Solemnidad de la Santísima Trinidad

Juan 3, 16-18: Dijo Jesús a Nicodemo: El que cree en Dios no será condenado. El que no cree ya está condenado, porque no ha creído en el Hijo Único de Dios. San Juan, cap. 3.

Autor: Padre Marcelino Izquierdo OCD

 

 

Dijo Jesús a Nicodemo: El que cree en Dios no será condenado. El que no cree ya está condenado, porque no ha creído en el Hijo  Único de Dios.  San Juan, cap. 3.

 

Cuentan de San Agustín , que durante mucho tiempo , se debatió con el misterio de la SSma. Trinidad. No con el interrogante, sino con el “cómo del mismo”. Días y días queriendo penetrar en la sustancia del mismo y en su contenido. Un día, ya fatigado, deja los libros sobre la mesa, y marcha a la playa a pasear un poco, para despejar la cabeza y relajarse”.

 

Cansado de caminar, se sentó sobre la arena. Hace un pozo, y, como jugando, quiere encerrar el agua del mar en el mismo. Iba haciendo cada vez más grande el pozo, e iba intentando meter  cada vez más agua del mar en el mismo. Pero el mar seguía igual de inmenso, y con el mismo oleaje. Desalentado, se cruzó de brazos, no sabiendo qué hacer. En estos momentos, dice la leyenda, se le aparece un ángel, y al verle desalentado, le pregunta: ¿Qué te pasa Agustín? ¿En qué estás pensando? ¿Cuáles son tus preocupaciones? Nada, contesta Agustín,  que quería meter en este pozo el agua del  mar, y. veo que me va a ser imposible. Y el Ángel, muy serio, y a la vez complaciente, le dice: Mira, Agustín, el pozo es tu inteligencia, y el mar la SSma.Trinidad. ¿Me entiendes?. No intentes meter el misterio en tu  cabeza. Te volverás loco. Agustín no volvió a dar vueltas y vueltas al misterio de la Trinidad.

 

El misterio sobrecoge al ser humano. No es que en momentos puedan venirnos interrogantes sobre el mismo. Pero, hasta tal punto, que nunca debes perder la serenidad y la paz de tu corazón. No pretendas meter el agua del mar en un pozo.

 

Ten presente que el misterio de la Trinidad, como cualquier otro misterio, no está al alcance de nuestra razón. No explicaremos nunca cómo es posible, que sean tres Personas distintas y un solo Dios. El misterio debemos “vivirlo”. Comprenderlo, está totalmente fuera del alcance humano.

 

Dios, dice San Juan, es amor, por eso, no le bastó  en ser uno para nosotros, quiso multiplicarse por nosotros. Y esta decisión amorosa la empieza  a entender  quien se siente sobrecogido por tanto amor inmerecido.

 

¿Te digo una cosa? A mi el misterio, en lugar de turbarme, me ensancha, me engrandece, me llena de alegría, porque veo con inmenso gozo   que Dios me supera infinitamente. Y él es mi Padre. Y ello me ensancha el corazón, al ver que tengo un Padre todopoderoso e infinito.

 

Si yo abarcara a  Dios; si yo comprendiera a Dios, sería tan grande como él. Si yo abarco una moneda, es que soy mayor que ella. Goza y alégrate, porque no comprendes, porque no abarcas a Dios. Ah, no olvides esto: Dios sí te entiende, sí te comprende. Y lo más maravilloso, no olvides: Dios te ama infinitamente.

 

El misterio de la SSma. Trinidad:: Padre, Hijo y Espíritu Santo, descendieron sobre nosotros el día del bautismo, en el momento en el que el sacerdote proclamaba: “Yo te  bautizo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.

 

Toda la Trinidad se ha volcado en mí: El Padre me ha creado, el Hijo me ha derrimido, y el Espíritu Santo, me ha  santificado

 

Es curioso, cómo ya en los albores de la existencia de la Humanidad, aparece como en la penumbra, la imagen de la Trinidad. Creadas todas las cosas, leemos en la Sda. Escritura, esta significativa frase: “Hagamos” al hombre a nuestra imagen y semejanza”. Es decir, cuado Dios hace al hombre, no se encuentra solo: “Hagamos al hombre…”

 

Pensemos que no sólo nos creó, sino que nos hizo a su imagen y semejanza. Allí estaba el Padre, el Hijo y   el Espíritu Santo. Una madre se pone “así” de orgullosa, cuando le dicen  que su hijo, su hija, se parecen a ella. Yo me pregunto: ¿No gozará Dios, si nos parecemos, si nos asemejamos a Él?

 

San Juan nos acaba de decir que Dios es amor. En  consecuencia, yo me pareceré, me asemejaré más a él, cuanto más ame. Y debo tener presente cómo me ama Él, y cómo me dice que ame a todos, incluso a los enemigos. Jesús nos dio ejemplo, en esto de amar al enemigo, cuando clavado en el madero, levantando la cabeza exclamó: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen “

 

Tengamos presente que la Trinidad es “unidad”, es “familia”. Y, nosotros, los hombres –hijos de Dios- hemos de tender a esta unión, al igual que lo hacían primeros cristianos, la Comunidad de Jerusalén : “tenían un solo corazón y una sola alma”.

 

Esta “unidad” es la que animaba y unía a los primeros cristianos desde los comienzos: No estamos solos, perdidos en medio de la historia, abandonados a nuestras propias fuerzas.

 

En momentos difíciles como los que estamos viviendo hoy, es fácil caer en lamentaciones, desalientos y derrotismos. Se diría que hemos olvidado algo, que necesitamos recordar y vivir.: “Él está con nosotros”. Para los primeros cristianos, Jesús no era un personaje del pasado, y lo veían, no con los ojos de la cara, sino de la fe. Y era esta fe la que animaba, la que vivificaba y  llenaba con su Espíritu los corazones de las primeras comunidades.

 

Tenemos un Dios, ¡quién lo iba a decir!, un Dios  que se ha hecho ”tres” Personas para demostrarnos su amor, y para que no desfallezcamos nunca, y para hacerse más cercano más tangible.

 

Dios Padre, Dios Hijo, y Dios Espíritu Santo, están dentro de todos y de cada uno de nosotros. Este misterio jamás llegaremos a comprender: Pero que siempre debiéramos vivirlo.

 

Lo vivía San Leónidas, padre de Orígenes, quien siendo éste chiquito, en la noche, cuando dormía, se acercaba despacito a la cuna, separaba las ropitas que lo cubrían; y una, dos y tres veces le besaba el pecho, mientras decía: “Aquí mora la Ssma. Trinidad”.

 

La Trinidad es nuestro huésped: Padre, Hijo y Espíritu Santo moran con nosotros. No estamos obligados a entender el misterio, pero, sí estamos obligados a vivirlo.