XII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A

Mateo 10:26-33: Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también de su parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo. Mateo, 10

Autor: Padre Marcelino Izquierdo OCD

 

 

Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también de su parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo. Mateo, 10 

Jamás agradeceremos a Jesucristo haberse hecho hombre. Indudablemente, se hizo hombre para redimirnos, y concedernos la vida eterna. Esto siempre debemos tenerlo presente y jamás olvidarlo. Pero, hay algo más, asimismo de suma trascendencia, y me da la sensación de que no le prestamos la atención debida. Y ahora mismo, me estoy refiriendo a aquellas insondables palabras de San Pablo: “En todo semejante a nosotros, menos en el pecado”. 

Cristo luchó, sufrió, padeció, tuvo momentos de angustia, sin saber, aunque a nosotros nos parezca mentira, ni qué hacer, ni a dónde mirar. Porque sintió y experimentó todo, no de memoria, sino porque lo había sentido y experimentado en su entraña, nos dijo estas consoladoras palabras, nacidas de lo más profundo de sus entrañas: “No tengáis medo”. 

Al vivir como cristianosn o es difícil acobardarse y sentir miedo en determinados momentos y circunstancias. 

Jesús, el Señor, lo sabe, que el vivir como cristianos no es una vida de éxitos. Por eso, nos previene y nos dice: “No tengáis miedo, aunque no me veáis, y estoy siempre a vuestro lado”. 

 Cristo sabe que va a dejar la tierra, que va a marchar al Padre. Por ello, escoge unos cuantos discípulos, apóstoles, y delega en ellos, su misión y sus poderes. Y antes de enviarles a la misión les instruye. Y es curioso, les previene, que tendrán grandes dificultades al anunciar la Buena Nueva. Y lo primero que les dice, es :”No tengáis miedo”. Y una cosa muy curiosa y necesaria en estos tiempos: “Lo que os digo de noche, gritadlo en publico” La fe no es para vivirla y encerrarla en la sacristía. Es para anunciarla y predicarla a las gentes, ciertamente, con la palabra. Pero, ante todo y cobra todo, con las obras. Es decir, con la vida.  

Y volviendo al Evangelio, hasta tres veces Jesús dice a sus discípulos: “No tengáis miedo”. Y como buen Padre les advierte: “Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré  de su parte ante  mi Padre en el cielo”, 

Hoy corremos el peligro de avergonzarnos. Y ente al descaro del laicismo militante, muchos se esconden, o nos escondemos, bajo el caparazón del silencio. Por ello debemos tener presentes las aleccionadoras palabras de San Pablo: “No me avergüenzo del Evangelio”.

El anuncio del Evangelio siempre lleva consigo dificultades, un riesgo y un peligro. Por eso, cando Jesús envía a los apóstoles a anunciar el Reino, ya se lo previene: “Os mando como ovejas en medio de lobos”. 

Confiando en su ayuda hemos de ser portadores de su mensaje. Y hoy, más que nunca, cuando se trata de ridiculizar y hacer mofa del cristianismo, hablando de trasnochado, es cuando debemos hacer ver, que progresismo es la defensa de la vida, del amor limpio, de la sexualidad racional; que es regreso la barbarie, la inmunidad del aborto, la eutanasia, y que el amor libre no es más que una  esclavitud.

El hombre de hoy si quiere en verdad, ser cristiano, ha de ser “mártir”. No olvidéis que mártir, no quiere decir otra cosa, que “testigo”. Sí, hemos de ser testigos de Cristo.  

Quiero recordar una vez más las palabras ya antes citadas, que son la clave de todo este Evangelio: “Si alguno se avergonzare de confesarme delante de los hombres en la tierra yo también me avergonzaré de confesarle delante de mi Padre en el cielo”.   

Con la mano en el pecho,¿ no nos hemos avergonzado en determinada ocasiones de confesar nuestra fe? ¿No me he callado por cobardía alguna vez cuando ha sldo atacada la Iglesia en lugar de haberla defendido con valentía? ¿Cuándo ha arrancado el tren o el coche, no he dejado de santiguarme por miedo a que se rieran de mi? 

No he pretendido dogmatizar, sólo hacer algunas sencillas reflexiones. Eso sí. Te sugiero que de vez en cuando, medites las palabras de Jesús: “ Si alguno se avergonzare de confesarme ante los hombres en la tierra, yo  también me avergonzaré de confesarle delante de mi Padre en el cielo”. Confiesa con valentía a Cristo en la tierra, Y Jesús te confesará delante de su Padre en el cielo. Son palabras de Jesús. Con eso está dicho todo.