Marcos 6,45-52:
Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros * Lo vieron andar sobre el lagoAutor: Fr. Nelson Medina F., O.P
Sitio Web: fraynelson.com
Temas de las lecturas: Si nos amamos unos a
otros, Dios permanece en nosotros * Lo vieron andar sobre el lago
Textos para este día:
1 Juan 4,11-18:
Queridos hermanos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros
debemos amarnos unos a otros. A Dios nadie lo ha visto nunca. Si nos amamos unos
a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su
plenitud. En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros: en que nos
ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el
Padre envió a su Hijo para ser Salvador del mundo. Quien confiese que Jesús es
el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios. Y nosotros hemos conocido
el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es amor, y quien permanece
en el amor permanece en Dios, y Dios en él. En esto ha llegado el amor a su
plenitud con nosotros: en que tengamos confianza en el día del juicio, pues como
él es, así somos nosotros en este mundo. No hay temor en el amor, sino que el
amor perfecto expulsa el temor, porque el temor mira el castigo; quien teme no
ha llegado a la plenitud en el amor.
Marcos 6,45-52:
Después que se saciaron los cinco mil hombres, Jesús en seguida
apremió a los discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran hacia la
orilla de Betsaida, mientras él despedía a la gente. Y después de despedirse de
ellos, se retiró al monte a orar.
Llegada la noche, la barca estaba en mitad del lago, y Jesús, solo, en tierra.
Viendo el trabajo con que remaban, porque tenían viento contrario, a eso de la
madrugada, va hacia ellos andando sobre el lago, e hizo ademán de pasar de
largo. Ellos, viéndolo andar sobre el lago, pensaron que era un fantasma y
dieron un grito, porque al verlo se habían sobresaltado. Pero él les dirige en
seguida la palabra y les dice: "Ánimo, soy yo, no tengáis miedo." Entró en la
barca con ellos, y amainó el viento. Ellos estaban en el colmo del estupor, pues
no habían comprendido lo de los panes, porque eran torpes para entender.
Homilía:
Temas de las lecturas: Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en
nosotros * Lo vieron andar sobre el lago
1. El amor perfecto expulsa el temor
1.1 El amor hace visible a Dios, pues "a Dios nadie lo ha visto nunca;
si nosotros nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros". Sucede así
porque el amor hizo visible a Dios, según las palabras del arcángel a la Santa
Virgen: "el Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá
con su sombra" (Lc 1,35). La carne de Jesús es la manifestación visible, el
punto hacia donde nuestros ojos pueden dirigirse cuando quieren saber qué
significa "amor".
1.2 Ahora es nuestra carne, es nuestra conducta, nuestro modo de ser en este
mundo, quien irradia el misterio divino. Hemos recibido la vida "que se ha
manifestado" (1 Jn 1,2) y por eso manifestamos esa vida como la manifestó Jesús,
en el amor de unos por otros. Es el fruto natural de aquello que hemos recibido
creyendo en al Autor de la vida. De esta manera, la fe se vuelve amor; la
escucha a la Palabra se vuelve obediencia a sus mandamientos; la profesión de la
fe se vuelve un modo de ser y vivir.
1.3 Es lógico entonces afirmar que quien permanece en este amor que brota de la
revelación divina lleva a Dios en sí, y quien le tiene no le teme. No tememos la
llegada porque ya nos gozamos en la presencia. Y sin embargo, es más lo que
esperamos que lo que tenemos. Esperamos el día del juicio, pero ese juicio no
cambia sino que perfecciona lo que ya sido juzgado y expulsado de nosotros, es
decir, el pecado y al autor del pecado. No tememos porque ya hemos pasado por
ese juicio y ese juicio fue libertad para nosotros y castigo para la maldad que
nos hacía daño.
2. Las otras epifanías
2.1 Estos días posteriores a la solemnidad de la Epifanía tienen sus
ecos, y esto se ve particularmente en los textos evangélicos que la Iglesia nos
regala para la Santa Misa.
2.2 Hay en esta escogencia un hecho muy bello. Si recordamos, las lecturas del
adviento nos hablaban precisamente de cómo habrían de manifestarse la fidelidad
y la misericordia de Dios en el Mesías. Lo que estamos leyendo es el
cumplimiento de esas promesas. De ese modo, cabe decir que la epifanía es la
sobreabundante respuesta al adviento.
2.3 Ayer escuchábamos el relato de la multiplicación de los panes. Una epifanía
maravillosa de la bondad de Dios pero también un mensaje claro sobre su
majestad, que no tiene fronteras. Hoy, de algún modo, el milagro se prolonga.
Cristo se acerca a la barca caminando sobre el agua. Apenas podemos imaginarnos
lo que esto significaba para aquellos galileos, herederos del pavor judío hacia
las masas de agua. El pánico les hace gritar como niños aterrados, y es
necesaria la voz de Jesús para que recobren la calma, no sin dejar de notar que
el viaje se ha acortado misteriosamente.
2.4 Estamos, pues, ante una espectacular epifanía digna de una película de
ficción. Mas ya sabemos que a Jesús no le interesa la ostentación; no es ése su
móvil entonces cuando se acerca a ellos de un modo tan particular. Yo aventuro
una hipótesis.
2.5 Cristo quería llevarlas a las tierras de sus miedos. También el miedo
necesita ser evangelizado. El terror reporta poder sobre la raza humana y es
capaz de adueñarse de nuestras decisiones y preferencias. Cristo se hace
presente en ese "mar" de nuestros terrores más profundos para "exorcizar" de
nosotros la fuerza que la oscuridad, la ignorancia y las tradiciones populares
han alcanzado. Él es el Señor, y su señorío no puede ni debe entenderse por el
viento, el mar, los recuerdos o las historias que van de boca en boca. Sólo es
el Rey. Sólo Él.