XVIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A

Mateo 14, 13-21: Dijo Jesús: Nadie puede servir a dos señores, porque despreciará al uno y querrá al otro. No podéis servir a Dios y al dinero. San Mateo ,cap. 6. 

Autor: Padre Marcelino Izquierdo OCD

 

 

Isaías 55, 1-3
Salmo 144
Romanos 8, 35. 37-39
Mateo 14, 13-21

 

Dijo Jesús: Nadie puede servir a dos señores, porque despreciará al uno y  querrá al otro. No podéis servir a Dios y al dinero. San Mateo ,cap. 6. 

Es necesario, que de una vez para siempre,  vaya tomando cuerpo en lo profundo de nuestro corazón, que el cristianismo es mucho más serio, que una doctrina más o menos convincente, que unas plegarias más y que unas cuantas oraciones. Es necesario, digo, convencernos , que el cristianismo, antes que nada, es una actitud, una postura en la vida.

El evangelio de hoy, pone  a nuestra  reflexión, un principio claro, luminoso, que hemos de coger en la mano y hacerlo antorcha de nuestra vida. El principio es éste., dice Jesús: “Nadie puede servir a dos señores: a Dios y al dinero: a Dios y a las riquezas. Si sirves a Dios, no puedes servir a las riquezas. Y, por el contrario, si sirves a las riquezas, no puedes servir a Dios. 

Antes de nada, para evitar equívocos y confusionismo, se hace necesario, hacer una interpretación limpia y clara de las palabras de Jesús. 

Jesús, aquí, no condena las riquezas. No dice absolutamente nada en contra de ellas. Ello sería condenar las obras de Dios. Las riquezas encarnadas de ordinario en los bienes materiales, son un fruto de la sabiduría y del poder de Dios. Bienes que él pone en manos de los hombres para un  goce legítimo de los mismos. 

Jesús, lo que nos dice claramente, es que no podemos, que no debemos “servir” a las riquezas. Que ellas no son nuestro Dios. En una palabra, que no nos convirtamos en “idólatras”. 

Con tres comparaciones llenas de poesía, nos quiere demostrar lo absurdo de esa esclavitud, de esa inquietud.: las aves del cielo no siembran, no cosechan; sin embargo son alimentadas. Ninguna inquietud ha podido cambiar la estatura del hombre. Los lirios de los campos no hilan ni  tejen, y, no obstante, están muy bien vestidos. 

Ya sé que caben aquí mil interpretaciones, pudiendo llegar a ver en ellas, como una interpretación a la holgazanería, y a esperarlo todo de las manos de Dios 

Podemos advertir de inmediato, que Jesús no invita, ni a la pereza, ni a la abdicación. Las aves no dejan de trabajar para encontrar su alimento. Basta con observarlas, para verlas volar en todas las direcciones, en busca de lo que las conviene a cada una, según su especie. Los lirios de los campos ,no dejan de sumergir  sus raíces en la tierra, cada vez más hondo para encontrar en ella los jugos  necesarios  para su desarrollo o para su adorno. 

Si nos dice Jesús que a cada día le  basta su trabajo, el agobio, nos está diciendo claramente, que es algo muy distinto de lo que él quiere de nosotros.. 

 Cristo sabe muy bien que las riquezas son capaces de hacernos olvidar todo, comenzando por nosotros mismos, amistades, y  lo que es más triste, la propia familia. Horas que son necesarias pasarlas en el calor, en el. seno de la familia; horas pasadas en trabajos extras, para cambiar el coche por un modelo mejor. La mujer no quiere un coche mejor, quiere la atención, un rasgo de delicadeza. Los mismos hijos necesitan con mucha más urgencia, una atención más acentuada, sobre ellos, que otras muchas cosas. En una palabra, ¿para qué queremos un coche último modelo, un chalet en la sierra, si no hay famita? 

Es triste como se manipula al hombre, a la familia, para el enriquecimiento de unos cuantos. Suscitan, a través de una propaganda, en muchas ocasiones, mortal y deletérea, unas necesidades cada vez mayores, que empujan al hombre y a la familia entera a privaciones,  para un día disfrutar de “eso”, que os anuncian como el último logro de felicidad. 

Cristo, con una serenidad impresionante, porque no quiere esa angustia vital, quizás nunca mejor dicho, en  que nos desenvolvemos, nos dice, no para cortar nuestras ilusiones y deseos de felicidad, sino todo lo contrario, para que de verdad, luchemos por ella.: “Buscad el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás , eso que tanto anheláis , se os dará por añadidura”.   

Es curioso, cómo en el momento supremo de la vida, que podríamos decir, es el momento de la muerte, es cuando vemos con luz meridiana, que Jesús tenía razón. En ese momento, cuando contemplamos el final de un compañero, de un familiar, de un allegado, es cuando, instintivamente, y muy en serio, nos preguntamos: ¿ Merece la pena afanarse, angustiarse en la vida por tantas cosas si su final éste ? 

Tiene razón Jesús, luchad primero por el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se os dará por añadidura.