Para la Novena de la Fiesta de N. S. de Chiquinquirá
Lucas 1,39-56: El Señor será el rey de Israel, en medio de ti * ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?Autor: Fr. Nelson Medina F., O.P
Sitio Web: fraynelson.com
Lecturas de la S. Biblia
Temas
de las lecturas: El Señor será el rey de Israel, en medio de ti *
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?
Textos para este día:
Sofonías 3,14-18:
Regocíjate, hija de Sión; grita de júbilo, Israel; alégrate y gózate de
todo corazón, Jerusalén. El Señor ha cancelado tu condena, ha expulsado a tus
enemigos. El Señor será el rey de Israel, en medio de ti, y ya no temerás. Aquel
día dirán a Jerusalén: "No temas, Sión, no desfallezcan tus manos. El Señor, tu
Dios, en medio de ti, es un guerrero que salva. Él se goza y se complace en ti,
te ama y se alegra con júbilo como en día de fiesta." Apartaré de ti la amenaza,
el oprobio que pesa sobre ti.
Lucas 1,39-56:
En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la
montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En
cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó
Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: "¡Bendita tú entre las mujeres,
y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de
mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en
mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se
cumplirá."
María dijo: "Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en
Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes
por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación
en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de
corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los
hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a
Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a
nuestros padres- en favor de Abrahán y su descendencia por siempre."
María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.
Homilía
Temas de las lecturas: El Señor será el rey de Israel, en medio de ti *
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?
1. Descripción del Cuadro
1.1 La Virgen del Rosario que ocupa el centro del cuadro
mide aproximadamente un metro de alto; su mirada se vuelve hacia la izquierda,
desviando la atención hacia el Niño casi desnudo que lleva en sus brazos. Es una
imagen serena cuya delicada sonrisa irradia gran dulzura. El color de su rostro
es pálido, lo mismo que el del Niño. Curiosamente, éste lleva en la mano derecha
un pajarito de vivo plumaje que un cordel sujeta a su dedo pulgar y de la mano
izquierda deja colgar un pequeño rosario.
1.2 Nuestra Madre apoya su cuerpo sobre una media luna, en una posición que
sugiere que va de camino. Cubre su cabeza una toca blanca recogida sobre el
pecho, y un manto azul celeste envuelve su vestido de color rosado. Con el dedo
meñique de su mano izquierda sostiene un rosario que le cae en el medio del
cuerpo y en la mano derecha porta un cetro de reina. El cuadro conserva las
huellas del pasado deterioro y es cosa notable el que las figuras, que de cerca
se ven imprecisas o borrosas, adquieren su relieve y profundidad cuando se
observan a cierta distancia.
2. Protección del Cuadro
2.1 Al lienzo
se le han superpuesto dos coronas, un cetro, dos rosarios y 27 escudos de oro
que dan un hermoso relieve al cuadro, cuyo marco, formado por
semicircunferencias de plata, porta las insignias de la condecoración
presidencial.
2.2 Durante trescientos años el cuadro de la Virgen del Rosario de Chiquinquirá
se presentó a los fieles sin protección alguna, contándose por millares los
objetos que anualmente tocaban la endeble tela de algodón. Los devotos usaban
largas varas o cañas para hacer llegar hasta el bendito lienzo diversos objetos
de devoción. Es algo realmente admirable que la tela se conserve intacta, a
pesar de que tanta manipulación, por fuerza debió haber destruido totalmente el
frágil tejido de algodón. Desde 1897 un grueso cristal protege la pintura de las
inclemencias del tiempo y del roce con los devotos peregrinos.