Festividad de Cristo Rey, Ciclo C

Autor: Padre Marcelino Izquierdo OCD

 

 

II Samuel 5, 1-3
Salmo 121
Colosenses 1, 12-20
San Lucas 23, 35-43
 

 

Hoy hace ocho días, si lo recordáis, decíamos que era el último domingo litúrgico  del año, y como una consecuencia, el próximo sería el primero, y en medio de estos dos domingos –último y primero- la Iglesia pone a nuestra consideración, la Festividad de Cristo Rey. Ël es “principio y fin” de todas las cosas: “Alfa y Omega”. En Él todo tiene origen. Es Principio y fin de la vida. Mejor, Él es la Vida. La Vida con mayúscula. Cristo es la Vida.

 

Cuentan que en cierta ocasión, preguntaron al filósofo pagano Zenón, qué era la vida?. Y nos dicen que, Zenón, levantándose del sitio, salió sin pronunciar palabra. ¿Qué quiso decirnos con esta actitud? ¿Qué la vida no era nada? Nosotros, sin embargo, sabemos que la “Vida es Cristo”.

 

Tal como acabamos de proclamar en el evangelio, Cristo, la Vida, ahora mismo se encuentra en el Calvario, en una cruz. Y Cristo, la Vida, va a ser crucificado. Junto a él,, hay dos ladrones, que asimismo, van a ser crucificados. Y lo curioso es que los “crucificados”, hablan, dialogan entre sí. Viendo a Cristo, la “Vida”, dialogando con los dos ladrones, a uno se le ocurre pensar “qué la vida es un diálogo entre crucificados”.

 

Creo no pondríamos mucha dificultad en admitir esto: la vida es un diálogo entre crucificados”. En estos momentos no tendríamos más que extender o llevar nuestra mirada a Centroamérica o Africa y veríamos miles , quizá millones de seres crucificados por el hambre o por terremotos de la naturaleza , dejándolos más que en la pobreza en la miseria.. Si alguno no se siente crucificado con ellos, es que ha perdido la sensibilidad, y eso aún, porque querría decir que estamos muertos.

 

Si ahondamos en la vida de los tres que van a ser crucificados, dos de ellos son  ladrones Entonces, no se si podríamos decir, que la vida, además ,de ser un ”diálogo entre crucificados, es asimismo, un diálogo entre ladrones.

 

Con relativa facilidad  que nos vemos o crucificados o estamos crucificados por la vida: momentos duros, momentos difíciles, en los que en el horizonte, nos sentimos, a la verdad como crucificados. Ahora, si nos dicen, que somos ladrones, fácilmente levantamos el grito Yo no he quitado nada a nadie. Mucho, mucho cuidado. ¿Sabéis por qué hay muchos pobres? Porque, además de lo suyo tienen parte que corresponde a otros. No lo dudes, hay gente inmensamente pobre, porque hay gente inmensamente rica.

 

Ladrón es el que quita lo ajeno. Por eso, es también el que calumnia, el que difama, que murmura, el que siembra la discordia entre los demás, porque todos estos quitan la honra, la fama, el honor y la paz a los demás.¡Lo ves? La vida es también un diálogo entre ladrones. A Algo de conmovedor en el Evangelio de hoy .Uno de los ladrones dice a Cristo: “Si tú eres rey sálvate a ti mismo y sálvanos a nosotros”. Pero, el otro, viene lo conmovedor, dice a Jesús: “Acuérdate de mí, Señor, cuando estuvieres en tu reino”. Proclama a Cristo Rey  desde el patíbulo. Pero, hay aún algo más. “Acuérdate… ¡Que se  acuerde de él! ¿De qué podrá acordarse de él, sino de sus crímenes? Pero, buen ladrón, ¿sabes lo que dices? Que se acuerde Cristo de ti?.

 

¿Qué puede haber visto el buen ladrón en Cristo? Solo sabe de Jesús que está colgado de un madero, al igual que él. Pero hace unos instantes lo ha oído, amarrado como estaba a la Cruz decir al Padre: “ Padre, perdónales porque no saben lo que hacen! Él se sabe ladrón, es , por ello, dice al compañero: “ Tú y yo somos condenados en justicia, y recibimos el justo merecido”. Y a continuación añade algo conmovedor: “Señor, acuérdate de mi cuando estuvieres en tu reino”. Le declara Rey:  “acuérdate de mí cuando estuvieres en tu Reino”. Y así mismo declara: “Tú y yo estamos aquí justamente, pero, éste, ¿qué mal ha hecho? ¡Inocente y rey! ¡Qué confesión en boca de un ladrón!

 

Y la promesa de Cristo no se hace esperar: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”

 

San Agustín , con esa agudeza que le caracteriza, exclama: “Oh buen ladrón, que robaste en la tierra, y ahora robas el cielo”

 

Cuando muramos, el sacerdote ante nuestro cadáver, no os estremezcáis, dirá: “ ¡Al paraíso te lleven los ángeles!

 

Hermanos, no el sacerdote, sino, el mismo Cristo, si hemos creído en él, y le hemos proclamado Rey como el buen ladrón, al instante de expirar, no lo dudéis, nos dirá: “ Hoy estarás conmigo en el  Paraíso”