Juan 1,29-34:
Todo el que permanece en él no peca * Éste es el Cordero de DiosAutor: Fr. Nelson Medina F., O.P
Sitio Web: fraynelson.com
Temas de las lecturas: Todo el que
permanece en él no peca * Éste es el Cordero de Dios
Textos para este día:
1 Juan 2,29-3,6:
Queridos hermanos: Si sabéis que él es justo, reconoced que todo el
que obra la justicia ha nacido de él. Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para
llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no le
conoció a él. Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo
que seremos. Sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él,
porque lo veremos tal cual es. Todo el que tiene esperanza en él se purifica a
sí mismo, como él es puro.
Todo el que comete pecado quebranta también la ley, pues el pecado es
quebrantamiento de la ley. Y sabéis que él se manifestó para quitar los pecados,
y en él no hay pecado. Todo el que permanece en él no peca. Todo el que peca no
le ha visto ni conocido.
Juan 1,29-34:
Al día siguiente, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó:
"Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Éste es aquel de
quien yo dije: "Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque
existía antes que yo." Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua,
para que sea manifestado a Israel."
Y Juan dio testimonio diciendo: "He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo
como una paloma, y se posó sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a
bautizar con agua me dijo: "Aquél sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse
sobre él, ése es el que ha de bautizar con Espíritu Santo." Y yo lo he visto, y
he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios."
Homilía:
Temas de las lecturas:
Todo el que permanece en él no peca * Éste es el Cordero de Dios
1. Pasado, presente y futuro
1.1 Si hay algo característico de nuestra fe cristiana, ya desde su
profunda raíz en el pueblo de Israel, es esa conciencia del tiempo como una
flecha que apunta a la realización de un designio. Para nosotros el tiempo tiene
una dirección. Nuestra vida no es un corcho en un remolino ni una brizna en
medio de la tormenta. Pasado significa promesa; presente significa primicia;
futuro significa plenitud.
1.2 En la primera lectura de hoy es clara esta secuencia. Escribe el apóstol:
"consideren el amor tan grande que nos ha demostrado el Padre" (1 Jn 3,1); ello
corresponde al pasado; luego dice: "ahora somos ya hijos de Dios" (1 Jn 3,2);
eso alude al presente; por último añade: "seremos semejantes a él, porque lo
veremos tal cual es" (1 Jn 3,2).
1.3 El amor manifiesto se convierte en una promesa. Es un cheque a nuestro
favor; es el anuncio de algo maravilloso que no esperábamos, que no merecíamos,
que no podíamos describir siquiera. Ese amor se traduce en un presente cargado
de noble dignidad: somos hijos de Dios. De allí brotan todos nuestros derechos y
deberes. Pero no es ello todo, sino solo la primicia de algo mayor aún: seremos
semejantes a él. Es la plenitud. El tiempo tiene una dirección y esa dirección
apunta hacia la plenitud.
2. Ver mientras vamos de camino
2.1 Juan utiliza de modo muy particular y muy fuerte el verbo "ver". Lo podíamos
entender ya de la frase que destacamos en la sección precedente. ¿Habrá algo más
vigoroso para este verbo que decir "seremos semejantes a él, porque lo veremos
tal cual es"?
2.2 Consecuentemente, el pecado es "no ver". Por eso dice: "todo el que peca, ni
lo ha visto [a Dios,] ni lo ha conocido" (1 Jn 3,6). ¿Qué quiere decir esto?
¿Cómo es esto, que el que peca no ha visto a Dios, siendo así que sólo lo
veremos al final, en la plenitud del cielo? Lo que sucede es que hay un ver en
plenitud, el del cielo, del cual dice el apóstol: "lo veremos tal cual es"; pero
hay otro ver, el ver mientras vamos de camino en la tierra, que es básicamente
ver las señales que él ha dejado, especialmente, el amor grande que nos ha
demostrado en Cristo. El sentido, pues, sería: "el que peca es porque no
reconoce las señales del amor de Dios en su vida".
3. El Cordero de Dios
3.1 El evangelio de hoy sigue su propia secuencia, a saber, la lectura
continuada de los primeros textos del evangelio según san Juan, según hemos
comentado para los textos de ayer. Se leen estos pasajes en Navidad porque nos
ayudan a ver desde otro punto de vista, más teológico y menos narrativo, es
verdad, qué significa la llegada a nuestra tierra de aquel que es la Palabra.
3.2 Juan Bautista habló ayer de Jesús. Ahora ve a Jesús. Su voz que le
anunciado, como lo anunciaron los demás profetas, ahora puede hacer algo que no
pudieron los demás profetas: presentar al mundo a Aquel que había anunciado.
3.3 Y estas son sus palabras de presentación: "este es el Cordero de Dios que
quita el pecado del mundo" (Jn 1,29). Con ese anuncio nos cuenta algo sobre
quién es Jesús diciéndonos mucho sobre qué hace Jesús. Todo el sufrimiento del
Bautista es el pecado del mundo, y por eso toda su alegría es Aquel que quita el
pecado del mundo.
3.4 La señal de Jesús es el Espíritu Santo. Cristo es Cristo, palabra que
significa "ungido", porque ha recibido el don del Espíritu Santo no para
santidad de su vida sino para su ministerio propio, que es "quitar el pecado del
mundo". Y la obra del Espíritu será la de un bautismo, que aniquila y a la vez
renueva, como las aguas del Éxodo. El Espíritu aniquila así a nuestro faraón
enemigo, que es el pecado y saca victorioso al pueblo nuevo y renovado, el
Israel de Dios.