III Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B

Marcos 1, 14-20: Pasando Jesús junto al lago vio a Simón y a su hermano Andrés y les dijo: Venid conmigo y os haré pescadores de hombres. San Marcos, cap. 1.

Autor: Padre Marcelino Izquierdo OCD 

 

Jonás 3,1-5.10
Salmo
I Corintios 7, 29-31
Marcos 1, 14-20

Marcos 1, 14-20: Pasando Jesús junto al lago vio a Simón y a su hermano Andrés y les dijo: Venid conmigo y os haré pescadores de hombres. San Marcos, cap. 1.

Alguien ha dicho, un tanto irónicamente, que muchos cristianos son muy generosos al leer el Evangelio. Al leerlo, todo o casi todo lo reparten. Y para ellos nada o casi nada. ¡ Qué contraste con lo que hacían los santos!

Cuentan de San Antonio Mª. Claret, que cuando leía el evangelio, sentía una voz en su interior muy clara que le decía: "Esto te lo estoy diciendo a ti ".

Muchos cristianos parece como si tuvieran miedo a Cristo. A Cristo no hay temerle hay que amarle. Fue Juan Pablo II, quien nos dijo claramente: "No temáis a Cristo".

¿Qué nos dice hoy Jesús? Las primeras palabras que pronuncia un niño, suelen ser muy emocionantes para los padres.

Todavía tenemos recientes los días de Navidad, y las primeras palabras que conocemos de Jesús, pueden resultarnos un tanto fuertes, ya que empieza diciendo: "Ha llegado la hora "convertíos" y creed en la Buena Noticia".

El Señor nos pide la conversión, que cambiemos de vida.

No os extrañe lo que voy a deciros, y menos aún, os escandalicéis. Hemos nacido en un ambiente cristiano, y con gozo nos confesamos cristianos. Pero, entenderme bien: puede suceder qué corramos un peligro: "Soy cristiano, no necesito convertirme". ¿Veis el peligro?

Sin embargo, Cristo en el evangelio de hoy, nos dice categóricamente: "Convertíos y creed la Buena Noticia".

Antes de seguir adelante, debiéramos preguntarnos: ¿Qué es la conversión? ¿Te lo has preguntado, en serio, alguna vez?

Alguien, acertadamente, ha escrito: "Convertirse significa un cambio profundo en la vida. Significa, en cierto modo, estrenar una nueva forma de vivir. No se trata por tanto, de pequeños retoques, de pequeños añadidos. Ahora voy a hacer cinco minutos más de oración, voy hacer una visita diaria al Santísimo, voy a visitar todas las semanas a algún enfermo. No. Todo esto está muy bien. Pero la conversión es algo más profunda, más trascendental. Voy a cambiar mi estilo de vida; voy a poner otros valores en ella; voy a cambiar de actitud, respecto a Dios y respecto al prójimo.

La conversión, alguien, acertadamente, ha dicho, "es un trasplante de corazón".

Para alguno el ser cristiano, la conversión, queda reducido a la mínima expresión: alguna práctica religiosa, alguna oración (sobre todo pidiendo cosas a Dios) carente de una entrega total.

Nos dice el Evangelio de hoy, como muy bien recordaremos, que paseando Jesús a orillas del mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que eran pescadores, y estaban echando el copo en el lago, y les dijo: "Venid conmigo y os haré pescadores de hombres". Inmediatamente dejaron las redes y le siguieron.

¿Somos nosotros capaces de abandonar algunas de las redes que nos sujetan, que nos tienes amarrados?

Jesús pasa todo los días junto a nosotros y nos llama, como en otro tiempo llamara a los apóstoles que estaban pescando. Jesús nos llama y exige de nosotros una respuesta. A cada uno la suya. No podemos poner el énfasis en "dejarlo" todo, como en "seguir" a Jesús. No olvidemos que, antes que nada, lo que caracteriza al discípulo de Cristo, es la palabra "seguir", no la palabra dejar. Y manos aún, la palabra "aprender". Yo no soy buen cristiano, porque sepa más o menos de Jesús o de su doctrina, sino, sencillamente, porque le "sigo".

Lo mismo en la otra vida nos llevamos la gran sorpresa de ver a gente sencilla, sin grandes conocimientos, estar más arriba qué los sabios de este mundo.

Y terminando con el tema del evangelio, diré que la palabra "conversión" es una palabra muy seria. Va más allá, como he dicho antes, de pequeños retoques, y no para un día o dos o una semana, sino para toda la vida.

No puedo convertirme, un día sí y otro no. No puedo convertirme hoy para mañana. He de convertirme hoy y mañana. He de convertirme hoy y todos los días. No puedo comer hoy para mañana. He de comer hoy y mañana. Si no como mañana, si no como todos los días, peligra mi salud. Asimismo, si no me convierto todos los días, corre peligro mi salud espiritual.