los signos   de la venida  del Hijo del hombre por un período  de tiempo que él califica  de “tiempo  de los paganos”

La clara   distinción  que establece  entre la destrucción  de la ciudad y el fin del mundo  se explica  más satisfactoriamente  si Lucas ha escrito  el evangelio  después  del año 70  d.C. .

 

La finalidad  de este discurso  en Lucas no es tanto describir  los acontecimientos que van a suceder en el futuro, como dar a los creyentes  de su comunidad la fuerza  y el  coraje  para que  puedan vivir  el seguimiento de Jesús con coherencia; pero sin sobresaltos. En el fondo  es una invitación a poner  nuestra atención  en el presente, vivido, eso sí, a la luz  del Señor resucitado.

Lucas  insiste   en que los  cristianos   no deben esperar  que se les dé  una fecha  cercana  y definida  de la parusía.

Lucas, en consecuencia, suprime  en este discurso  casi todas  las alusiones   escatológicas; ya   que  ya ha presentado   su discurso  sobre la parusía  (17, 20-37).

 

Anuncio  de la destrucción del templo: 5-6

 

En la  tradición  profética  el abandono del templo de Dios  y su destrucción  eran contemplado  como la  consecuencia de la ruptura  de la alianza  por el pueblo. Jesús,  en  continuidad  con esta tradición, anuncia  la destrucción del templo  porque Israel  no le ha aceptado como enviado  para establecer  la nueva alianza  entre Dios  y los hombres.

Lucas   cambia   deliberadamente  el lugar   y el auditorio. Mc presenta  a Jesús “sentado  en el monte  de los  Olivos”, frente  al templo; “Con Pedro y Santiago y Juan y Andrés  que le preguntaron  en privado” cuándo se  cumplirían   sus palabras referentes  a la destrucción  del templo.

Lucas  hace   que todo  el discurso  se pronuncie  en público; Jesús habla, como  es costumbre durante   el último  período  de su ministerio, en el templo.

 

5. En aquel  tiempo, algunos   ponderaban   la  belleza  del templo, por la calidad  de la piedra y los  exvotos. Jesús  les dijo:

 

Algunos    ponderaban   la  belleza  del templo:

 Inmediatamente  después  de su  vuelta  del destierro en Babilonia, los   judíos  empezaron  a reconstruir   el Segundo  Templo, bajo  la guía  de Zorobabel, en sustitución del antiguo  templo de Salomón destruido  por  Nabucodonosor  el año  586 a. C. No  estaba  equipado  con la misma   magnificencia  que el de  Salomón; por eso; Herodes el Grande, en el  año  quince  de su reinado, se decidió  embellecerlo “reforzando los cimientos  y ampliando  el perímetro  hasta el doble de sus dimensiones  anteriores”

Mientras  Jesús  continúa  sus enseñanzas  en el templo, “ algunos  de los oyentes dan  muestras  de admiración  por la armonía de su estructura  y la  belleza  de su ornamento.

Por la calidad  de la piedra:

 

Según  Flavio Josefo, el templo  estaba  construido  con “ grandes bloques de piedra   blanca que  medían, cada uno,  veinticinco  codos largos  de largo, ocho de alto  y doce  de ancho”

En su  estructura  exterior, no le   faltaba  nada  que pudiera  causar  asombro  a la vista  o a la imaginación. Porque, al estar   recubierto  por todas partes  de finas  planchas  de oro macizo, apenas   recibía  el primer rayo   de sol. Brillaba  con tal  resplandor  que la gente  tenía  que apartar  la  vista  para no quedar  deslumbrada.

 

6. Esto  que contempláis, llegará   un día  en que no  quedará  piedra sobre  piedra: todo  será  destruido.

La época del templo ya ha pasado

 

7. Ellos    preguntaron: Maestro, ¿cuándo   va  a ser  eso?, ¿y cuál  será la señal   de que todo  esto está  para suceder?

 

El discurso   se introduce   con una  pregunta   de los circunstantes  como reacción a un comentario  de Jesús   sobre la magnificencia  del templo  (Lc  5-7).

Jesús no responde directamente a la pregunta, que le hacen. Pero  les amonesta que tengan cuidado acerca de esto. Tampoco se pronuncia acerca de las señales, que presagiarán lo que va a acontecer.

