IV Domingo de Cuaresma, Ciclo A
Juan 9, 1-41: El interminable aprendizajeAutor: Mons. Miguel Esteban Hesayne
Ser cristiano es un constante y paciente
aprendizaje…es un seguimiento de Jesús… ¡¡¡instante a instante!!! Es un
existencial escuchar el ¡¡¡Ven
toma tu cruz y Sígueme!!! Nada más ni nada
menos. Así de simple y totalizante.
Estar atento al llamado de Jesús, en forma personal, es la primera instancia del
hecho cristiano. “Uds.
no me han elegido; sino que yo los he elegido en cumplimiento de la voluntad de
mi Padre” insiste una y otra vez el mismo Jesús
quien se encargó de adelantarle al inquieto Nicodemo, el poder de nacer a una
vida nueva que reciben los que creen en El. Y cercano a su muerte y
resurrección, revela que El, en persona, es como
divino imán que atrae y transforma en
familia de Dios a la humanidad entera.
¿Por qué la mayoría de los bautizados no dan signos de Familia de Dios?
Porque el sacramento del Bautismo no es un rito mágico como ninguno de los demás
ritos sacramentales… así sea el central y fontal de vida cristiana, como lo es
la Eucaristía.
El Bautismo sumergiendo al ser humano en la Muerte y Resurrección de Jesús, le
confiere el poder de hacerse
cristiano. No anula ni suple al ser humano. Como la persona humana es un
“hacerse” a si misma… desde adentro… así también el ser cristiana/o requiere
tiempo y esfuerzo. Es una tarea desde adentro.
No es un “hobby” o dar un rato perdido y apurado a la semana con el cumplimiento
de la misa dominical ¿Cómo entonces, una sociedad con mayoría de
bautizados no va a estar enferma de corrupción, padecer inseguridad e
injusticia de todo tipo y rupturas de vida conyugal y familiar? Es tan absurdo
pretender signos familiares - sociales y políticos de Fe Cristiana como el que
en el polo se produzcan sensacionales cosechas de granos con apenas una horas de
luz. Con desperdicio de tiempo ningún hombre o mujer puede ir adquiriendo
mentalidad cristiana. Mucho menos con la influencia de todos los medios de
comunicación con mayoría de programas y continuo embate de propaganda que
engendra un inconsciente consumista, hedonista, violento y erótico ausente de
amor solidario y gozoso con madurez humana. La mayoría, en nuestra sociedad
eficientista, ha caído en las violentas y locas aguas de la cascada del
quehacer, de preocupaciones obsesionantes, de los compromisos para adquirir y
adquirir y no se es capaz de frenar el torbellino de la vida para
ser, contemplar, y gustar la verdad hecha en el amor.
La gran equivocación de los cristianos es confundir la Fe Cristiana con el
dedicar una media hora a la semana al cumplimiento del precepto dominical.
¿Cuántos que el Domingo no quedan tranquilos si no han ido a misa, salen de misa
con la preocupación de corregirse o mejorar para dar testimonio del encuentro
con Jesús Resucitado, allí donde viven y actúan? Con razón el Concilio Vaticano
II refiriéndose al Ateísmo en el mundo cristiano, señala como una de las causas
principales al antitestimonio de los miembros del Pueblo de Dios. (Gozo y
Esperanza 21)
La tarea de hacerse cristiano (cristificarse) es mucha tarea, es una larga tarea
que abarca la vida de cada persona que busque ser cristiana. Transformarse en
persona cristiana para adquirir el perfil de hija o hijo de Dios es una aventura
sobrehumana.[1]
Es una cuestión muy personal, muy íntima, muy de adentro de cada corazón humano.
No bastan las asambleas litúrgicas y menos los Encuentros multitudinarios. Es
necesario encerrarse en habitación silenciosa para llegar hasta el fondo del
propio ser (Mt 6,5-6)
Jesús nos dijo
que en la oración nos iba la vida… La Fe Cristiana
es ante todo un acontecimiento en el corazón personal para que resulte luego
comunitario. Es lo que acontece en el árbol:
cuanta más profunda son sus raíces, tanto más puede elevarse y dar sombra.
Para lograr una Fe Cristiana madura y fecunda
se necesitan tiempo-esfuerzo-medios-búsqueda ardorosa de la Palabra de Dios en
reflexión fraternal con otros creyentes - participación sacramental atenta y
frecuente.
Es todo un largo proceso.