V Domingo de Cuaresma, Ciclo B

San Juan 12, 20-33: Os aseguro, que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo, pero si muere, da mucho fruto. Jn. 12, 20-33.

Autor: Padre Marcelino Izquierdo OCD 

 

Jeremías 31, 31-34
Salmo 50
Hebreos 5, 7-9
San Juan 12, 20-33

Os aseguro, que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo, pero si muere, da mucho fruto. Jn. 12, 20-33.

Nos encontramos en el último domingo de Cuaresma. Todo el Evangelio rezuma un sabor a muerte y a Resurrección. No lo olvidéis, como no hay victoria sin batalla, de la misma manera, no hay Resurrección sin muerte. Por eso Jesús nos pone un ejemplo, que viene a ser, como el centro del Evangelio de hoy Y casi me atrevería a decir, como el centro de la de la Historia de la salvación. "Os aseguro, nos dice, que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto".

Pero antes de seguir adelante es necesario, que, y, aunque sea brevemente , nos detengamos un poco, en las primeras palabras del Evangelio de hoy, que hay frases que no debemos pasar por alto.

Nos dice San Juan, que con motivo de la fiesta habían llegado a Jerusalén, no discípulos de Jesús, pero, sí hombres religiosos (griegos), que sin duda alguna habían oído hablar de él, y que acercándose a Felipe y a Andrés, les dicen: "Quisiéramos ver a Jesús". ¡Qué deseo tan hondo y sustancioso! Deseo que late, estoy seguro, en el corazón de todos y cada uno de nosotros.

No quiero pasar por alto, un detalle muy significativo, en la elección de Felipe y Andrés. Los dos son los únicos apóstoles que llevan un nombre griego. Ellos son en este momento, el puente que acerca al mundo lejano hacia su Maestro.

¡Que dicha la de Felipe y Andrés, ser intermediarios entre el mundo griego y Jesús!

¿Has pensado alguna vez, que tú y yo podemos, asimismo, ser intermediarios entre Jesús y tanta gente que no le conoce o vive alejada de él?

Esta responsabilidad de intermediarios, la tienen en primer lugar los padres de familia cristianos, porque es a ellos a quienes compete en primer lugar la misión de educar cristianamente a sus hijos. La tienen también los sacerdotes, los catequistas y los educadores cristianos.

Todos de alguna manera, estamos participando de esta responsabilidad, porque a todos sus amigos les encomendó esta misión Jesús, dentro de sus posibilidades, con estas palabras: "Id al mundo entero y predicad la Buena Nueva".

¿Cumplimos, no miremos a nadie, mirémonos a nosotros mismos, cumplimos, digo, con esta misión evangelizadora? ¿Nos tomamos en serio hablar de Jesús, o tenemos miedo y nos avergonzamos en algún momento de ser cristianos? Padres de familia, ¿delegáis vuestra responsabilidad en el colegio, en la parroquia, porque os parece que no es vuestra la responsabilidad, y que les compete a otros?

He dicho esto, no para meter miedo a nadie, sino, para que con la manos en el pecho, hagamos un sincero examen, y veamos cómo cumplimos nuestra misión de "intermediaros", y mostremos a los "extraños" el verdadero rostro de Jesús, como lo hicieran Andrés y Felipe con los griegos.

Y fijemos, ahora, nuestra atención en la frase central del Evangelio de hoy: "Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda infecundo, pero si muere, da mucho fruto". Jesús no es sicópata, no se recrea en el sufrimiento, sino en la esperanza de la vida nueva.

Cuentan& que un hombre de ciudad, ya hace años y años, cuando salió por primera vez al campo y vio a un sembrador que, en plena sementera, esparcía el trigo por la tierra, pensó para sí, este hombre está loco, ¿ a quién se le ocurre tirar el trigo, sin más? Lo que digo, este hombre debe estar loco. Y movido de curiosidad, se acercó a él, y le pregunta: ¿por qué tira Vd. el trigo?- No lo "tiro". Lo estoy sembrando. ¿Y qué pasa luego?  Que vienen la lluvia, las heladas, la nieve&, y el grano de trigo se pudre y muere. ¿Y para eso lo tira, para que se pudra y muera?- Es que después nace una espiga con veinte, con treinta granos de trigo.

El pan que Vd. ha comido esta mañana al desayuno, el que coma mediodía y cene por la noche, está amasado del trigo que "tiro" yo ahora. Terminó el diálogo diciendo el hombre de ciudad: ¡ Cuánta era mi ignorancia! ¡Gracias!

Y como vio su buena voluntad le recordó las palabras del evangelio de hoy: "Os aseguro que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda infecundo, pero si muere, da mucho fruto".

Dando un salto gigantesco hacia atrás, ¿cuántos de nosotros, de una manera o de otra, no vemos que los sufrimientos, las contrariedades, las dificultades, los contratiempos, los sinsabores, que el Señor permite o nos envía, es trigo, y no acabamos de comprender con él, o con ellos, estamos amasando, el pan que nos da fuerzas para seguir caminando; y así, poder conseguir la meta, el fin para el que hemos sido creados.

Jesús crucificado es el grano que se corrompe bajo el sufrimiento de la Cruz. Es la gran referencia para todos nosotros. Todo parece perdido. Tres años recorriendo los caminos de Palestina, sembrando la semilla de la Buena Nueva: dando la vista a los ciegos, haciendo hablar a los mudos, caminar a los tullidos y resucitando a los muertos& Y ahora, abandonado de todos, pende del madero de la Cruz, como un símbolo de un fracaso total.

Colgado del madero, puede, y nos recuerda a todos, las palabras del Evangelio de hoy, que hemos repetido más de una vez: "Os aseguro, que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pro si muere, da mucho fruto".

Palabras, más que para recordarlas, llevarlas a nuestro corazón, y ante todo y sobre todo, hacerlas vida en nosotros.