V Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B

Marcos 1, 29-39: En aquel tiempo, al salir Jesús de la Sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Mc. 1, 29ss.

Autor: Padre Marcelino Izquierdo OCD 

 

Job 7,1-4.6-7
Salmo 146
I Corintios 9, 16- 19.22-23
San Marcos 1, 29-39

En aquel tiempo, al salir Jesús de la Sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Mc. 1, 29ss.

Quisiera equivocarme, pero casi tengo la plena seguridad que la mayoría de los que han oído o leído el Evangelio de hoy, se han quedado con el hecho, sin duda milagroso, de la curación de la fiebre de la suegra de San Pedro, y no han reparado en una frase cargada de un sentido hondo y profundo.

Curada la suegra, Jesús de madrugada, se levanta y marchó al descampado, y se puso a orar. Los apóstoles fueron a buscarle, y al encontrarlo le dijeron: "Todo el mundo te busca".

He aquí una frase, como dije hace un momento, cargada de un sentido hondo y profundo. Todos de una manera o de otra, necesitamos y buscamos a Cristo.

No resisto a traer aquí, las palabras de "alguien" que, en una ocasión, dirigidas a Cristo, le dice: "Todos tienen necesidad de ti, incluso los que no lo saben, y los que no lo saben, harto más que los que aquellos que lo saben. El hambriento se imagina que busca pan, y es que tiene hambre de Ti; el enfermo se figura ansiar la salud, y su mal en no poseerte a Ti. El que busca la belleza en el mundo, sin percatarse te busca a Ti, que eres la belleza entera y perfecta; el que persigue con el pensamiento la verdad, sin querer te desea a Ti, que eres la única verdad digna de ser sabida; y quien tras de la paz se afana a Ti te busca, única paz en que pueden descansar los corazones, aún los más inquietos. Esos te llaman sin saber que te llaman, y su grito es inefablemente más doloroso que el nuestro".

Os daréis cuenta que las palabras de Pedro: "Señor, todo el mundo te busca" , tienen un sentido muy hondo y muy profundo.Y dirijamos nuestra mirada al Evangelio.

Jesús llega a la casa de Pedro y se encuentra con la desagradable sorpresa, de que la suegra de Simón es halla en el lecho con fiebre. Jesús se acerca a la cama, la coge de la mano y la levanta. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles. Cristo, indudablemente, vino a salvar las almas. Pero en momento alguno, descuida la salud del cuerpo. Sino, que lo digan los paralíticos a los que hizo caminar, los sordos, que por medio de su palabra, comenzaron a oír; los leprosos que quedaron limpios de una enfermedad que en aquellos tiempo era incurable.

La Iglesia ha visto en la fiebre de la suegra de Pedro, como el símbolo de todas las enfermedades que padecemos los humanos. "Nuestra fiebre, nos dirá San Agustín, es la soberbia, es la avaricia, el orgullo, el deseo de sobresalir etc. etc.

Fijaos en una cosa, la salud física, a la postre, no depende nosotros. Podemos poner determinados medios para evitar aquella enfermedad o este achaque. Pero llega un momento, lo sabemos todos, en que no hay nada que hacer. Sin embargo, en el orden espiritual todo depende de nosotros. Sabemos que la gracia de Dios no nos faltará.


Ya lucháramos por la salud del ama, como luchamos por la salud del cuerpo.

¡Cómo procuráis padres la salud de vuestros hijos! Pues más interés que tenéis vosotros por la salud corporal de vuestros hijos, la tiene Dios, el mejor de los padres., por la salud de nuestras almas

No sé, si habéis reparado en la frase significativa del Evangelio cuando nos dice: , y Jesús se acercó a ella  la suegra- : la alegría a la tristeza, la luz a las tinieblas. Ciertamente, el hombre necesita de Dios y busca a Dios.

No quiero terminar la homilía sin hacer referencia a una frase, que con relativa frecuencia, se repite en el Evangelio: "Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar". Jesús no pierde el contacto con el Padre cuando está con los hombres. Por eso, con frecuencia, se retira a orar.

De Jesús debiéramos aprender esta lección: hablar, comunicarnos con el Padre. Lo que es el agua para el pez, el oxígeno para los pulmones, es la oración para la vida espiritual.

Mucha gente se queja diciendo, me pongo a rezar, y a los cinco minutos, ya estoy pensando en otra cosa. Procura no distraerte, pero no olvides esto: todo el tiempo que estás rezando, estás agradando a Dios. Con un ejemplo lo entenderás. Uno que comienza a hacer una cosa mala, aunque se distraiga mientras la está haciendo, todo el tiempo está ofendiendo a Dios, porque la voluntad es mala. Por el contrario, quien comienza a hacer una obra buena, rezar el rosario, aunque se distraiga algo, todo el tiempo está agradando a Dios, porque la voluntad es buena. Hay gente que con la mejor voluntad se acusa diciendo: Padre, por la noche en la cama, me pongo a rezar el rosario, y un gran número de veces me quedo dormida rezando Y, medio en broma, medio en serio, más en serio que en broma, le digo: ¿Qué puede Vd. hacer mejor que quedarse dormida rezando!

Cuentan de Charles de Foucauld, que tenía la santa costumbre, de orar todas las noches, antes de retirarse a descansar, unos minutos delante del Santísimo. Una noche llegó tan cansado y fatigado, que hizo esta cordial y sincera oración:"Señor, estoy tan fatigado que me muero de sueño. Te doy lo único que tengo: "un poquito de sueño". Y serenamente, delante del Santísimo, se quedó un ratito durmiendo..

No lo dudes, Dios no te pide grandes cosas, sencillamente, que en cada momento le des lo que tienes. Recuerda a Charlles de Foucauld: "Señor, te doy lo que tengo. Ahora mismo sólo tengo sueño". Y plácidamente se quedó dormido a los pies de Jesús. Creo me has entendido.