Lucas 6, 43-49:
Aunque somos muchos, formemos un solo cuerpo, porque comemos todos del mismo pan * ¿Por qué me llamáis "Señor, Señor", y no hacéis lo que digo?Autor: Fr. Nelson Medina F., O.P
Sitio Web: fraynelson.com
Lecturas de la S. Biblia
TTemas de las lecturas:
Aunque somos muchos, formemos un solo cuerpo, porque comemos todos del mismo pan
* ¿Por qué me llamáis "Señor, Señor", y no hacéis lo que digo?
Textos para este día:
1 Corintios 10, 14-22:
Amigos míos, no tengáis que ver con la idolatría. Os hablo como a
gente sensata, formaos vuestro juicio sobre lo que digo. El cáliz de la
bendición que bendecimos, ¿no es comunión con la sangre de Cristo? Y el pan que
partimos, ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo? El pan es uno, y así nosotros,
aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos todos del mismo
pan. Considerad a Israel según la carne: los que comen de las víctimas se unen
al altar.
¿Qué quiero decir? ¿Que las víctimas son algo o que los ídolos son algo?
No, sino que los gentiles ofrecen sus sacrificios a los demonios, no a Dios, y
no quiero que os unáis a los demonios. No podéis beber de los dos cálices, del
Señor y del de los demonios. No podéis participar de las dos mesas, de la del
Señor y de la de los demonios. ¿Vamos a provocar al Señor? ¿Es que somos más
fuertes que él?
Lucas 6, 43-49:
En aquel tiempo decía Jesús a sus discípulos: "No hay árbol sano
que dé fruto dañoso, ni árbol dañado que dé fruto sano. Cada árbol se conoce por
su fruto: porque no se cosechan higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de
los espinos. El que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el
bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal, porque lo que rebosa del
corazón, lo habla la boca. ¿Por que me llamáis "Señor, Señor", y no hacéis lo
que digo? El que se acerca a mí, escucha mis palabras y las pone por obra, os
voy a decir a quién se parece: se parece a uno que edificaba una casa: cavó,
ahondó y puso los cimientos sobre roca; vino una crecida, arremetió el río
contra aquella casa, y no pudo tambalearla, porque estaba sólidamente construida.
El que escucha y no pone por obra, se parece a uno que edificó una casa sobre
tierra, sin cimiento; arremetió contra ella el río, y en seguida se derrumbó
desplomándose"
Homilía
Temas de las lecturas: Aunque somos muchos, formemos un solo cuerpo,
porque comemos todos del mismo pan * ¿Por qué me llamáis "Señor, Señor", y no
hacéis lo que digo?
1. La Iglesia Nace de la Eucaristía
1.1 La primera lectura de hoy ilumina profundamente la frase que
tomamos como título de esta sección: lo que somos como cuerpo de Cristo nace del
cuerpo de Cristo. Del cuerpo físico, flagelado, torturado, muerto y luego
glorificado, hemos nacido todos nosotros, que, en lo que padecemos y en lo que
hemos hecho padecer, en lo que manifestamos y en lo que habremos de manifestar
de la gloria del Padre, somos cuerpo suyo. Su Cuerpo nos hace cuerpo.
1.2 Ya hemos mencionado en otros comentarios cómo los fieles de Corinto eran
propensos a las divisiones y partidismos. Su ciudad, un populoso puerto repleto
de comerciantes tanto como de maestros de toda clase de teorías y doctrinas, era
terreno abonado para una especie de continua competencia y búsqueda de adeptos y
discípulos. Es natural que esto engendrara una mentalidad propensa a los grupos,
a las polémicas y a las divisiones. Pablo era consciente de las causas profundas
de este modo de pensar y de obrar y quiere sanarlas llevando l atención de
aquellos cristianos hacia la raíz misma de su ser; por eso escribe: "El cáliz de
la bendición con el que damos gracias, ¿no nos une a Cristo por medio de su
sangre? Y el pan que partimos, ¿no nos une a Cristo por medio de su cuerpo? El
pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque
todos comemos del mismo pan."
1.3 Una consecuencia importante de esta enseñanza es que nuestra unidad radica
en Cristo y no en otras cosas, por bellas o plausibles que nos parezcan. La
unidad no la dan ni la darán las clases sociales, los estilos litúrgicos, las
preferencias teológicas, los temperamentos o el pasado nacional o cultural. Más
bien: todas esas cosas, que en su medida pueden ayudar, también pueden
interrumpir o dificultar la unidad entre los cristianos. Ser pobre o ser francés
o alemán, preferir el canto gregoriano o la teología apofática, tener un talento
muy contemplativo o un modo de ser modesto y educado, todo ello puede definir
modos de ser cristiano pero no puede definir el cristianismo. Sólo quien busca a
Cristo por encima de toda versión existente o posible de cristianismo podrá
trabajar eficazmente en la unidad entre los redimidos por una misma Sangre y
congregados por un mismo Cuerpo.
2. Hacer lo escuchado
2.1 La pregunta de Jesús en el evangelio de hoy no pierde actualidad:
"¿Por qué me dicen: Señor, Señor; y no hacen lo que yo les digo?". El Génesis
nos relata con primorosa belleza el poder que reside en la Palabra de Dios: "dijo
Dios... y fue así" (Gén 1,6-7.9.11). Lo propio de la creación es precisamente
eso: no hay ruptura, no hay solución de continuidad entre la palabra pronunciada
y la obra realizada.
2.2 Cristo, en cambio, detecta ahora una situación diferente. Ahora sucede que
Dios habla y nada sucede. Es ante todo una afrenta a Dios. Nuestra rebeldía es
como un modo de decirle que él no es nuestro creador o nosotros no somos sus
creaturas.
2.3 Hay otra cosa interesante en el texto de hoy. El mismo Señor nos hace ver
que hay una continuidad entre el corazón y la boca, pues enseña que "la boca
habla de lo que está lleno el corazón". Esto, que es verdad en el hombre,
semejanza de Dios, es verdad de modo eminente en Dios, de quien el hombre ha
sido hecho imagen. Es decir: la boca de Dios no habla otra cosa sino lo que
tiene su corazón.
2.4 Es lo mismo que leemos en el evangelio de Juan: " Nadie ha visto jamás a
Dios; el unigénito Dios, que está en el seno del Padre, El le ha dado a conocer"
(Jn 1,18). Cristo, Palabra del Padre, es también la expresión del ser íntimo del
Padre, de modo que nada más cabe conocer de Dios sino lo que podemos saber a
través de Cristo y en Cristo.