XIX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
San Juan 6, 41-51:
La Eucaristía, carne y sangre salvadora!

Autor: Padre Miguel Esparza Fernández

 

 

"En aquel tiempo, criticaban los judíos a Jesús, porque les había dicho "yo soy el pan bajado del cielo"... Jesús les dijo: No critiquéis. Nadie puede venir a mí si no la trae el Padre que me ha enviado. Y yo lo resucitaré el último día... Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron: este es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo: el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo". (Jn 6,41-52)

Todas las referencias de Jesús que aparecen en este texto sobre el comer su carne y beber su sangre, son incomprensibles sin referirlas explícitamente a la Eucaristía. Si nos detenemos tranquilamente en este discurso del capítulo sexto del Evangelio de S. Juan, advertiremos que, efectivamente, estamos ante un verdadero tratado sobre la Eucaristía. Teniendo como fondo la nueva Encíclica del Papa sobre la Eucaristía ("La Iglesia vive de la Eucaristía"), destacamos los aspectos más importantes de este Sacramento:

*La Eucaristía está ligada estrechísimamente a la Encarnación. Juan, aquí, siempre habla de carne, como diciéndonos que se trata de la misma que asumió el Hijo de Dios, hecho carne. La Eucaristía nos hace entrar en comunión con una persona histórica, Jesús de Nazaret, Hijo de Dios Encarnado.

*La Eucaristía está estrechamente ligada a la muerte de Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios Encarnado. Porque su carne fue entregada por nosotros, y su sangre fue derramada por los pecados. Se convierte así en memorial de la muerte redentora de Jesús en la cruz. "Anunciamos tu muerte", aclamamos en cada Eucaristía. Con lo que hacemos realmente presente este acontecimiento salvador. Actualizándolo, de manera que, en cada Eucaristía, estamos ante el mismo y único sacrificio de Cristo en la Cruz.

*La Eucaristía es sacramento de la resurrección. Lo decimos también en nuestras celebraciones: "Proclamamos tu Resurrección". El Cristo presente en la Eucaristía es el muerto y el resucitado. De aquí arranca toda la fuerza escatológica que encierra la Eucaristía, que celebramos "hasta que Él vuelva". Nos lanza hacia el futuro, pero comprometiéndonos con el presente. El cristiano se instala, así, en una tensión escatológica, que le hace trabajar por la renovación del mundo presente en busca de la resurrección definitiva.

*La Eucaristía es inseparable de la fe: "Os lo aseguro, el que cree tiene vida eterna". El que lo acepta, come su carne y bebe su sangre. El que no lo cree, como los judíos, critica a Jesús... y se aleja sin comerlo. Porque la Eucaristía es un misterio que supera nuestro entendimiento. Sólo puede ser acogido por la fe.

*La Eucaristía es el sacramento de la comunidad. Es a los discípulos, sobre todo, y a un buen grupo de oyentes a los que se dirige Jesús con esta enseñanza. Y es a ellos a los que manda comer su carne y beber su sangre. La Eucaristía es, sin duda, comunión con el Hijo de Dios hecho carne. Pero no es menos verdad que, si se come bien, esa comunión acaba expresándose dentro de una comunidad.