Memoria de la Presentación de la Bienaventurada Virgen María

Mateo 12, 46-50: Establezco hostilidades entre tu estirpe y la de la mujer * Si creció el pecado, mas desbordante fue la gracia * Señalando con la mano a los discípulos, dijo:”Estos son mi madre y mis hermanos”
Autor:
Fr. Nelson Medina F., O.P

Sitio Web: fraynelson.com



Textos para este día:
Génesis 3, 9-15. 20
Romanos 5, 12. 17-19
Mateo 12, 46-50


Lo mismo que por un hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres, porque todos pecaron.

Por el delito de un solo hombre comenzó el reinado de la muerte, por culpa de uno solo. Cuanto más ahora, por un solo hombre, Jesucristo, vivirán y reinarán todos los que han recibido un derroche de gracia y el don de la justificación.

En resumen: si el delito de uno trajo la condena de todos, también la justicia de uno traerá la justificación y la vida. Si por la desobediencia de uno todos se convirtieron en pecadores, así por la obediencia de uno todos se convertirán en justos.

Mateo 12, 46-50


Homilias:

Temas de las lecturas:
Establezco hostilidades entre tu estirpe y la de la mujer * Si creció el pecado, mas desbordante fue la gracia * Señalando con la mano a los discípulos, dijo:”Estos son mi madre y mis hermanos”

1. Un homenaje a la libertad

1.1 Podemos decir que esta fiesta es una celebración de la libertad humana en su maravillosa capacidad de resolverse por Dios. Casi todas las fiestas de la Virgen encomian las obras de Dios en ella; esta, por el contrario, nos recuerda que la gracia encontró en Ella un corazón generoso y resuelto. Un corazón que se "presentó"; se ofreció a Dios.

1.2 Este es un día para dar gracias a Dios, y también para meditar en nuestras opciones fundamentales. Otro modo de nombrar esta fiesta es decir que estamos bendiciendo al Señor al contemplar la opción radical, total y continua de María. Porque en Ella los actos no son puntos aislados, momentos incomunicados, sino actitudes, hábitos, modos de su naturaleza en camino hacia su Autor y Redentor.

1.3 Puede sonar extraño para unos y otros, pero hay que decirlo en voz alta: la libertad humana puede volverse hacia Dios. Extraño para unos, por demasiado obvio; extraño para otros porque nuestro tiempo toma como un dogma que libertad es insubordinación, radical independencia, decisión en el vacío; pero ahí está María para mostrar que no. Libertad no es hacer cualquier cosa, ni desear cualquier cosa, ni predicar cualquier cosa.

2. Dueña de sí, Esclava de Dios

2.1 En una hermosa oración dice el P. Ignacio Larrañaga: "eres señora del universo porque primero eres señora de ti misma". Muchos de nuestros contemporáneos quieren dominar el mundo pero no pueden dominarse a sí mismos. Se convierten así en instrumentos útiles a los intereses de moda o los imperios de turno. María, especialmente en este misterio, aparece como dueña de sí, y por lo mismo, capaz de darse. ¿Cómo dar, en efecto, lo que no es de uno?

2.2 Ahora bien, ser dueño de sí no es todo aún. Si la creatura pretende ser un absoluto y un fin para sí mismo, escoge el camino de Lucifer o el del Anticristo. Ser dueños de nosotros es el paso irrenunciable pero no último para poder trascender, para entregarnos, para donarnos. María, en el misterio que hoy celebramos es al mismo tiempo la dueña de sí y la esclava del Señor. No hay contradicción en los términos: sólo quien se posee puede darse, y no hay opción más sabia, bella o justa que ofrecer en gratitud y obediencia nuestro ser a quien mejor nos conoce y ama.

3. La Eucaristía, ofrenda de cada uno y de todos

3.1 En las plegarias eucarísticas se relaciona siempre la ofrenda de Jesús y la nuestra, que no es otra sino nuestra unión con él. Es lo que nos enseñó san Pablo: "gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, os hicisteis obedientes de corazón a aquella forma de doctrina a la que fuisteis entregados; y habiendo sido libertados del pecado, os habéis hecho siervos de la justicia. Hablo en términos humanos, por causa de la debilidad de vuestra carne. Porque de la manera que presentasteis vuestros miembros como esclavos a la impureza y a la iniquidad, para iniquidad, así ahora presentad vuestros miembros como esclavos a la justicia, para santificación" (Rom 6,17-19). Notemos cómo aquí presentarse y ofrecerse son sinónimos, lo mismo que ser obedientes y ser siervos.

3.2 En la ofrenda eucarística hace cada uno su propia "presentación" como la hizo María en su temprana infancia, movida por la gracia de Dios. Es aquí, junto al altar, donde hacemos realidad la enseñanza del apóstol: "Por consiguiente, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es vuestro culto racional" (Rom 12,1).