Solemnidad: Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, Ciclo B
San Marcos 14,12-16.22-26:
El memorial del resucitado

Autor: Padre Miguel Esparza Fernández

 

 

"El primer día de los Azimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dicen sus discípulos: «¿Dónde quieres que vayamos a hacer los preparativos para que comas el cordero de Pascua?» Los discípulos salieron, llegaron a la ciudad, lo encontraron tal como les había dicho, y prepararon la Pascua. Y mientras estaban comiendo, tomó pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio y dijo: «Tomad, este es mi cuerpo.» Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio, y bebieron todos de ella. Y les dijo: «Esta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos. Yo os aseguro que ya no beberé del producto de la vid hasta el día en que lo beba nuevo en el Reino de Dios.» Y, cantados los himnos, salieron hacia el monte de los Olivos." (Mc 14,12-16.22-26)

En realidad, todo el pasaje evangélico tiene una clara referencia al hecho de la muerte. Se habla del cordero sacrificado, de cuerpo entregado, de sangre derramada... de no volver a beber hasta que lo beba en el Reino... Efectivamente, estamos ante el misterio de la entrega generosa y sin reservas de Jesús, a favor de "muchos", de todos.

Misterio de entrega y paso de la muerte a la vida. Eso es la Eucaristía. Con ella, descubrimos el papel de la Eucaristía en este paso. Y nos vemos involucrados todos los hombres, llamados a realizarlo. Jesús, que ha ido a la muerte de manera consciente, aceptando la voluntad del Padre y teniendo presente el pecado del hombre, abre definitivamente el paso de la muerte a la vida.

Es lo que celebraos en cada Eucaristía, memorial del sacrificio en la Cruz, conmemoración de la muerte-resurrección de Cristo, y, por ello, fuente de vida para todo hombre. Ella contiene el acto decisivo que salvó al mundo. Celebrarla es manifestar la certeza de la victoria de Cristo, para siempre, sobre el pecado y sobre la muerte. Celebrarla es empaparse de la Palabra de Dios, que nos ayuda a afrontar la vida según su voluntad. Celebrarla es saberse reforzado como Iglesia en medio de un mundo, no siempre de acuerdo con el Dios Salvador.

"Tomad y comed". "Tomad y bebed". Es decir, celebrad el memorial. Haced conmemoración. Porque sólo desde la Eucaristía descubriremos el amor de Dios al Mundo. Sólo desde la Eucaristía adquiriremos un sentido distinto de la realidad que nos rodea. Sólo desde la Eucaristía nos sabremos hermanos sentados a la misma mesa. Sólo desde la Eucaristía nos descubriremos exigidos a introducir el nuestros ambientes el cambio de generosidad, solidaridad, de vida... y de cielo, que se deriva de ella.

No todo es, pues, procesionar de manera externa y frívola en un día como este. Vale la pena detenerse y tratar de descubrir el misterio que celebramos en toda su hondura y exigencia. Si lo logramos, la Eucaristía no podrá faltar nunca en nuestra ida, incluso a diario.