Solemnidad de la Natividad del Señor, Ciclo A

Autor: Padre Marcelino Izquierdo OCD

 

 

No cabe la menor duda que celebremos hoy el día más entrañable de nuestro Calendario litúrgico. En el día de hoy no hay una sola fibra que permanezca insensible en nuestro corazón.

 

.Siempre, pero hoy más que nunca, quisiéramos que no hubiera cárceles, que no hubiera terrorismo, que no hubiera catástrofes. En una palabra, que no hubiera guerras.

 

Siempre, pero hoy más que nuca quisiéramos que todos los hombres se amaran, que todos vivieran en paz. En una palabra, siempre, pero hoy más que nunca, quisiéramos que todos los hombres fueran hermanos.

 

Hoy se cumple la promesa que Dios hiciera a nuestros padres, y que San Pablo sintetiza en estas densas palabras: “Cuando llegó la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para redimir a los que estaban bajo la ley”.

 

Sin quererlo, en un día como hoy me vienen aquellas palabras del Salmo: ¿Qué es el hombre para que te acuerdes de el?.

 

¿Qué es el hombre? He ahí la pregunta que siempre se han formulado sabios y filósofos y nunca dieron con la verdadera razón del ser humano.

 

¿Queréis que os diga qué es el hombre? El hombre es un misterio de amor.

 

Sí, el hombre es un misterio de amor, como un misterio es el amor. Y el amor no tiene explicaciones: el amor tiene hechos. Y un hecho innegable es la realidad que ahora  mismo estamos celebrando: la realidad de un Dios que se hace hombre por amor.

 

Un día Dios soñó con nosotros. Despertó y nos creó. Otro día, tú y yo habíamos caído muy profundo, en un abismo. Y Dios soñó que bajaba hasta nosotros para sacarnos de él. Despertó de su sueño, y se encontró hecho niño en la realidad de una cuna.

 

Y una vez más, me viene a los labios:¿qué es el hombre para que te acuerdes de él? ¿Qué has visto en él para que te acuerdes de nosotros? Señor, ¿cómo has podido bajar hasta donde nos encontrábamos?

 

Nos asusta la gruta, y el frío y el establo. Pero, ¿qué eso frente al otro salto de la plenitud de Dios a la mortalidad del hombre? Porquera hombre, verdadero hombre. El mundo esperaba que de él saliera la gran revelación, y nos dio como palabra, una sonrisa. Es decir, un regalo envuelto en cariño, amor y ternura.

 

Su gran revelación , no era una formulación teológica, ni un razonamiento, sino la certeza de que Dios nos ama.

 

Así en la cuna, no sabía amar, pero supo hacerse hombre porque nos amaba. No sabía encontrar el pecho de María para alimentarse; pro un día sabrá multiplicar unos cuantos panes para alimentar a más de cinco mil hombres. El era la vida, pero se hubiera muerto de hambre, si su madre no le hubiera alimentado

En la cuna no podía caminar; pero un día nos dirá que él es el camino. El era el creador del sol, y precisó del aliento de un buey y de una mula y de unos  pañales para calentarse.

 

Marción, ya en los primeros siglos del cristianismo, exclamaba horrorizado, ante la locura de un Dios en un pesebre: “Quitadme esos pañales vergonzosos y ese pesebre indigno de la grandeza de un Dios”.  Marción no había entendido que lo más grande en Dios es el amor.

 

Y por otra parte podemos preguntarnos: ¿por qué la riqueza, el poderío habrán de ser más dignos de Dios que la pobreza y la sencillez de los pobres?.

 

Aquel niño era Dios. Era nuestro Dios, el único que como hombres podíamos aceptar. El único que no nos humillaba con su grandeza, sino que nos hacía grandes con su pequeñez. Ya nos había dicho Ortega y Gasset: “Si Dios se ha hecho hombre, ser hombre, es lo más grande que se puede ser “.

 

Era, sobre todo, el único Dios a quien los hombres podríamos a mar. Puede temerse al Dios de los truenos, reverenciarse al Dios de los ejércitos, pero, ¿cómo amarles?

 

“Nadie pude amar una cosa, dice Fulton Sheun, a menos que pueda estrecharla entre sus brazos”.

 

Y se hizo hombre, se hizo niño, para que le estrecháramos entre nuestros brazos. En una palabra, para que le amáramos, porque antes él nos había amado.

 

Hermanos, lo difícil no es creer que un niño se a hecho Dios, lo difícil  es creer en Dios sin este niño.

 

Y termino como comencé: ¿Qué es el hombre? El hombre es un misterio de amor. La prueba es un pesebre, donde encontramos a Dios hecho hombre por amor nuestro.