IV Domingo de Adviento, Ciclo C.

San Lucas 1,39-45: Mensaje Navideño 2009.

Autor: Mons. Miguel Esteban Hesayne

           

En la era post-cristiana, que estamos transitando, el 25 de diciembre se viven dos  navidades. La que invitan a festejar la generalidad de la publicidad en diarios, revistas, radio y televisión  y la que muestra el Evangelio Cristiano. Estas dos navidades nos ponen ante una clara y definida opción de vida. Claro está que son como el día y la noche. Si se opta por la publicitada, dada la situación social-política de nuestra Patria, se comete una irritante deshonestidad. Un grave pecado social. ¿ Puede calificarse de otra manera el participar de cenas de 1200 pesos y hasta de 450  dólares por persona con casi la mitad de la población argentina bajo el nivel de la canasta familiar mínima?

            Frente a la navidad paganisada no nos detengamos en denuncias estériles. Los que tenemos la gracia de la Fe Cristiana vivamos intensamente  la que nos presenta la narración histórica de los Evangelios revelando el Misterio de Dios hecho Hombre…el Dios-con-nosotros. Por desborde “contagiemos” la alegría que nos produce el encuentro de la vida humana con la mismísima vida divina. Y roguemos por quiénes se pierden gozar el amor de Dios que se les  ofrece en una auténtica celebración navideña.

Leamos, escuchemos, contemplemos las escenas evangélicas del Nacimiento del Niño Dios. Vayamos a las fuentes y descubramos detalles históricos que son como vetas en minas de oro que descubren el precioso metal. No nos quedemos con el recuerdo de escenas de pesebres imaginados según épocas o sentimientos personales…Descubramos el pensamiento de Dios al hacerse “hombre” Salta a la vista lo que con el correr de los siglos el “mundo cristiano” ha olvidado: el valor divino de  lo humano. A tal punto que en ciertos grupos de Iglesia, suena extraño afirmar que lo que cuenta para Dios es  cada ser humano como si fuera lo único creado. Porque la creación entera es para el hombre. A tal punto que Dios se hace hombre para rehacerlo en su pensamiento creador. El Niño de Belén comienza a ser la nueva creatura humana, fuente de la nueva creación.

Los que acuden a Belén no encuentran otra riqueza que un Niño junto a su Madre y su padre legal. Riqueza de humanidad y no de cosas. No es al acaso el silencio y pobreza que rodeó el Nacimiento del Niño-Dios. ¡Qué lección divina para conducirnos a valorar al ser humano, en si mismo!. Los Pastores  de los alrededores y los Sabios de Oriente adoraron a una creatura humana reconociendo la presencia de Dios encerrada en la pequeñez del Niño. Adorando, comprendieron lo que tantas veces el mundo cristiano olvida y que el Niño de Belén, cuando Maestro Divino, enseñó: en cada ser humano por ser humano lo encontramos a El en persona, desde su entrada en la historia humana.

La fiesta de Navidad celebrada a la luz de la Fe Cristiana, hace repensar la relación de persona a persona. Todo ser humano tiene la misma importancia. Navidad marca el instante en que Dios se humanizó para que los seres humanos aunque diferentes en su propia individual personalidad, fuéramos capaces  de vivir humanizándonos los unos a los otros. En el proyecto creador de Dios las diferencias de los seres humanos no crean confrontación y división. Por lo contrario, por el dinamismo interno del diálogo y el compartir, se genera la común-unión. Desde el momento que Dios es el Dios- con- nosotros, Jesús nacido en Belén, cada ser humano  tiene  poder divino de  generar un espacio humano y humanizante, a través de su propia  historia personal, conducida por el proyecto de Dios al hacerse historia humana a partir de la primera Navidad en Belem.

Con motivo del Nuevo Año 2010 – los que optemos celebrar la Navidad de Jesús- propongamos, dentro de las posibilidades personales, que se asuma como lema bicentenario : DESOCUPACIÓN CERO - HAMBRE CERO - VIOLENCIA CERO

Porque quiénes creemos en Jesús nacido en Belén de Judá, tenemos la responsabilidad de cambiar la historia de rencores y odio, injusticias, mentiras y violencia en una historia de  Verdad y Justicia, en Libertad y Amor solidario. El sólo intento de lograr una sociedad argentina en PAZ SOCIAL será la mejor celebración del Bicentenario.