 

Los signos (21, 8-11)

 

El discurso   escatológico   propiamente  dicho    empieza  con esta  perícopa. En la primera   parte del   discurso, Jesús   afirma  que aparecerán  falsos profetas que, en su nombre, profetizarán  guerras y revoluciones, naciones   que se  alzan  unas contra otras, y cataclismos   de la naturaleza.

 

8. El  contestó: Cuidado  con que nadie  os   engañe. Porque    muchos  vendrán  usando  mi nombre  diciendo:  Yo soy  o bien  el “momento  está  cerca” ;  no vayáis  tras ellos.

En primer lugar, Lucas alerta  a su comunidad sobre posibles  signos  engañosos: falsos Mesías o anunciadores de la  inminencia  del fin.

En aquellos  tiempos, que muchos  consideraban  los últimos, diversos  exaltados  se presentaban  como el salvador  definitivo, uniendo  su mesianismo   con la caída  de  Jerusalén  y el fin del mundo. Lucas  ya nos  ha hablado  en su evangelio  de este  ambiente  de espera  angustiosa del fin que todavía  reinaba  en la época  en que   escribe  su evangelio: “Y os dirán: "Vedlo aquí, vedlo allá." No vayáis, ni corráis detrás” (Lc  17, 23)

           

Flavio Josefo  cuenta que  unas seis  mil personas  que se habían  refugiado  en los pórticos  del templo, engañados  por un   falso  profeta que aquel mismo día  había  recorrido  la ciudad  anunciando  que  Dios mandaba  a todos  ir al templo  para recibir  allí una señal  de salvación , perecieron abrasados

 

9. Cuando   oigáis  noticias  de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque  eso tiene  que ocurrir  primero, pero el final  no vendrá  en seguida.

Sin embargo, él insiste  en que el fin no vendrá  inmediatamente. Aunque   se mencionan  cataclismos  políticos  y cósmicos. De este modo elimina  la  fiebre  mesiánica o  escatológica que dominaba  en  ciertos  sectores de la Iglesia.

 

 

 

10. Luego les dijo: Se alzará  pueblo contra pueblo  y reino  contra reino

11. Habrá  grandes  terremotos,  y en diversos  países  epidemias y hambre. Habrá  también  espantos  y grandes  signos  en el cielo.

 

Lucas utiliza  aquí  temas  procedentes  de la literatura  apocalíptica que tienen  sus raíces  en el Antiguo Testamento.

 

Grandes terremotos  y hambre  y epidemia: Posible  alusión a Ez  38, 19: “Sí, aquel día habrá un gran terremoto en el suelo de Israel”. En la  tradición  profética  del Antiguo  Testamento  es  frecuente  ese rasgo  apocalíptico. En la historia  del período de la Iglesia, compuesta  por el propio Lucas, se mencionan  “una  gran  carestía” en tiempos  del emperador   Claudio ( Hch 11, 28)  y un  terremoto  ( Hch  16, 26).

De todas  formas, Lucas  distingue  perfectamente  entre los hechos  de la historia  y esos  acontecimientos  finales  que, en cualquier caso, no pretenden  darnos   una información  detallada  y objetiva  del fin, sino destacar la importancia  de la venida  del Hijo del hombre.

 

Advertencias sobre la futura persecución: 21, 12-19

             

El discurso de Jesús  continúa   con una  serie  de advertencias  sobre la  persecución  que tendrán  que afrontar  sus seguidores   antes de que  llegue el “ fin  de Jerusalén   y de su templo”  ( 21, 12-19). Pero  las advertencias  se convierten  en seguida  en promesa  de victoria.

El evangelista  deja    bien claro  que la  futura  persecución  precederá a la  destrucción  de la ciudad y del templo.

La  descripción  que hace  Jesús   de la futura  persecución  de los suyos  la presenta  como  procedente   del ámbito  judío  y del mundo pagano, tanto en las sinagogas como en las cárceles,

 

12. Pero  antes  de todo  eso os echarán  mano, os perseguirán,  entregándoos  a los  tribunales y a la cárcel, y os  harán  comparecer ante  reyes y gobernadores por causa de mi nombre:

13. Así  tendréis ocasión  de dar   testimonio

 

Acerca de los signos, que precederán  a lo que va  a suceder; Lucas  los acepta, los admite; pero no se preocupa mucho de ellos.  Lo que realmente atrae su atención es lo que va  a ocurrir a la comunidad eclesial.

