XXX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
San Marcos 10, 46-52: El gran desafío del siglo XXI

Autor: Mons. Miguel Esteban Hesayne

           

Para la  mujer o varón de este siglo, el gran desafío es la recuperación del auténtico significado y vivencia de la palabra AMOR. Desde el fondo de la historia humana el ser humano se ha debatido entre un auténtico amor o un falso amor. La tradición judeo-cristiana escrita en la Biblia se la puede definir como una historia del Amor. Pero pienso que en el transcurso del siglo XX el mundo cristiano se ha dejado robar el AMOR.      ¡Qué lejos estamos de aquellos tiempos en los  que se  identificaba a la comunidad cristiana con el nombre de AMOR! No como costumbre de época sino en la mentalidad popular. Era natural que un obispo al enviar una carta a lo que hoy llamamos comunidad diocesana, se expresara como S. Ignacio obispo de Antioquía escribiendo a S.Policarpo obispo de Smirna: “El AMOR de Antioquía saluda al AMOR de Smirna” La Iglesia en tal o en tal lugar era una comunidad de fraternal amor, testigo de su Fe en Dios-Amor, el Dios que Jesús reveló en su Evangelio.

            Si para la renovación de la Iglesia…de la vida cristiana…Juan XXIII dio la voz de orden de redescubrirla en sus orígenes, en forma particular para redescubrir que es el AMOR hay que ir  a las fuentes cristianas.  En la historia de la filosofía y la psicología, de la literatura y la biología y hasta de la química nos encontramos con intentos de mostrar qué es el amor… Y en esta historia hay sabias apreciaciones como necias y hasta perversas. Para los que optamos por la enseñanza del Dios de Jesús sobre el Amor hemos de recurrir a su revelación en los libros inspirados por el propio Dios.

Y la enseñanza bíblica confirmada por la experiencia de quienes optamos por vivir el amor en uno u otro camino que se nos abre a los cristianos, la imagino como una bella cascada. Su vista al instante nos cautiva Si la analizamos en sus componentes imprescindibles encontramos nada más que  agua y rocas. Sin embargo, nada más suave que el agua y nada más fuerte que  el agua  que  va cayendo desde las alturas rocosas. La fuerza de la corriente al encuentro de cada roca que impide el avance, como en suave caricia contornea ese obstáculo para proseguir adelante con más fuerza roca tras roca que siendo  obstáculos superados por la corriente son motivo del  encanto de los saltos de agua transformando agua y roca en bello paisaje. Así es el amor auténtico.

 El amor se busca y se encuentra a través de múltiples crisis. La dificultad no lo mata sino más bien lo mata el facilismo… Por eso, un dicho antiguo decía “un amor que se duerme tranquilo , ya no vuelve a despertar”  Para encontrar el auténtico  amor hay que tomar un arduo camino de opciones discernidas por la inteligencia y asumidas por la voluntad. Para amar de verdad se necesita lucidez y constancia.

            A la luz de la Fe Cristiana  el camino del amor es un largo y esforzado tiempo de aprendizaje a amar cada vez más y mejor. La gratificante tarea de amar es la tarea de vivir en dificultad tras dificultad al mismo tiempo que en felicidad tras felicidad. El amor es como una tela cuyo entramado está compuesto de dos hilos fundamentales uno muy oscuro y el otro de un claro brillante que embellece el conjunto.

            Es el claro oscuro del amor humano   que la Fe Cristiana descubre en  la plenitud de su diafanidad al revelar que “Dios es Amor” (1 Jn 4,16) Por esa misma FE entendemos  que estamos creados para amar y ser amados. Sabemos de dónde viene el Amor y  que somos conducidos al AMOR por el mismo AMOR.  Quién viva con autenticidad la FE Cristiana puede experimentar que vive en el AMOR como se vive la vida física respirando oxígeno. Si optamos por el Dios de Jesucristo en  el AMOR, nos movemos, somos y existimos amando porque DIOS es AMOR. Y “dónde hay amor allí está Dios”[1] Amar es un aprendizaje tan largo como la duración de la vida de cada uno y sólo sabremos con certeza sobre la autenticidad de nuestro propio amor, “en la tarde de la vida cuando se nos juzgue en el Amor” según el decir de S.Juan de la Cruz.

Amar no es un impulso ni simple sentimiento. Es una donación de la VIDA.  


[1] Antífona de la Liturgia Pascual.