III Domingo de Cuaresma, Ciclo B

San Juan 2, 13-25: El culto, compromiso de vida

Autor: Padre Miguel Esparza Fernández

 

 

 “En aquel tiempo, se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes, y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: Quitad esto de aquí: no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre...” (Jn 2,13-25)

Pasaje impresionante. Y, al decir de todos los autores, rigurosamente histórico. ¿Nos damos cuenta del atrevimiento de Jesús? ¡Se enfrenta nada menos que con el templo! Con lo que este suponía para los israelitas: el templo nació en la monarquía (como símbolo del centralismo de Jerusalén). Tuvo también tal importancia religiosa que pronto se convirtió en una especie de talismán. Lo saqueó Nabucodonosor cuando el destierro de Babilonia. Fue el símbolo del anhelo más profundo y soñado de los desterrados. Lo reconstruyen los repatriados... Es decir, el templo era una seña de identidad y el símbolo de la situación del pueblo para con Dios (de ahí su acompasamiento de destrucción-reconstrucción según la actitud y situación del pueblo). Los Macabeos lo convertirán en emblema de su revuelta. Hasta reyes como Herodes el Grande, que no era judío, lo embelleció y amplió para ganarse el favor de los judíos... Baste recordar que la explanada del templo ocupaba casi la cuarta parte de la ciudad, y que era el centro principal de toda la vida social, política y económica... Por supuesto, era el centro de peregrinación de los judíos y galileos... 

¿Por qué arremete Jesús contra el templo? Porque no soporta el culto exterior y vacío. Porque no soporta que el culto esté mezclado con toda naturalidad con los abusos contra el prójimo. Es interesante el detalle de que Jesús increpa de un modo especial a los vendedores de palomas. ¿Por qué? Porque las palomas eran la ofrenda de los pobres. Luego está yendo contra los que, con motivo del culto, oprimían a los pobres. 

¿Qué haría hoy Jesús con nuestras manifestaciones cultuales? ¿Te parece normal que las compaginemos tan fácil y tranquilamente con muchos de nuestros comportamientos con el prójimo? ¿Qué nos diría Jesús de tantos parados, de tantos hambrientos, de tantos marginados, de tantos abandonados, de tantas mujeres abandonadas y maltratadas, de tantos niños explotados...? 

Rechazando las víctimas del templo, Jesús está declarando que la única y verdadera víctima es Él. Por eso, proclama: "Destruid este templo, y, en tres días, lo reconstruiré". Estamos ante un culto completamente diferente al antiguo.
El culto o desemboca en compromiso de vida o no es auténtico. El culto o hace de la persona humana algo central y superior a otros intereses económicos, sociales, políticos o es un mercadeo indigno y bochornoso.