Esas   persecuciones  serán  para los discípulos  de Jesús  la ocasión de “dar testimonio” de que son  auténticos  “cristianos”

Según los Hechos de los Apóstoles,  los apóstoles, Pablo en particular, comparecen  ante tribunales  religiosos  y civiles, dan testimonio  de Jesús  y anuncian  el evangelio  ante ellos. Esteban  y Santiago  mueren mártires. Ahora  bien, lo que es historia  para Lucas se convierte  en anuncio  y exhortación  para los  sucesores  que lean  su evangelio.

 

14. Haced  el propósito  de no   preparar  vuestra defensa,

En la  perspectiva  de la persecución, Jesús  exhorta  a sus  seguidores a que no  se preocupen  por lo que  habrán  de alegar  en su defensa ante  la autoridad  judía  o pagana, porque él mismo les dará  palabras  tan acertadas que  podrán  dejar  confusos  a sus  propios  jueces.

 

15. Porque   yo os daré  palabras y sabiduría  a las que no podrá  hacer   frente  ni contradecir  ningún  adversario vuestro.

 

Cuando Lucas  escribe  este texto  tiene  muy presente  la experiencia de la Iglesia primitiva, que él describe  en el libro de los Hechos. Muestra  una Iglesia  que no pone  la confianza  en el templo, porque está centrada  en la fe en Jesucristo, salvador de todos los hombres. Una  iglesia  que tiene  que luchar  constantemente  en el ejercicio  de su misión, pero  no desfallece

 

16. Y hasta  vuestros  padres  y parientes  y hermanos  y amigos   os  traicionarán, y matarán  a algunos  de vosotros

 

Jesús  advierte  a sus seguidores que la persecución  vendrá  no sólo  de la autoridad  externa, sino incluso  de su gente. Es  más,  la persecución  no se limitará a su mero encarcelamiento, sino  que llegará- incluso a la muerte. 

Creo  que merece la pena  el recordar lo que dicen los profetas Miqueas  y Jeremías.  “Porque el hijo ultraja al padre, la hija se alza contra su madre,  la nuera contra su suegra,  y enemigos de cada cual son los de su casa”  (Miq 7, 6). “Porque incluso tus hermanos y la casa de tu padre, ésos también te traicionarán y a tus espaldas gritarán. No te fíes  de ellos cuando te digan hermosas palabras”  (Jr  12, 6).

 

17. Y  todos   os odiarán  por causa  de mi nombre:

No podemos  tomar al pie de la letra el sustantivo Todos; pero una Iglesia  situada  en la historia de los hombres, capaz de leer los “signos de los tiempos” a la luz  del Evangelio; siempre será molesta  para aquéllos  que no quieren leer los signos a la luz del Evangelio.

 

  18. Pero  ni un cabello  de vuestra cabeza  perecerá

 

La exhortación  de Jesús  contempla  una nueva  victoria de sus seguidores, que se expresa  en un proverbio: “No perderéis  ni un pelo  de la cabeza”,  con resonancias de Lc 12,7: “Hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis; valéis más que muchos pajarillos.

Pero el pueblo dijo a Saúl: « ¿Es que va a morir Jonatán siendo él quien ha conseguido esta gran victoria en Israel? ¡Dios nos libre! ¡Vive Yahveh! que no caerá en tierra ni un cabello de su cabeza, porque con ayuda de Dios lo hizo.» Así rescató el pueblo a Jonatán y no murió. (1 Sm 14, 45)

 

19. Con   vuestra  perseverancia   salvaréis   vuestras almas.

No se  trata sólo de paciencia cualquiera, sino  de un “aguante  firme y duradero”  Del anuncio pasa   a la exhortación, que vale  para los   cristianos  de cualquier época. 

 Sería conveniente  recordar aquí todo el n.48 de la Constitución Lumen Gentium, don se habla de la índole escatológica de la Iglesia:” Ella  misma vive  entre las criaturas, que gimen  entre dolores de parto hasta el presente, en espera de la manifestación  de los hijos de Dios”.