Solemnidad de San Pedro y San Pablo
Mateo 16, 13-19:
Todavía, no hay vigencia de los Derechos Humanos

Autor: Mons. Miguel Esteban Hesayne

 

 

Hace décadas que en la Argentina se ha instalado una situación de pecado. Los Derechos Humanos han sido violados por la violencia guerrillera y con mayor gravedad por la violencia de Estado. Y de esta situación de violación de los Derechos Humanos no terminamos de salir. Actualmente, se ataca a millones de habitantes del país en todas la etapas de su existencia  en el primer Derecho Humano que es la vida digna.- “Optar por la vida comporta el rechazo de toda forma de violencia. La violencia de la pobreza y del hambre. Por eso, “el derecho a la vida debe ser promovido y tutelado en cualquier circunstancia con oportunas garantías legales y políticas…” (JP.II Disc. Año 1999)

            Llevamos 25 años de recuperación de la Democracia, sin lograr la recuperación de una legislación y una política que promueva y sustente la vida digna de todos los habitantes de un país riquísimo. No soy alarmista ni golpista ni corporativista. Soy un simple pastor que quiere ser discípulo fiel de quien murió en una Cruz, para que hombres y mujeres, todos, “tuvieran vida y vida en abundancia” Jn.10, 10. Y como tal, obispo de la Iglesia Católica en comunión con el Pueblo de Dios, principalmente en los más sufrientes, uno mi voz a la de mi hermano Obispo Pedro Olmedo citando textualmente su doloroso clamor:hay gente que se está muriendo por falta de medicamentos, de insumos, de médicos y de atención en nuestros hospitales y puestos de salud, carentes en muchas ocasiones de lo más imprescindible… La desnutrición va en aumento…, la inflación se ha vuelto galopante…, la ya altísima desocupación por cierto, también va en aumento…, la pobreza extrema sigue vigente y sigue cobrándose víctimas, sigue golpeando a millones de argentinos”.[1]  Esto en el norte y en innumerables sitios de nuestro extenso y riquísimo país. En la Capital Federal -centro de las decisiones legales y políticas para la Nación entera- hace años los emblemáticos cartoneros ganan centavos por noches de recolección de cartones y millares de hermanas y hermanos nuestros pasan horas revolviendo residuos de comidas a las puertas de espléndidos restaurantes.

            Es la injusticia social que clama al cielo. Es la situación de pecado social que para los discípulos/as de Jesús  llama a reaccionar con urgencia y suma diligencia en la medida de posibilidades para no caer hasta en condenación eterna. Recomiendo orar en forma personal y comunitaria con la parábola del pobre Lázaro y el rico Epulón. Lucas 16,19

            Dije !!! orar ¡¡¡ ORAR, en clave cristiana, implica un compromiso, un actuar en coherencia con la Voluntad de Dios. Con el dinamismo de la oración cristiana se llega a la conversión. No hay oración sin conversión y no hay conversión sin oración. Así no hay eucaristía plena sin búsqueda de vida digna para los demás. La comunión con el Cuerpo de Jesús conlleva a comulgar con el cuerpo social. La Misa no tiene por objetivo sino la reconciliación, es decir la paz social, cuyo único camino es la justicia social. Gravísimo error sería pensarla para ganar en una contienda o intereses sectoriales.- Oremos para que reine un mínimo de sensatez ciudadana en la relación del poder gubernamental y el poder empresarial, en estos momentos demenciales. Es una locura que ciudadanos mueran de hambre y la noticia que cubre la información sea la lucha por súper ganancias. Solamente, si el Gobierno y empresarios rurales, según sus ganancias, acuerdan compartir y distribuir en justicia social  con la ciudadanía empobrecida, se logrará la reconciliación nacional. Por la Biblia sabemos, que el pueblo triunfa cuando los pobres son socorridos y a la inversa, la desolación cae sobre el pueblo cuando no se escucha el clamor de los pobres. Por eso,  la Iglesia se logra como Iglesia  fiel a Jesús, cuando es la “Iglesia de los pobres”. (JP II .L.Ex. 8)  


[1] Comunicado de Prensa Prelatura Humahuaca. 03-junio-2008